Para discutir el desarrollo hoy en el Ecuador

Teodoro Bustamante

Profesor Universitario

teobustama@yahoo.com

Se muestra que el desarrollo es un producto cultural de cierto momento, y el rol determinante que en su discusión ha tenido la dimensión económica. Se menciona tanto algunos debates en lo económico como ciertas críticas a la insuficiencia de ese planteamiento.

Se sea la necesidad de ubicar a la discusión económica dentro de un contexto más amplio: la reflexión sobre la sociedad y la manera en la cual ésta produce valores de intercambio, y también símbolos y sentidos. Esto lleva a la relación entre cultura y desarrollo. Se constata lo débil del tratamiento de los temas culturales en nuestro país, atrapado en discusiones esencialistas que no permiten una visión crítica de nuestra sociedad, y por lo tanto tampoco identifican las causas de nuestros problemas.

Los conceptos de Desarrollo

El Desarrollo es una palabra que tiene algo de complicado. En el día de hoy, se ha hecho necesario ponerle casi siempre algún apellido. Es decir, se habla de desarrollo humano, desarrollo sostenido o sustentable. En otras ocasiones esta necesidad de complementar la idea de desarrollo se refleja en los prefijos: Eco-desarrollo. Etno-desarrollo. Esto nos muestra dos cosas contradictorias. Por una parte, el desarrollo parece tener una capacidad de convocatoria enorme, y por otra parece sembrar dudas. Muchas dudas, de manera tal que es necesario siempre poner palabras, calificativos aclaraciones que subsanen alguna deficiencia defecto o perversión que podría encontrarse en este término.

La contradicción es curiosa. Si alguien se atreviera a decir que es enemigo del desarrollo, no sólo corre el riesgo de hacer el ridículo, sino que es probable que se vea presionado a someterse a inspecciones sobre su salud mental. ¿Cómo puede alguien oponerse al desarrollo? Pero en realidad este concepto, tiene una acotación temporal que conviene recordar. Por una parte, hoy en día hay muchos escépticos que dudan de la conveniencia del desarrollo, y por otra parte en el pasado, este término, esta forma de expresar nuestros deseos y expectativas no era usado.

Esto nos lleva a constatar una realidad: la idea del desarrollo tiene una ubicación en el tiempo. Hubo un tiempo en el cual no se hablaba de él, y hoy día parece anunciarse que podrá dejar de ser útil. De hecho, ya hay autores que hablan de un post desarrollo. Algunos autores nos han mostrado que la palabra desarrollo, es un producto que surge sobre todo después de la segunda guerra mundial (Escobar 2005), y lo asocian a una forma de dominación internacional. En una perspectiva ligeramente diferente (Rist 2002) nos muestra que la idea de Desarrollo no es sino una versión de último momento del concepto ligado a la ilustración de progreso. Es decir, la idea de que con el transcurso del tiempo las cosas pueden ser mejores, o más bien dicho de que con la conducción adecuada siempre pueden ser mejores. Esta es una idea que en muchos sentidos parece como evidente. Los aviones de hoy día son mejores que aquellos con los cuales comenzaron a volar nuestros padres. Las técnicas quirúrgicas con las cuales hoy día resolvemos un problema de apendicitis, nos permiten superar esta dificultad en días, mientras que esta pudo ser la causa de la muerte de nuestros abuelos.

Sin embargo, ni el desarrollo ni el progreso han sido las ideas que han guiado el trabajo de la mayor parte de las sociedades en la Historia. Durante la mayor parte de la experiencia de la humanidad, las personas no tenían por aspiración este progreso, sino valores apreciablemente diferentes. Si examinamos textos antiguos, entre ellos por ejemplo el antiguo testamento veremos que lo que se expresa como aspiración máxima de los seres humanos son otras cosas. En primer lugar, está la descendencia. Tener descendientes que sean como las arenas de la mar o las estrellas del firmamento, parece el mejor premio que se puede prometer a alguien en los milenios que precedieron a la era cristiana. Esto está ligado a la idea de permanencia. Que existan templos, construcciones que resistan el tiempo parece ser otra de las máximas aspiraciones de los tiempos antiguos. Luego de esta aspiración de permanencia y de multiplicación, aparece una idea de fortaleza que se expresa en la capacidad de derrotar a los enemigos.

Muchas sociedades no han concebido la posibilidad de un continuo mejorar en las condiciones de vida de la población. A este respecto son interesantes las formas de pensar tradicionales de Chinos y de Mayas. Los primeros, en las perspectivas confusionistas valoraban sobre todo la permanencia, la fidelidad a un modelo social considerado como perfecto. Los segundos consideraban inevitables los ciclos de 52 años de crecimiento y destrucción.

Incluso en Occidente, la idea de progreso y de desarrollo no es sino un producto de una interesante evolución de las ideas, que tiene varios momentos. Por ejemplo, la idea renacentista, del regreso a una edad del oro, que se expresaba en pensadores tan importantes como Erasmo de Rotterdam, Francisco Vitoria, Pico de Mirándola, o de una manera más utópica en el propio Tomas Moro. Pero las esperanzas del renacimiento no fueron logradas, el mundo evolucionó hacia las formas de lucha, que adquirieron una crueldad extraordinaria en las guerras de religión, por lo cual la preocupación por el bienestar tuvo que esperar a que la Ilustración hiciera la promesa de que lo que los valores humanistas de renacimiento no lograron, lo podría hacer la razón.

Este principio que animaba el desarrollo de la Ciencia estaba logrando éxitos rotundos en la explicación del mundo de la naturaleza. Sus logros en el mundo de la sociedad llegaron de manera mucho más polémica, y no sin antes sufrir importantes mutaciones. La primera de ellas es que el objetivo que se propone, ya no es una edad del oro, una época de paz y hermandad de la humanidad, sino algo mucho más concreto, particular y en cierta medida egoísta, lo que se busca es la riqueza de las Naciones. Este es el título de la tercera parte del curso de filosofía moral con el cual hoy día se estima que Adam Smith inauguró la Ciencia Económica. Notemos que él no habla de Desarrollo, lo que hace es argumentar sobre una lógica natural del funcionamiento de economía que permitiría el aumento de la riqueza del conjunto y de cada uno de los miembros de una sociedad dada. En esta perspectiva la participación de los trabajadores siempre se consideraba marginal. Tal argumento es organizado más sistemáticamente por David Ricardo, quien básicamente apoya las medidas del libre cambio que tienden a lograr la especialización industrial de Inglaterra. Es él quien ve que el trabajo, al ser una mercancía más, tendrá un valor que girará, con transitorias oscilaciones, en torno a los límites de subsistencia de los trabajadores. Tal afirmación, que es más, desde el punto de vista ricardiano, una descripción de la realidad que una afirmación de valor, nos señala que en esa concepción de la riqueza de las naciones no se incluía un bienestar generalizado. (Ferguson 1974, Galbraith 1984).

Es cierto que, en estas perspectivas, el descubrimiento de las leyes naturales de la riqueza subyace una idea compartida con los valores de la Ilustración, esto es la idea del progreso Humano, la cual en Inglaterra anima el pensamiento utilitarista, que tanta influencia tendrá en los pensadores Económicos. Pero se trata de lograr una organización social basada en la Ciencia que automáticamente generaría la más racional organización de la sociedad que no necesariamente implicaría bienestar generalizado.

Son dos autores que siguen a la “escuela clásica”, concretamente John Stuart Mill y Carlos Marx, los que van a plantear de nueva manera el problema del bienestar para todos, y en el caso del último de estos autores una combinación de la reflexión económica con el pensamiento histórico de Hegel, que dará por resultado una concepción de la Historia Humana organizada en diversas etapas, los modos de producción.

Si bien Mill tiene un rol importante al replantear y cuestionar los principios clásicos según los cuales los trabajadores no tenían otro destino sino el vivir en los niveles de subsistencia, es en realidad la idea marxista de etapas en la evolución Histórica, la que recoge algunas tradiciones previas y otras del siglo XIX (Condorcet, Maine, Bachoffen) la que marcará más el pensamiento económico y en general el pensamiento occidental. La idea propia de la Ilustración de que una etapa de la razón garantizaría al ser humano un bienestar que le había sido negado en las etapas anteriores, es replanteada de manera tal que ya no es suficiente esa racionalidad en el desarrollo de la tecnología y capacidad productiva sino que debe referirse también a la organización de sociedad, la cual debe ser nuevamente transformada, llevando a cabo la Revolución que quedó inacabada con la Revolución Francesa y que fue derrotada en la comuna de París. Podríamos decir que la propuesta implícita es retomar la propuesta de la Ilustración de manejar racionalmente los asuntos humanos, y ahora llevar esa potestad al punto en que se la usa para confrontar los intereses, los privilegios, para hacer una reforma, que asuma la tarea radical de eliminar la fuente de las desigualdades, esto es ejecutar la revolución definitiva. En otras palabras, para el marxismo original el desarrollo se lo logra si y solo si se hace la revolución.

Pero la realidad impone matices y modificaciones, en efecto el hecho de que Lenin dirigiera la revolución en un país atrasado, le va plantear la necesidad de que en lugar de que el socialismo se convierta en la etapa posterior al capitalismo, tenga que ser un proceso revolucionario que haría posible el desarrollo de la producción que el capitalismo estaba negando. Lenin se convierte en admirador de algunos de los logros más ostentosos del mundo industrial occidental, la cadena de producción fordista, y las grandes obras de infraestructura.

Pero en Occidente la Economía tiene otro Desarrollo. Retomando la idea de los clásicos de que existe un orden natural, eficiente y adecuado, se va a intentar describir cual es la forma en que la economía debe funcionar para lograr ese máximo de eficiencia. Para ello la introducción de los instrumentos matemáticos va a proporcionar un sustento aparentemente científico, que dará a la síntesis de Marshall una solidez aparentemente incuestionable. Sin embargo quedan evidentemente varios problemas sin resolver, entre ellos el tema de las externalidades, abordado fundamentalmente por Pigou, el tema de la desigualdad, e inclusive la desigualdad óptima tratada por Pareto. Sin embargo, la crisis más importante del pensamiento de Marshall la generará la dinámica de la economía. Es la crisis del 29 la que suscitará la necesidad de explicar con otros instrumentos, lo que estaba sucediendo.

El debate en torno a la Ley de Say, que supuestamente aseguraba la generación automática de un mercado para toda la producción generada, fue asumido por Keynes, lo que dio origen a una recuperación del rol del Estado en el funcionamiento económico, que en realidad no era totalmente nuevo puesto que esta práctica, con cierta inspiración reformista, era corriente en la Europa Central y Escandinava.

La segunda Guerra Mundial replanteó el problema del Desarrollo, puesto que lo que entonces se veía como las fuerzas opuestas del poder mundial proponían y predicaban versiones rivales de lo que el desarrollo requería e implicaba. Por una parte, teníamos la versión Occidental que anunciaba, básicamente, que la fuerza fundamental para el desarrollo era el mercado, que podía, en ciertas circunstancias ser acompañado de intervenciones estatales de diversa profundidad siguiendo en ello una inspiración keynesiana, y por otra parte la versión Marxista, que proclamaba las ventajas de la racionalidad que podía lograrse con la planificación Estatal. En un determinado momento las economías socialistas lograron importantes logros en el desarrollo de la Industria pesada, lo cual creaba las condiciones reales para un intenso debate sobre las ventajas reciprocas de los dos sistemas (para una descripción de los logros iniciales de la Economía Soviética ver Mandel 1976 Cáp. XV).

Es en este contexto que surge un esfuerzo de sistematización y de periodización que se convertirá en una especie de referente obligado, para discutir los pasos de eso que comienza a llamarse ya el Desarrollo. Nos referimos a Rostow y sus famosas etapas del crecimiento Económico (Rostow 1963) que se plantean explícitamente como un manifiesto No comunista. El tema central de su análisis, efectuado desde la perspectiva de la Historia Económica, es la creación de un sector dinámico en la economía que sea capaz de generar un excedente abundante que puede luego ser invertido en el conjunto de la economía. El tema de la Acumulación ya planteado anteriormente por Marx, es el centro de un debate, que en América Latina es retomado por el complejo y diversificado campo de lo que sería el pensamiento cepalino y la teoría de la Dependencia.

Prebish, el fundador de la Cepal, se preocupa sobre todo de cómo los beneficios del progreso técnico, que según él son el motor de todo desarrollo, se distribuyen de manera diferenciada en el mercado mundial. Identifica la insuficiencia de los mecanismos espontáneos del Mercado para lograr el desarrollo en América Latina y propone un intervencionismo estatal, que debería cumplir múltiples funciones, desde asegurar la retención en este continente de los beneficios del progreso técnico, hasta forzar a las elites a un ritmo de inversión y acumulación más alto que aquel al cual estaban espontáneamente dispuestas. Estas posiciones no corresponden a una perspectiva revolucionaria, El pensamiento Cepalino a pesar de ser básicamente reformista, y tener como objetivo central un desarrollo capitalista que las clases dominantes latinoamericanas no parecían estar dispuestas a impulsar, fue combatido, pero aplicado con diversos niveles de coherencia por gobiernos reformistas, pero también por diversos tipos de dictaduras desarrollistas.

Más radical que el pensamiento cepalino es lo que se ha llamado la Teoría de la dependencia. A pesar de que las dos perspectivas comparten ciertos puntos de partida comunes, por ejemplo la preocupación por el deterioro de los términos de intercambio, la Teoría de la Dependencia es más radical, en cuanto asume que el desarrollo mundial del capitalismo es en sí el motor generador del subdesarrollo, y por lo tanto las clases que sirven de articuladoras de ese vínculo con el exterior son a la vez, las clases que imponen un orden político que frena el desarrollo y al mismo tiempo las que sirven de agentes a una dominación externa. Las consecuencias políticas de estas posiciones son fuertes, y evolucionan hacia un debate de izquierda muy enredado con las propuestas de los partidos comunistas, que retoman las tesis impulsadas, tanto en la Unión Soviética como en China, sobre el papel de las burguesías nacionales antiimperialistas, en los frentes amplios patrióticos, que impulsaban en una estrategia política fuertemente marcada por las alineaciones de la guerra fría.

Sin embargo, el resultado político concreto de tan diversa y ferviente producción de explicaciones sobre el proceso de subdesarrollo, no ha sido muy positiva. La sensación general de América Latina es que el saldo acumulado de los años de reformismo, y los de reajuste estructural, es básicamente negativo. Es posible señalar excepciones, en efecto a pesar de que la evolución general en el continente es de muchos retrocesos, las economías de Brasil y de Chile parecen haber ganado terreno, a pesar, especialmente en el último caso de haber sido el país que vivió experiencias más fuertes de reformismo socialista, y de contra-reforma radical neoliberal.

Tal vez esa sea una de las causas por las cuales la atención al problema del desarrollo se ha desplazado hacia los países que parecen haber encontrado la fórmula del desarrollo, el sudeste asiático es el ámbito geográfico adecuado para encontrarles. A pesar de que los éxitos de Corea del Sur, Taiwán, Singapur, y Hong Kong han sido proclamados como la demostración práctica de la superioridad de los modelos liberales por sobre los proteccionistas y estatistas, la interpretación de los contenidos reales de estas experiencias está abierta al debate. El papel de reformismo estatal en todas esas experiencias siempre fue muy fuerte,

Hay además otros cambios de rumbo en la discusión. Podríamos decir que en todo el debate que hemos referido hasta el momento, si bien hay una diferente concepción de qué es el Desarrollo Deseable (Revolución o progreso), las dos propuestas parecen competir en el mismo terreno: crecimiento, producción y tecnología.

Pero desde muy temprano, comienzan a surgir discursos sobre el tema del desarrollo que se ubican en otro terreno, se trata de criticar el desarrollo no desde la pregunta sobre cuál es el camino para lograrlo con mayor eficiencia, sino que se retoma una pregunta sobre el tipo de desarrollo deseado o buscado. Puede decirse que esta línea de reflexión sobre el desarrollo retoma la reflexión sobre la alienación de los escritos de juventud de Marx, y se expresa por ejemplo en la reflexión de la escuela de Fráncfort, pero hay también otras versiones, entre ellas nos parece que merecen una atención especial, las formas de resistencia pacífica desarrolladas por Gandhi. Hay, en ese proceso una identificación de problemas y vicios en el socialismo real y surgen los intentos de búsquedas de una superación del capitalismo que no caiga en la versión centralizada y estatista con los mismos problemas. Hay un cierto espacio para reflexiones sobre el tema de la gestión y propuestas autogestionarias.

Pero hay un autor que nos parece tiene una importancia especial. Schumaker, con su famoso “Small is beautiful”, inicia una tradición de cuestionamiento de algunas de las manifestaciones del desarrollo hegemónico (Schumaker 1974). Se trata de una crítica del enfoque centrado en las economías de escala, que no sólo pone de manifiesto los importantes desperdicios en que se incurre, al generar infraestructuras sobre-dimensionadas, que a la vez alejan cada vez más al productor del consumidor, sino que además muestra como las tecnologías de pequeña escala logran en ocasiones óptimos de eficiencia, que no están al alcance de las tecnologías industriales. Pero esto no es sólo un punto de partida, es además un punto en el cual se reencuentran algunas tradiciones de otro tipo, hay vertientes del anarquismo, de una visión que con algo de romanticismo evoca al productor autónomo, la idea de la autosuficiencia, algo derivado de los fenómenos del año 68. Todo un conjunto de experiencias de producción comunal, que van dando un contenido concreto a esas aspiraciones.

En esta dinámica surgirá luego una gama de posiciones teóricas, que reformulan el problema del desarrollo buscando, dar un sitio más importante a las necesidades, humanas. Así tenemos el surgimiento de los planteamientos de Manfred Max Neef y Amartya Sen, y a una relación no automática entre necesidades y la manera como estas son satisfechas, se nos invita a una reflexión sobre los “satis- factores” y como estos pueden tener diversas características, incluso negativas (Max-Neef 1986).

Todas estas perspectivas son la base de la idea de “otro desarrollo”, que no replica el desarrollo de los países Occidentales, en el cual se encuentran dos defectos centrales, el primero es su falta de autenticidad, el hecho de que incluso las poblaciones “beneficiadas” y que han logrado ese desarrollo, se encuentran sometidas a pobrezas humanas importantes, por su sometimiento a una esclavitud del consumismo, y en segundo lugar por estar basado en una depredación sobre los países empobrecidos y en definitiva a una destrucción de todo el planeta.

Este proceso se diversifica, y genera una multitud de exploraciones en las cuales se identifica la insuficiencia de los mecanismos de mercado para organizar y orientar todas las decisiones necesarias para la gestión de la sociedad. Se vincula a esto, la reflexión sobre la situación de las mujeres, y de manera muy importante el rol de las sociedades indígenas, en donde aparecen las distintas versiones del etno-desarrollo.

Una crítica de segundo Grado

Sin embargo, existe un nivel de crítica de segundo grado, en el cual la discusión no es ya la de cuáles son las características del desarrollo deseado, si no sobre la consistencia misma del concepto de desarrollo. Esta perspectiva se vincula al desarrollo de lo que se ha llamado la crítica post-moderna, que básicamente muestra que los objetivos sociales e inclusive elementos tales como los criterios de la objetividad y la verdad, son en realidad producto de una correlación de fuerzas. Tal vez el mayor exponente de esta perspectiva es Arturo Escobar, quien tiene dos trabajos especialmente relevantes para este tema. En primer lugar, en (Escobar 2004) se retoma la idea de (Rist 2002) de que las categorías de Desarrollo y Subdesarrollo más que ser instrumentos para describir la realidad, son herramientas para administrarla y en ello someter a las acciones que se desarrollan con esta justificación a un esquema de poder. Ese sometimiento establece a su vez categorías de identidad: las del desarrollado y el subdesarrollado que son ubicaciones diferenciadas y opuestas en un esquema de poder. El “desarrollo” crea y mantiene la subordinación de unos a otros y es esta subordinación una parte fundamental de la situación de precariedad en que viven los subdesarrollados.

A partir de esto se elabora lo que llamaríamos un segundo nivel, (Escobar 2005). En él se especifica de manera explícita un programa del post-desarrollo. Desde nuestro punto de vista el contenido de tal propuesta sin embargo no aprovecha todas las potencialidades del primer momento y se limita a lo que llamaríamos una acción defensiva de un repliegue comunitario. Esto se produce en un contexto en que tenemos tanto una revalorización de las dimensiones particulares y locales de los esfuerzos de Desarrollo, pero también una discusión en torno a la dinámica de la globalización que enfatiza un proceso de concentración de poder a nivel mundial. Se propone una comprensión de las dinámicas del Desarrollo, centrada en los efectos negativos de la expansión del capital que obtiene ganancias a partir de la destrucción sobre los pueblos del planeta entero y de la naturaleza misma (Moreano 2002)

La descripción que Escobar realiza de este Post Desarrollo, pone énfasis en dos elementos, el primero es el rol protagónico de los movimientos sociales, y esto se concreta en una lucha por replantear el problema de la verdad, como un campo de lucha política que nos lleva a un terreno de la pluralidad, y que se concretiza en las expresiones de la propuesta en torno a lo Alternativo, es decir, “modernidades alternativas y alternativas a la modernidad” (Escobar 2005 Pág. 21).

Sospechamos que lo que Escobar argumenta, no es en realidad una propuesta, sino una descripción. Tal vez este es el mundo en el cual ya estamos viviendo, y en ello tiene un rol central el concepto de lo alternativo. Desde nuestro punto de vista, al ser lo alternativo una argumentación negativa, es limitada. Tenemos por ejemplo que en su argumentación la Modernidad Alternativa y la Alternativa a la Modernidad aparecen casi como equivalentes, pero desde el punto de vista lógico son dos aseveraciones fuertemente diferentes, en el un caso se asume la modernidad, en el otro no. (1) Pero, por otra parte, la alternatividad implica diferencia, y básicamente nos lleva a la necesidad de definir una propuesta de desarrollo, que se define por diferenciarse de algo. Pero sería realmente ingenuo pensar que el Desarrollo “Hegemónico”, es monolítico, y sobre todo despreciar su capacidad para re procesar, los elementos que se le proponen como crítica. En efecto para poner un ejemplo, el tema de la situación de las mujeres, de las minorías raciales, del ambiente, de la infancia, de la calidad de vida, todos estos elementos se han incorporado progresivamente dentro de los propios discursos del Banco Mundial. Esto nos lleva o bien a la necesidad de entrar en una carrera de producción de “diferencias” de alternatividades, para lo cual cada vez debemos hacer gala de mayor ingenio y creatividad, y en muchos casos, nuestra alternatividad dependerá de nuestra capacidad discursiva, retórica. Es decir, seremos alternativos mientras podamos convencer a alguien y así convencernos a nosotros mismos de que nuestra propuesta es real y efectivamente diferente. Es evidente que en este terreno la comunicación tiene un rol importante, los símbolos, las oposiciones son la materia prima para producir esa siempre nueva y siempre en peligro de ser asimilada, alternatividad. Lo alternativo se ha convertido en un dispositivo de retórica.

Existe un camino distinto, el de simple y llanamente aceptar que, en este juego de la producción de las diferencias, el sistema de poder actualmente existente es el campeón. No hay diferencia o particularidad en el mundo, que este sistema no pueda asimilar, procesar y lógicamente con ello relativizar, incluso diríamos banalizar. Incorporar como factor a cotizarse en los mercados o como complemento de las retóricas cercanas a la demagogia de los discursos de la legitimación. Si aceptamos este punto de vista, no nos queda más que seguir buscando diferencias, particularidades, pero al mismo tiempo disfrutar de este orden, que es el que más diferencias parecería tolerar, incluso necesitar y generar.

Con esto lo que estamos señalando es que el discurso post-moderno del post desarrollo, corre en sí un alto riesgo de, o bien diluirse en la fragmentación, en negar la totalidad de la sociedad y por lo tanto negar las posibilidades de que la Sociedad se modifique, de que logremos mejores organizaciones sociales, o de convertirse en la ideología misma del sistema reinante en la medida que es la ideología del consumo de particularidad, de singularidades, que nos lleva a lo alternativo como bien a ser consumido.

Con ello queremos expresar que esta crítica si bien nos parece aguda y pertinente es su dimensión descriptiva, no satisface en cuanto las salidas que de ella se derivan.

La insuficiencia más grande de esta aproximación es que nuestro entender no ofrece instrumentos ni mecanismos que sean adecuados para pensar y entender la sociedad en su conjunto, porque en realidad se está renunciando a ella al arrinconarse en el refugio de la alternatividad. Y si queremos pensar a la sociedad en su conjunto, necesitamos incluir en esa comprensión, las dimensiones del cambio, como algo no meramente superficial, y además dentro del cambio, abordar el problema del crecimiento, y esto en sus diversas dimensiones, tanto demográfico, como económico a pesar de todas las dificultades que el crecimiento implica.

El debate lanzado por (Sen 1985), por (Max Neef 1986) ha puesto en evidencia que nuestros sistemas económicos no logran tomar en cuenta o incluir algunas de las más importantes variables relativas a la calidad de la vida en nuestras sociedades. Esto ha suscitado un deseo de poder desarrollar instrumentos económicos por los cuales incluir la diversidad de dimensiones de la vida social en instrumentos de medición cada vez más complejos y con capacidad de procesar más sutilezas. Es un esfuerzo, que desde nuestro punto de vista intenta en un cierto nivel superar una contradicción imposible. Los indicadores en cuanto tales tienen por función simplificar la realidad, a fin de permitir analizar su evolución o efectuar comparaciones.

El Producto Interno Bruto, es tal vez el caso extremo de tales simplificaciones. Se lo modifica para introducir las diversas dimensiones de lo que es la vida social, pero eso siempre es una tarea incompleta, y no sólo eso, sino que mientras más esfuerzos hagamos por mostrar la complejidad de la vida social, más difíciles de usar serán nuestros indicadores. Siempre tendremos resultados aproximados, no objetivos. De todas maneras, estos esfuerzos, a los cuales reconocemos utilidad, representan un tributo a la lógica cuantificadora que tanto peso ha tenido en la economía convencional. Creemos que hay otro camino que puede ser fecundo, y este consiste en asumir que la economía es solamente una de las variables de la vida social, que se refiere a los aspectos que pueden ser cuantificados a partir de determinadas técnicas y dispositivos sociales como son los relativos a las unidades monetarias.

Retomando una reflexión sobre el Valor

Este problema de la cuantificación de la economía, tiene estrecha relación con la valoración de la vida social, y tiene una estrecha relación con el problema del valor. A este respecto las discusiones tradicionales algo ambiguas en Smith, se mueven entre dos dimensiones, el llamado valor de uso y de cambio. Con Ricardo tenemos una propuesta que nos da una explicación del origen del valor. Es la famosa teoría del valor trabajo. Pero Ricardo propone otros elementos para plantearnos la teoría del valor. Es en su tesis sobre la renta de la tierra en donde nos topamos con elementos algo paradójicos, cuando nos dice que la renta de la tierra no es una consecuencia de la generosidad de esta sino de su mezquindad, nos está planteando de una manera diferente el tema del valor de uso. Pues nos está diciendo que el valor tiene siempre una relación con la necesidad. En este sentido para entender la producción del valor en la sociedad es indispensable tener una comprensión de las necesidades, y es por ello que los trabajos de Max-Neef y Sen tienen una especial relevancia.

Pero luego de Ricardo tenemos el aporte de Marx, quien hace evidente una especial situación, pues retomando la concepción del valor trabajo, nos confronta con los resultados algo paradojales que surgen de aplicar esta concepción a la más particular de las mercancías: el trabajo humano. Surge la teoría del plus valor, y la apropiación de este por las clases dominantes.

Pero en realidad esta comprensión que es tomada de Ricardo, tiene en el caso de Marx, un componente adicional y es que al considerar que el trabajo es la actividad por esencia humana, aquello que humaniza al ser humano, tenemos una propuesta del valor del trabajo que debería romper con los límites de la circulación mercantil, lo que se nos está proponiendo es que el trabajo tiene valor más allá de su precio, es decir del salario.

La propuesta implícita es que es la fuerza vital humana, no sólo la que crea el valor, sino también la que es el valor. Los desarrollos marxistas posteriores se centraron en el tema de cuál es la dinámica de esa extracción de plus valía, y en esa reflexión aparece como un tema muy importante el de los modos de producción, es decir las formas de creación y circulación de excedente, y como ello da forma al conjunto de la sociedad. Sin embargo, en todo este desarrollo hay algunos elementos que van quedando a la espera de un desarrollo más sistemático. El tema de la producción misma de los seres humanos quedó pendiente. Fue necesaria la revalorización de los trabajos de Chayanov (1985) para replantear el tema central de la producción misma de los seres humanos. (2).

Si bien la producción de seres humanos es una de las esferas del funcionamiento de nuestra sociedad que escapa a las reglas del intercambio mercantil, en realidad hay varias otras. En efecto además de mercancías, las sociedades tienen otros sistemas de intercambios. Esto es planteado por Claude Levi Strauuss (Levy-Strauss 1969) pero tiene una repercusión específica en el propio marxismo cuando estas concepciones son repensadas por una perspectiva que busca integrar los diferentes niveles de la sociedad. Esto es en parte la propuesta de Godelier (1973) quien reflexionando sobre la diversidad de las sociedades nos propone la idea de que las relaciones de producción, pueden estar insertas en esferas no económicas, por ejemplo, las ideológicas en la sociedad feudal, o las de parentesco en las sociedades de linajes del África,

Este replanteamiento fue llevado por Meillasoux (1977) al análisis del tema de los modos de reproducción de las sociedades, es decir al tema de cómo se regula el acceso a las mujeres que, en cuanto productoras de seres humanos, desempeñan un papel central en la producción de la sociedad. Esto llevó también a pensar que el proceso por el cual se producen nuevos miembros en las diferentes sociedades es muy diferente, requiere de diferentes esfuerzos, valores, pruebas.

Esto nos plantea, simple y llanamente, el hecho de que a pesar de que lo que cada sociedad produce cuando produce un hombre o una mujer está produciendo algo equivalente y al mismo tiempo no sólo distinto sino incomparable. Pero los seres humanos no somos entidades aisladas, somos humanos insertos en relaciones sociales, en procesos de significación humana. Esta significación incluye aspectos materiales, bienes, energía, pero en realidad lo fundamental es la producción de significado, que es la clave para producir valor humano.

Este recorrido por algunos conceptos de la antropología, tiene el sentido de plantearnos que en realidad las sociedades modernas no somos tan diferentes, tenemos como los bosquimanos o los esquimales que producir valor, pero no sólo eso, sino sobre todo las reglas, los juegos de significación que nos permite usar la producción de valor biológico, es decir la vida humana, para producir ese más de lo biológico que nos hace reconocernos como algo diferente. Ese más de lo biológico, que hace que el trabajo humano sea más que trabajo muscular, o que sea más que fisiología, eso que es culturalmente creado, lo que implica una porción de arbitrariedad, y dado que se refiere a la necesidad de procesar y significar la vida, la muerte, el goce y el dolor, también tiene una dimensión dramática.

En este sentido toda sociedad enfrenta un proceso dinámico de producir valor, y de maximizar esa producción, según sus propias leyes de creación de valor, que tienen dos características, la primera siempre tiene alguna relación con las de otras sociedades, ya sea porque el elemento común de la vida humana como aspecto de esa generación de valor es común a todas, pero esa misma dinámica exige enfrentar a las otras sociedades, diferenciarse de ellas. En segundo lugar, dado que existen permeabilidades entre las diversas formas de concebir y crear valor, las sociedades reciben valores de otras, a veces como “elementos exóticos” a veces como dispositivos cotidianos que garantizan su bienestar, en otras ocasiones como elementos negativos frente a los cuales buscan diferenciarse y oponerse.

Además de ello, toda sociedad está en un proceso dinámico, en el cual tanto sus elementos tecnológicos materiales evolucionan, como su población, su capacidad de producir, se modifica. En general si esos cambios van al aumento consideramos que eso en un progreso, pero queremos enfatizar que también hay una dinámica a otro nivel, y este es el de que el sistema de significaciones que producen el valor específicamente humano también se mueve, la sociedad cambia porque produce más, pero también porque va modificando los contenidos de aquello que consideramos un valor y de los procesos para crearlo.

Las Sociedades, tienen que maximizar la creación de valor, pero lo que es valor siempre está en cuestionamiento, práctico e implícito, ya que el valor humano, es un producto artificial. No sólo es artificial lo humano, nuestra cultura, sino que nosotros también damos valor humano a la Naturaleza a través de diferentes estrategias culturales (Descola 2003).

Con lo señalado hasta ahora, quisiéramos proponer dos esferas de funcionamiento de la sociedad. Por una parte, aquella que se refiere a la circulación de valores cuantificables en unidades de cambio, es decir en dinero. Este es el terreno de los economistas, pero eso no es toda la sociedad. Hay otra esfera, la de Cultura, que se ocupa de los significados, de los sentidos de las cosas. La versión usual es pensar que la cultura es un conjunto de objetos, a los cuales asignamos valor artístico, la obra de arte. Es así como surge una tendencia a identificar los problemas culturales como temas de patrimonio. Cómo consignar y preservar objetos, o cuando hablamos de patrimonio inmaterial, cómo tratar como si fueran objetos a leyendas, mitos o ritos.

El aceptar que la Cultura, es decir el sistema de codificación y significados es esencial al funcionamiento de una sociedad, nos tiene que llevar a entender que la modificación es el cambio de nuestra vida (lo que implicaría la posibilidad de llevar una vida de mejor calidad) No es posible sin una crítica cultural. Esto en cierta medida es algo que ha surgido también en una larga tradición que incluye desde los estudios sobre el cambio cultural (Steward 1970, Murphy 1977) hasta reflexiones más recientes sobre nuestra Cultura. Sin embargo, la reflexión sobre el tema está en general tan poco desarrollada, y tan contaminada por equivocadas maneras de plantear los problemas, que nos colocan a los ecuatorianos en una verdadera situación de dar palos de ciego en lo que se refiere a las propuestas de cambio, o en la comprensión de las dinámicas mismas de nuestra sociedad.

Para plantearlo de manera cruda. No hay tema sobre el cual se vierta más tinta que sobre los valores democráticos. Pero no hay nada que se haya dejado tan a un lado, como es el tratamiento de la fuerza y persistencia de los valores antidemocráticos en todos los estratos sociales de nuestro país. Las jerarquías, los autoritarismos, la invasión del otro, no son problemas de las leyes ni de las constituciones, sino de una práctica cotidiana que es multiplicada y exacerbada en la esfera pública es decir en la esfera de la política.

Mientras esta es la cultura cotidiana que vivimos todos los días, nuestros discursos sobre la identidad, siguen buscando piezas arqueológicas a las cuales nunca escuchamos, como testimonios de un pasado que nos convendría entender mejor, sino que simplemente convertimos en piezas sobre las cuales cargamos nuestra necesidad de diferenciación, sin entendernos a nosotros mismos. Seguimos desesperados buscando mitos, inventando reliquias. Así pasamos por las crisis y los desastres sin criticarnos, y por lo tanto sin abrir la puerta, para la posibilidad de un desarrollo, que sea simplemente una más rica, más consciente y más responsable realización de los valores humanos que podamos negociar respetuosamente entre nosotros. La parte económica, vendrá, si logramos tratarnos mejor en cuanto personas.

Bibliografía

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1 Podemos concordar que las dos expresiones se plantean una diferencia respecto a lo dominante, y en este sentido describe una búsqueda de un algo diferente, pero son confusas respecto a las características de ese objeto de la búsqueda.