La organización barrial como centro de reencuentro social
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Resumen
En el estricto sentido de la palabra, barrio, parroquia, aldea, caserío o recinto (término usado en la costa) no es sino un pequeño conglomerado humano que vive compartiendo los pequeños espacios que la marginalidad les ofrece, en conjunción de sus recursos, trabajo y facilidades sociales públicas y privadas. No existe un orden jerárquico preestablecido, ni una jefatura designada a dedo, más bien se establecen preferencias hacia los liderazgos que se destacan por su participación activa en los asuntos de la vida comunitaria y una prelación hacia ellos en las designaciones, ya sea para las elecciones democráticas, o las designaciones por encargo de tal o cual tarea. La autoridad religiosa copa todavía, en gran medida, las actividades de la comunidad relativas a la práctica de los ritos dogmáticos y de sus áreas coledañas, tales como la catequesis y las fiestas del santoral etc. La autoridad civil, de nominación democrática como la Junta Parroquial o la de nominación política como el Teniente Político, conviven en una forzada armonía, producto de la estructura jurídica obsoleta y que se origina en su concepción en la vieja práctica del reparto de privilegios, que le vuelve anacrónica a sus existencias.