Praxis
Objeto X -------
post(s)
Universidad San Francisco de Quito, Ecuador
ISSN: 1390-9797
ISSN-e: 2631-2670
Periodicidad: Anual
vol. 8, núm. 1, 2022
Recepción: 21 Abril 2022
Aprobación: 16 Mayo 2022
Resumen: La Dra. Novak fue la única en presenciar el impacto del extraterrestre objeto X. Este hecho transformó la historia del mundo para siempre. El objeto fue capaz de movilizar a grupos de trabajo, coordinar estudios intercontinentales y espaciales, poner a deliberar juntxs a las posturas más diferenciadas. A través de una ficción especulativa, se presenta una narración con la participación de distintas voces que exploran y cuestionan los paradigmas de la materialidad y de la interpretación, para establecer el carácter incierto de la materia como principio estructurante.
Palabras clave: materialidades heterogéneas, basura extraterrestre, fenomenología alienígena, ontología orientada a objetos, teoría de actor-red.
Abstract: Dr. Novak was the only one to witness object X upon its impact on Earth. This incident changed world history forever. Object X was able to mobilize work groups, coordinate intercontinental and space studies, and bring the most differentiated positions together to deliberate. Through a speculative fabulation that includes different voices, this narration explores the paradigms of materiality and interpretation to establish the uncertain character of matter as a structuring principle.
Keywords: heterogeneos materialities, space debris, alien phenomenology, object-oriented ontology, actor-network theory.
—Es un día extraordinario. Parece que el satélite Morelos I ha revivido. Nos está llegando una señal desde lo que —hasta hace menos de un día— era solamente un pedazo de basura mexicana flotando en el espacio.
[ruido blanco intermitente de fondo]
—La Agencia Espacial Mexicana (AEM) se ha puesto en contacto con la Estación Espacial Internacional (EEI) para poder descifrar el enigma.
—Un astronauta chino logró observar brevemente algo incandescente cerca de la atmósfera terrestre. La Administración Nacional Espacial China (CNSA), la NASA, junto con la Agencia Espacial Europea (ESA) se suman para calcular la trayectoria de este desconocido objeto que atraviesa los cielos.
—Los distintos observatorios ubicados a lo largo y ancho del planeta debaten sobre el suceso. La única persona con una perspectiva clara fue la Dra. Novak, quien se encontraba a bordo de la EEI. La científica logró observar una irradiación extraña, seguida de una explosión mínima, espectacular: desde la inmensidad del espacio algo impactó cercano a Chimalhuacán, Estado de México.
Así empieza la historia del objeto X. Para quienes no vivieron el caluroso verano de 2025, este informe podría confundirse con una ficción. Todos los hechos están documentados fielmente y comprobados científicamente.
Después de que la Dra. Novak estipulara la localización aproximada de la colisión,[1] el teniente coronel del ejército Raúl Quiroga conformó un equipo de expertos para emprender la expedición al lugar de los hechos.
La descripción del entorno hecha por Quiroga dibuja una geografía accidentada. La columna de humo era la única huella que seguir. La rastreaba como un sabueso desesperado por recibir su recompensa. En este tránsito hacia el objeto X hubo múltiples peripecias. Solo nos centraremos en las que el teniente coronel subrayó en su bitácora.
Caminamos sobre terrenos desconocidos. Hay pequeños montículos frágiles, constituidos de una mezcla de materiales diversos de los cuales escurren líquidos viscosos que caen a un suelo inestable. Más adelante, montañas danzantes, amorfas, deshilachadas, compuestas de materiales no reconocibles que comienzan a colapsar.
La pestilencia llega en oleadas, como si un mar putrefacto nos golpeara constantemente y sin cesar.
Me pregunto si este hábitat existía antes del impacto, o si este objeto originó un nuevo ambiente, en el que ahora estamos sumergidos.
Hay grandes acumulaciones de piedras color negruzco, elásticas, circulares, agrietadas, que al acercarse producen destellos. En su interior guardan una estructura de hilos de metal.
No podemos detenernos a examinar con detalle. Hay que ubicar el objeto antes de que caiga la noche.
En partes lejanas se escuchan explosiones. No sabemos si estamos bajo un ataque extraterrestre o si están cayendo más objetos no identificados del espacio exterior.
El equipo de Quiroga se dispersó, tomaron distintos caminos para valorar la situación. Raúl siguió avanzando por el flanco derecho. Sintió en el cuerpo una vibración, un gran zumbido, producido por lo que sospechaba era un enjambre. ¿Sería esta una vibración que emanaba el objeto X? Reía para sus adentros, se sentía en una mala película de ciencia ficción.
Por su parte, miembros del comando aprovechaban para tomar fuerzas, entre ellos Yoel, quien, sediento, descubrió que se había terminado el agua de su botella. Se aproximó a un cuerpo de agua, viscosa, con tonos medio verdes, pero rojos. Acercó su botella para sumergirla y tomar una muestra antes de beber. La botella se derritió al instante y Yoel casi pierde un dedo en el intento. Impávido se detuvo, como en trance, a observar esa extraña laguna. El olor le hacía pensar que lo que cayó del espacio habría matado o descompuesto biológicamente todo lo que le rodeaba.
En ese caluroso verano de 62 grados centígrados, Quiroga sudaba profusamente. Entre las gotas que le nublaban la vista, alcanzó a observar un cúmulo negro que se expandía y contraía sin cesar, como si de un cardumen aéreo se tratara. Demasiado tarde intentó resguardarse de la masa que se dirigía hacia él. Disparó su arma en todas las direcciones sin alcanzar a herir a sus agresores. Sentía pequeñas lesiones por todo el cuerpo. Finalmente se rindió, decidió disfrutar la inminente muerte que le había tocado vivir. Se tendió en el suelo mientras esperaba lo peor. En esta posición estratégica, que Santiago de Cárdenas usó para observar el comportamiento de las aves en el siglo XVIII,[2] descubrió que se trataba de pequeños seres alados en frenesí por su líquido corporal. Se logró secar, tragó los que se encontraban bebiendo de su boca. Por momentos pensó que le habían devorado los ojos, pero lentamente comenzó a observar el paisaje. La mancha negra se desvanecía en dirección a una silueta cercana a la orilla de un estanque. Recuperado, vislumbró que se encontraba a metros de alcanzar su objetivo. Bajó rápidamente.
No sé cómo identificar al objeto, todo se confunde y se ve muy similar, como si fuera un gran objeto fragmentado, disperso por todo el suelo.
Una vez identificado el lugar de colisión, Raúl Quiroga —bajo los protocolos de seguridad más estrictos— delimitó el perímetro asegurando el resguardo del objeto mientras llegaba el equipo encargado de la recolección.
El paisaje tenebroso y los hechos indescifrables que vivieron los integrantes del comando Quiroga son solamente el inicio lúgubre de una fascinante historia que cambiaría las relaciones entre humanxs y no humaxs, lo vivo y lo no vivo, lo orgánico y lo inorgánico para la posteridad. Las bitácoras del equipo —salvo la de Quiroga— se perdieron. Cuando el equipo se logró salvaguardar y se procedió con el reporte final, no hubo manera de conciliar las opiniones y descripciones del objeto X. Los integrantes debatieron y expusieron sus senti-pensares durante casi dos semanas sin llegar a consenso alguno.
El hallazgo del objeto X suscitó un largo y profundo debate sobre su origen y condición. El procedimiento para entenderlo, incluso el acto aparentemente sencillo de describirlo, comenzó a causar una controversia planetaria. No hay coherencia ni forma de darle sentido a este extraño objeto extraterrestre. Para muchos es peligroso llamarlo objeto, y prefieren el término de ápeiron,[3] dado que no hay un acuerdo sobre su tamaño, condición de animado o inanimado, sobre su tipo de materialidad, sobre su densidad o constitución.
Inicialmente se pensó que podría ser una broma adolescente de quien pretende simplemente confundir, o que se trataba de un tipo de fake news hecha para distraer la atención, un algoritmo que tomó fuerza por el alcance e interacciones, o bien una propagación hecha con base en los distintos intereses políticos y partidarios alrededor del fenómeno. También especulamos sobre una posibilidad conspiratoria, de quienes aspiraban a sabotear el proyecto de acercamiento al objeto X, con el argumento de que hay cosas que es mejor no saber. Como dice Bruno Latour en Why Has Critique Run out of Steam? From Matters of Fact to Matters of Concern: “El humo del evento aún no se ha sedimentado cuando docenas de teorías de la conspiración comienzan a revisar el recuento oficial, agregando más ruinas a las ruinas existentes, agregando más humo al humo” (2004, p. 228).
Dado el tamaño del enredo, se encargó al colectivo TRES la tarea de recopilar y estudiar las múltiples perspectivas y datos. Para asegurar un análisis complejo y profundo se formaron comisiones de trabajo cuyos resultados se presentan más adelante. Antes de proporcionar algunos ejemplos que ilustran las causas de tan fuertes discordias, detengámonos a revisar las estrategias comunes para describir y comprender la particularidad de esta controversia. Generalmente, la primera operación para aproximarnos a un objeto desconocido consiste en una observación organoléptica de su forma, tamaño, olor, sabor, sonido y material. Una segunda estrategia es realizar una indagación de su procedencia, sus partes, qué es y para qué sirve. La coleccionista Marisol García Walls, una de las expertas que participó desde los inicios de este profuso debate, sentó las primeras bases con un paréntesis referencial del Diccionario de la Real Academia Española:
(Se define ‘describir’ de este modo: delinear, dibujar, figurar algo, representándolo de modo que dé cabal idea de ello. También: representar a alguien o algo por medio del lenguaje, refiriendo o explicando sus distintas partes, cualidades o circunstancias. También: definir imperfectamente algo, no por sus predicados esenciales, sino dando una idea general de sus partes o propiedades. Y también: moverse a lo largo de una línea. Como en el sentido de la oración: Los planetas describen elipses. Yo también describo una elipse, pero debería ir al grano).
Primera estrategia: una descripción organoléptica
En el reporte de TRES se presentó inicialmente una selección de cinco casos que pueden proporcionar una perspectiva y panorama general de las problemáticas suscitadas por el objeto X.
El primer equipo en entregar resultados fue el de los consultores liderados por Javier Cuervo, un experto en distribuir y balancear situaciones de riesgo. Javier es un melómano y cinéfilo, además de un fotógrafo de parajes desolados. Personaje multifacético que lo ha convertido en un alquimista-mercader moderno. Es, además, un ciclista de callejones sin salida. Se rumora que Cuervo podría ser un agente secreto de la CIA.
Después de una intensa jornada de desciframiento, el reporte de su equipo se mostró no-concluyente. Aquí la primera parte, que concierne a la descripción física:
Forma: rectangular con una esquina redondeada y tres inexistentes, tal vez por el efecto de un golpe.
Color: gris con diferentes tonalidades que van desde el casi negro en la parte izquierda, hasta el gris claro en la zona derecha.
Tamaño: indeterminado
Olor: indeterminado
Sabor: indeterminado
Sonido: sonido seco, como de piedra.
Material: rugoso, con hendiduras, es un material rígido.
TRES anotó cuidadosamente la siguiente entrada:
¿Cómo nos enfrentamos a un objeto sin poder determinar su tamaño? El olor en ocasiones puede ser complicado de describir, para ello el uso de metáforas se vuelve primordial, pero ¿el tamaño? ¿Cómo no entender un tamaño? Cuando hablamos de grandes escalas galácticas, o de escalas nanométricas se explica lo nebuloso de la operación. Este no es el caso.
El segundo equipo fue conducido por Marisol García Walls, afamada coleccionista de los objetos más extraños. García Walls es poseedora de la biblioteca más exquisita de libros raros, de todos los formatos y en todo tipo de impresiones. Un secreto a voces cuenta que esta experta tiene escondida en su biblioteca la colección más grande de objetos y libros de ovnis, teorías de la conspiración y fantasmas, la cual heredó de su abuela. Ella capta, como antena, la señal del más mínimo intento de lenguaje en todas las formas conocidas por el ser humanx. Por esto, para muchxs, es como un oráculo, médium, la primera chamán del lenguaje. Walls fue invitada a formar un equipo, se sabía que ya investigaba al objeto, incluso antes de que entrara a la atmósfera terrestre.
En su reporte se lee lo siguiente:
[...] es de forma rectangular, alargado, lleno de textura. Puedo decir que no es un objeto orgánico, sino que está hecho por el hombre: tiene marcas, que supongo que tienen una cierta profundidad, que están hechas de ángulos rectos y líneas paralelas. El objeto tiene los bordes redondeados, como si un proceso natural de desgaste hubiera intervenido para limar su factura humana. Imagino que el objeto ha pasado cierto tiempo en contacto con los elementos, la tierra o el agua, aunque, en algunos casos, también podría ser erosionado por el viento.
El objeto tiene marcas que, como surcos, lo atraviesan horizontalmente. En sus partes más anchas se adivinan hasta cuatro líneas paralelas, pero, dado que los bordes están desgastados, a veces estas líneas están incompletas. Algunas son más claras que otras, lo cual permite adivinar cierta noción de volumen. Es un objeto texturado, pero es imposible decir si las variaciones de color se deben a una rugosidad o a una pérdida de color, de pintura, por ejemplo.
Nos parece pertinente, además de la descripción inicial, compartir la reflexión adicional que incluyó en el reporte:
(Paréntesis reflexivo. Incluso cuando describo el objeto no estoy diciendo nada sobre el objeto. Diré, pues, que tiene un alto de 5,64 cm y un largo de 16,59 cm. Está en escala de grises. Posiblemente está recortado usando herramientas digitales. ¿Es esto suficiente para construir un referente visual en la mente de mi lector? Diré, provisionalmente, que el objeto tiene surcos. Que es lo mismo que decir que el objeto está herido).
El tercer equipo estuvo a cargo del afamado Dr. Rogelio Hernández, premio Nobel de Química, por inventar una sustancia bebible que regenera temporalmente las células antes de que mueran. No se ha visto a Hernández en una década, se encerró en su laboratorio en búsqueda de la permanencia de dicho elixir. Se lo compara constantemente con Dimitri Mendeléyev, pues tiene un ojo tan entrenado y microscópico que logra encontrar el más mínimo rastro de vida o cualquier interacción química-biológica-molecular.
Forma: parte de un objeto de estructura laminar en capas
Color: ND[4]
Tamaño: ND, asumamos una escala de 100 nm por capa en la imagen. Posiblemente estimado un chip cuadrado de 5mm.
Olor: inodoro
Sabor: metálico
Sonido: ND
Material: posiblemente Si – SiO2[5]
[Se trata de] una fracción del objeto X, donde se aprecia claramente una estructura laminar en capas, con fronteras patentemente visibles y de porosidad intermedia. Nos remite a las obtenidas utilizando microscopios electrónicos de barrido que sirven para determinar la topografía de un material con alta resolución. Además, se aprecian diferencias de rugosidad y porosidad entre la parte derecha e izquierda, lo cual puede ser indicativo de que la muestra sufrió problemas de preservación, posiblemente por el método de fijación y secado antes de su colección. Considerando las capas que forman el objeto, una capa parece ser más electrodensa[6] que la otra (por la diferencia de tonalidades entre el fondo negro y las regiones en escala de grises). No se entiende la escala, por lo que es imposible determinar el tamaño real del objeto, podemos asumir que cada una de las capas es de alrededor de 100 nm. Sobre las capas y de manera alternada se aprecia un recubrimiento de un segundo material que es menos electrodenso.
El cuarto reporte fue redactado por los integrantes del laboratorio 25 del CINVESTAV, liderados por el Dr. Víctor Calderón, encargado de la bioseguridad del hemisferio sur. La gran reputación del Dr. Víctor nació cuando evitó la propagación de una bacteria mortal al declarar la primera emergencia biológica global de principios del siglo XXI; un desagradable incidente que provocó la señorita W, quien sin ningún escrúpulo extrajo algunos experimentos bacterianos de alta toxicidad para una exposición de “arte”.
Forma: rectángulo irregular de bordes redondeados
Color: gris oscuro con salientes brillantes por reflejo de luz
Tamaño: 10cm de largo, 3cm de ancho y 2 cm de profundidad
Olor: metálico seco
Sabor: metálico seco
Sonido: sin sonido basal, metálico a la fricción
Material: mineral sólido, con aleación ferro-magnética
El quinto y último reporte que les presentamos es el análisis postulado por el equipo de Óscar Calavia, un etnólogo cuyo origen y vida es un misterio. Viajero profuso, Calavia logró descifrar desde el valor de los espejos en épocas coloniales, hasta el carácter estructurante de la telebasura. Con un ojo socialmente entrenado, Calavia detecta y sitúa impecablemente los contextos que estudia. Su gran capacidad de observador le ha otorgado el apodo de ‘Aguililla’. Por ello es particularmente importante transcribir el grueso de su descripción.
“¿Qué es esto?” [repito]
Primera impresión: es un macarrón de moca ligeramente aplastado. O mejor: un fragmento del famoso tiramisú que hace W, petrificado en su refrigerador. […]
El objeto en cuestión tiene una estructura en capas, que se debe a un prensado intencional o a una sedimentación natural, que parece lo más probable. Es lo bastante compacto como para haber sido pulido en esa forma redondeada sin deshacerse. Pizarra y caliza, tal vez. Aglomerados de ese tipo se encuentran, pero no en cualquier lugar: eso los hace monetizables. Me inclino a pensar que se trata de un canto recogido en el río, lo que ya evita parte del trabajo de pulir. Puede provenir de alguna zona de cascadas en el curso alto de un río o de un torrente, lo bastante enérgico para fragmentar y arrastrar partes de rocas de un cierto tamaño. Esa localización favorece también su monopolio por un grupo que guarde el secreto de su localización o prevenga el acceso de otros grupos; algo así como el monopolio del Cerro de la Sal por los Campas, que les dio un papel fundamental en el comercio del Alto Amazonas.
Como podemos observar, la descripción organoléptica del objeto X resultó inconsistente y compleja. En los resúmenes presentados (equipos 1-5), cada descripción física nos arroja en direcciones opuestas, es casi un disparate pensar que estas reseñas analíticas se refieren a lo mismo. Cada equipo describió un objeto distinto. Existe solamente una coincidencia: su rectangularidad, y, en cierta medida, su color, una diferenciación de grises y negros. El aprieto axiomático comienza con el tamaño: la variación es asombrosa, desde 5 mm, con capas de 100 nm, hasta los 16,59 cm de largo, y algunos casos lo refieren como espacio transitable por humanxs. Los distintos cálculos y observaciones no son erróneos, nos aseguramos del compromiso y profesionalismo de todxs los equipos, se revisaron sus datos, metodologías y acercamientos. Se comprobó científicamente todo. Consecuentemente, solo queda una posibilidad: el objeto es capaz de cambiar de tamaño de acuerdo con quien lo mira o cuándo lo miran.[7]
Figura 2. Imagen del objeto X.
El asunto se enreda más con el recuento de los materiales: rugoso y rígido; hecho por el hombre, no orgánico; de silicio - óxido de silicio de porosidad intermedia; un mineral sólido, con aleación ferro-magnética, y, finalmente, una sedimentación natural que podría ser pizarra y caliza. ¿Cómo puede un objeto ser simultáneamente orgánico e inorgánico? ¿Puede un objeto tener todos esos componentes, mostrándose y escondiéndose en distintos momentos? Por otro lado, y más enigmático aún, mucha de la información es inconclusa. ¿Cómo expertxs y especialistas tan minuciosxs, llegan a la conclusión de tener frente a ellxs un objeto de tamaño, color o sonido indeterminado?
Nos encontramos frente a un auténtico lío.[8] John Law utiliza el término como herramienta metodológica, como un concepto que resiste la construcción de montones pulcros y ordenados para obtener un análisis coherente, y, por lo tanto, “permite que las no-coherencias se manifiesten” (Law, 2007, p. 604). Desde esta perspectiva, un lío puede ser una ventana de oportunidad, más que un inconveniente; nos permite ser sensibles a la heterogeneidad y a la incertidumbre. Des-hacer el deseo de certeza, diría Law, trabajar con territorios otros a través de fluidez, fugas y entrelazamientos. Indagamos más. ¿Cómo conciliar o hacer con-vivir todas estas multiplicidades?
La ontología orientada a objetos habla del carácter oculto o escondido de todo objeto, de nuestra incapacidad para asirlos o aprehenderlos. Dice Harman:
Una apariencia no es solo la emergencia de una herramienta oculta en una forma concreta: una apariencia también exige nuestra sinceridad, hace que gastemos energía vital en tomarla seriamente. Como podría decir un subvalorado autor de nuestros días: el objeto no es solo una simulación, sino también una seducción. (2015, p. 28)
A pesar de estas apariencias inconexas, el objeto nos exige más curiosidad, más dudas, más reflexión.
Discurríamos sobre las formas de hacer mundos, en cómo el ‘lío’ nos habla de la pluralidad de suelos no comunes que habitamos y miramos. Recordamos una de las aproximaciones que trabaja para des-hacer unidades estables, la ontología plana que propone Levi Bryant,[9] donde ‘El Mundo’ o ‘El Universo’ son “conceptos que agentes humanos movilizan para intentar contener y explicar cosas de forma ordenada y pulcra” (en Bogost, 2012, p. 11). Aludimos también la ontología mínima[10] propuesta por Ian Bogost para llevar esta planitud más lejos:
En lugar de dispersar esos seres a lo largo de la superficie bidimensional de la ontología plana, podríamos también colapsarlos en la densidad infinita de un punto. En lugar del plano de la ontología plana, sugiero el punto de la ontología mínima. Es una masa densa de todo, completamente contenido —aunque se encuentre extendido caprichosamente en desorden u organizado lógicamente como una red. (2012, pp. 21–22)
¿Será el objeto X la máxima expresión de la ontología mínima? Esta ontología, ¿cómo podría considerar una materialidad que por ahora aparece como mutable o que contiene la densidad de todas las cualidades materiales simultáneamente? ¿Cómo todxs estos autorxs se enfrentarían al controversial objeto X que se asemeja más al Aleph de Borges que a un(os) objeto(s) múltiple(s)? (Borges, 2019). Seguimos con el problema. Retomamos a Donna Haraway, para “acoger proyectos técnicos situados y a sus personas” (2016, p. 3), devenir-con. Se trata —como establece la autora— de reaprender a conjugar mundos con conexiones parciales, y no universalidades y particularidades.
Finalmente, el equipo de TRES decidió entrevistar a las distintas comisiones descriptoras. Sin duda fue un momento extraordinario, de aquellos que suceden una vez en la vida: cuando el paradigma que sostiene la masa llamada Tierra se disloca. ¿Estamos en el centro de una revolución copernicana de orden objetual? En el equipo de TRES no lo podíamos creer, se revisaron todas las evidencias y, efectivamente, todas eran correctas. Todo indicaba que el objeto X tenía una cualidad de mutabilidad situada,[11] una especie de camaleón que se adapta a su medio ambiente para camuflarse o mostrarse.
Compartimos con ustedes el proceso de esta fascinación.
Segunda estrategia: buscar el origen y el contexto
Ante el desconcierto inicial, TRES recurrió a la siguiente fase de estudio: comprender la función, y las relaciones del objeto X, si es parte de un sistema mayor, vislumbrar su valor o cualquier tipo de información derivada de una observación más interpretativa.
Esta segunda estrategia, indagar sobre la procedencia del objeto X y sus componentes, no dio resultados más claros; al contrario, las interpretaciones y conjeturas conformaron un atlas de lo absurdo. De antemano se conocían los riesgos de esta segunda estrategia, pues existe poca información espacio-temporal del objeto X. Lo único que se sabe es que, aparentemente, ingresó a la atmósfera terrestre y cayó en algún lugar de Chimalhuacán. La locación exacta se mantuvo —y mantiene aún— secreta (ahora se le conoce como sector X) por cuestiones de bioseguridad y posible toxicidad extrema (PET, por sus siglas en inglés). No se sabe si efectivamente tiene relación con el satélite Morelos I, o si bien es extraterrícola. Nos hallamos frente a un reto. A continuación les presentamos segmentos de las cinco entrevistas para que puedan acompañarnos a elucubrar.
Equipo 1:
El objeto parece existir por el mero propósito de desatar la imaginación de un grupo de personas. Y, si se piensa detenidamente, no es un intento banal. Ya que a final de cuentas todos los objetos adquieren características conceptuales desde la pura imaginación. Y si no me creen, observen a cualquier niño utilizar objetos cotidianos en sus juegos. Una caja de cartón puede ser una nave espacial.
Así, en este objeto, su falta de características identificables es su principal característica.
Si Schopenhauer está en lo correcto y el mundo solo aparece como representación, incluso este objeto lo puede contener todo, ya que su falta de características le permite convertirse en representación de lo que sea. Lo mismo un pedazo de meteorito que un pedazo del templo de Salomón, o de la silla del comedor de mi casa. Este objeto puede ser la representación del universo entero, o más bien de un pedazo del universo. Puede contener multitudes.
Equipo 2:
(Paréntesis matemático. Aislado de su contexto, es imposible especular sobre el tamaño del objeto. ¿Los surcos son tan grandes como las huellas del arado sobre un campo o tan pequeños como las muescas de una tapa de plástico? Las líneas son equidistantes. Es un problema de escala).
Vagamente, el objeto recuerda a la parte larga de una llave, eso que todavía algunos llaman “los dientes”. Es decir, nada me asegura que sea un objeto entero. Podría bien haber sido parte de una llave.
(Paréntesis especulativo. Y si fuera una llave, ¿qué puerta abriría?)
Equipo 3:
Debido a la periodicidad de las capas y el patrón observado es posible que se trate de un chip de un metal y su óxido, por ejemplo, Si – SiO.. Es necesario un análisis de elementos químicos para obtener la composición y estructura precisa del material en cuestión. Este análisis dará indicios sobre el origen y los posibles usos del material, si se trata de un material metálico para su uso en electrónica o inerte para soporte de materia biológica.
Equipo 4:
Se trata de un trozo de meteorito que se pulió, se volvió irregular y con bulas al viajar por el universo; la estrella que lo formó en su núcleo seguramente murió hace millones de años con un gran estallido, al momento de expulsarlo de su núcleo ferroso. Nació gracias a la fuerza de gravedad indescriptible y los procesos de fusión y fisión nuclear que lo transformaron de hidrógeno y helio a metales pesados en el laboratorio físico-químico, propio de las estrellas. Su forma y bordes se fueron moldeando después de un tiempo inimaginable y su brusca entrada a la atmósfera de la Tierra que lo redujo a solo una fracción del cometa que recorrió tantos mundos y que vio tantas maravillas: los colores de estrellas en todas sus formas y periodos de evolución y la formación o destrucción de sistemas planetarios, de lunas imposibles de contar, todo ello en su viaje casi fatídico, cuyo destino casi siempre será quedar enterrado y olvidado en la arena de un desierto, en las profundidades del mar o confundido con cascajo en los escombros de una ciudad. Solo muy pocos terminarán su tarea permitiendo entender y cuantificar el universo, su creación y su evolución, impresionando, a pesar de su sencillez, a visitantes de museos que imaginan a través de ellos la infinita y eterna grandeza del universo, y solo una vez caen en manos de excelentes artistas, para que realicen ejercicios de fabulación.
Equipo 5:
Desde que tiene uso (relativo) de razón, W está empeñado en demostrar que los pueblos nativos de América poseían desde el paleolítico una economía monetaria. Eso no tiene pies ni cabeza. W ha encontrado cosas muy interesantes en sus investigaciones, pero no lo único que realmente le interesa: su moneda primordial. Así que la única razón posible de ese mensaje lacónico [la invitación a formar un equipo de investigación] es que, para la mente perturbada de W, sea de todo punto evidente que eso es una moneda […].
A partir de un solo ejemplar no se puede aventurar si esta “moneda” se presentaría siempre en el mismo tamaño, o si era susceptible de fraccionamiento —la estructura en capas podría ayudar a ello, cuando uno de los materiales es menos resistente—. Claro que una “moneda” fraccionable ya indica un cálculo de una cierta sofisticación; de ahí a la calculadora de bolsillo es un paso.
Ese patrón de listas claras y oscuras es uno de los gráficos más universales, y sin duda ha sido el motivo de que ese tipo de pedrusco, y no cualquier otro, haya despertado el interés de los paleo-mercantes. Es muy común en la pintura corporal de los Gê del Brasil central, pero no podemos olvidar su frecuente asociación con el diablo (y no menos su uso en los uniformes de los presidiarios y para el código de barras, que algunos identifican como la famosa “marca de la bestia” del Apocalipsis). Así, se presta a ser clasificado como “objeto ritual” (el destino de todos los trastos prehistóricos que no se sabe para qué sirven), y si sus connotaciones más ominosas estaban ya presentes en la conciencia de los usuarios ese objeto rayado podría indicar la prematura sospecha de que el intercambio monetario lo carga el diablo y abre las puertas de un mundo peligroso. (Para la frecuente asociación entre el dinero y las potencias diabólicas siempre es de interés releer el clásico de Taussig The devil and commodity fetishism in Latin America).
Pero las barras le permiten también representar signos en general, y, aún más fácil, números. El objeto cuenta diez barras, lo que equivale a la base numérica más corriente, la de los dedos de las dos manos. Un objeto decimal, por tanto, que permitiría objetivar ese gesto inmediato de abrir las dos manos mostrando diez dedos. Aunque en la parte superior esa excrecencia irregular podría sugerir una undécima línea, o una media línea más allá de las diez. ¿Un defecto del pulido o de la manufactura? Puede ser, pero ¿por qué limitarse a una hipótesis tan improductiva? Con un poco más de imaginación, esa irregularidad puede aludir al “algo más” que se extiende más allá de las dos manos: mira, socio —le diría un mercader de la edad de piedra al otro— lo que te doy es más que diez, más que lo que corresponde, ganancia para ti. La trascendencia, la plusvalía y las burbujas financieras del presente pueden estar ya prefiguradas en esto que a primera vista parece un simple guijarro.
De todos modos —pero eso no se lo diré a W— mirándolo con calma me sugiere más bien una fotografía borrosa del valle del Ebro, cerca de Agoncillo, visto desde el tren.
Nos encontramos ante un lío aún más grande. Sin tratar de definir o describir, este escenario nos exige tomar otros rumbos investigativos, es una invitación para reflexionar sobre cómo reflexionamos a partir del carácter peculiar de este extraño objeto. Recordamos las palabras de Harman: “El destino del lenguaje, como de toda percepción y, [...] de toda relación, es el de traducir para siempre lo oscuro e interior en algo tangible y exterior, una tarea en la que siempre se queda corto, tomando en cuenta la profundidad infinita de las cosas” (2015, p. 111).
A partir de estas traducciones objetuales, por el momento, delineamos cinco tópicos a considerar.
Lo (continuamente) no visible
Cada objeto es un acontecimiento complejo e irreductible; como ocurre con la Luna, una cara de la herramienta permanece a oscuras en el silencio de su órbita, mientras la otra cara nos ilumina y desafía con su borboteante superficie. Ningún objeto, por banal que sea, es solo el representante vacío de una reserva fija de presencia calculable. Por inocente que parezca un objeto, hace, de todos modos, incisiones en el ser, explota en sus poderes en un nivel que siempre se escapa de nuestra vista.
Graham Harman
El primer equipo anota: “Su falta de características identificables es su principal característica” y continúa más adelante, esto “le permite convertirse en representación de lo que sea”. Las características particulares son una de las maneras de definir que permite nombrar, y lo nombrado es aquello que tiene una identificación unitaria, y por lo tanto una delimitación y una visibilidad representacional. Un árbol tiene ramas, corteza, hojas (a veces), raíces, y esa caracterización es una de las maneras para entender que un automóvil no es un árbol. Peggy Phelan (1993) define esta visibilidad como un medio de identificación que produce formas de valoración excluyentes. Nombrar es delimitar, poner límites y, por lo tanto, dejar (cosas) fuera.
De ahí que lo no nombrado, o, para utilizar los términos de Phelan, lo no marcado[12] tiene el potencial de devenir en cualquier cosa. Esta falta de “marca” o definición lo convierte en un objeto libre —si este término se puede aplicar a los mundos materiales no humanxs, queda por discutirse en otro momento—. Como se puede comprobar en las cinco reseñas, un objeto libre de ser cualquier cosa, sin estar constreñido a una función predeterminada o prediseñada. Su acontecer se potencializa cuando lo que está enfrente no es identificable, rastreable y cuando no se parece a nada: cuando es un objeto alienígena o cuando no entra en las políticas de lo visible representacional. Lo no marcado, nos dice Phelan, es invisible, y la “visibilidad es una trampa […]; convoca vigilancia y la ley; provoca voyeurismo, fetichismo, el apetito colonial/imperialista por poseer” (1993, p. 6). Por supuesto, una vez vuelto un asunto de preocupación,[13] y cuando pasó de ser una cosa misteriosa a ser el famoso objeto X (incomprensible, pero nombrado), resultó hiper-visible y, por lo tanto, hiper-politizado, hiper-fetichizado e hiper-vigilado. Phelan sugiere que “al ver el punto ciego dentro de lo visible real es posible encontrar una manera de rediseñar lo representacional real” (1993, p. 3).
Por su parte, la OOO de Harman nos propone “tomar conciencia de un objeto implica objetivarlo; no captarlo en su realidad interior, sino reducirlo al modo muy limitado en que aparece ante nosotros. La teoría nunca se encuentra con las cosas, sino sólo con las cosas «como» cosas” (2015, p. 93). En el desplegado de nuestras observaciones, de nuestra memoria, el objeto se resiste a ser totalizado como una identificación unitaria. Lxs humanxs no estamos en el centro de las asociaciones, mucho menos en las del objeto X. Sigue la pregunta, ¿qué pasa si ese modo con el cual aparece ante nosotros el objeto X es una condensación cambiante de todo?
El objeto Aleph, objeto-en(red)o
Otro fragmento de las entrevistas que llamó nuestra atención fue la frase: “Este objeto puede ser la representación del universo entero, o más bien un pedazo del universo. Puede contener multitudes”. Para John Law, un objeto nunca es discreto, es siempre una red de asociaciones. En su artículo “Objects, Spaces and Others” (2000), desarrolla la noción del objeto extendido, plantea necesario considerar, dentro de los parámetros materiales de cada objeto, sus conexiones y dependencias con otras materialidades, humanas y no humanas, es decir, su red. La condición para que esta red permanezca, o se perciba como objeto, es que todas las partes estén en su lugar y performen su función, de tal manera que sostengan el sistema para que el objeto se mantenga estable, identificable en el espacio-tiempo. Law usa el ejemplo de la expansión imperialista portuguesa del siglo XV para explicar la fragilidad con la que se conserva un objeto:
Si su red se mantiene estable, entonces también la embarcación. No se hunde, convirtiéndose en astillas de un arrecife tropical. No es derribado por piratas y llevado al mar Arábigo. No sigue navegando, perdido, hasta que la tripulación se desmorona por enfermedad o por hambruna. La embarcación es un efecto de sus relaciones con otras entidades (2000, p. 3).
Bajo esta perspectiva, el objeto X se convierte en una lista de asociaciones transversales como el caso del conjunto más pequeño llave–puerta. Ian Hodder llama a estas asociaciones temporales y geográficas entrelazamientos (2014) para dar cuenta de los enredos, dependencias y codependencias entre humanxs y no humanxs —no tiene sentido la existencia de una llave más que en relación con otra cosa, lo que abre—. La llave y la puerta son codependientes. Con la experiencia del objeto X, se ensancha la condición histórica a través de la red trazada por el equipo del Dr. Calderón: meteorito–fuerza-de-gravedad–fusión-y-fisión-nuclear–hidrógeno-y-helio–metales-pesados– cometa. Llamemos esta noción del objeto expandido temporal y espacialmente objeto-en(red)o.
Con fines similares a los de Law, Harman utiliza un ejemplo más cotidiano. Explica que los clavos y los remaches contribuyen con la mesa para formar una entidad unificada total: la mesa. Remarca que cada miembro de esa red no deja de ser lo que es por pertenecer a otra entidad unificada, es decir, en el caso de la mesa, los clavos y remaches no dejan de ser eso mismo, clavos y remaches, y la mesa se mantiene como tal hasta que una falla o fuerza externa o interna la llevan a colapsar (2015, p. 63). El asunto con nuestro objeto X es que la única manera de trazar la red del objeto es a través de la fabulación especulativa, pues no existen sus “tripulantes” o sus “clavos y remaches”, y, por lo tanto, es imposible determinar la función de sus partes. Tampoco sabemos qué es o cuál es la función del objeto en cuestión.
Adicionalmente a estos embrollos y líos, el objeto [en(red)o], nos dice Law, se puede delimitar a muchas escalas. El tamaño o dimensión de cada objeto se determina de manera contingente, a partir del momento-lugar en que cada punto de vista decide suspender el tejido de sus asociaciones (en este caso, cada comisión investigadora). Law continúa su ejemplificación a través de una embarcación:
Por ejemplo, podemos imaginar una embarcación como red: una red de casco, mástil, velas, cuerdas, pistolas, comida, dormitorios —sin mencionar la tripulación—. Por otra parte, si uno lo magnifica, está el sistema de navegación —sus Efemérides, su astrolabio o cuadrante, su pizarra de cálculos, sus gráficas, su navegador entrenado, sin mencionar las estrellas, reclutadas al sistema y jugando su rol— esto también puede ser tratado como red. (2000, p. 3)
En otras palabras, un objeto también es siempre otro objeto.
Desde el inicio de la controversia . quedó patente el interés que podría suscitar este caso para varixs filósofxs de la denominada OOO. En Democracy of Objects,Levi Bryant establece que “un objeto es simultáneamente parte de otro objeto y también un objeto independiente con sus propios derechos” (2011, p. 215). Es decir, nos encontramos ante un fractal infinito de conexiones materiales, de conjuntos comunicantes, de relaciones posibles y potenciales entre agentes que se sostienen y disuelven. Por su parte, Harman retoma a Latour para hablar del estatus precario de estas entidades, de los agentes que se encuentran siempre en redes que son intrincadas y complejas:
Por un lado, los agentes se encuentran contextualizados por los objetos con los que se relacionan; por otro lado, se retiran a sus naturalezas internas oscuras y nunca se vuelcan por completo en las redes en las que actúan en distintos momentos. Los loros y los glaciares no son entidades totalmente naturales puesto que existen varias redes que los absorben y los transforman: el turismo, los documentales, la destrucción ecológica. No solo aparecen diferentes ante nosotros debido a esos factores, sino que su misma realidad cambia: los loros engordan al robarse la comida para gatos de los patios de las aldeas caribeñas, o bien llegan las empresas de construcción y la lluvia ácida y los extinguen. (2015, p. 56-57)
Sin embargo, y siguiendo el planteamiento de los equipos 2 y 3, nos encontramos ante un “problema de escala”, uno muy distinto al que apuntan la OOO o el mismo Law, ya que en este caso el problema de escala es la ausencia de escala. La estructuración de escalas se puede comprender como el resultado de procesos socio-espaciales, constantemente re-hechas a través de la praxis social cotidiana (Herod, 2011). ¿Cómo se tejen las asociaciones de un objeto cuyo único pasado es —posiblemente— un destello visto por la Dra. Novak y cuyos en(red)os son un enigma pues se encontró “aislado”?
Nuestro objeto X se presenta como un problema de tamaño cambiante y de escala confusa. Su descripción evoca más a una imagen representacional y digital que a un objeto, pues ¿qué herramienta puede dislocar escalarmente al lector mejor que la fotografía? Si es un objeto, pero actúa como imagen, ¿tendrá el objeto X la capacidad de fundir la distancia entre los objetos y las imágenes de los objetos?
El contexto
Tim Cresswell nos dice que “el ‘afuera’ juega un papel crucial en la definición del ‘adentro’” (2004, p. 102). Señala la importancia del espacio practicado socialmente y las condiciones geográficas del lugar de los hechos para definir lo que sucede entre estas fronteras porosas. Nosotrxs planteamos simultáneamente el axioma opuesto: el ‘adentro’ juega un papel crucial en la definición del ‘afuera’. Toda materialidad, con mayor o menor intensidad, lleva impresa / impregnada / marcada parte del contexto. Dicho de otro modo, el contexto se puede leer también a través del objeto. El ‘adentro’ y el ‘afuera’ es un juego de reciprocidades.
Muchos de los paisajes descritos por las comisiones se deducen a través del objeto X. “El objeto tiene los bordes redondeados, como si un proceso natural de desgaste hubiera intervenido para limar su factura humana. […] Ha pasado cierto tiempo en contacto con los elementos, la tierra o el agua […], el viento”, estipula el equipo 2, dándonos indicios del contexto. De manera similar lo describe el equipo 5, haciendo alusión al desgaste del objeto: “Me inclino a pensar que es un canto recogido del río […]. Puede provenir de alguna zona de cascadas en el curso alto de un río o de un torrente, lo bastante energético”.
Si por otra parte continuamos con el hilo de los objetos en(red)os, la frontera entre el ‘afuera’ y el ‘adentro’ es movible, flexible y efímera, se delimita en el momento en que se decide hacer un corte semiótico de las asociaciones de un tejido. El problema de escalas es entonces también uno de orden contextual, como lo muestra el contraste entre los equipos 2 y 5 con el 4: “La estrella que lo formó en su núcleo seguramente murió hace millones de años con un gran estallido, al momento de expulsarlo de su núcleo ferroso”.
El ‘afuera’ y ‘adentro’ también juegan un papel en la forma que abordamos el objeto. Hay un par de enunciaciones formuladas por dos equipos que nos gustaría contrastar. Por un lado, el equipo 2 indica en su paréntesis matemático: “Aislado de su contexto, es imposible especular sobre el tamaño del objeto”, mientras que el equipo 3 apunta a la necesidad de llevar el objeto al laboratorio (entiéndase, sacarlos de su ‘contexto’) para hacerle pruebas (análisis de los elementos químicos) con los cuales se podrá tener “indicios sobre el origen y los posibles usos del material”. Si bien ambas operaciones son opuestas —ubicar-aislar; afuera o adentro—, no son completamente contrarias. Están variando la escala del enredo y, por lo tanto, el tamaño de las asociaciones y de las interacciones.
Sin importar nuestras formas de hacer mundos y sostener relaciones, asociaciones, redes, ya sean las de situar al objeto o las de aislarlo, de ubicarlo adentro o afuera de una red, ¿qué sería de nuestros mundos si no tuviéramos memoria ni referencia de los lugares y sus complejos entramados?
El objeto se constituye de formas heterogéneas derivado desde dónde y hacia dónde se perciba. Los objetos también están situados, importa desde dónde los estudiamos. Si bien, siguiendo a Haraway, “importa qué historias crean mundos, qué mundos crean historias” (2016, p. 12), también importa qué espacios y qué lugares sitúan objetos y qué objetos sitúan lugares. Para lxs primerxs involucradxs, el sitio visto-vivido implicó la construcción de un tipo de objeto X distinto. El lugar tenebroso y desconocido donde lo halló Quiroga o el espacio exterior desde donde lo observó la Dra. Novak marcaron interpretaciones radicalmente distintas.
Sobre qué objetos sostienen a los objetos
Nos pasamos años tratando de detectar los prejuicios reales ocultos detrás de la apariencia de declaraciones objetivas. ¿Tenemos ahora que revelar el objetivo real y los hechos incontrovertibles ocultos detrás de las ilusiones de prejuicios?
Bruno Latour
Por su parte, se advierte que para el equipo 5 es importante leer las políticas que circulan detrás del objeto, es decir, en adición a la información contextual que ya subrayó el equipo 2, es significativo entender la circunstancia y las contingencias que pusieron el objeto en sus manos. Esto es, los intereses —ocultos o explícitos— que hacen del objeto X una controversia o, como lo llama Bruno Latour, una cuestión de preocupación (2004). En el caso del equipo 5, es evidente la necesidad de W de comprobar que se trata de una moneda. Otra forma de verlo: no existe una ontología plana, una relación de horizontalidad entre las partes que participan, están siempre mediadas por relaciones de poder. Por ejemplo, ¿cuáles serán los intereses de TRES al seleccionar estos cinco equipos?
Nos gusta pensarlo desde la perspectiva de Haraway: “Importa qué nudos anudan nudos, qué pensamientos piensan pensamientos, qué descripciones describen descripciones, qué lazos enlazan lazos” (2016, p. 12), situando las políticas que dan visibilidad. Pasar y recibir avistando el ‘punto ciego’ para potencializar otras formas de hacer mundos.
El objeto (pre)texto
La poesía es el instrumento mediante el que nombramos lo que no tiene nombre para convertirlo en objeto de pensamiento.
Audrey Lorde
Como último punto queremos trazar las fabulaciones especulativas que el objeto X propicia en un ejercicio de indagación imaginativa. Retomamos a Harman, “nuestro acceso a las cosas en sí mismas nunca es directo, y dado que la puerta de entrada a cualquier porción de conocimiento suele ser el lugar de una competencia o lucha retórica” (2015, p. 49). Todxs los equipos propusieron posibilidades y potencialidades de un objeto desconocido:
Un pedazo
de meteorito
del templo de Salomón
de una silla de comedor
de universo
Un macarrón de moca ligeramente aplastado
Un fragmento del famoso tiramisú que hace W, petrificado en su refrigerador
La representación del universo entero
El fragmento de una llave que abre una puerta desconocida
Un chip de metal (para su uso en electrónica o inerte para soporte de material biológico)
Un trozo de meteorito [de nuevo]
Una moneda
Un “objeto ritual”
Una fotografía borrosa del valle del Ebro, cerca de Agoncillo, visto desde el tren
Esta lista es —tomando prestadas las palabras de Harman— una escurridiza reunión de agentes que se nos ofrecen desensambladas (2015, p. 68). En eco a lo anterior, menciona el equipo 1, haciendo referencia a Schopenhauer, que nosotrxs imprimimos características conceptuales sobre aquello que nos rodea.
Para el equipo 4, el objeto X se vuelve vehículo o (pre)texto para explicar las estructuras extra-estelares, el devenir inevitable en residuo: escondido, olvidado o transformado —en el mejor de los casos—.
Con el quinto equipo nos adentramos en la visión antropológica-etnológica y su afán por agrupar objetos prehistóricos cuya función se desconoce bajo la categoría de “objetos rituales”.
Cada nivel de la realidad tiene dos caras: cada uno es, a la vez, una cosa real y una fabricación que pone otras cosas reales en relación. Cada uno es tanto una forma que unifica sus constituyentes y una materia con la que pueden constituirse otras sustancias [o relatos]. Como corolario, digamos que no existe algo así como un mero accidente o una mera relación. Una relación es siempre una especie de nueva realidad que puede representar una sustancia inescrutable vista desde diferentes ángulos por muchas otras realidades. (Harman, 2015, p. 101)
Sin embargo, ¿cuáles son las cosas reales de este extraño objeto? Las nuevas relaciones son, en este caso, los contextos de lectura de sus investigadores, quienes ponen al centro su bagaje cultural, social y político. Cada equipo se presenta con su propia metodología, que imprime en el objeto mismo. Hechos científicos y fabulación especulativa se necesitan, establece Haraway (2016), se construyen y constituyen mutuamente en una telaraña caracterizada por conexiones parciales que no se suman a una totalidad, sino a mundos inacabados de vida y muerte que aparecen y desaparecen.
Secuela
Con el paso del tiempo, el objeto X se transformó en el estandarte de un cambio de paradigma.[14] Si bien ya existe una larga literatura sobre los objetos híbridos o en(red)ados que disuelven la oposición entre sujeto y objeto, lo vivo y lo no vivo, lo orgánico y lo inorgánico, entre muchas otras dicotomías, no fue hasta la aparición de este objeto que se pudo establecer el carácter incierto de la materia como principio estructurante. La pregunta sobre cómo podemos ampliar nuestro esquema de pensamiento y acercamiento al mundo material a partir del objeto X será sin duda un parámetro histórico. Preguntas que en otros momentos se pensarían como absurdas comenzaron a ser tópicos de foros, seminarios y carreras universitarias completas:
¿Cómo es posible que un objeto inanimado pueda tener las cualidades de uno vivo?[15]
¿Cómo se logra cambiar de tamaño de manera aparentemente aleatoria?
¿Es posible contener la densidad de todas las cualidades materiales de manera simultánea?
¿Existe tal cosa como la mutabilidad material situada?
Se ha discutido mucho sobre la agencia de los objetos, ¿cómo saber si gozan de voluntad propia?
¿Es viable que estemos en un proceso de disolución entre los objetos y las imágenes de los objetos, donde se hibriden sus características?
Por este mismo motivo, a TRES nos encantan los líos que propician la investigación, colaboración con mucha curiosidad de por medio.
Una segunda secuela
Hasta la fecha, la disputa sigue. Dos hipótesis marcan las posturas sobre el origen del misterioso objeto X. La primera afirma que es un objeto extraterrestre, que sus cualidades y características de mutabilidad e indefinición refieren, indiscutiblemente, a una excepción que solamente se podría entender si el objeto proviene de un medio ambiente totalmente ajeno al nuestro. La segunda afirma que se trata de un pedazo de basura. La basura —establece esta corriente— se caracteriza por perder sus cualidades prediseñadas, dicho de otro modo, por transformar su función predeterminada. La basura pierde atributos, sin características definidas, que la vuelven ‘innombrable’.
Quiroga siguió siendo fiel creyente de su origen extraterrestre. Dejó su puesto de teniente coronel después de terminada su misión con el propósito de buscar y encontrar la respuesta del desaparecido objeto X. Se dispuso a ver todas y cada una de las transmisiones que salían en la televisión, revistas especializadas y cualquier información en internet vinculada al objeto X. Desde su retiro de la vida militar se dedicó a buscar y coleccionar cualquier impreso, fotografía o propaganda, hasta que un día, mientras navegaba en el portal de eBay,[16] lo descubrió a la venta. Los datos eran falsos, pero el objeto era inconfundible. Su precio era razonable para ser un objeto único en el mundo.
Figura 3. Objeto X disponible en eBay.
La otra postura se promueve por la Dra. Novak. Después de examinar a detalle la geografía del sector X, nos asegura que el objeto X se trata de una basura espacial humana, un plástico de los años ochenta, probablemente parte del satélite Morelos I. La Dra. Novak argumenta que, con el paso del tiempo, la basura transmuta tanto su forma y consistencia, que se vuelve un objeto no identificable, casi alienígena. Una vez desechados, cuando pierden su valor simbólico, económico o funcional situado, ignoramos su devenir, sus múltiples transformaciones que lo conducen a ser irreconocible. Su ciclo de vida final sucede lejos de nosotrxs, invisibilizado por las políticas de uso y consumo. Por este motivo es relativamente sencillo confundirlo con un objeto extraterrestre.
Figura 4. Detalle del objeto X tal y como se presenta y vende en eBay.
Las confrontaciones continúan y no hay manera de comprobar la veracidad de ambas historias. Por ahora permanece como un misterio, pues tanto el objeto como el sector X desaparecieron ya —el ejemplar de Ebay es de dudosa procedencia— y se sabe que el secreto sector X explotó violentamente el 15 de junio.[17]
Pensamientos finales al margen del informe
Las cosas no son simplemente lo que hacen, las cosas, en efecto, hacen cosas. Y la forma en que las cosas hacen es una consideración filosófica digna.
Ian Bogost
El legendario objeto X fue capaz de movilizar a grupos enteros de trabajo, coordinar estudios intercontinentales, incluso espaciales, de poner a deliberar juntxs a las posturas más diferenciadas. Por eso, para TRES sería mejor nombrar a este objeto X como atractor externo.[18] Un objeto en(red)ado que permitió un trabajo colectivo, colaborativo y con curiosidad (CCC), basado en un fuerte intercambio y diálogo.
No se trata de esperar el objeto alienígena o la basura distorsionada por el tiempo, la geografía y los maltratos para juntarnos a especular presentes, dibujar mundos posibles o potenciar futuros. Se trata de volver todo, objetos, cosas, unidades, conjuntos de humanxs y no humanxs en alienígenas: devolverles su capacidad de extrañamiento y sorpresa. Es finalmente irrelevante que el objeto X sea una basura lo suficientemente desgastada para volverse irreconocible, pues no se trata de qué es, sino de qué nos hace reflexionar y sobre todo, cómo nos hace pensar. Por eso Bogost propone una fenomenología alienígena, pues “un verdadero extraterrestre retrocede (se desvanece) interminablemente, incluso cuando nos rodea completamente. No está escondido en la oscuridad del cosmos exterior o del océano profundo, está a plena vista, en todos lados, en todas las cosas” (2012, p. 34). Proponemos mundos de relaciones misteriosas, siempre por develarse y esconderse de nuevo, y para continuar con lo que Bogost puntualiza como fenomenología alienígena, “nuestro trabajo es ir a todos los sitios donde ya se ha ido antes, pero donde pocos se han tomado la molestia de permanecer” (2012, p. 34). Permanezcamos en el problema, y para ello es necesario darle la vuelta una y otra vez al problema. Volvamos a la frescura de ser, como los niñxs, investigadores alienígenas. post(s)
Referencias
Bogost, I. (2012). Alien phenomenology, or, What it’s like to be a thing. University of Minnesota Press.
Borges, J. L. (2019). El Aleph. Lumen.
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Haraway, D. J. (2016). Staying with the trouble: Making kin in the Chthulucene. Duke University Press.
Harman, G. (2015). Hacia el realismo especulativo: Ensayos y conferencias (C. Iglesias, trad.). Caja negra.
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Latour, B. (2004). Why Has Critique Run out of Steam? From Matters of Fact to Matters of Concern. Critical Inquiry 30(2), 225–248. https://doi.org/10.1086/421123
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Notas