El suelo, esa delgada capa que cubre la superficie terrestre a diferentes profundidades, constituye un cuerpo natural dinámico, en donde se desarrollan procesos de tipo físico, químico y biológicos. Desde un enfoque agrícola, el suelo es el soporte en el cual se desarrollan una gran variedad de cultivos que sirven para el consumo de los seres humanos y de los animales.
Al considerar al suelo como un componente de la producción agrícola, es importante mencionar sobre su fertilidad , que se divide en tres partes: a) La fertilidad física, que hace referencia a las propiedades físicas del suelo, como son su estructura, porosidad y retención de humedad; b) La fertilidad química, que estudia el comportamiento químico de los componentes del suelo, la disponibilidad de nutrientes y la necesidad de aplicar fertilizantes para suplir los requerimientos nutrimentales de los cultivos; y c) La fertilidad biológica, que trata sobre el contenido de materia orgánica, la actividad y diversidad de las comunidades microbianas, y su relación con la biología de la rizosfera y la interacción suelo-planta.
En este contexto, el otro punto relevante es el manejo adecuado del suelo. Esto es, los distintos tratamientos y prácticas a los que debe someterse un suelo para mejorar su fertilidad y para incrementar la productividad de un cultivo. Idealmente estas prácticas deben realizarse con el menor impacto negativo en las características favorables del suelo, y más bien deben procurar mejorarlas.
Por todo lo anterior, el Comité organizador del II Simposio de Manejo y Fertilidad de Suelos ha desarrollado esta iniciativa en virtud de que el manejo adecuado del suelo y la fertilización de los cultivos son importantes para mejorar la productividad y rentabilidad de los sistemas agrícolas. Esto también se realiza por la necesidad existente de fortalecer las capacidades
técnico-científicas de los profesores universitarios, estudiantes y profesionales dedicados al agro.