Este artículo interpreta la obra carcelaria del ex prisionero político independentista puertorriqueño, Elizam Escobar (Ponce, 1948), como un acto de resistencia frente a la violencia de la ley imperial estadounidense y de la microfísica del poder disciplinario en prisión. En sus creaciones durante casi veinte años de encierro (1980-1999), el pintor ponceño propone un "arte de liberación", que recurre continuamente a la ambigüedad y a lo simbólico como forma de encarar la represión autorizada en la ley que procura mermar la subjetividad política del artista. Así, su obra es una invitación a mirar la prisión, la isla y la historia como espacios y discursos dominados por una injusticia continuamente amparada por la ley, gracias al diálogo crítico que establece con la misma en su pintura, en sus escritos y en su teoría del arte.
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