Preguntarnos sobre la posibilidad de un neoperiodismo siempre nos permite la tecnología. A estas alturas no es una novedad decir que la tecnología tiene capacidad de agencia, es decir, tiene efectos performativos más allá de ser algo únicamente aplicativo. La tecnología produce efectos sobre nosotros y sobre el mundo. Nos transforma, nos construye, nos hace diferentes. Sin embargo, las lógicas predeterminadas de las tecnologías, o esas arquitecturas digitales de las que hablan quienes teorizan sobre los efectos de la tecnología en la comunicación, tienen la capacidad de naturalizarse en virtud de su repetición, tienden a parecer obvias, a pasar desapercibidas después de un tiempo, a negar u ocultar su origen o sus formas de ejercer influencia. Las tecnologías producen nuevas metodologías, nuevas subjetividades y formas de relación. Y justamente por esto a veces abren posibilidades a nuevas formas de ejercer poder y dominación, o de reordenar las posibilidades de acceso a los recursos.