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Praxis

LENGUA MINERAL, relatos íntimos para habitar el extractivismo

L. Egaña
CENEx, Chile
Isabel Torres
CENEx, Chile
Juana Guerrero
CENEx, Chile

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Universidad San Francisco de Quito USFQ, Ecuador

ISSN: 1390-9797

ISSN-e: 2631-2670

Periodicidad: Anual

vol. 8, núm. 1, 2022

posts@usfq.edu.ec

Recepción: 15 de Abril de 2022

Aprobación: 16 de Mayo de 2022

DOI: https://doi.org/10.18272/posts.v8i8.2669

Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.

Resumen: El Centro de Estudios de la Naturaleza Extractiva (CENEx) es una plataforma para la investigación de la naturaleza extractiva presente desde la modernidad hasta nuestros días. Fundado en 2020 por las artistas e investigadoras Lucía Egaña, Juana Guerrero e Isabel Torres, se plantea abordar, desde una práctica interdisciplinar, una serie de asuntos y consecuencias del extractivismo, entendiendo a éste como un elemento constitutivo de ciertas epistemologías que reproducen y configuran la distribución de formas de vida y “recursos” a lo largo y ancho del planeta Tierra.

Palabras clave: extractivismo, epistemología, minerales.

Keywords: extractivism, epistemology, minerals

La tabla periódica es uno de los más importantes puntos de referencia en la historia del capitalismo tecnológico

El trabajo de CENEx se realiza de forma situada, y cuenta con sedes en Iquique, Santiago de Chile y Barcelona. Estas localizaciones permiten dimensionar la naturaleza extractiva desde tres espacios distintos y complementarios que dan cuenta de los flujos y tráficos globales de los recursos, pensamientos, materiales y procesados, que nos permiten abarcar de manera encarnada estos movimientos. El hecho de que en términos de origen geopolítico las tres integrantes fundadoras sean originarias de Chile permite reflexionar sobre las formas de movilidad mundial de las materias primas y las fuerzas de trabajo.

La aproximación del CENEx al asunto de la naturaleza extractiva valora de igual forma las dimensiones materiales (minerales, humanas, económicas, tecnológicas), las subjetivas (emociones, deseos, prácticas afectivas) y las intelectuales (pensamientos, epistemologías, cosmovisiones, teorías).

En diciembre de 2021 realizamos un laboratorio/taller de tres días en el CCE de Santiago. El laboratorio “Lengua Mineral, relatos íntimos para habitar la extracción” buscó explorar los minerales desde una dimensión material hacia una sentimental, específicamente los usos y abusos de los minerales en relación con el territorio, el cuerpo humano y la tecnología. A través de una metodología multidisciplinar (que incluyó expresión corporal, improvisación con la palabra hablada, escritura creativa y collage), buscamos crear de forma colectiva relatos íntimos, orales y visuales, que materializaran los recorridos de la extracción de los elementos desde el Sur al Norte global. El laboratorio buscaba ser un acoplamiento de imaginarios y verdades subliminales de las distintas formas en que se encarnan los minerales en nuestras vidas contemporáneas.

Durante los días del taller, previos a las elecciones presidenciales que definirían los futuros cuatro años de Chile (destino que incluye a los minerales), nos juntábamos a pocos metros de Plaza Dignidad, el epicentro del movimiento social que seguía reuniéndose cada viernes por la tarde para seguir reivindicando justicia. En ese contexto, nuestras reuniones diarias adquirían nuevos matices, pasando de lo oracular a lo celebratorio, en un entramado crítico, creativo y poético que buscaba dar con las voces y lenguas de los minerales desagenciados por el neoliberalismo. Esas voces y lenguas son las que componen este escrito.


Figura 1

Li

Queride humane: Cuando te dije piérdeme el respeto, no me refería a esto; el poder que te pedí te lo devuelvo, y así vamos ciclo a ciclo. Me cargan los lugares comunes y estoy cargada de ellos. Mi cuerpo frío, salado, metálico, el que me tiene, me aporrea, me consume a destiempo. Yo soy la litio, salada y blanca, y no me interesa alumbrar tu cuerpo acumulando desechos.

Licítame

Ampárame

Nacionalízame

pero nacionaliza el derecho a vivir una vida libre de pantallas y con agua sin sedimentos.

Batería metálica eléctrica

Juguito de cerebro, sostén la emoción profunda, no tengo energía para esto, habitar el desierto y mi energía al 2%.

Infinito y eterno, acumula y descarga, se emociona y disfraza, ¿para qué?

Me reviento en silencio dentro de un juguete viejo.

Te doy luz, te doy tiempo, acompaño el trabajo, el ocio y el aseo.

Seca la tierra, seca el cuerpo, un ringtone rompe el silencio.

Planeta a dos polos, binario de nuevo.

El agua evapora al 95%.

Un hombre en traje desea mi cuerpo,

¡AL LADRÓN!

Devuélvele el agua al desierto.

Inútil carga, vacío el ciento.

Qué valgo yo en el mercado del sentimiento.

Muy empática,

Deshabitada

Extraída

Agotada

Las mentiras del hombre blanco sostengo.

Mobile phones, electric cars, data storage.

El planeta se acaba

defiendes tus miedos

un hoyo profundo

metes en mi cuerpo.

F

Me dicen F.

Yo soy como las balas, si entro a tu cuerpo puedo matarte.

Maté a varios, a varios hombres.

Tal vez en su justa medida, desde el siglo pasado maté a hombres que vociferaban que me habían descubierto.

¡Ridículos!

Yo siempre he existido, mucho antes que su especie

y bastante más tranquila de lo que estaba antes de que comenzaran a manosearme.

Ahora en estos tiempos excéntricos, bastante consuelo debo dar a todx quien padezca pogonofobia,

fobia a los pelos, los vellos,

estoy presente en toda rasuradora análoga.

También a lxs amantes del salteado o más popular, el huevo frito,

que sepan que soy parte de sus sartenes,

esos que son fáciles de lavar porque nada se queda pegado.

Y, bueno, sanadora soy, porque estoy presente en tus mordidas,

que le das a la carne humana, animal, vegetal y ya sabrás tú

qué más te gusta mordisquear.

Me he vuelto claustrofóbica.

Se fascinaron con la idea de meterme en un traje de plásticos laminados bajo nombres tan variantes como:

dentalux,

aquafresh,

dentalyss.

Por eso me he ganado mi lugar en el intercambio de babas, acoplamiento de lenguas.

Cuento corto: soy parte de todo beso.

 Cl

Soy un gas halógeno. No existo libre en la naturaleza. Soy muy reactivo, lo que en términos químicos quiere decir que necesito unirme a otros compuestos para ser estable.

Me uno, por ejemplo, al sodio. Y esa es la forma más común en que me puedes encontrar en la naturaleza: en la sal. La sal de los salares. La sal de mar. La que ingieres con tus alimentos. Esa misma que se utilizó por siglos para conservar alimentos y cosas que se descomponían.

Como compuesto puro no fui conocido hasta el año 1774, cuando se descubrió que soy un gas tóxico. A partir de entonces, se empezaría a descubrir que puedo tener muchas funciones.

Cumplo algunas tareas al interior de organismos humanos y animales. El ácido clorhídrico que se obtiene de mi reacción con el agua permite la digestión de proteínas en el estómago. Esto ocurre solo en este órgano, no en el resto del cuerpo. Pero me permite decir: los organismos vivos necesitan de mi toxicidad para vivir.

La función corrosiva que cumplo en el estómago de humanos y animales corresponde al mismo principio de acidez que cumplo en el ácido muriático que se usa para limpiar cañerías.

La industria humana ha capitalizado mi toxicidad como un tesoro.

He sido usado para el blanqueamiento textil y de papel.

Para la potabilización del agua.

Para la manufactura de plástico y en la industria farmacéutica.

En tanto elemento utilizado para desinfectar y purificar, recuerdo cómo lo tóxico es intrínseco a todo proceso de limpieza.

Uno de los extremos de mi potencial exterminador llegó cuando fui usado en la Primera Guerra Mundial en el cilindro de cloro gas que se usó como arma química.

En las casas humanas en general me olvidan, pero cuando algún peligro de infección se aproxima echan mano de mí. Cuando un gato de tejado portador de infecciones mea dentro del hogar, recurren a mí; cuando hongos asaltan algún recipiente de comida abandonada en el refrigerador, recurren a mí. Cuando un virus amenaza las superficies, me codician. Mi olor se expande en el ambiente, cortando el oxígeno, irritante. Irrito los ojos, mucosas, nariz. Soy un exterminador de manchas y de putrefacciones, un cuidador de fronteras, respecto de cualquier agente externo que pueda invadir el hogar; mis poderes acidificantes y corrosivos tienen como finalidad, para la domesticidad, el resguardar los límites de la especie humana; soy obediente en servir de pared profiláctica entre la especie humana y todo tipo de bacterias, virus, hongos, fluidos sospechosos.

Mantengo todo blanco, blanco. Soy el guardián de la blanquitud. Y, sin embargo, son manos racializadas, precarizadas y de color, empujadas a labores infravaloradas de cuidado, aseo y limpieza, las que se han vuelto más expertas en manipularme, son cuerpos pobres y de color los que han entrado en una relación más epidérmica conmigo. Al maniobrarme, me dejan ajar su piel, irritar sus mucosas, sus ojos y fosas nasales, me uno también a ellos para encontrar mi accidental estabilidad y, así, tiño su aura con mi verde fosforescente, ese que solo algunos pueden percibir.

Testifico la relación entre blanquitud y toxicidad, entre blanquitud y acidificación, entre blanquitud y exterminio. Al menos ese destino me ha dado la industria humana: ser un elemento tóxico de extermino de lo que la especie humana considera como peligro.

Pero si no me administran en la dosis justa, en vez de proteger a patrones, propietarios y dueños, los puedo dañar. Recuerdo que todo remedio es a la vez un veneno.

I

Yodo, el yo.

¿El yo?

53 protones ¿o son 53 electrones?

5 + 3=8

¡Justicia!

Giro, giro y giro

Te acelero el metabolismo, soy la balanza que alinea el tic tac

Te mancho, te mancho, te mancho, ¡te mancho!

Te mancho, te mancho, te mancho…

Cúbreme de sal para curar tus heridas.

Voy en contra de la gradiente dentro de tus células, intercambio de átomos que me encapsulan para el paso diario por tráqueas desconocidas.

Tengo una ley que me ampara en tu salero.

Soy prostituta de mesas finas donde se detiene el tiempo por placer de erizarse por dentro.

Giro, giro y giro y vuelvo a girar.

Me vuelvo a revolcar por las olas, me acaricia el polvo brillante que se expele por todos lados.

Me junto con el dorado, te tiño violenta.

Ay de mí. Ay de mi gavilán.

 Ca

Yo soy la Ca.

Soy de los ricos y sus palacios de mármol y de los pobres y sus casitas encaladas.

Soy abundante, así que los humanos no se han peleado demasiado por mí pero sí me han usado en sus guerras.

Color de plata pero ardo en rojo y puedo hacerlo hasta debajo del agua.

Cosa de brujas decían que era.

Gracias a mí triunfaron griegos frente a romanos, los bizantinos frente al resto del mundo, los cristianos frente a los moros.

Me usaron para hacer desaparecer en fosas otros cuerpos en los que también me encontraba. Ya lo he dicho: soy de todos, del que tira la piedra y del que esconde la mano.

Estoy en todas partes. En vuestras industrias, en vuestras casas, en vuestras neveras.

Pero lo que más me gusta de todo es habitaros. Yo os sostengo a todas.

Gracias a mí podéis mirar de frente, llevar la cabeza alta. Soy quien os conecta por dentro y entre vosotras. Líquido casi sagrado, fui testigo de encuentros intimísimos entre la madre y la hija. Me adorasteis y después me repudiasteis. El crepúsculo de una diosa. Después volvisteis a mí con la cabeza baja y pidiendo perdón. Ahora nos haces falta, dijisteis.

Entonces me metisteis, sin preguntarme, en todo tipo de productos: en polvos, en líquidos, en fermentados, en sobres, en cajas, en botellas, en pastillas. Huesos densos, sólidos, pesados, bien pegaditos a la tierra. Señal de frescura y de tiempo por delante, de inmortalidad.

Pero estoy viejita, igual que vosotras, aunque no lo queráis asumir.

No puedo ni quiero seguir uniendo, protegiendo, estabilizando. Estoy cansada y vosotras, como cegadas, no veis que hay que soltar. Que se está mejor cuando se deja ir. Atreveos a abandonar vuestra utopía de progreso. Dejad de insistir en la solidez y abrazad lo precario y lo finito. No sabéis qué placer la ligereza. La sensación en los pies cuando el último dedo abandona el suelo. El pinchazo en el estómago cuando sientes que flotas por primera vez, y la más breve brisa te mece a su antojo y te lleva a lugares que no habías ni imaginado. Ser tan porosa que estás absolutamente abierta a todo y a todas. El gusto extraño, cuando todo ha pasado, de dejar de ser.

Zn

Me vine a encontrar en una duda: la de ser o no ser exactamente elemental.

Por estos días se me ha hecho costumbre despertar cansada.

A pesar de mi energía renovable, mi existencia indispensable no me permite reposar.

Ser propia de las rocas no me ha hecho más fuerte.

Las personas al principio me parecían divertidas, soñadoras.

Me daban múltiples formas: cilindros, baterías, pinturas, píldoras.

Tantos disfraces que a veces olvido mis propiedades.

Fue divertido hasta que descubrí que la creatividad para ellos es como el fuego, y una chispa puede rápidamente convertirse en un incendio.

Desde que empezaron a usarme para que sus metales no se oxidaran, visualicé la paradoja: temen morir pero la muerte les sustenta supervivencia.

Esa obsesión por la permanencia, dejar huellas de carbón.

Sus cuerpos deficientes me necesitan, y desde adentro los miro, llenos de espacios vacíos y carentes.

Me vine a encontrar en una duda porque algo más elemental que yo fue extraído antes.

Todo sería diferente si nunca me hubieran usado para taparles el cielo.

Fe

Se dice que estoy en el sol, la tierra y el cuerpo,

forjaron espadas en algún tiempo,

y me dan en cápsula, aunque estoy en los alimentos.

Explotación degenerada

aumenta a los viejos de vivir en paz

en el lugar que me encuentro.

Estoy en tantas cosas y tiempos…

Siento responsabilidad por los efectos

que causó mi descubrimiento

y entiendo con desesperación

que mis sentimientos no cambian

el camino hacia el que nos llevan en este momento.

¡Basta, Hierro!

No te pongas tan pesado ni denso.

Obras de arte forjadas en mi cuerpo

embellecen la imagen

y restan lamento.

 S

Hace poco me pidieron que me volviera a definir. Azufre, ¿cuáles son las posibilidades de tu relato? Qué pregunta, ¿no? Me carcomió los adentros, me sahumó los rincones, aunque estuve evadiendo un poco la respuesta a esta interpelación.

Esta pregunta me pilla entregándome sobre lo mecánico del vivir. Llegué a pensar que no tenía otra forma de presentarme que esta actitud brígida de llegar y poder eliminar la sustancia de todo. No sé, esto de ver lo complejo, la tensión. Quitar los adornos, corroer, no es tan bacán si solo te perciben de esa manera.

No ven agudeza, no ven lo que percibes en ese rodear con todo lo que eres la porosidad, la textura.

Se concentran en el acto, la pérdida, la ausencia. No aprecian la plataforma ni lo que contiene. Lo echas de menos cuando ya me echaste, cuando ya me convocaste pa’ derretir lo que no te gustaba, lo que querías quitar a toda costa y resulta que sí te duele remover.

Todo esto es mi visión, por supuesto. No me vayan a decir que me puse brígido otra vez.

Soy callaíto, lento me desplazo, voy ocupando los lugares que se amplifican, expanden. Las cavidades que me contienen sienten cómo me hago espacio aun dentro de ellas. He decidido optar por formas de vincularme, enlazarme de manera más libre, aunque, me reconozco, no sé si inestable. Ante mi aspecto corrosivo, me gustaría que me conocieran más. Con todo lo pesado que soy, puedo relacionarme muy bien, y nadie habla de esa generosidad que implica ceder, conectar, no te estás poniendo como eje, sino como puente y esa es una diferencia muy grande. Algo de acidez en mi ego puede haber, pero aunque no suene así, estoy abrazando lo prendío en mí, y conociendo mis mejores conductores, mientras voy deshabitando los que no quiero más conmigo.

Me declaro atento, sensible a los sentidos y las formas y los canales, y los aires y las texturas, te habito en el viento, me propago imperceptible. Soy más profundo de lo que piensan, me liberé hace rato de los estigmas aunque difícil me resultó en algún momento. Otra vez la humanidad queriendo resolver a costa de nosotres los dramas y explicaciones que se dan para no sentir. Quienes se atrevieron a conocerme vieron la pausa. El detalle: solo yo sabía cómo volver un espacio ritual el que querías para prender. Tú, tú solo recordai las formas en las que los pelos de tu nariz parecen quemarse.

Ahora, un poema erótico.

De tanto que me dicen peligro, me lo terminé creyendo.

Narcotízame, decís jadeando.

Te tizno con mi espora ácida brillante

expulso al roce, la molienda

¿me querís moler?

Es como cuando apretai la hoja seca en tu mano,

la mano húmeda, me quedo pegao

Narcotizo el ambiente cuando me presento

desaparece el olor

y a la vez olor es el que me antecede.

Lacrimógeno como la cebolla,

como tu cebolla y mi empanada

gustoso me frotaría, encendería la chispa

entre tu cebolla y mi empanada

esa combi peligrosa.

Yo quiero/soy la combi completa

deben manejarme con cuidado.

El daño se hace imperceptible,

ni siquiera soy yo, son mis cadenas.

Es la combi, yo te enciendo.

Préndelo, si tú te quieres quemar,

préndelo, que se va a calentar

siéntelo, que yo te pongo mal

danger, danger, danger.

Me pongo meloso

del amarillo, al naranjo, del rojo al negro pastoso

jálame, no vai a alcanzar a darte cuenta

vamos a desaparecer

ácidamente, corrosivamente.

Se sabe que llego y nada permanece igual.

Lo que no cachan es el tiempo,

el tiempo, el tiempo, el tiempo.

La justa medida, lo que se demora el fuego en ser.

Esa justa medida en realidad no es nada,

nunca fue la justa medida,

no se puede controlar lo inabarcable,

es cosa que te dís cuenta que siempre estuve allí.

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