Todos los territorios

Despierto ante un horizonte abierto. Los cactus abren sus brazos y tienen cien años. A sus espaldas esperan otras dimensiones. Millones de años concentrados en la rigidez de rocas espaciales. Unas sobre otras, fueron legos de niños gigantes. Torres de marfil que siempre caen. Pirámides indígenas destruidas y por descubrir. La realidad mágica no es suficiente. Un filósofo se sienta frente al mar y lo deduce. Una tortuga en Galápagos lo confirma.

 

La clave está en el vacío.

 

Pendo de una cuerda dorada. La salamandra se desplaza húmeda entre mis piernas. El viento trae el ayer y se lleva el futuro. No hay nada más inmenso que el presente. Los cuervos se posan en árboles quemados. La línea al fondo fluctúa con el calor del desierto. ¿Hay algo que se escapa de la realidad?

Esferas de ramas secas corren al llamado del infierno. La serpiente anuncia su llegada. Las gotas de sudor bajan en mi pecho. El frío siempre fue un estado mental. Glaciares que se resisten a la brasa. La madera remuerde y en el negro se eleva.

El humo con los mismos rostros: diamantes brillantes de polvo cósmico.
En el silencio, una melodía oscura y sutil,
un gran elefante sopla su trompa, ordena y se va.

Estas montañas han sido testigos de todos los hombres. Mujeres y niños desnudos danzando a sus pies. El verde es una ilusión momentánea. El agua azufrada muestra los ciclos inquebrantables. La astucia y la intriga nos llevan a la lava. Cráteres ardientes de formas abstractas. Arrecifes de niebla y senderos que se bifurcan. Las dosis de rojo son escasas. El origen del rosado está cerca.

Viéndose unos a otros vivir. Todas las horas que pasaron hasta que llegamos. Después aprendieron a huir. Así llegaron otros colores. Miles de naranjas abundan en lo alto de Isabela. ¿Cuándo me introduzco ya pertenezco? El blanco se contrae en lo alto del volcán. ¿Cuándo lo percibo ya lo entiendo? En el viento de la zampoña hay una respuesta. El tronco que llega con la marea la acarrea.

 

El universo sintetizado en la tela de una araña.
Toda la tecnología y toda la pasión.

 

Las feromonas que las hormigas nos enseñan a usar. La carencia y la comunicación. Un espacio que nunca fue nuestro. El carbón y la máquina crujiendo. Una bola de caucho deja de rodar. El enigma es tan grande. Vamos Arriba! que la noche es larga y las mulas no pueden esperar.

 

 

Silencio...

 

 

Despierto atado a la hojas del páramo. La laguna burbujea el poder de la tierra. El ritmo es continuo. Un latido que es más grande que nuestro entendimiento. Material galáctico con información etérea. La búsqueda perdura y nosotros perecemos.

Iguanas salvajes y humanos en pena.

El camposanto y las flores del mal. Cuando las mueve el viento, sin llanto parecen gotear. Me gritarán del desierto, llorona. Pero, olvidarte nunca. En el fondo, el golpe de un tambor y el abuelo sabio. En las mañanas el recuerdo del saxofón y la sensación de la carne. Ellos saben que son nuestros dueños y solo nos dejan jugar. Un día todo cambiará. Eventualmente, el pobre se sirve del rico. La sabiduría contiene el poder.

La anaconda perdida tras los pasos del jaguar. La jungla y el mar.
El hielo y el más allá.

Dos ancestros jurásicos, una fotografía y el tiempo como un material.

Lake Isabella, California, 2017.

* Fotografías en 35 mm tomadas desde 1999 a 2017 en Brasil, Paraguay, Argentina, Chile y Ecuador.