Afectividades marrones y negras: conversación con el Colectivo Ayllu-Migrantes transgresorxs del Reino de España

Eduardo Carrera Rivadeneira

Recepción: 15 Octubre 2020

Aprobación: 25 Noviembre 2020



DOI: https://doi.org/10.18272/post(s).v6i1.2098

Cómo citar: Carrera, E. & Colectivo Ayllu (2020). Afectividades marrones y negras: conversación con el Colectivo Ayllu-Migrantes transgresorxs del Reino de España. En post(s), volumen 6 (pp. 182-195). Quito: USFQ PRESS.

El Colectivo Ayllu es un grupo colaborativo de investigación y acción artístico-política formado por migrantes racializadxs, disidentes sexuales y de género provenientes de las excolonias europeas. Su práctica insiste en que la disidencia sexual y racializada atraviesa diferentes experiencias y opresiones que las de un cuerpo disidente sexual blanco. El colectivo propone una crítica a la blanquitud como ideología heteronormativa colonial europea y al proyecto global de las ciudades multiculturales. La práctica del colectivo desafía las narrativas centradas en Europa y en el Estado español, y propone un ejercicio exploratorio que pretende reescribir y resentir el pasado que se revitaliza en el presente. Se trata de intervenir en nuestra memoria y de hacerla estremecerse. Intentar resquebrajar estructuras coloniales, repensando orgánicamente la construcción de nuestra historia y nuestros pasados coloniales. Se propone así como una práctica de investigación-acción poética y política cotidiana, que deriva de los estudios críticos de la supremacía blanca.

Para esta entrevista, propongo generar una lectura en la que sus voces conformen un relato en torno a cómo el pensamiento crítico, los activismos, las nuevas pedagogías del arte y los llamados critical white studies o whiteness studies proponen una toma de conciencia crítica a partir de analizar y deconstruir el privilegio blanco, y pueden llegar a modificar las prácticas artísticas y su relación con las instituciones culturales. Para ello, conversamos sobre las prácticas del Colectivo Ayllu como un gesto de resistencia; es decir, un acto reflexivo, transformador y crítico. Propongo una entrevista que ofrece profundizar sobre el pensamiento crítico y el activismo antirracista a través de las prácticas artísticas y activistas que se basan en una ruptura con la lógica estructuradora de la normatividad blanca.

Un componente clave en el desarrollo teórico de José Esteban Muñoz es la afirmación de que se accede a la normatividad en la esfera pública mayoritaria u oficial, a través del performance afectivo de la normatividad étnica y racial. Este performance de blanquitud se produce principalmente en un registro afectivo. Performar la blanquitud, actuar como blanco, tiene todo que ver con el performance de una afectividad particular, una performance que posiciona al sujetx que performa esa afectividad en un mundo normativo de la vida. Las personas no blancas no pueden ejercer esta performatividad afectiva de manera “regular”.

En Feeling brown: Ethnicity and affect in Ricardo Bracho's The Sweetest Hangover, publicado en el año 2000, José Esteban Muñoz analiza que el mundo de la obra de teatro de Ricardo Bracho, The Sweetest Hangover, es un mundo sin gente blanca. Durante el segundo acto de la obra, Thing1 se siente abrumado por las personas blancas que están en una discoteca. Se queja de lo que llama “síndrome de regresión colonial”. Lleva un casco tropical, un pañuelos ascot y otros artículos de equipo de exploración, y habla sobre el rodaje de una película llamada Paris is Gagging: A Study in Whiteness and Other Forms of Madness. Su incondicional pero sombrío compañero Thing 2 le sugiere que supere a la blanquitud simplemente parpadeando y sumergiéndose en la penumbra de un cerrar de ojos. Este ritual expulsa mágicamente la blanquitud de la obra, dejando un mundo marrón de sentimientos, organizado por las pertenencias afectivas entre personas no blancas. De esta manera, The Sweetest Hangover refleja y reconstruye un conjunto de personajes racializadxs y étnicxs que intentan reconceptualizar lo social y las afectividades desde una perspectiva que no está organizada en torno a las relaciones con la blanquitud. De esta manera, la obra nos ofrece una profunda óptica para pensar a través de lo social, que se basa en una ruptura con la lógica estructuradora de la normatividad blanca.[1]

La tarea de esta entrevista no es repetir retóricamente el discurso antirracista con la esperanza de que adquiera una performatividad. La entrevista propone reflexionar sobre el antirracismo y los esfuerzos que requiere en su ejercicio político, ya que trabaja con el racismo como una realidad continua en el presente. El antirracismo requiere intervenciones en la economía política, y ser profundamente críticxs y rabiosxs en cómo la blanquitud distribuye los recursos y capacidades de manera desigual. Esas distribuciones desiguales también afectan a la discursividad y quién puede decir qué, de quién y dónde. Necesitamos revisar constantemente nuestros privilegios, incluso en el trabajo que hacemos íntimamente con ellos.


Figura 1.

COLECTIVO AYLLU: Francisco Godoy Vega (Santiago, Chile, 1983), Alex Aguirre Sánchez (Quito, Ecuador, 1973), Yos Piña Narváez (Caracas, Venezuela, 1984), Leticia/ Kimy Rojas (Guayaquil, Ecuador, 1969), Lucrecia Masson (Ombucta, Argentina, 1981).

Esta propuesta textual surge desde la transcripción de una entrevista hecha en audio; a este respecto, las historias de la comunidad sexodisidente comparten algo con el testimonio, un género que une los estudios del trauma y la historia oral. El testimonio ha sido considerado por algunos como un género imposible, un intento de representar lo irrepresentable. La entrevista también establece un vínculo, entre la disidencia sexual racializada y valores ancestrales como la espiritualidad, la Pachamama y los seres vivos no humanos. Colectivo Ayllu apunta a la necesidad de descentralizar la posición que el ser humano tiene en el conjunto de prácticas teóricas, artísticas, activistas, etc. identificadas como queer, apuntando a que lo queer/cuir implica asumir los vínculos de dependencia de lo humano con otras formas de vida no humanas.

Eduardo Carrera Rivadeneira (ECR): comencemos compartiendo un poco acerca de dónde se encuentran, su contexto y aflicciones. ¿Quiénes son?, ¿cómo se conocieron?, ¿cómo sucedió el encuentro?, ¿cómo inició el trabajo en colectivo Ayllu?

Iki Yos Piña Narváez: Me encuentro en España, Madrid, en esta diáspora forzada. La articulación con el colectivo comenzó en el 2014; con Lucre nos conocimos ese año en el PEI; con Kimy y Pancho en el 2015, en una actividad anti whiteness y en otras actividades acerca de cómo descolonizar el museo.[2] Éramos cuerpos que estaban orbitando en este territorio y que nos conectamos por las prácticas que elaborábamos en ese entonces, luego trabajamos en El Porvenir de la Revuelta,[3] en el libro No existe sexo sin racialización,[4] y a partir de ese momento empezamos a pensar un colectivo que active acciones anticoloniales.

Francisco Godoy Vega: Además de esas alianzas vinculadas al antiwhiteness, muy relacionadas con la ciudad de Barcelona, en Madrid existía un colectivo hace aproximadamente diez años, que era Migrantes Transgresorxs, del que yo no era parte. Solo colaboré con ellxs en ocasiones, específicamente en exposiciones y talleres como el taller “Descolonizar los deseos grabados en nuestros cuerpos”; o la proyección de Mi sexualidad es una creación artística, de Lucía Egaña,[5] en 2012, o la exposición del C.A.D.A. que curé en el Reina Sofía en 2016, donde invité a Migrantes Transgresorxs a reactivar el NO+. Había unos encuentros, una sinergia y alianzas latentes, y en un momento —fuera del circuito artístico blanco— un conjunto de cuerpxs racializadxs pudimos encontrarnos y armar un proyecto de resistencia antirracista.

Lucrecia Masson: También existió un encuentro con Migrantes Transgresorxs y los activismos transfeministas. Formábamos parte de esta ola y participamos, tanto elles como yo, en un libro llamado Transfeminismos, libro donde Migrantes Transgresorxs no está mencionado en la cronología que marca los hitos de dicho movimiento. Entonces, aun sin conocernos en persona, se daban discusiones en común sobre las alianzas de los transfeminismos con les sudakas y cuánto de no reconocido había. En las cosas que escribíamos aparecían intereses compartidos. Teníamos una participación dentro de los grupos transfeministas, pero al mismo tiempo pensábamos sobre el ser migrante y lo relacionado con estos otros discursos disidentes, y nos encontrábamos a menudo con incomodidades o a veces simplemente nos sentíamos fuera. Con esto, ya desde 2014 había confluencias y experiencias entre las personas que ahora conformamos colectivo Ayllu que nos generaban esa necesidad de reunirnos entre cuerpos que de alguna manera se hacían los mismos cuestionamientos, que buscaban otras formas de hacer, y en 2017 nace el Ayllu.

Alex Aguirre: Quiero añadir que venimos de diferentes contextos, de territorios del Abya Yala, de movimientos antirracistas y de la disidencia sexual, investigadorxs, artistas, y por esa energía nos fuimos uniendo y también teniendo a Migrantes Transgresorxs como un referente y vínculo para que se dé el colectivo Ayllu. Este busca profundizar la investigación anticolonial.

ECR: Si pensamos en imágenes, textos, fechas, que de cierta forma puedan funcionar como una nota al pie de su práctica, ¿qué referentes visuales, artísticos, históricos me pueden mencionar?, ¿cómo han ayudado estas referencias a comprender su quehacer político y cultural?

Iki Yos Piña Narváez: 1492[6] está en el centro de nuestro sentir, nuestro dolor y nuestra herida. Parte de nuestro trabajo nace a partir de recordar esta fecha, al igual que la Revolución de Haití o las revueltas negras del Caribe, que son episodios que tenemos presentes siempre en la memoria. Esto activa constantemente el dolor, y ayuda a guiar nuestro tránsito en el proceso creativo y de pensamiento. Pensar en estos hechos referenciales es pensar en nuestras ancestras, que si nosotras estamos vivas es por nuestras ancestras, que fueron asesinadas y exterminadas. No estamos inventando nada nuevo, lo que estamos haciendo es reactivar la memoria, trasladarnos al pasado, en pensamiento y en práctica, para resistir así como lo hicieron nuestras ancestras

Lucrecia Masson: El pensamiento de frontera es algo que está presente, y que nos atraviesa de manera vital y corporal. La idea del cuerpo como frontera y de las fronteras que atravesamos constantemente como parte del proceso migratorio, del llegar a vivir al Reino de España. Son fronteras corporales, vitales. Es Anzaldúa y tantxs otrxs, no estamos inventando nada nuevo. Porque, además, si pensamos en tantxs militantes o activistas que pusieron y ponen el cuerpo de maneras que han contribuido a hacer posible, y dar sentido, a las prácticas que podemos llevar adelante hoy, son realmente muchxs. Se me ocurre nombrar también a referentes cercanas, amigas que son parte de la práctica que dialoga con nuestro proceso, como el colectivo mapuche feminista Rangiñtulwfü,[7] que trabaja con sexualidades ancestrales, o Jota Mombaça,[8] entre tantxs otrxs amigxs que son importantísimxs para lo que hacemos.

Alex Aguirre: Vengo de Ecuador, y uno de los grupos que se me viene a la mente es el grupo Coccinelle,[9]que puso el cuerpo y la voz para que se despenalice la homosexualidad en el Ecuador en 1997, y de Fundación Causana, que trabajaba por los derechos de las personas disidentes sexuales, en especial por la visibilización y movilización comunitaria de las lesbianas y trans. Posteriormente, pienso en la imagen de mis dos maletas cuando viajé de Ecuador, sabiendo que había fronteras internas y externas. Y luego otras luchas, como que te hagan una redada por tu color de piel. O venir de un lugar en el que eres lesbiana o trans, y después acá, en España, también eres raro —no eres blanco— por tu color de piel, o las manifestaciones contra de los CIE[10]. También el orgullo crítico y octubre trans, espacios que nos sostienen y nos ayudan a resistir, sin leyes médicas ni jurídicas que normen los cuerpos.

Francisco Godoy Vega: Quería comentar, en relación con esto, una idea de muchos pueblos indígenas, incluidos el pueblo Maya y el pueblo Aymara, que viven en torno al “caminar con el pasado delante”: esas imágenes del pasado ancestral y colonial están presentes en nuestra subjetividad, en nuestra forma de entender el cotidiano. Pensar en muchas imágenes de la venganza creo que también es algo importante, como la revolución haitiana, con las masacres de blancos, o como los mapuches, en Chile, que quemaron más de dieciséis ciudades de blancos. Se trata de hacer un ejercicio de resistencia radical en el cual hay una afrenta entre la supervivencia de unos o de otros, y ese tipo de imaginarios en el que pensar en quien sobrevive es algo que nos mantiene vivas en términos de la rabia;[11] esa forma de intentar resistir o sobrevivir desde la no complacencia y desde no asumir sus normas y estructuras, sino intentar confrontarlas desde el lugar de la invalidación de formas de control de la vida y la subjetividad.

Figura 2.
Figura 2.

“No nos culpen de lo que pasó”, instalación, Colectivo Ayllu, Bienal de Sídney, 2020.

ECR: ¿Cuáles son y qué nos pueden contar sobre sus “metodologías”, formas de hacer juntas?, ¿cómo deciden hacia dónde dirigir su atención y producir algo?, ¿nos podrían comentar sobre el proceso de alguno de sus trabajos recientes?

Iki Yos Piña Narváez: Partimos de una metodología de la experiencia, de un saber encarnado de lo que implica la migración, la transición, el dolor, y a partir de ahí generamos lazos, vínculos políticos y afectivos, para vivir, protegernos, para preservarnos. Vuelvo a decir: no es nada nuevo, son metodologías ancestrales de supervivencia y cuidados utilizadas en los quilombos, cumbes, palenques y rochelas, en espacios negros, afros, indígenas de preservación de la vida colectiva, y lo que hacemos es eso: juntarnos con base en afectos, afectos políticos radicales para sobrevivir. Por ejemplo, elaboramos un mapa crítico de la ciudad de Madrid, una corpografía, ilustrar el mapa sentido de cuerpos migrantes, donde reflejamos o garabateamos espacios de resistencia, de dolor, de imaginación, y eso fue a partir del vínculo con un grupo de activistas migrantes y disidentes sexuales. Si bien ese proceso se realizó un día del taller, llevó un año crear vínculos afectivos y políticos, y luego la materialización; fue un aproximado de tres años, terminó en un mapa de resistencia que tiene conceptos acerca de las fronteras físicas y emocionales que tenemos que atravesar. Fue a partir de esa metodología de relacionamiento afectivo y político, la creación de espacios no mixtos y racializados, vincularnos desde un saber encarnado, el dolor, la doloridad.[12] Nos juntamos a partir del dolor, del dolor de la migración, a través del racismo, eso hace que nos juntemos, y transformamos ese dolor y esa rabia en creación. Michelle Mattiuzzi[13] también comentó sobre la organización de la rabia o la canalización de la rabia, y quizás eso forma parte de nuestras metodologías.

Figura 3.
Figura 3.

Convocatoria al taller de voguing, imagen digital, Colectivo Ayllu, 2018.

Francisco Godoy Vega: Iba a decir algo sobre hacia dónde dirigir la atención y producir algo; ahí hay algo antioccidental y antidemocrático, y confronta ese imaginario que piensa que todos somos iguales, o todos tenemos las mismas condiciones. Hay un intento de conciencia de la redistribución de esas desigualdades, conscientes de que históricamente nunca nadie ha sido igual a nadie. Desde el origen de la modernidad, en el siglo XVI, el blanco es el sujeto opresor privilegiado con todo su aparato de poder, en el que no se puede pensar una sociedad igualitaria en la que no existan estas diferencias. Esto ha sido básico para establecer los talleres no mixtos y hacer un ejercicio de reconocimiento: no es lo mismo habitar la blanquitud que otras corporalidades no blancas. Y en ese sentido los talleres de voguing no mixtos que hemos organizado cada semana han sido centrales.

Alex Aguirre: El voguing históricamente ha sido un espacio de resistencia de la disidencia sexual latina y negra, donde se reunían para hacer frente a toda la violencia que vivían en la sociedad y en donde tenían sus espacios en los que podían ser ellas, elles, lo que querían ser, y bailaban. Y retomamos eso para reunirnos, chicas, chicos, chiques, en el espacio del Ayllu a hacer voguing dos veces a la semana. Sigue siendo un espacio de resistencia donde cada uno puede ser quien quiera ser, sin que nadie te reprima o te aisle, incluso hacerlo en un espacio blanco, ya que estamos en Matadero,[14] un espacio que hemos invadido de alegría, de vida y de lo que es la realidad de las existencias de las disidencias sexuales y racializadas. También hablaría de los espacios de encuentro, o las charlas, como La Karakola,[15] donde nos hemos reunido para seguir hablando de nosotres, de nuestros cuerpos y nuestras realidades, a pesar del dolor, encontrar una fuerza que nos una y seguir caminando.

Iki Yos Piña Narváez: El voguing, como metodología desde el cuerpo, que a pesar de que se cree que es un show o un espectáculo, que puede ser consumido por los heteros o los cis, este training es un entrenamiento contra la cisnormatividad blanca, que está fuera de ese espacio. Es un training donde agenciamos nuestros cuerpos no hegemónicos, nuestros cuerpos que son vistos por la supremacía blanca cisgenérica y normativa como feos, como desagradables, como sucios. En este contexto europeo, este pequeño kilombo y kumbe que creamos con el voguing sirve para agenciarse como cuerpos deseables, cuerpos con poder; agenciarse como una comunidad de un cuerpo colectivo utilizando el voguing como excusa y rindiendo homenaje a estos espacios de resistencia trans negras que existían anteriormente. Es una metodología que no sé cómo explicar, es un learning by doing, no es que vienen profesorxs de performance de la Université Paris 8 a enseñarnos cómo posar, y cómo hacer un dip, un cat walk, un movimiento técnico y específico, sino que, según la vivencia que tiene cada una en el realness, la realidad, para sobrevivir como cuerpo disidente; es aplicarlo allí, compartirlo con otras, con otres, para poder sobrevivir y salir con fuerza y respirar ante un mundo antinegro y antitrans en el que vivimos.

Lucrecia Masson: En relación con la lectura que existe sobre estos cuerpos, en cuanto a la belleza por ejemplo, existe una cuestión de cómo finalmente en los cuerpos no blancos se produce una belleza que nunca es del todo legítima. Tal vez fealdad o fetichización, y ahí habría un punto a abrir para pensar sobre cómo se da ese fetichizar ciertos cuerpos. Entonces una práctica como el voguing da una posibilidad de poner ese cuerpo sobre la tarima, en el escenario o donde sea, un lugar desde donde crea y enuncia su belleza con una comunidad que le acompaña, en una práctica comunal, colectiva, donde son cuerpos bailando pero también cuidándose entre sí. Este pensar desde el cuerpo es también algo que hacemos en POPS,[16] y que es parte de una metodología de pensar con el cuerpo y generar conocimiento a través de este. Un cuerpo que no es individual, que no se corresponde con las fronteras tal cual se nos han enseñado, es un cuerpo colectivo, es un cuerpo que está en construcción. Un ser-con la comunidad que lo rodea y que lo sostiene. Es así como intentamos traicionar las metodologías y pedagogías occidentales, siempre intelectualocéntricas, y partimos de pensar con el cuerpo, desde un cuerpo colectivo.

ECR: Una ola conservadora habita el tiempo actual, se caracteriza por instrumentalizar discursos abiertamente racistas, sexistas, homófobos, transfóbicos. ¿Cómo encarar desde las luchas de la disidencia sexual y el movimiento antirracista esta política de odio y discriminación que amenaza derechos civiles fundamentales y ha encontrado acomodarse en el Estado español?

Iki Yos Piña Narváez: Siento que esta ola racista empezó en 1492, cuando los colonos llegaron a Abya Yala; desde esa fecha estamos perseguidas, desde 1492 están nuestras vidas en riesgo, y desde 1492 hemos utilizado tecnologías ancestrales de formas de autocuidado, de autoprotección, de autopreservación de la vida; las estrategias siguen actualizándose, creando vinculación política y afectiva comunitaria con personas migrantes y disidentes sexuales, cuidándonos, acompañándonos, pienso que es una reactivación de estas estrategias y una intensificación. Los blancos y la izquierda progresista española se atemorizan porque llegó la derecha al poder, y ellos nunca han estado en riesgo de la forma en que otros cuerpos están en riesgo; nuestras vidas siempre han estado en riesgo, y ante ese riesgo siempre hemos activado estas pequeñas estrategias para sobrevivir.

Francisco Godoy Vega: Quizás profundizar sobre el tiempo cíclico, la repetición de ciclos de violencia y paz, que tiene que ver con ciclos de la naturaleza, con tiempos de fertilidad y tiempos de decaimiento, que no se distancian de los ciclos de la política. Pero también quería pensar en que enfrentarse a las llamadas olas conservadoras, o momentos de mayor intensidad de la derecha, es un proceso “más fácil” para la construcción de nuestras disidencias y críticas que cuando estamos trabajando o enfrentado a discursos de la izquierda deslavada, la izquierda blanqueada que quiere realmente instrumentalizar nuestras prácticas y nuestras vivencias. Es una lógica dialéctica, como diría Marx, enfrentarse a la derecha siempre es un lugar de mayor evidencia a la hora de poner las cartas sobre la mesa, porque cuando intentamos trabajar con la izquierda española blanca, siempre hay un guiño de proximidad, pero nunca de asunción de su lugar de ejercicio de poder de la supremacía blanca, por el contrario, los blancos de derecha siempre estarán felices de ser blancos de derecha.

ECR: ¿Qué desafíos, urgencias, deben abordarse en sus comunidades migrantes inmediatas?, ¿cuáles son sus estrategias para abordar esas cuestiones?

Leticia Rojas: Las fiestas de Don't hit a la negrx,[17] un trabajo comunitario que apunta a resolver las vidas inmediatas de las compañeras trans y racializadas. Son momentos en los que la comunidad se encuentra, se redistribuyen trabajos, dinero (poco, pero dinero) y de cierta forma se consolida una unión en términos culturales. El colectivo Ayllu ha puesto, en principio, cuerpo, marcos conceptuales a estas fiestas; un bagaje reflexivo que viene de nuestros saberes encarnados, con un largo proceso de reflexión como colectivo y con distintos niveles, generando relaciones horizontales, de afinidad, donde somos compañerxs, amigxs, y familia y se van conformando afectos, la afectividad es algo fundamental.

Iki Yos Piña Narváez: Don't hit a la negrx es una comunidad que se reúne desde el placer, el cuerpo, la fiesta, para disfrutar, tener espacios de ocio, espacios de fiestas, y eso genera una pequeña economía para cubrir necesidades emergentes, o intentar apoyar iniciativas económicas colectivas de autogestión y atender las problemáticas que atravesamos todas las disidentes sexuales migrantes: cuestiones de papeles, acceso a la vivienda, medicación, hormonización en caso de personas trans, ayuda psicológica, necesidades vitales que para solventarlas a veces es difícil, un lugar donde dormir, tratar nuestras ansiedades por la migración, gestionar o pagar trámites burocráticos que pone la ley de extranjería: esas cosas que son la vida misma y que se resuelven a través del goce, como resolver el problema gozando, intentar saltar estos obstáculos bailando, intentado que el dolor se pueda drenar a través del goce.

Francisco Godoy Vega: La memoria que se activa en los talleres no mixtos ha sido una estrategia para abordar no una inmediatez de un conflicto específico, pero sí la construcción de relatos de largas memorias, de las abuelas, de las ancestras de varios origenes del sur global, Abya Yala y África, y algunas de Asia, la urgencia también es pensar en nuestras memorias.

Leticia Rojas: Como estrategia están en el último tiempo las espiritualidades, una recuperación con los objetos, recuperar historias, vibraciones que tienen que ver con los procesos individuales y colectivos; son las estrategias que estamos intentando profundizar, la materialidad no basta, que si va articulada con otras cosas se vuelve más potente. Esta búsqueda de la espiritualidad de lxs ancestrxs, lo que fue heredado, y lo espiritual con el contexto; que en el marco de lo occidental la espiritualidad es la espiritualidad en sí misma, no como forma relacional o forma interior que tiene que ver con lo exterior, y eso permite, a mi modo de ver, tejer otras consistencias (de contenciones), el psicólogo, el terapeuta, los cuidados, el espíritu. En un taller con compas trans propusimos la espiritualidad de forma abierta, no ligada a las espiritualidades modernas de los evangélicos, los altares o las iglesias católicas.

Francisco Godoy Vega: Recuperar ciertas formas de vida ancestral. La vida articulada con el todo, con el espíritu, con la naturaleza, con los seres vivos, pero desde la posición de unas subjetividades que, en nuestros contextos, han sido occidentalizadas a través de la universidad, del colegio, de la publicidad, y que también hemos sido eurosocializadas aquí por muchos años, que vivimos en Europa y estamos en este contexto. Y en ese contexto pienso desde el pesimismo: ¿cómo pensar la imposibilidad? Tengo la sensación de que estamos luchando una batalla perdida, es decir, que sabemos que no va a cambiar: la supremacía blanca no va a morir. Entonces, ¿cómo asumir y generar estrategias de sobrevivencia y espacios para sobrevivir desde el cuerpo, desde el arroparnos, pero siendo conscientes de que el modelo colonial supremacista blanco va a ganar siempre?

Leticia Rojas: Estoy cabreada en términos de que esto es así, ¿por qué te tengo que tomar en cuenta?, ¿en qué punto yo te hago una crítica? Pero ¿cuál es otro punto que me permite olvidarte, para que no me sigas jodiendo la vida? Porque es una tensión material, inevitable, el pesimismo está ahí porque lo estamos viviendo. Al mismo tiempo me digo: ¿por qué le tengo que hacer tanto caso a esta gente racista?, ¿hasta qué punto voy a desgastarme e intentar enseñarles algo? Me quita energía, me provoca un desbalance, ¿hasta dónde yo dejo que la supremacía blanca me joda? Ya me jode en términos materiales, ¿me la tiene que joder en términos emocionales y psíquicos? Yo me pregunto por la agencia del común y por mi propia agencia. La violencia blanca es dura.

Francisco Godoy Vega: En el ejercicio de la vida cotidiana las urgencias van a estar perennes, siempre va a haber una Carolita que no tiene casa, una Fabi que no tiene para pagar el abono de transporte, una Jalessica que no puede (…) eso va a ser siempre así y se va a repetir generación tras generación, como ha ocurrido históricamente. La condición precarizada de las personas migrantes, refugiadas y sin papeles es un sistema macabro e inacabable.

Iki Yos Piña Narváez: Yo siento, frente a esto, ¿cómo generamos autodefensa espiritual, autodefensa energética? Que la supremacía blanca no acabe con nuestra potencialidad ancestral energética, que siento que en la pelea de los papeles, el abono o la casa, esa fuerza se va, se la chupa la blanquitud. ¿Cómo luchar y mantener fortalezas y no debilitarnos espiritualmente? Porque físicamente es imposible.

ECR: ¿A quiénes consideran sus aliadxs en los activismos/luchas? ¿Cuál es su relación con otros colectivos políticos, movimientos LGBTIQ+, feminismos? ¿U otros grupos racializados que no sean de Abya Yala?

Iki Yos Piña Narváez: Hemos trabajado muchas veces en conjunto con el Sindicato de Manteros.[18] Hay una lucha que nos une, que es la diáspora, negra afrodescendiente, y la migración, aunque desde lugares muy distintos. Desde nosotras, hay un privilegio de acceso a la universidad, de la lengua, y en todo este mundo antiblackness, aunque una persona africana acceda a la universidad y hable el idioma del colono, nunca va a ser vista como una persona. También nos hemos vinculado con el movimiento de Mujeres Trabajadoras del Hogar, que trabajan en el servicio doméstico y los cuidados.[19]

Leticia Rojas: Existen culturas políticas. La cultura política del blanco no está atravesada por una movilización social en la que sus vidas están vulneradas, a diferencia del movimiento migrante; eso hace que la cultura política de unos no cuadre con la de otras. En la experiencia que he tenido, la cultura blanca por lo general tiene un consumo muy fuerte de teoría, de la producida por ellxs y de la de otrxs, siempre con una lógica de producción. Entrar en el limbo de la inexistencia en el que nuestras demandas son solo frases construidas para un manifiesto que se escribe desde el privilegio que te ofrece la blanquitud. Y, en términos políticos, lo más radical que pueden decir es que ellas también son precarias u obreras, pero a mi modo de sentir no sé si son superficiales, o hay muy poca conciencia de su posición geopolítica. En ese sentido, son una política muy para sí, ningún tipo de sintonía, ningún tipo de revisarse como sujetos privilegiados o pertenecientes a una clase, o pasar como pobres cuando no lo son, también valoro a la gente que tiene ciertos privilegios y apoya en el trabajo.

Notas

[1] Feeling Brown: Ethnicity and Affect in Ricardo Bracho´s, The Sweetest Hangover (and other STDs), José Esteban Muñoz, Theatre Journal; Mar 2000; 52, 1; Research Library, pg 67.
[2] “Descolonizar el museo” fue un seminario organizado como por Paul Preciado en el MACBA, en 2014, donde Francisco Godoy y Leticia Rojas participaron como parte de la plataforma Península. El día anterior al encuentro, Francisco Godoy, Duen Sacchi, Daniela Ortiz y Lucía Egaña organizaron el encuentro “Por una revolución sudaca del inconsciente colonial”, en la librería La Caníbal.
[3] El porvenir de la revuelta es una propuesta curatorial que conjuga memoria y deseo para visibilizar la diversidad sexual LGTBIQ a través de la activación de prácticas artísticas que interpelan los relatos hegemónicos, se realizó en la ciudad de Madrid en el año 2017.
[4] No existe sexo sin racialización es una publicación que nace del proyecto homónimo desarrollado en junio de 2017 en Intermediae, Matadero Madrid. El libro incluye textos e imágenes que abordan el cruce conflictivo entre disidencia sexual y antirracismo. A partir de la aportación de seis autoras y los materiales gráficos desarrollados en los talleres no mixtos (de personas racializadas y disidentes sexuales), este libro rabioso e indignado confronta la ideología colonodescendiente que configura las formas queer del feminismo euroblanco.
[5] Artista, escritora y transfeminista chilena residente en Barcelona. Estudió Bellas Artes y Estética, Documental, y es doctora en Comunicación Audiovisual. Forma parte del claustro responsable de la dirección académica del Programa de Estudios Independientes del MACBA.
[6] 12 de octubre de 1492: en la isla Guanahaní (Bahamas), desembarcan los tres navíos de Cristóbal Colón. El hecho será conocido como el «Descubrimiento de América».
[7] Colectivo y editorial mapuche feminista que realiza expresiones con características de plural y crítico en el movimiento feminista. Asumen una posición activa contra el patriarcado, el capitalismo y el colonialismo, identificados como estructuras de la subordinación y desigualdad de las mujeres y de los pueblos.
[8] Jota Mombaça, también conocida como Monstrx, K-trinx y Errátika (Natal, 1991), es una escritora y artista de performance brasileña que trabaja en torno a las relaciones entre monstruosidad y humanidad, los estudios queer, la diáspora, violencia y resiliencia, justicia anticolonial, ficción visionaria y tensiones entre arte y política en las producciones de conocimientos del Sur-del-Sur globalizado.
[9] El colectivo Coccinelle participó activamente en la despenalización de la homosexualidad en el Ecuador, en 1997. Las integrantes del colectivo Coccinelle fueron víctimas de tortura, violencia sexual, abusos sexuales y tratos crueles degradantes e inhumanos. El Estado violentó sus derechos y se exige una justa reparación integral; es fundamental solidarizarnos con su lucha, que es una puerta abierta para que otras personas tomen valor y denuncien los hechos ocurridos ante la Dirección de la Comisión de la Verdad.
[10] Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) es un establecimiento público de carácter no penitenciario en donde se retiene de manera “cautelar” y “preventiva” a extranjeros migrantes sometidos a expediente de expulsión del territorio nacional Europeo.
[11] La rabia se asume aquí como lugar de enunciación que responde al maltrato producido por el consciente e inconsciente colonial en sus diferentes formas de exclusión, violencia y muerte.
[12] La doloridad es un vínculo que une a las personas de la diáspora desde el dolor. En su libro Doloridade, publicado en el 2018, Vilma Piedade indica: “El concepto de doloridad nació de mi ansiedad sobre Sororidad, un concepto importante que subyace en el feminismo, sin embargo no me sentía incluida. Sabemos que cada concepto es circular, no es suficiente en sí mismo, y en esta discusión, doloridad contiene Hemandad, pero no siempre sucede lo contrario. Escribo para tratar de discutir el feminismo como escuchar y dialogar. Porque al apostar por el diálogo, por escuchar, por el feminismo dialéctico interseccional, me coloco como una mujer negra en el feminismo y por eso estamos hablando del feminismo negro”.
[13] Musa Michelle Mattiuzzi, intérprete, escritora e investigadora. Es licenciada en Performance de la Pontificia Universidad Católica de São Paulo. Participó en la 32ª Bienal de São Paulo, donde publicó el texto merci beaucoup, blanco! - experimento de fotografía de rendimiento.
[14] Matadero Madrid, Centro de creación contemporáneo, promovido por el Área de Gobierno de Cultura, Turismo y Desportes del Ayuntamiento de Madrid.
[15] Espacio transfeminista de Madrid.
[16] Programa Orientado a Prácticas Subalternas. El POPS es un espacio de experimentación crítica que parte de un cuestionamiento al racionalismo, al cientificismo y a la falsa objetividad del pensamiento eurocéntrico. Este programa de estudios propone un ejercicio educativo que pasa por el reconocimiento del cuerpo no-blanco, además de la imagen y la voz como núcleos epistémicos de conocimientos subalternizados. Espacio de reflexión crítica coordinado por el Ayllu desde 2018 en Madrid.
[17] Don’t hit a la negrx es una fiesta organizada por y dedicada a QPOC, una comunidad afectiva de personas queer migrantes y racializadas. Iniciada en 2018 por algunxs miembrxs del colectivo Ayllu y otrxs hermanxs racializadxs, la fiesta busca generar espacios de placer y conformabilidad para esa comunidad y poner en valor el trabajo artístico de personas no blancas. La fiesta ha tenido diferentes ediciones en espacios okupas y salones de baile latinos en Madrid y Barcelona, además de sus versiones online en tiempos de coronavirus.
[18] El Sindicato de Manteros y Lateros de Madrid está formado por trabajadorxs y luchadorxs migrantes que se han organizado para defender sus derechos #SobrevivirNoEsDelito.
[19] Sedoac, Servicio Doméstico Activo, reivindica la igualdad plena y el ejercicio de derechos sociales, políticos, laborales y civiles de lxs trabajadorxs del hogar.

Notas de autor

Eduardo Carrera Rivadeneira, coordinador (e) y curador en jefe Centro de Arte Contemporáneo de Quito. Programa de Estudios Independientes – Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona. Correo electrónico: eceduacr@gmail.com

- Máster en Gestión Cultural, Universitat de Catalunya, Barcelona.

- Licenciatura Artes Visuales PUCE, Quito.

Colectivo Ayllu, grupo de investigación y acción artístico-política formado por Alex Aguirre Sánchez (Ecuador, 1973), Leticia/Kimy Rojas (Ecuador, 1969), Francisco Godoy Vega (Chile, 1983), Lucrecia Masson (Argentina, 1981) e Yos Piña Narváez (Venezuela, 1984).

Información adicional

Cómo citar: Carrera, E. & Colectivo Ayllu (2020). Afectividades marrones y negras: conversación con el Colectivo Ayllu-Migrantes transgresorxs del Reino de España. En post(s), volumen 6 (pp. 182-195). Quito: USFQ PRESS.