Praxis
La Biblioteca Comunitaria Ambulante: una pedagogía a(lar)mante en/por/para la vida
post(s)
Universidad San Francisco de Quito, Ecuador
ISSN: 1390-9797
ISSN-e: 2631-2670
Periodicidad: Anual
vol. 9, 2023
Recepción: 15 Abril 2023
Aprobación: 15 Octubre 2023
Resumen: Este texto dibuja un panorama general de la construcción y el recorrido que ha tenido la Biblioteca Comunitaria Ambulante en el pueblo P’urhépecha, localizado en la comunidad de Comachuén, Michoacán. Se muestra la importancia de los procesos intercomunitarios que ha propiciado, y cómo su tránsito por las comunidades ha resultado en la conformación de redes solidarias que continúan acompañando procesos de libre determinación de los pueblos p’urhépecha. La Ambulante ha sido un semillero de otra educación posible que acompaña la redirección cultural, ha llevado a la comunidad la posibilidad de escuchar, aprender, enseñar, contactar y en-red-darse con las herramientas que tienen y sostienen diferentes procesos comunitarios que cobijan la vida.
Palabras clave: biblioteca, organización, autonomía, redes, educación.
Abstract: This essay follows the construction and the journey that the Biblioteca Comunitaria Ambulante has had in the pueblo P’urhépecha, located in the community of Comachuén, Michoacán. It shows the importance of the community based processes it has fostered, and how its transit has resulted in the construction of solidarity networks that accompany the processes of self-determination of the P’urhépecha peoples. The Ambulante has been a seedbed of another possible education that accompanies cultural redirection, it has brought to the community the possibility of listening, learning, teaching, contacting, and networking with the tools that they already have and sustain different processes that shelter life.
Keywords: library, organization, autonomy, networks, education.
De proyecto a proceso: la fecundaciÛn y el nacimiento
Comachuén es una comunidad originaria situada en la meseta P’urhépecha en el estado de Michoacán, México. Su clima es húmedo y con lluvias en gran parte del año, lo que hace que algunos materiales, como los libros, se deterioren con facilidad. Por cuestiones personales, nos mudamos con la familia a otra ciudad, y nuestros libros se quedaron en Comachuén, donde permanecieron encerrados en ese ambiente de humedad. En el verano de 2015, decidí que necesitaba hacer algo para que no se deterioraran. Bajé de los libreros casi todos mis libros y los de mis hijos, los coloqué en canastos, pedí permiso a las autoridades comunales, y los llevé a la plaza de la comunidad. Junto con mi compañero y mis hijos, compartimos nuestros materiales en ese lugar durante dos horas diarias por una semana con las personas se acercaban a leer. Cada día llegaron aproximadamente 120 niños y niñas. Los libros eran hojeados, usados y vividos. Esta respuesta de la comunidad, esta emoción por tocar los libros, por compartir el espacio, la lectura y un tiempito del día, movió nuestra manera de percibir la vida comunitaria.
La Biblioteca Comunitaria Ambulante nació así, de una necesidad personal por cuidar el material bibliográfico, pero transitó de inmediato a una necesidad expresa comunal, que reflejaba la falta de acceso no solo a la lectura, sino a todo lo que no se tiene en un rincón de cualquier montaña de nuestro país: pasó de ser un proyecto familiar de una semana, a ser un proceso comunitario de temporalidad ilimitada.
En nuestra formación personal, construida en medio de procesos educativos institucionales desde temprana edad, estuvo presente la lucha magisterial en Michoacán que defendía un proyecto político sindical donde la vida del pueblo se ponía en el centro, hecho que ha sido un referente inmediato para pensar otra educación, necesaria y posible. La Ambulante surgió porque no hay espacios ni de lectura, ni de otra educación posible en las comunidades alejadas de la capital, aparte de la educación que brinda un Estado neoliberal; surgió porque tenemos una obligación política de hacer frente a las necesidades comunitarias y planetarias; porque tenemos que resistir, luchar y crear frente a todo lo que atente contra la vida, desde espacios amorosamente en-red-dados.
Construyendo lo comun: el cuerpo y su cuidado
A partir de esta experiencia, decidimos que cada verano haríamos lo mismo. En el verano de 2016, buscamos llevar ese proyecto familiar solidario a otro nivel. Para que la solidaridad llegara desde más espacios, pedimos apoyo a Antonio Salgado, quien estaba a cargo del Proyecto Cooperativa El Árbol, en la ciudad de Morelia, para que este lugar funcionara como centro de acopio permanente de libros.
La función de la Biblioteca sería llegar a más comunidades donde pudiera ser usada. Así, en 2016, después de presentarla en una plática informal a Anayuli Torres, la maestra Lizeth Torres, su hermana, solicitó la Biblioteca para llevársela a la comunidad p’urhépecha de Cheranástico, donde la Ambulante comenzaría su recorrido comunitario. A la fecha, en nueve años desde su nacimiento, ha visitado ya 23 comunidades: Comachuén, Cheranástico, Jarácuaro, Ihuatzio, Huecorio, Paracho, Arantepacua, Cherán, Puacuaro, Santa Fe de la Laguna, San Jerónimo Purenchécuaro, Matugeo, Tarejero, Zacán, Nahuatzen, Sevina, Tacuro, Acachuén, Charapan, Cuanajo, Tiríndaro, San Ángel Zurumucapio y Ocumicho, en ese orden. En tres de ellas ha estado más de una vez. La estancia de la Biblioteca en cada comunidad ha variado según sus necesidades; hay comunidades que se la han quedado un mes, otras dos meses y máximo seis meses.
Frente a todo lo anterior y ante tanta movilidad, tuvimos la necesidad de diseñar algunas pautas para sus viajes, uso y recorridos, y darle forma a su cuerpo para poder cuidarlo. Aún seguimos en construcción, pero hemos ido delineando procedimientos de solicitudes, entregas y usos. La regla más importante es que si alguien quiere que la Biblioteca vaya a su comunidad, basta con pedirlo: se agenda, se acuerda y se va. Cualquier persona o grupo de personas organizadas puede solicitar la Biblioteca, que sin embargo no está disponible para entidades estatales. La persona que solicita la biblioteca se convierte en «carguera»[1] de la Biblioteca y la Ludoteca durante el tiempo que lo solicite. El cargo que asume considera traslado, cuidado, control, organización, resguardo y entrega de libros, juguetes y materiales didácticos.
El trabajo que se realice en cada comunidad deberá respetar los principios que hemos construido en el andar de la Biblioteca en nueve años de vida, y que son resultado de las luchas y resistencia del pueblo p’urhépecha, de los movimientos sociales que se han gestado en nuestros territorios, y que han ido desde la libre determinación, las autonomías, hasta movimientos de frentes de mujeres por la reivindicación de sus derechos, frentes por las agroecologías, por la defensa de derechos, vivires y convivires de las infancias, y por la educación popular, por mencionar algunos. Estos principios han ido surgiendo de acuerdo con las problemáticas concretas que han atravesado nuestras comunidades. Hasta el momento hemos dialogado y reflexionado doce principios a través de acciones desde la Ambulante:
Autonomía, libre determinación y felicidad como horizontes primeros y últimos. Hemos abrazado la autonomía y la libre determinación como uno de los principales objetivos de la Ambulante, a partir de las luchas y resistencias de nuestro pueblo p’urhépecha en general, y de la comunidad de Comachuén en particular. Desde el año 2018, cuando nuestra comunidad decidió buscar el presupuesto directo y con esto intentar otra forma de organizarnos, los esfuerzos de la Biblioteca acorazaron la lucha de Comachuén y de todas las demás comunidades que se encontraban y se encuentran en el mismo proceso. Creemos que al tener autonomía y la capacidad de determinar cómo queremos vivir, todos optaríamos por la felicidad y el bien-estar/ser/sentir/pensar/hacer. Por lo tanto, la tsipekua o felicidad es nuestro máximo objetivo.
Amor como posicionamiento político. Consideramos al amor como un camino hacia la tsipekua. El amor colectivo, el amor hacia todes, desde lo vivo hasta lo inerte, lo tangible e intangible. El amor a la vida, a todos los seres de todos los planos temporales y espaciales, el amor al universo mismo. Así, lo que hacemos es desinteresado, amorosamente diseñado, acompañado, realizado y transmitido.
En-red-dar como metodología. Entendemos que solo el trabajo de dar en red nos puede (sos)tener en la cotidianeidad. Dar el pensamiento, el sentimiento, la acción, la donación, la ofrenda, la escucha, la palabra, el trabajo. Dar como un eslabón del recibir, como una parte necesaria para que lo que se vaya, regrese. Es un principio de reciprocidad y solidaridad; es la jaroajperakua o ayuda mutua que se practica en nuestras comunidades, un instrumento de continuidad del tejido social y cuidado colectivo. Enredar como una acción de tejernos y darnos en red.
Autogestión y autoorganización como administración posible. No depender de ningún presupuesto ni institución nos da la libertad de crear, de producir incluso lo improducible, de marcar nuestros tiempos, ritmos, danzas y cantos. Seguimos nuestros horizontes sin obligaciones con nadie, ni estamos en función de nadie. Todo lo que emprendemos es porque es legítimo, necesario y nuestro. Además, buscar maneras de autosostenernos económica y administrativamente nos abre las puertas a otras maneras de entender los tejidos sociales, la imaginación colectiva y el trabajo colaborativo.
Apartidismo como credibilidad política. Sabemos que los partidos políticos han roto nuestras comunidades en tantos colores como adscripciones se tengan ante el Instituto Federal Electoral. Han desarticulado el tejido social comunal, y su práctica está envuelta en capas de corrupción que han fracturado la organización ancestral de nuestros pueblos. Así que la Ambulante no pertenece a ningún partido político.
Antiestatismo y anticolonialismo como principios de independencia. No dependemos del Estado que, cuando se ha encargado de proteger al capital, a las grandes corporaciones, ha reprimido a nuestros pueblos. A pesar de que en nuestra Constitución Política Mexicana se expresan los derechos a los que tenemos acceso por el simple hecho de haber nacido aquí, su cumplimiento es una utopía. Asimismo, agarrado de la mano del colonialismo, el Estado sigue imponiendo y trasponiendo elementos culturales de otros contextos en nuestro territorio, que a(re)(multi)plican además de una vida de otra tierra, el sistema de opresiones históricas de todos los tiempos y espacios. Por esto, no creemos en el Estado ni en sus instituciones, y no dependemos de él, no aceptamos trabajar con él, ni dejamos que toque nuestra organización; y cuando permitimos por lo menos que la nombre, cuando nos paramos en una instancia del Estado, aprovechamos el espacio para denunciar su actuación, su ineficiencia y su falta de responsabilidad en la vida de todxs lxs que habitamos el territorio. Por otro lado, nos quitamos el traje colonial y nos ponemos el de la libre autodeterminación (Mignolo, 2007;Walsh, 2008).
Comunitarismo como organización de la vida. Retomamos la vida en comunidad como el principio que organiza nuestra existencia. No somos ni estamos solxs, necesitamos de lxs otrxs para transformar. Pensamos en los cuatro elementos que la comunalidad contempla: la tierra-territorio, la gente, el trabajo y la fiesta.
Anticapitalismo como ubicación sistémica. El sistema capitalista organiza la vida del planeta; produce mercancías y tiene como centro la ganancia, es mutante, cambia sus espacios de interés, de valorización, de desplazamiento y transformación, incluso cambia las formas como usa los territorios y los recursos, dominando así todo sistema viviente y teniendo condiciones de producción destructivas (Habermas, 1989; Puiggrós, 2004; Ceceña, 2010; Lander, 2010). No nos permitimos, en la medida de todo lo posible, prácticas capitalistas. Intentamos las veces que sea necesario, y de todas las formas posibles, reinventar las acciones que nos ayuden a organizar la vida sin tener al capital en el centro, sino a la misma vida, su cuidado y el amor.
Antipatriarcalismo como eje relacional social. Colocamos nuestros esfuerzos en el cobijo, cuidado y acompañamiento a todos los géneros, pero nos enfocamos más aún en las mujeres y luchamos para hacer valer sus derechos y fortalecer sus vidas. La Ambulante es también un refugio de acompañamiento y de acogida para mujeres de todas las edades que lo necesiten.
Anticlasismo como principio de igualdad. La Ambulante es un espacio abierto. No tiene distinción de clase, género, edad, afinidad política, religión ni nada que segregue nuestro corazón, nuestro pensamiento y nuestra organización. Todxs serán siempre bienvenidxs.
Antiadultocentrismo como principio de valoración intergeneracional. Creemos en las infancias como presente y futuro de otros mundos posibles. En ellas ponemos nuestra energía, las reconocemos sabedoras de la vida, de sus contextos, de sus tiempos transcurridos, de su cultura. Sabemos que pueden tomar decisiones y acompañamos sus procesos. Sin infancias tampoco hay autonomía ni felicidad. El trabajo de educación, reeducación y autonomías tiene que ser intergeneracional.
Pedagogías anticapitalistas como herramientas de acción. Trabajamos nuestros procesos formativos políticamente desde pedagogías que abrazan nuestros principios, tales como: pedagogía de la liberación (Freire, 1969; 1970; 1997), pedagogía de la tierra (Gadotti, 2002; 2003), pedagogía del trabajo, pedagogía de la ternura; y de las pedagogías locales que hacen permanentes y consecuentes a cada cultura; por ejemplo, nuestro referente más cercano es el movimiento del EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Nacional), del cual retomamos y continuamos algunos de sus principios y formas.
En 2017 ampliamos los centros de acopio: la Biblioteca incrementó su acervo a más de 1000 ejemplares y la Ludoteca ya comenzó a operar con juguetes propios. En el presente, los centros de acopio se han multiplicado, lxs carguerxs y muchas personas de manera independiente se han ofrecido a ser centros de acopio o a hacer viajes solidarios para reunir materiales. Nuestro acervo se acerca a los 7000 ejemplares, y un buen número de juguetes.
Para cumplir con el principio de buscar la felicidad de todas las especies vivientes y el amor colectivo, desde la Biblioteca hemos promovido alternativas a la educación convencional e institucional que han recibido históricamente los pueblos originarios. Por ejemplo, si ofrecemos un taller de elaboración de aretes de papel, trabajamos cuestiones de violencias de género, de autogestión, de creatividad, de control de emociones; reflexionamos sobre cómo el Estado, el sistema capitalista y patriarcal nos cuelga roles específicos y las cosas que están sucediendo por ese hecho; proponemos entre las personas participantes algunas soluciones ante tal panorama, y siempre terminamos reflexionando, sea cual sea la actividad, sobre cómo se relaciona eso que hicimos con la Autonomía. Hacemos una práctica concreta de educación popular, que coadyuva a promover la lectura de la realidad inter e intracomunitaria, para cuidar y dignificar la vida, para recuperar procesos comunitarios de ayuda mutua, para ser puente hacia otras formas de pensar y vivir los mundos, y para abrazar procesos autónomos de lucha, resistencia, reexistencia y creación.
El crecimiento y la nutriciÛn: lo que se hace para vivir
Desde que la Ambulante viajó por primera vez, pensamos que cada localidad tendría que decidir qué hacer; así que, como un ejercicio autonómico, cada comunidad carguera ha determinado sus necesidades, y se ha enfocado en cubrirlas en función de su capacidad organizativa, de sus posibilidades y dinámicas, y de los tiempos de lxs carguerxs.
Cada comunidad ha realizado diferentes actividades y conformado distintas redes de apoyo en sus propios espacios (autoridades, comunerxs, vecinxs, universidades), que se comparten entre carguerxs, pues en la entrega-recepción de la Biblioteca se presentan espacios informales de intercambio de experiencias.
Sin embargo, hemos encontrado ciertas constantes. Replicando las actividades que hemos realizado en Comachuén en los veranos, las comunidades han organizado talleres, charlas, conferencias, eventos culturales, servicio de biblioteca y ludoteca; asimismo, para autogestionarse han promovido rifas, kermeses, acopios de donaciones económicas y en especie.
Hemos identificado dos tipos de carguerxs: lxs particulares, y las autoridades comunales. Sabemos que cuando las autoridades son las solicitantes, pueden autogestionar la biblioteca con mayor facilidad, al contar con un poco de presupuesto para el área de educación. Sin embargo, cuando son lxs particulares lxs solicitantes, el trabajo de autogestión es mucho mayor.
A partir de 2017, una vez que comenzamos el proceso de libre autodeterminación en Comachuén, decidimos que abriríamos un espacio permanente en casa para instalar una parte de la Biblioteca en la comunidad, y aprovechar la coyuntura de la lucha para cobijar el proceso de reorganización y re-formación que ya habíamos comenzado. Dejamos en Comachuén tanto los libros que se repetían como aquellos que consideramos que podrían fortalecer el proceso de autonomía y nuestros principios; el resto de material bibliográfico y la ludoteca salieron a hacer sus recorridos a otras comunidades. La casa familiar se convirtió en un espacio comunitario. Ha sido un ejercicio de (re)(des)(co)habit(u)ar y compartir los espacios físicos. Hemos ido construyendo y adaptando los espacios de la casa pensando en las necesidades de la comunidad Ambulante. Tenemos una arquitectura de adaptación comunal, con espacios multifuncionales.
Tenemos áreas de lectura al aire libre, jardín agroecológico, biblioteca de semillas, huerto medicinal, fabriquita de tes, vivero, germinadero, lombricomposta, suculentario, colibrario, baño compostero, temazcal, deshidratador solar, manejo de residuos sólidos, cine comunitario y tienda solidaria. Algunas de las actividades que realizamos son: lectura de la realidad y juegos, cursos-talleres, comparticiones, charlas, presentaciones de libros, audiciones musicales, puestas en escena, cine comunitario, actividades de sanación, visitas escolares a casa-biblioteca, elaboración de folletos informativos, recursos educativos virtuales, entre otros.
Una particularidad de las actividades en la sede Comachuén es que están en función de la Luna. Aprovechamos la energía lunar en nuestras acciones concretas. Ha sido un ejercicio de relación con los elementos (tierra, agua, aire, fuego) y la influencia de la Luna en cada uno de ellos y de los que hacemos posible que la Biblioteca siga con vida.
En la sede Ambulante, cada comunidad determina el número de personas que la resguardan y operan. En su paso por 23 comunidades han colaborado alrededor de 200 personas. En la sede Comachuén somos nueve personas. Desde 2016, sumamos alrededor de 800 colaboradorxs, entre comunerxs, carguerxs, voluntarixs, talleristas, compartidorxs, coordinadorxs, moderadorxs, autorxs de libros, agrupaciones musicales, teatrerxs, trapecistas, malabaristas, cantorxs, muralistas, músicxs, temazcalerxs, médicxs, psicólogxs, comunicadorxs… Uno de los espacios que han fortalecido profundamente al proceso de la Biblioteca ha sido el Curso-Taller del Educador y la Educadora Comunitarixs.
La en-red-dadera: el Curso-Taller del Educador y la Educadora Comunitarixs
Con base en el engranaje de las luchas y resistencias, de los trabajos comunitarios de los diferentes territorios, de las diversas formaciones del equipo de la Ambulante, de las intervenciones de acompañamiento del trabajo comunitario a otros territorios y de la participación personal en la vida magisterial, nos fuimos involucrando en un espacio que se ha dado desde el magisterio nacional y particularmente en Michoacán, desde la Sección XVIII del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). El Curso-Taller del Educador Popular es el resultado de un proyecto político sindical que se comenzó hace más de dos décadas.
Este proyecto busca reivindicar la vida y otras formas de educación, y se cobija con pedagogías libertarias, del trabajo, de la ternura, y aquellas otras que en su centro accionen en la emancipación. El magisterio necesitaba ser formado en esa dirección, y el «Educador Popular» ha sido un vehículo que en teoría debería avanzar en dicho objetivo. En este evento, se realizan actividades para materializar los cauces a la transformación social, entre ellas: conferencias, talleres pedagógicos, talleres productivos, eventos culturales, entre otros.
En el verano de 2017, decidimos hacer una réplica del Educador Popular, en formato mas no en objetivos. Nuestra meta tenía que ver con acercar otras herramientas a comuneros y comuneras que finalmente somos educadorxs en todas las etapas de nuestras vidas. Se nos ocurrió organizar el 1er Curso-Taller del Educador Comunitario, en el marco del tercer año de la Biblioteca Ambulante de Comachuén. En una semana, trabajamos de 8 am a 10 pm, y organizamos once talleres para niñxs, jóvenxs y adultxs, entre los cuales estaban la creación de libretas, reciclado, bordado con listón, baile, cuento, coro, música, dulces artesanales, jabones artesanales, breakdance, fútbol americano, cine comentado, conferencias y café científico. Cada una de las actividades trataba de relacionarse con la Biblioteca y Ludoteca, que estaban funcionando a la par. Todxs lxs talleristas y colaboradorxs apoyaron sin costo alguno; asimismo, esta experiencia se realizó sin pedir apoyo a instancias gubernamentales o partidistas, más bien desde un tipo de autonomía, auto-organización y solidaridad intercomunitaria.
El Educador Comunitario es un ejercicio llevado a la realidad de las comunidades, a sus territorios, a su formación comunal cotidiana. Lo pensamos y practicamos con todas las actividades que se comparten en el Popular, pero sin incentivos sindicales ni puntos extras en ningún sentido; así que todo asistente participa con una carga muy fuerte de responsabilidad política personal y comunitaria.
En el primer taller del Educador Comunitario, Comachuén había comenzado un proceso de libre determinación de su autogobierno, entonces en colaboración con el Concejo de Gobierno Comunal acordamos hacer un segundo taller basado en la libre determinación y la autonomía de los pueblos originarios. Este detonó redes en-red-dadas, que colaboraron de manera desinteresada y sin financiamiento; todos los gastos corrieron por parte de cada participante y la Biblioteca ofreció hospedaje y alimentación con el trabajo autogestivo que realizó durante el año. Participaron más de 80 personas de distintas organizaciones, comunidades y estados que apoyaron como talleristas, conferencistas, expositores, músicxs, muralistas, fotógrafxs y más. En la plaza, en la escuela, en las canchas, en algunos domicilios se concentraban sobre todo lxs niñxs, queriendo estirar el día para poder aprovechar todo lo que estaba a su alcance.
Cada verano, le hemos dado continuidad a este evento. Para nosotrxs, esta es una siembra masiva de saberes, oportunidades, redes, sentimientos y todo lo que se deba, pueda o quiera sembrar. Siembra que en el transcurso del año deberá ser cuidada, abonada, regada y defendida por los guardianes de la Ambulante. Así, para 2019 tuvimos el III Curso-Taller del Educador Comunitario «Por la libre determinación de la soberanía alimentaria»; para 2020 el IV Curso-Taller «En-tendiendo las autonomías de los pueblos originarios»; para 2021 el V Curso-Taller «Generando autonomías desde los pueblos originarios»; para 2022 el VI Curso-Taller del Educador y la Educadora Comunitarixs «Infancias y autonomías desde los pueblos originarios»; y para 2023 el VII Curso-Taller del Educador y la Educadora Comunitarixs «Infancias, juventudes y autonomías desde los pueblos originarios».
Todos los temas que hemos abordado han estado abrazando los procesos autonómicos de las comunidades. Y en este abrazo colectivo se han sumado personas de distintas geografías, con diferentes formaciones de diversas culturas, con ritmos variados de co/razonar. En las siete ediciones, hemos tenido más de 300 talleristas, cerca de 100 charladorxs, cientos de colaboradorxs, alrededor de 80 organizaciones entre la sociedad civil, universidades, asociaciones civiles, organizaciones no gubernamentales, colectivas y colectivos, y muchas personas que se han acercado de manera independiente. El Educador Comunitario ha sido un espacio de encuentro y de aprendizaje colectivo. Lo que sucede en la Ambulante en esa semana de trabajo intenso es mágico: el amor brota de cada rincón, la solidaridad, la ayuda mutua, la energía fluye fuerte, el fuego se enciende por todos lados, el movimiento del pensamiento se siente, la organización se construye en cada minuto del día, el trabajo colectivo no para y los horizontes de cada asistente se acercan más a cada corazón.
Este ser continuar·: algunas reflexiones sin pensar en un final
La Ambulante no es una biblioteca común, es una biblioteca «otra», donde se lee algo más que libros: leemos realidades, procesos comunitarios, esperanzas, posibilidades; leemos corazones, dolores, necesidades, cotidianeidades; y otros libros posibles son cada uno de los espacios que tenemos, cada una de las acciones que generamos, cada una de las personas que se comparten, esos son nuestros libros más leídos. Es una biblioteca viva, amorosa, colectiva, transformadora, viajera, ruidosa, que lo que menos pretende es hacer de los libros físicos el sostén del conocimiento. Nuestro libro más grande es nuestro corazón abierto. Al final, los libros físicos solo son un pretexto para organizarnos, para promover acciones concretas que cobijen la vida. Eso pensamos que deberían ser estos espacios, las bibliotecas, las radios, los museos, las escuelas: los que cuiden la vida y que abonen a mundos reales y posibles. Espacios que se conviertan en prácticas pedagógicas transgresoras, que desafíen los retos de cubrir las necesidades colectivas de todas las dimensiones del ser.
Siempre habrá riesgos en el camino, la triada capitalismo-patriarcado-colonialismo es un monstruo que acecha todo proceso comunitario con miras a cuidar, dignificar y defender la vida; sin embargo, también entre (trans)borde(o)s y grietas de rebeldía, de lucha, de resistencia y creación, podemos encontrar las prácticas que abrazan la (re)existencia de otros multiversos posibles. Prácticas pedagógicas que alarman al capital, lo sacuden, lo retan, lo ponen en jaque, lo lastiman, lo acorralan, lo amenazan y de a poco o de a mucho lo exterminan; prácticas pedagógicas que aman la vida, están en la vida, por la vida hacen, y para continuar la vida digna surgen. La Biblioteca Comunitaria Ambulante continuará y recorrerá tantos territorios físicos o simbólicos como el pueblo decida. Así como el colibrí, viajará en todas las direcciones polinizando el corazón o abriendo posibilidades. post(s)
Referencias
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Notas