Es la humanidad, estúpido

Juan Sebastián Baquerizo

Profesor Invitado. Espíritu Emprendedor MBA USFQ

x099444817@gmail.com

Los excesos, la carrera empresarial agobiante por competir y ganar dinero, el capitalismo salvaje, el bienestar entendido únicamente como capacidad de consumo, acompañado de la velocidad en la evolución tecnológica, han llegado a extremos que obligan a repensar sobre el significado de la vida, a preguntarnos qué hacemos y para dónde queremos ir, y ello consecuencialmente ha dado paso a distinguir con claridad las diferencias entre un emprendedor y un empresario. Las consecuencias vendrán con la cada vez más grande presencia de emprendedores en la sociedad, con nuevas herramientas y con libertades y búsquedas diferenciadas, haciéndose preguntas mucho más sofisticadas, que la marca de auto o de ropa que quieren en el futuro.

Hace dos décadas y poco, comencé mi ejercicio profesional, me gradué de ingeniero en computación, muy de moda para la época en que las computadoras representaban el futuro hecho presente y se programaba perforando tarjetas, pero casi de inmediato me alcanzó el aburrimiento de lo puramente técnico y prácticamente toda mi carrera asalariada, se desenvolvió en el área comercial vendiendo un intangible llamado software.

Esta circunstancia desarrolló en mí la necesidad de observar con atención y entender realidades empresariales diversas y a sus líderes. Desde esfuerzos familiares, luego convertidos en grandes empresas, hasta corporaciones multinacionales públicas y privadas, sus CEO's, CFO's,CIO's y demás C levels, así como también a los niveles intermedios.

De estas observaciones se fue revelando ante mí, la existencia de patrones similares que se repetían de empresa a empresa, entre funcionarios, indistintamente del giro e incluso de la ubicación geográfica de las mismas. Luego, se hacía fácil, sin necesidad de que hablasen, identificar quién era quién en una reunión, y a la postre poder también reconocerlos de izquierda o derecha, dependiendo de la relevancia de su hemisferio cerebral.

Esta información automática, ofrecía una ventaja sustantiva para la venta, y fue generando una suerte de adicción en la curiosidad de observar detenidamente para encontrar más similitudes, que me permitiera con mayor facilidad, no solo clasificar sino entender, la visión del ser humano que tenía en frente y poder así alinearme a ella para ganar efectividad en el proceso comercial. Mientras otros vendedores hablaban a los ejecutivos sobre la oportunidad, la cantidad de esfuerzo, los costos, la mano invisible, el profit, etc., yo ampliaba la intervención, indagando sobre los sueños, las alegrías, las frustraciones y en definitiva a qué destino querían arribar, dado que de todas maneras no evitarían la muerte.

Esta curiosidad me llevó, no solamente y por suerte, a encontrar mi vocación, sino poder identificar con claridad importantes diferencias entre un empresario y un emprendedor, y aquellas cosas que inevitablemente le ocurren a uno y a otro, y sobre todo las consecuencias fundamentales de este hecho en las estructuras organizacionales, en la educación, en la planificación estratégica, en la vida empresarial, y sobre todo en el futuro de las sociedades, y la creación de riqueza y construcción de valor.

Es claro para mí, que son necesarios y complementarios entre ellos, es el emprendedor un conquistador y el empresario un civilizador, con todas sus naturales consecuencias. El mundo requiere de ambos, sino el avance sería, en la práctica, imposible por la falta de innovación. Cuando se revisa la velocidad evolutiva en la tecnología, y otras áreas industriales, es evidente que hay un mucho mejor entendimiento entre conquistadores y civilizadores, revelándose que el espacio de intersección es la necesidad vital de diseñar a presión nuevos productos diferenciados, lo que exige, en su extremo, que, en todos los puntos neurálgicos de la cadena de valor, se encuentren los dos hemisferios del cerebro trabajando en total armonía. Esto cambiará de manera definitiva en el futuro. Cómo se estructuran los organigramas, y la calificación de un individuo y su perfil dentro de la Organización. Obligará a reformular muchos de los procedimientos actuales en las áreas de RRHH, y le dará cabida a gente que originalmente no contaba con las posibilidades de formar parte de un equipo, por circunstancias tan dispares como su inteligencia social o su formación académica.

Muchos brillantes pensadores del mundo moderno, han dejado una serie de conceptos, desarrollos y pistas sobre el futuro, de enorme importancia porque han cambiado cómo hacemos las cosas, pero al mismo tiempo han creado paradigmas que en muchos casos se han vuelto camisas de fuerza que pudieran estar castrando, o al menos retrasando, un renacimiento empresarial, que esté más alineado con el ser humano y su existencia. Es decir, han ayudado a imponer un contexto donde el bienestar puede ser solamente obtenido a través de la capacidad de consumo, y donde el medidor del bienestar está representado en marcas y para llegar a ellas, recetan el uso de mejores prácticas, que pueden y de hecho la mayoría terminan, promoviendo un karaoke empresarial.

Sin embargo, el leer a algunos de estos grandes, sumado a mis observaciones y la oportunidad de entablar largas y amigables conversaciones con seres humanos de diversas empresas, me fue revelando otros detalles. Entender que hay una clara diferencia entre emprendedor y empresario, cambiará la estructura de la educación en todo el mundo, de forma y fondo, y a todos los niveles. Obligará a encontrar formas de aprendizaje diferenciadas por tipo de personalidad; desde la escuela se deberán generar ejercicios de cómo lograr sintonías claves entre izquierdos y derechos, las escuelas de negocios tendrán, para justificar su existencia, que volver a campos más filosóficos y menos estructurados.

Desde luego, la planificación estratégica también se verá fuertemente impactada, pues la relevancia de las ventajas competitivas y su mejoramiento continuo, no son suficientes para cambiar el mundo, se necesitará no solamente un contenido estratégico, sino un componente de calidad del contenido, que estará íntimamente ligado a la visión del emprendedor y al ambiente de emprendimiento.

Hace unos años tuve la oportunidad de conocer y colaborar con Patch Adams, y la enorme diferencia entre el verdadero y el que conocimos a través de Robin Williams, me recuerda que hay igual asimetría entre lo que la gente entiende que es un emprendedor y lo que realmente es. Nada tiene que ver un emprendedor con el ejecutivo metrosexual vestido con trajes de marca, que toma riesgos increíbles en solitario, que motivados por el dinero son capaces de todo y tienen un don especial de carisma y suerte, y que a través de ello se han liberado de un jefe y son enteramente libres, ricos y famosos.

Los emprendedores que he conocido, tienen una increíble capacidad para ver en una situación múltiples posibilidades, sin fronteras, observan y escuchan con atención y al mismo tiempo simplifican todo en patrones, ven una realidad mucho más amplia, que a veces les hace ser confundidos como idealistas, o soñadores. Pero en realidad, he comprobado que son solo visiones más amplias y profundas de una realidad, y la ejecución de ellas pueden parecernos cambios violentos y determinantes, pero no son sino formas distintas, no solo posibles, sino necesarias. Necesarias porque el emprendedor cree firmemente que el mundo puede ser mejor, y para ello lo que es lógico o racional para otros, el status quo, carece de sentido, quieren no solamente engendrar esas nuevas ideas sino hacer que pasen, y pasen ahora, con lo cual aceleran los cambios, y no representa en su sentir riesgo alguno, porque se está cambiando para alcanzar lo mejor para el ser humano.

Esa imperiosa necesidad de cambiar lo que es, por lo que debería ser, es el motor del emprendedor, y muy rápidamente ejecutan su habilidad para ganar gente. A diferencia de los empresarios que buscan trabajadores, el emprendedor requiere activistas que se sumen a la causa, que compartan y enriquezcan el sueño, y sobre todo que contribuyan al valor que el emprendedor ha encontrado en su visión. También esto cambiará las asociaciones de trabajadores, nacerán redes sociales privadas y que tal vez deriven en nacionalidades, con propios valores y condiciones de trabajo propias y diferenciadas, haciendo innecesarias las leyes laborales, o al menos cambiando su naturaleza en gran medida.

Las ganancias del emprendedor no están directamente unidas al dinero, sino al logro, en general, medido por los impactos sociales de su emprender, en el impacto sobre su entorno, sobre los que se sumaron a la aventura. La filantropía será parte importante del equilibrio que exigirá el mundo del futuro, la re-distribución de la riqueza material, tal vez tome otras formas y evite la violencia y la inseguridad.

El emprendedor genera a través de la fuerza de su observación y la creación de valor, un ambiente de emprendimiento, donde constantemente se combinan la visión con la disciplina, es un equipo que unido por un sueño posible y común, se reparte las tareas: los activistas trabajan en la organización y ejecución de ellas, los evangelizadores lo hacen propio y predican el sueño, y en conjunto conquistan a los clientes, que se alinean en la visión y en vez de comprar un producto, compran una idea, compran un mejor mundo y se vuelven a la larga activistas y/o evangelizadores. El mercadeo y sus herramientas cambiarán su naturaleza, tendrán que segmentarse por nacionalidades valóricas en vez de territoriales, los atributos únicos de un producto, incluirán elementos emocionales e intuitivos, la responsabilidad social no será una opción, sino un elemento imprescindible para competir.

Encontré que aquellos emprendedores que han logrado cambiar su mundo, siempre mantienen un maestro, un amigo, alguien que generalmente desde afuera de la aventura, no le permite olvidar su razón de ser, ni traicionar su humanidad, lo cuestionan con las mismas preguntas que el emprendedor realiza para romper el status quo. Cambiará la naturaleza de las compañías consultoras de alto nivel, en adición a sistemas pragmáticos de medición de resultados, se necesitará nuevas métricas para medir la profundidad de un cambio radical, la transparencia y virtud de una iniciativa de emprendimiento, para mejorar la vida humana.

Muchas veces tuve la oportunidad de observar cómo la energía de un emprendedor, logra no sólo crear ambientes de emprendimiento, sino que logra construir una suerte de nacionalidad, que sobrepasa la necesidad de conseguir el cambio deseado y se convierte en una razón de ser, no es sólo un cambio en positivo, sino un estilo de vida. Cuando esto ocurre, se hace necesario rediseñar todo. Las industrias se ven obligadas a niveles de flexibilidad y velocidad de producción nunca antes imaginados, pequeñas industrias especializadas podrían desplazar a grandes industrias en serie, redes sociales de emprendimiento podrían ocupar grandes espacios de producción especializada para nuevas nacionalidades y estilos de vida.

También he observado muchos éxitos, he sido parte de ambientes y comunidades de emprendimiento, he emprendido, he acertado y también he fallado.

Luego de todo esto, estoy convencido de que la raíz, el nacimiento de un emprendedor, ocurre cuando hacemos conciencia de que el viaje es corto, de que inevitablemente estamos de cara a la muerte, de que el tiempo es contado, de que vale la pena vivir en un mundo mejor, que es urgente cambiar el status quo en positivo, y que para ello es preciso darnos el tiempo para disipar el ruido de la urgencia en nuestras mentes, trabajar en alcanzar la libertad a través del autoconocimiento, dominar el paisaje interior de qué somos, qué hacemos y qué queremos ser, y sobre todo observar con detenimiento y cuestionarnos sin apuro y con curiosidad, todo lo que pasa frente a nosotros, y querer mejorar la existencia del ser humano.

Interesantemente, estas observaciones contestan preguntas recurrentes, sobre si el emprendedor nace o se hace, sobre si se puede efectivamente enseñar a emprender, y para aquellos que están ligados a la educación, y también a la construcción empresarial, les obliga a repensarse, realinearse y reflexionar sobre el futuro inmediato y a mediano plazo. También deja a la vista, el por qué muchas empresas están naufragando, y también la necesidad urgente de seguir reflexionando sobre estos asuntos, y la ampliación de temas que se harán relevantes como: ¿puede el ego de un emprendedor acabar con una iniciativa de emprendimiento?, ¿cómo reconocer falsos emprendedores?, ¿qué responsabilidad y qué rol juegan los medios de comunicación en todo este cambio que ya está aquí?