A pesar de algunas percepciones erróneas que han llegado a ser comunes en las décadas recientes, las colecciones de especímenes para investigación siguen siendo esenciales para el avance de la ciencia moderna. En el mundo entero la creciente conciencia sobre las extinciones de especies ha promovido políticas y leyes para evitarlas. En muchos casos, estas normativas y su estructura burocrática asociada, han obstaculizado o bloqueado el crecimiento apropiado y rápido de las colecciones científicas y la documentación de la diversidad biológica. En parte de la comunidad científica y de la ciudadanía hay confusión sobre el potencial impacto en las poblaciones silvestres. En la gran mayoría de los casos y a lo largo de la historia humana, la recolección mesurada de ejemplares para usos científicos no ha estado vinculada con las extirpaciones ni las extinciones de organismos. La pérdida de hábitats, el cambio climático, los patógenos emergentes, la contaminación del ambiente y la cosecha dirigida (pesca y cacería) son algunos de los principales factores que sí han provocado impactos realmente graves y están transformando ecosistemas enteros. Estos impactos han desbocado en la sexta extinción masiva de especies.
Los reglamentos y una supervisión informada de las colecciones científicas son necesarios para un control eficiente. No obstante, la normativa sobre estas colecciones y su puesta en práctica ha sido sesgada por sentimientos antropocéntricos extremos y opiniones populares. Consideramos que estos controles deben basarse en principios ecológicos y realidades científicas para lograr el mejor estado de la situación. Igualmente las entidades reguladoras del estado deben eliminar las trabas burocráticas y al mismo tiempo promover y facilitar el financiamiento, incremento y uso de colecciones científicas en museos de historia natural, bancos de genoma y germoplasma, centros de investigación, etc. Aunque la recolección y el sacrificio de ejemplares de ciertas especies serían totalmente anti-éticos y deben ser sancionados, en contraposición, la carencia de colecciones adecuadas para uso científico obstaculiza drásticamente nuestra capacidad de catalogar, conservar y usar la biodiversidad del planeta. Si desconocemos las especies de nuestro ambiente, no conoceremos los potenciales recursos que ellas nos ofrecen, y no podremos aprovechar de la totalidad de nuestras oportunidades de forma adecuada, y muy probablemente tampoco podremos evitar la extinción de muchas de ellas. Como en cualquier campo, la falta de información representa una pérdida de oportunidades. Sin un listado y conocimiento exhaustivo de las especies y un entendimiento de sus roles en la naturaleza, es imposible comprender el funcionamiento de los ecosistemas y por lo tanto, la creciente demanda del manejo eficiente de los recursos "renovables" se torna más difícil y menos probable cada día. Sin acceso a colecciones relativamente completas y sus innumerables datos y metadatos asociados (incluidos los de su genoma), es difícil conocer las relaciones filogenéticas entre las varias especies y asignarlas correctamente en un sistema de clasificación. En Ecuador se han catalogado aproximadamente 75000 especies de organismos vivos macroscópicos y se estima someramente que esta cifra representa menos del 10% de la diversidad biótica del Ecuador, la cual alcanzaría más del millón de especies. En países como Ecuador, este problema es relativamente más grave, pues al tratarse de un país megadiverso la escasez de inventarios completos de su diversidad biológica, y por tanto de colecciones científicas apropiadas impone serios límites para su investigación, conservación, generación de conocimiento biológico, y en último término socaba el desarrollo y buen vivir humanos.
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