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Archivo vivo. Una (re)escritura desde el cuerpo
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Universidad San Francisco de Quito USFQ, Ecuador
ISSN: 1390-9797
ISSN-e: 2631-2670
Periodicidad: Anual
vol. 8, núm. 1, 2022
Recepción: 20 Abril 2022
Aprobación: 15 Mayo 2022
Resumen: Este es un manifiesto que surge de la escucha de mujeres de la tercera edad que participaron del proyecto transdisciplinar ARCHIVO VIVO, el cual tuvo como escenario una biblioteca semi abandonada: la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco, ubicada en la ciudad de Guadalajara, Jalisco en México. En el período de la modernidad, comprendido entre 1900 y 1970, las mujeres ya podían tener acceso a una Biblioteca, sin embargo no tenían acceso a la sala de lectura principal, ellas debían ubicarse al margen, en la periferia, en la invisibilidad, en el olvido, en la casa, con los hijos, en la ignorancia. Entonces, nos preguntamos, ¿por qué? Y ahí comenzó el largo desafío de desenterrar la memoria olvidada.
Palabras clave: re-escribir, modernidad, mujeres, archivo, memoria.
Abstract: This is a manifesto that arose from listening to elderly women who participated in the transdisciplinary project ARCHIVO VIVO, which took place in a semi-abandoned library, the Public Library of the State of Jalisco, located in the city of Guadalajara, Jalisco in Mexico. In the period of modernity, from 1900 to 1970, women already had access to a Library; however they did not have access to the main reading room. Thus, they had to place themselves on the margin, on the periphery, in invisibility, in oblivion, in the house, with the children, in ignorance. So we asked ourselves, why? And there began the long challenge of unearthing the forgotten memory.
Keywords: rewrite, modernity, women, archive, memory.
La arquitectura tiene que ser un objeto de nuestra memoria. Cuando evocamos, cuando conjuramos la memoria para hacerla más clara, apilamos asociaciones de la misma manera que apilamos ladrillos para construir un edificio.
La memoria es una forma de arquitectura.
Louise Bourgeois, Guarida, 1962
MANIFIESTO DEL NOSOTRAS
I
A la mayoría de las que damos voz a estos archivos vivos nos dio pena hablar de nuestros logros o reconocimientos.
Nos preguntamos ¿por qué?
La mayoría de nosotras nunca había hecho el recuento de todos los estudios y reconocimientos que hemos tenido en nuestra carrera y nuestra vida.
Nos preguntamos ¿por qué?
La apariencia de nuestro cabello y de nuestro cuerpo ha sido protagonista en nuestra vida. Nos preguntamos ¿por qué?
A ninguna se nos reconocieron nuestros logros. Nuestra familia pensaba que nuestros éxitos, solo eran producto de golpes de suerte.
Nos preguntamos ¿por qué?
II
La modernidad trajo para nosotras una crisis en el cuerpo; nuestros músculos, psiques y huesos, se deterioraron.
Muchas de nosotras trabajamos toda nuestra vida ayudando a los hombres a vivir y a morir.
La miseria económica y afectiva en la que se vivió aquella soñada modernidad fue una forma de violencia.
Nuestros cuerpos funcionaron como espacios abandonados que poco a poco fuimos conquistando ya entrando a la tercera edad.
Ahora que somos adultas mayores, empezamos a conquistar nuestro cuerpo como territorio propio.
Ahora con los años encima bailamos, cantamos, aprendemos idiomas y nos dedicamos al arte como gesto de empoderamiento.
Aquello que de jóvenes se nos prohibió hoy es nuestra forma de resistencia.
Ahora que enviudamos o nos divorciamos, el tiempo es nuestro.
Si en la modernidad nuestro cuerpo operaba como máquina de procrear, a la distancia nos preguntamos: ¿qué significa hoy el cuerpo como categoría de acción social y política ?
Pensamos entonces que el discurso del cuerpo es sobre quién gobierna a quién, sobre quién tiene el poder de decidir sobre nuestras vidas.
Porque la infelicidad, precisamente, incluye el cercamiento del cuerpo.
Nosotras habitamos el fallo de la modernidad, resistiendo desde nuestras cocinas, con las agujas de tejer como arma y nuestros libros como escudos.
Nosotras, hoy, optamos por una militancia alegre que nos hace sentir bien día a día conectando con nuestros deseos desde el cuerpo.
III
A nosotras no se nos destinó el centro.
Nosotras resistimos desde la periferia, desde lo doméstico, desde la invisibilidad, desde el anonimato.
Nosotras somos la generación que tuvo que mentir, escapar, chantajear, llorar y gritar para poder ir a la escuela, para poder leer un libro.
Si nosotras hubiéramos sido hombres no hubiéramos anhelado estudiar, lo hubiéramos hecho y ya. Normal.
En nuestra adolescencia todas nosotras nos cuestionamos:
¿Por qué nuestros hermanos sí pueden ir a la escuela, estudiar una carrera profesional y nosotras no ?
Nosotras vivimos lo imposible.
Somos el testimonio de lo negado, de lo prohibido, de lo indeseable, pero también de la rebelión.
El hecho de habernos negado la posibilidad de estudiar también nos da una cualidad única, aprendimos el arte del simulacro.
Encontramos veredas y caminos insólitos para lograrlo. Mentimos, pedimos ayuda, nos escapamos, fingimos ser otras; ejerciendo el arte del simulacro, representamos el papel que la sociedad nos tenían asignado.
Sin embargo, en la sombra y al margen, leímos los libros que nos prohibían, entramos al lenguaje sin tener el derecho a entrar, arrebatamos los libros sin tener derecho a ello.
Nos dimos cuenta de que no podíamos pedir libertad, porque la libertad no se le concede a los oprimidos. La libertad debe tomarse, arrebatarse, exigirse.
Las mujeres hemos necesitado tomarlo absolutamente todo: las instituciones, las calles, las redes; todos los espacios porque esto va de una disputa de espacios.
Va de una disputa de espacios.
Nosotras exigimos, resistimos y aquí estamos.
Hoy, nosotras podemos tomar el centro de los ilustres, de los que contaron la historia oficial, pero la no oficial es la nuestra.
Nosotras somos mujeres corrientes que cambiamos el mundo.
Nuestro mundo.
Nosotras luchamos por el acceso al conocimiento y aquí estamos, bailando en una Biblioteca Pública del Estado.
Nosotras somos archivos vivos, abiertos, que estamos aquí para ser escuchadas como acto de sacrificio eufórico, con la muestra de nuestras pasiones inapropiadas para hacer vivir y latir este lugar.
Somos el archivo vivo que resiste al olvido del fallo del pasado, para no volver a repetirlo.
***
El Manifiesto anterior surge de la escucha de las participantes del proyecto transdisciplinar ARCHIVO VIVO, el cual tuvo como escenario una biblioteca semiabandonada, la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco, ubicada en la ciudad de Guadalajara, en México. Esta biblioteca se inauguró en febrero de 1959. Sin embargo, no fue hasta inicios de 1975 que se iniciaron formalmente sus operaciones. Esas décadas enmarcan el periodo de la modernidad en ciudades como Guadalajara, Jalisco. Esta modernidad prometía en la arquitectura de aquella biblioteca, desarrollada por el arquitecto Julio de la Peña, la posibilidad del progreso en la monumentalidad de su edificio, que hoy en día es el testigo del fallo de aquella promesa.
En 2004, las actividades de la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco fueron suspendidas, debido a supuestas fallas estructurales ocasionadas por un sismo. A partir de ese año, los acervos fueron trasladados a otra sede y lo que quedó en aquella monumental torre de diez pisos, creada para albergar más de un millón de libros, ahora parecía un cementerio de objetos. Sillas, escritorios, computadoras, teclados, teléfonos, máquinas de escribir y periódicos carcomidos por el tiempo, muros agrietados que imprimen en sus cicatrices las huellas del abandono, así como cientos de archivos catalogados por la misma biblioteca como ARCHIVO MUERTO; hojas, cajas, impresoras, carpetas, letreros…
Comenzamos recorriendo cada recoveco del recinto. El olor a libro viejo aún presente, los anaqueles, archiveros, fichas bibliográficas y el mobiliario de los años setenta nos hacían transportarnos a otra dimensión en el tiempo. Llegamos entonces a la gran sala de lectura, cubierta por una cúpula en la que se plasmó la obra pictórica El Parnaso jalisciense, del artista Gabriel Flores, en 1958. Un mural de amplísimas dimensiones configurado por la imponente presencia de trece hombres ilustres, trece hombres poetas que miran hacia el centro de la sala de lectura principal de la antigua Biblioteca Pública del Estado de Jalisco.
La sala de lectura principal, cubierta por el monumental mural, en sus orígenes excluyó a las mujeres de la posibilidad de leer bajo la mirada imperativa de aquellos poetas masculinos. Así lo expresó Gabriela Salazar, exbibliotecaria del recinto, a quien entrevistamos para conocer a fondo los secretos que aquellos muros guardaban.
En el periodo de la modernidad, comprendido entre 1900 y 1970, las mujeres ya podían tener acceso a una Biblioteca. Sin embargo, no tenían acceso a la sala principal, custodiada por aquel mural. Ellas debían ubicarse al margen, en la periferia, en la invisibilidad, en el olvido, en la casa, con los hijos, en la ignorancia. Entonces, nos preguntamos, ¿por qué? Y ahí comenzó el largo desafío de desenterrar la memoria olvidada.
Los libros ya habían sido desplazados a otro sitio de la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco. En 2013, esos libros desalojados fueron sustituidos por otros cuerpos, por un ARCHIVO VIVO. Aquella Biblioteca que almacenaba archivo muerto pudo ser testigo de presencias que día a día resucitaban años que se habían inscrito al Sistema Universitario del Adulto Mayor (SUAM), impulsado por la Universidad de Guadalajara. Con este programa se le dio una segunda oportunidad al inmueble abandonado.
Estxs adultxs mayores asistían regularmente a la biblioteca para tomar diversos talleres: ellas y ellos eran ahora quienes ocupaban los sótanos y cubículos de la torre monumental de diez pisos, resistiendo al abandono de la cúpula de la sala principal de lectura, resistiendo con sus presencias a la clausura definitiva del histórico recinto promesa del progreso.
Fue entonces cuando convocamos a la comunidad de adultxs mayores a participar del taller Arqueología de la memoria. La convocatoria logró reunir a setenta adultxs mayores. Diseñé este taller con mi colega Sabina Aldana, con el objetivo de escuchar las voces de aquellas personas que ahora le daban vida al archivo muerto, así como rastrear las cartografías de la memoria que contenían estos Archivos Vivos.
El taller Arqueología de la memoria fue un espacio que proporcionó herramientas teórico-prácticas, para el tejido de relatos personales autobiográficos a partir de actos de resistencia personales, que se imprimían en el tiempo a través de objetos cotidianos y gestos efímeros del imaginario colectivo. La cantidad de libros y diplomas de Guadalupe, los utensilios de odontología de Leticia, las máquinas de escribir de varias participantes o los trajes folclóricos con los que a sus setenta y tantos años algunas de ellas bailan en sus clases, solo por mencionar algunos, fueron muestra de cómo nuestros objetos hablan por nosotrxs. Donde todo se borra, los objetos ofrecen una resistencia ante el olvido. Este taller funcionaba como eje de investigación para la pieza final, en el sentido de permitir conocer a profundidad las grietas, intereses, deseos y fallos, tanto del espacio como de los cuerpos de quienes ahora le daban vida.
De este modo, las historias de la comunidad de adultxs mayores se volvían una parte sustancial de la arquitectura de la memoria de aquella biblioteca abandonada. Las voces y cuerpos de esta colectividad comenzaron a revelarse como el ARCHIVO VIVO que habita la Biblioteca Pública del Estado, para así (RE)ESCRIBIR la historia en este espacio que fue emblemático para la ciudad de Guadalajara.
A lo largo del taller, los relatos que tomaron relevancia fueron de mujeres adultas mayores profesionales que lucharon contra su tiempo. ¿Quién ha escrito la historia? Quienes han podido, y no todos, y mucho menos todAs, podían. Con todo el acopio de los relatos y las historias compartidas por estas personas, Archivos Vivos de un tiempo y de una historia, convocamos a catorce mujeres que compartían la dificultad que les impuso el sistema patriarcal: relegarlas del conocimiento. Les pedimos a estas mujeres que ahora conformarían el grupo con quienes activaríamos aquella biblioteca que nos compartieran el repertorio objetual que las había acompañado a lo largo de su lucha por arrebatar el saber y escabullirse para acceder a la educación, a la lectura, al conocimiento.
Generosamente, estas mujeres nos abrieron el arsenal de su intimidad, sus armas con las que lucharon para lograr ser profesionales, contar con ingresos propios y buscar su autonomía aun cuando la promesa del progreso de la modernidad las empujaba cada vez más al aislamiento y la marginación. Esas mujeres habían resistido desde lo doméstico, desde la invisibilidad, desde el anonimato. Esas mujeres eran la generación que tuvo que mentir, escaparse, chantajear, llorar y gritar para poder ir a la escuela, para poder leer un libro y para poder escribir. Este ARCHIVO VIVO, conformado por catorce mujeres, era el testimonio vivo de una lucha que hoy en día permite a las nuevas generaciones tener libre acceso a una carrera profesional. Testimonios de la historia no oficial (personal, subjetiva, propia), de la historia que luchó desde las cocinas, escondiendo los libros bajo sus faldas.
Al igual que Sor Juana Inés de la Cruz, ellas estuvieron a la sombra y al margen, leyeron los libros que les prohibían, entraron al lenguaje sin tener el derecho a entrar, robaron los libros. Se dieron cuenta de que no podían pedir libertad, porque la libertad no se le concede a los oprimidos. La libertad debe tomarse, arrebatarse, exigirse. Las mujeres hemos necesitado tomarlo absolutamente todo: las instituciones, las calles, las redes, la tinta.
Así, bajo la cúpula de los hombres pensadores del Parnaso Jalisciense, se desplegaron en una instalación performativa objetos significativos y relatos de mujeres profesionistas que tomaron el saber. Las acciones casi rituales de estas mujeres crearon otro parnaso, uno que ha estado invisibilizado; tomaron el espacio central de la biblioteca, el que antes les fue negado: palimpsesto.
¿Qué es un relato vivo?
Aquel que no caduca en el tiempo, aquel que se actualiza y se reelabora a partir de las experiencias vividas, de los tiempos cruzados, aquel relato que se materializa en el cuerpo y que, al momento de leerlo, sigue encontrando resonancias afectivas. Esto fue revisitar ARCHIVO VIVO a partir de leer la experiencia que las mismas mujeres implicadas en el proyecto escribieron para este artículo. Para el desarrollo de este texto, convocamos a las mujeres participantes de la pieza, con el fin de invitarlas a expresar libremente su experiencia, haciendo hincapié en que escribir también es una forma de hacer historia. Nuestra historia.
ARCHIVO VIVO
Marzo 2020/ ESPACIOS REVELADOS 2020 GDL
BIBLIOTECA AGUA AZUL - Estado de Jalisco
Concepto: LAS [Laboratorio de Artistas Sostenibles]
Dirección y dramaturgia: Laura Uribe
Dirección de arte, Diseño de escenografía, iluminación y vestuario: Sabina Aldana
Con la participación de: Tere Durán E. , María Elisa González Hurtado, Rosario Garibay, Irma Soriano López, Aurora Navarro González, Rosa Elena Sánchez Pelayo, María Magdalena Sandoval Carmona, E. Leticia Ventura Santiago, Irma Manzanares Cortés, Angelina Briones Orozco, Blanca Lilia Cavazos, Bertha Alicia Gómez Sánchez, María Guadalupe Medrano Maldonado, Lourdes Dodge y Gabriela Salazar Ocampo.
Producción ejecutiva: Alejandra Ramírez
Asistente de dirección: Ana Sánchez Bernal
Producción: Obra realizada en el marco del proyecto “ESPACIOS REVELADOS/CHANGING PLACES 19/20”, en Guadalajara, Jalisco. Producido por Fundación Siemens Stiftung, el Goethe-Institut Mexiko y la Secretaría de Cultura de Jalisco.
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