Modelo de crecimiento económico austríaco basado en la estructura del capital

Dora de Ampuero

Directora del IEEP

dora.ampuero@ieep.org.ec

Los partidarios de las distintas escuelas de pensamiento económico tienen una preocupación como: como resolver los ciclos económicos que conducen a la falta de crecimiento económico. Los economistas keynesianos y los de la escuela austríaca tienen un debate permanente que se puede resumir en su posición con respecto a la existencia o no de un proceso de mercado que realice los ajustes necesarios ante los desequilibrios económicos que se presentan, El economista de la escuela austríaca, Roger Garrison ha desarrollado un modelo gráfico de macro economía de crecimiento económico donde trata de tender un puente entre estas dos posiciones, incorporando elementos keynesianos a los principios de subjetividad e individualismo de los austríacos.

Introducción

Descubrir las causas que hacen variar la producción de un país es un tema crucial que debiera abordarse antes de tratar los problemas de ciclos económicos, empleo, crecimiento económico, pobreza, que preocupan a los macroeconomistas contemporáneos. Tradicionalmente, los partidarios de las distintas escuelas de pensamiento económico, han puesto énfasis en respuestas contradictorias a la solución de estos problemas dependiendo de las diferentes teorías a las que se adhieren, pero la mayoría de ellos no le dan la debida importancia a la formación de bienes de capital para mejorar el nivel de vida de la gente. Se entiende por bienes de capital las herramientas, fábricas, infraestructura y recursos humanos que le añaden complejidad a las distintas etapas de producción y permite que los individuos tengan más y mejores empleos, mayores salarios y disfruten de bienestar económico.

Los economistas partidarios de la teoría macroeconómica desarrollada por John Maynard Keynes sostienen que los cambios en la demanda agregada afectan en el corto plazo la producción real y el empleo, porque asumen que los precios, incluyendo los salarios, son bastante rígidos y hay muchas inflexibilidades en los mercados. Vivimos en el corto plazo, no se sabe que pasará en el largo plazo y, al final, ¡todos estaremos muertos! Siguiendo este razonamiento, apoyan políticas monetarias inflacionistas y expansivas de gasto público; esto significa que el gobierno inyecte dinero a la economía con el objetivo de ampliar el consumo y la producción que son elementos claves en el proceso económico.

Los modelos de crecimiento keynesianos incluyen los llamados efectos multiplicadores, esto es, la producción aumenta por un múltiplo del cambio original del gasto que lo causó. Basada en estos supuestos, lo que hoy se conoce como Macroeconomía, el estudio de la economía de un país o región empleando magnitudes colectivas globales, como la renta nacional, las inversiones, el comercio, etc., se ha convertido en una cadena de argumentos a favor del intervencionismo del estado, del dirigismo y la planificación centralizada que ofrecen amplio campo de acción a los políticos populistas.

Por otra parte, los economistas que pertenecen a la tradición de la Escuela de Economía Austríaca proponen un modelo de crecimiento económico basado en la inversión de bienes de capital, cuyo núcleo central lo componen los empresarios en los mercados libres, alertas a las oportunidades de beneficio en un marco de respeto a la propiedad privada y a las instituciones de un estado de derecho. En esta visión se concede gran importancia al papel del empresario en la formación de bienes de capital, motor de la innovación y el progreso. Se asume que al intervenir el estado en los procesos de mercado, dirigiendo los procesos productivos e intentando planificar la vida de los ciudadanos, distorsiona el funcionamiento de la economía. Un entorno de libertad es fundamental para promover el crecimiento económico de los individuos quienes, persiguiendo sus propios intereses, logran sin proponérselo el bienestar de la sociedad.

Los economistas de la Escuela Austríaca adoptan un punto de vista microeconómico, es decir, sus análisis parten de un estudio de las elecciones que hacen los individuos y los empresarios, y la influencia que ejercen las acciones de los gobiernos en estas decisiones. Por esta razón, han demostrado escaso interés en los análisis de carácter agregado macroeconómico que ocultan las raíces de los problemas; por lo tanto, no se justifica dividir la economía en compartimentos separados de micro y macroeconomía. Para ellos no existe una ciencia macroeconómica diferenciada como tal. Esto no implica que algunos representantes de la Escuela de Economía Austríaca no utilicen agregados. Lo hacen, pero sin dejar de reconocer que estos agregados tienen fundamentos microeconómicos. (1)

A pesar de esta aversión al razonamiento macroeconómico de los economistas austriacos, el profesor Roger Garrison, uno de los más importantes exponentes de esta escuela, ha elaborado un modelo gráfico de una teoría de crecimiento económico austríaco, combinando las distintas etapas del proceso productivo, con conceptos desarrollados por los keynesianos y los austriacos. (2) Crucial en este análisis es lo que sucede en las distintas etapas de la producción. Para los keynesianos, en el corto plazo -que es lo que importa- las magnitudes de inversión y consumo se mueven en la misma dirección, las dos hacia abajo en la recesión, o ambas hacia arriba, hacia el pleno empleo de los recursos e incluso más allá en una espiral inflacionaria. Para los economistas austriacos, frente a cambios en el crecimiento de la economía, tanto el consumo como la inversión pueden moverse en sentidos opuestos. Sus estudios demuestran que la intervención del estado -una política crediticia, por ejemplo- es en la mayoría de los casos, la fuente de distorsiones en la asignación intertemporal de los recursos y puede ser, por ello mismo, causa importante de los ciclos económicos.

Es importante aclarar que Keynes no ignoraba el papel del tiempo y el conocimiento. El reconocimiento del poder de las “fuerzas oscuras” era clave para su concepción del sistema económico, el índice de inversión podría “estar sometido a olas de sentimientos optimistas y pesimistas”. Además Keynes apreció la importancia del subjetivismo para decisiones de producción a corto plazo que se “vean influenciadas por el coste de uso”. Su afirmación sobre las fuerzas oscuras del tiempo y la ignorancia la hizo tratando de defender la intervención gubernamental en la inversión. Nunca aprendió las limitaciones que el tiempo real y la ignorancia ocasionan a los políticos. (3)

Este artículo persigue un doble objetivo. El primer objetivo es tratar de explicar brevemente los principios en que se ha basado desde sus inicios la teoría de Crecimiento Económico de la Economía Austríaca y en ese marco conceptual, resaltar el aporte del modelo gráfico elaborado por Roger Garrison y su esfuerzo por crear un puente entre escuelas de pensamiento y filosofía distintas. El segundo objetivo es incitar al lector a leer las obras originales y a pensar críticamente sobre los temas que se debaten en los círculos académicos. No hay duda que el debate intelectual entre Keynes y Hayek y las implicaciones políticas de sus teorías, cobran actualidad hoy más que nunca, como lo veremos en las reflexiones finales de este trabajo.

El subjetivismo y el individualismo metodológico en una economía de capital

Los economistas de la escuela austriaca fundamentan sus análisis en dos axiomas praxeológicos que se derivan de la naturaleza del ser humano: individualismo metodológico y subjetivismo. (4) El individualismo metodológico considera a la persona como el centro de la actividad económica. Carl Menger, el fundador de la Escuela de Economía Austriaca, fue el primero en dar una explicación sobre este tema cuando afirmó que la economía nacional no es el resultado de las acciones de la nación como tal ni de un gobierno en particular, sino de los esfuerzos económicos de innumerables individuos. En su obra "Investigaciones sobre el método de la Ciencias Sociales y de la Economía Política" ofrece un buen sumario de su posición: “El fenómeno de la "economía nacional" no significa una directa expresión de la vida de una nación como tal o resultados directos de la acción de una ‘nación económica'. Ellos son, más bien, los resultados de los esfuerzos económicos de innumerables individuos en una nación, y por lo tanto no se pueden poner al alcance de nuestra comprensión teórica desde el punto de vista de la ficción mencionada. Más bien, el fenómeno de la economía nacional como se nos presenta en realidad es el resultado de los esfuerzos económicos individuales, por lo tanto, deben interpretarse teóricamente en esta perspectiva". (5)

Los resultados de las acciones individuales no se pueden predecir con exactitud porque surgen como el producto no intencionado y espontáneo de las relaciones sociales. El mercado es uno de estos “órdenes espontáneos”, que surgen sin que nadie los haya diseñado, sino como producto de las relaciones entre los individuos que participan en intercambios voluntarios, constituyen proceso de descubrimiento, aprendizaje e información. Ningún individuo o empresa puede saber anticipadamente, como organizar óptimamente la producción, qué productos fabricar o incluso qué materias primas debe emplear. Todo esto lo va aprendiendo en el curso de su acción empresarial, de sus percepciones sobre los elementos cambiantes de su entorno y de las necesidades de los consumidores. Para los economistas de la Escuela Austriaca, el hecho que hay que explicar en Economía es cómo actores con diferentes expectativas e información son capaces de coordinar su conducta a pesar de esas diferencias y el anonimato existente en los mercados.

El individuo actúa para satisfacer una necesidad, para pasar de una situación que él percibe menos ventajosa a otra más ventajosa, por lo tanto, siempre está valorando mentalmente las distintas alternativas. Esta valoración se da de acuerdo a la satisfacción que le proporciona escoger una cosa, de consumir algo en el presente o en el futuro, tomando en cuenta que estas valoraciones cambian constantemente. Los cambios en las preferencias y demandas de los consumidores se reflejan en la actividad de los empresarios quienes tienen que estar alertas para evaluar sus estrategias de producción y satisfacer las nuevas demandas. Los actos de producción muestran una relación fundamental con los futuros actos de consumo que la producción hace posible. A medida que se incrementan las interrelaciones entre los individuos, los intercambios en las distintas etapas de producción crecen en complejidad, aunque siempre se mantiene la relación entre el valor previsto de los bienes con el tiempo que toma entre consumirlos y producirlos.

En el análisis de la estructura del capital, las preferencias intertemporales y las percepciones individuales adquieren gran importancia. Esto está estrechamente relacionado con una categoría de la acción humana: las personas prefieren consumir en el presente en lugar de consumir en el futuro. Este es un factor subjetivo porque encontraremos en el mercado individuos cuya preferencia temporal es muy baja y otros con preferencial temporal muy alta, encontramos individuos que renuncian al consumo presente por disfrutar de un valor adicional en el futuro. Así mismo, observamos que tan pronto se satisfacen las necesidades actuales, la gente comienza a ahorrar una parte de los bienes de consumo existentes para disfrutarlos más tarde. Ahorrar es el primer paso en el camino que conduce hacia todo bienestar material y al que hay que recurrir ineludiblemente para cualquier ulterior progreso. El sacrificio de restringir el consumo queda compensado por el disfrute posterior de los bienes ahorrados, además que permite disponer de mayor cantidad de los mismos bienes o crear otros nuevos, que sin ese sacrificio no se hubiera podido tener. Posponer el consumo permite al individuo proyectarse hacia objetivos más lejanos. Le es posible ahora aplicar sistemas de mayor productividad por unidad de inversión, que aquellos que toman menos tiempo, pero son menos productivos. (6)

La diferencia entre consumir hoy y postergar el consumo al futuro es lo que los economistas austriacos han denominado interés originario. Este refleja la preferencia temporal en la relación entre el valor que el individuo atribuye a satisfacer una necesidad en el inmediato futuro y el valor atribuido a dicha satisfacción en épocas más distantes. La tasa de interés originaria es fruto de valoraciones subjetivas que cambian y fluctúan frecuentemente, orienta las actividades inversoras de los empresarios, determina el periodo de espera y de producción en las ramas industriales y manufactureras.

El tipo de interés de mercado difiere del interés originario porque refleja no solo la preferencia temporal del sujeto actuante, sino también la prima de riesgo que corresponde a la operación de que se trata, y la inflación esperada, es decir, la pérdida o incremento del valor adquisitivo de la moneda en el futuro. El interés pagado por el empleo de bienes duraderos y el abonado por créditos de consumo es también, como todo interés, consecuencia del mayor valor atribuido a los bienes presentes que a los futuros. Toda concesión de crédito es una acción empresarial especulativa de inciertos resultados. El que presta dinero a otro sabe que puede perder todo o parte del principal y este riesgo condiciona los términos del contrato (7).

Acorde con su análisis individualista y subjetivo, los economistas de la escuela austriaca siempre se han sentido molestos con los agregados y con la separación entre micro y macroeconomía. Mises y Hayek calificaron la revolución marginalista (8) como una rebelión microeconómica, un triunfo de la teoría micro sobre la macro. Tanto es así, que acometieron la gran tarea de reescribir la teoría monetaria a la luz de la microeconomía moderna por considerar la tradicional teoría monetaria cuantitativa mecanicista y agregativa (9) Israel Kirzner uno de los líderes contemporáneos de la escuela de economía austriaca concuerda con esta posición y afirma que los recientes estudios sobre la macroeconomía austriaca no encajan en el subjetivismo de Mises. (10)

Si bien el modelo gráfico de crecimiento económico de la escuela austriaca elaborado por Garrison supone para algunos economistas de esta escuela un quiebre radical con esta tradición, otros opinan lo contrario. Richard Ebeling y Joseph Salerno se expresan positivamente con respecto al trabajo de Garrison afirmando que provee un aporte sustancial y una elaboración gráfica del análisis macroeconómico austriaco que ha faltado tanto durante estos años. (11) Roger Garrison se convierte en el primer economista austriaco en tratar de exponer en gráficos interrelacionados el proceso de formación de capital y las distorsiones que las manipulaciones monetarias causan en el proceso de mercado, provocando ciclos económicos de crecimiento y de depresión. Para ello se apoyó en el triángulo hayekiano que representa la estructura intertemporal de la producción y en el trabajo de Murray Rothbard, “Aggregate Time Market” que representa el mercado de bienes presentes y bienes futuros, reflejando los cambios en la preferencia temporal y la determinación de la tasa de interés. Ya en este primer intento Garrison demostraba que utilizando estas herramientas era posible comparar las diferentes doctrinas económicas como aquellas de la escuela Austriaca y la Keynesiana, y enfatizar los denominadores comunes. Con este punto de partida y durante los siguientes veinte años, Garrison escribió numerosos artículos, a través de los cuales ha ido desarrollando su visión de la Teoría Austriaca del Capital. (12)

Hoy podemos encontrar todo el esfuerzo de Garrison en un sistemático volumen publicado bajo el título “Tiempo y Dinero: La Macroeconomía de la estructura del capital”. En los distintos capítulos que comprenden la extensa obra, se confronta la macroeconomía basada en el trabajo característica del keynesianismo y del resto de escuelas, con la macroeconomía basada en el capital de los austriacos y encuentra que las dos escuelas comparten un común denominador: la preocupación por temas centrales como los problemas de tasas de interés, los ciclos económicos y el crecimiento económico. El aparato analítico de Garrison aborda estas variables sin descuidar los fundamentos de subjetividad e individualismo que caracterizan a la escuela austriaca.

La Figura 1, titulada la Macroeconomía de la Estructura del Capital, representa una economía totalmente privatizada o el sector privado de una economía mixta cuyo presupuesto del sector público se mantiene en equilibrio. Se parte de una situación que funciona para luego identificar cuáles son las variables relevantes que causan que el producto final cambie en el tiempo (14). De hecho, los postulados de la economía austriaca establecen que en ausencia de políticas perturbadoras, del intervencionismo del estado, si existe un estado de derecho, un marco de respeto institucional, las economías crecen y se desarrollan.

Garrison presenta tres gráficos que representan (1) el mercado de fondos prestables; (2) la frontera de posibilidades de producción; y (3) la estructura inter temporal de la producción. La novedad de la macroeconomía basada en el capital radica en su integración y aplicación. Estos gráficos ensamblados y a través de sus movimientos le permiten llegar a conclusiones con respecto al crecimiento a largo plazo, cambios en la asignación de recursos y en la tecnología, variaciones en las preferencias intertemporales, expansiones y depresiones.

Garrison expone argumentos que le permiten tender un puente entre las diferentes posiciones de los economistas de las escuelas keynesianas y austriacos. Afirma que hay un número casi infinito de posibles cambios en las preferencias individuales que se manifiestan en incrementos o disminuciones de las demandas de bienes y servicios concretos y son un asunto propio de la microeconomía; pero así mismo se pueden identificar cambios en las preferencias que, por su propia naturaleza, tienen consecuencias sistemáticas para el producto final de toda la economía. Estos cambios en las preferencias que son propias de la macroeconomía están relacionados casi exactamente con los agregados macroeconómicos tradicionales del empleo, el dinero, el ahorro y la inversión.

A continuación, se explicará en forma muy sucinta las características de los elementos que componen el modelo de macroeconomía del capital de Garrison. (15)

El mercado de fondos prestables

La oferta en este mercado representa el préstamo al consumidor en términos netos. Es ahorro en sentido macroeconómico porque es el ahorro de todos los que perciben rentas que lo ponen a disposición de la comunidad empresarial para financiar la inversión, facilitar la acumulación de capital y expandir la estructura productiva de la economía. Mantener activos líquidos (i.e. dinero en efectivo) constituye ahorros en el sentido de que no se consumen, pueden transformarse en fondos prestables o no y se pueden incorporar a la demanda de dinero, pero esta preferencia por la liquidez no es un foco de atención principal en el análisis.

La demanda de los fondos prestables representa, a su vez, las intenciones de los prestatarios, (empresarios) de participar en la producción de la economía, usando estos fondos para invertirlos en el proceso productivo. En este contexto esta inversión no se refiere a los instrumentos financieros (acciones, certificados, pólizas, derivativos) sino a fábricas y equipos, herramientas y maquinarias, esto es bienes intermedios, así como bienes duraderos y el capital humano. Las percepciones y planes de los empresarios que operan en los diversos momentos de la producción, juegan un papel vital porque sus decisiones de inversión tienden a homogenizar la tasa de interés disponible en el mercado de préstamos, concebido en sentido estricto y las tasas de interés implícitas en los precios relativos de los productos finales en comparación con los bienes intermedios en las etapas productivas. Las oportunidades de obtener beneficios en el proceso de mercado se derivan precisamente de estos diferenciales de tasas de interés en los comportamientos de los bienes intermedios y los productos finales. (16)

Para Keynes el ahorro no juega un rol fundamental. Le interesa más el consumo. En su opinión, la renta mantiene una relación estable con el consumo. Si se ahorra, inducido por una tasa de interés alta, se disminuye la renta y consecuentemente se reduce el consumo. Cada intento de ahorrar más reduciendo el consumo afectará a las rentas de modo que el intento necesariamente se anulará a sí mismo. El ahorro en sí no es un problema. Lo que pone a la economía en una espiral descendente es la falta de inversión. Para evitar estos desequilibrios ocasionados por las fallas del mercado, se sugiere la acción del estado (17).

Las diferencias entre las visiones keynesianas y hayekianas sobre la macroeconomía, pueden resumirse con respecto a la existencia o no de un orden espontáneo, de un proceso de mercado que realice los ajustes necesarios. Los supuestos keynesianos sobre una rigidez de la estructura de la industria, la creencia de que no existe un orden espontáneo de mercado que funcione, no ofrece más alternativa que acceder a las políticas del estado para corregir los problemas de la economía.

En la macroeconomía del capital, el ahorro tiene un rol distinto. Significa la acumulación de poder de compra para ejercerlo alguna vez en el futuro. Puede ser que los mismos ahorristas no conozcan por qué ahorran o cuándo pretenden consumir. Las demandas futuras de los consumidores no están determinadas. No se conocen los riesgos y desafíos que traerá el futuro. Ni nuestras expectativas de vida. Incrementar el ahorro ahora nos ofrece la oportunidad de consumir luego y en esa postergación del consumo surge la rentabilidad de los recursos designados para ello.

Los procesos de mercado, afirma Garrison, no funcionan automáticamente como dice la teoría convencional del crecimiento y no fracasan automáticamente como dicen los keynesianos en la paradoja del ahorro. Garrison a continuación expone su segundo elemento, la frontera de posibilidades de producción, que va a ayudar a configurar la macroeconomía basada en el capital.

La Frontera de Posibilidades de Producción (FPP)

La frontera de posibilidades de producción (FPP) se la usa generalmente para señalar las alternativas de producción (mantequilla versus cañones), generalmente relacionadas con el tema de la escasez de los bienes y la posibilidad de utilizar unos en desmedro de otros, pero no se la ha integrado al análisis keynesiano ni al clásico. La FPP se la utiliza para comparar el crecimiento económico de los países a lo largo del tiempo. Garrison adapta este gráfico para explicar el trade off entre los agregados convencionales de consumo, inversión y ahorro (C, I y S) y la oferta y demanda de fondos prestables (I). Al contrario de las construcciones convencionales, Garrison toma la inversión en términos brutos y considera el mantenimiento del capital así como la ampliación del mismo. En algún punto de la frontera de las posibilidades de producción la inversión bruta compensa la depreciación del capital. Si no hay inversión, la economía se encuentra estacionaria. Las combinaciones de consumo e inversión situadas al noroeste del punto de no crecimiento implican una expansión de la FPP y las combinaciones al sureste señalan una contracción.

Cuando se aplica la FPP a una economía mixta hay que incluir el gasto del gobierno (G) y de los impuestos (T). Según la teoría keynesiana, el gasto total de una economía mixta está compuesta por la suma de tres componentes: E = C+I+G. El consumo es el componente estable; la inversión es el componente inestable; y el gasto del gobierno es el componente estabilizador. La concepción del modelo conduce de manera inmediata a la conclusión de que ante cambios inesperados en la inversión, el gobierno contrarrestaría los desequilibrios que una economía totalmente privada no podría lograr por sí misma. El nivel de impuestos ayudaría a estabilizar la economía.

En un modelo de economía semiprivatizada basada en el capital, habría que hacer algunos considerandos distintos a los señalados anteriormente a fin de incluir el gasto del gobierno y los impuestos. En el caso más simple, el gobierno adopta un impuesto fijo per cápita y gasta los ingresos al margen de las actividades privadas, manteniendo un presupuesto equilibrado (G = T). En ese caso, la FPP representa las posibilidades de producción que restan luego que el gobierno ha tomado recursos privados para emplearlos en el sector público. Una parte del gasto público, por ejemplo, aquella financiada con préstamos, puede añadirse a la demanda de fondos prestables y se la puede representar gráficamente redenominando el eje horizontal del mercado de fondos prestables como I+Gd donde Gd es el déficit financiado del gasto público. Estos dos componentes se suman porque son parte de la demanda de fondos prestables e inciden sobre el tipo de interés, el cual afecta a la asignación intertemporal de recursos.

Como en todo modelo de esta naturaleza las aplicaciones no son absolutas y muchos componentes se dejan sin especificar

porque son estructuras simples con carácter pedagógico que tienen poco que ver con las complejidades del mundo real. Para resaltar algunos de los problemas que hacen que el modelo austríaco sea valioso para la macroeconomía, los bienes de capital deben separarse de los bienes de consumo. El capital debe ser heterogéneo y los diferentes bienes de capital deben estar relacionados unos con otros por varios grados de complementariedad y sustituibilidad, que son conceptos altamente desarrollados por los economistas austriacos. Para tratar de los movimientos, a lo largo y más allá de la frontera de la producción, se requiere una explicación de la estructura intertemporal de la producción que es el tercer elemento de la macroeconomía basada en el capital desarrollada por Roger Garrison.

La estructura intertemporal de la Producción

El análisis de la estructura de la producción incorporándole el tiempo es una contribución auténticamente austríaca. Las diferentes etapas de la producción como se estudian en los libros tradicionales de economía señalan referencias a la secuencia de las etapas productivas solamente para alertar contra la posibilidad de contar doblemente en los agregados de las cuentas nacionales y destacar la dimensión del valor del proceso de producción, pero no la dimensión del tiempo. Generalmente se resta el valor de los insumos del valor del producto en cada etapa para tener así “el valor añadido”. En contraste, la macroeconomía basada en el capital incorpora tanto la dimensión del valor como la dimensión del tiempo. La producción es un proceso que requiere tiempo. Esto se observa en el triángulo hayekiano como una secuencia de etapas que muestra la heterogeneidad del capital y el tiempo.

En el triángulo hayekiano, a la izquierda de la fig. 1, el lado horizontal del triángulo representa el tiempo de la producción. El lado vertical mide el valor de la producción de los bienes de consumo. Las distancias verticales desde el eje del tiempo a la hipotenusa representan el valor de los bienes en proceso de producción. “El valor de un bien intermedio, por ejemplo, es sistemáticamente descontado con relación al producto terminado, por dos razones: (1) deberán añadirse inputs posteriores y (2) la disponibilidad de los productos terminados está a cierta distancia en el futuro. Dicho de otra forma, la pendiente de la hipotenusa representa el valor añadido (por el tiempo y el factor input) de un modo continuo. La elección, aquí, de una construcción lineal sobre otra exponencial mantiene la sencillez de la exposición sin pérdida significativa de ningún aspecto relevante.” “La construcción hayekiana puede ampliarse hasta incluir todas las formas del capital que integran la estructura productiva de la economía. Nos permite ver que las actividades mineras están muy alejadas en el tiempo de los bienes de consumo que aparecen, por último, como el resultado final del proceso de producción consumidor de tiempo mientras que las operaciones de venta al público están en relativa proximidad temporal al producto final.” (18).

“La dimensión tiempo que aparece de forma explícita en el lado horizontal del triángulo hayekiano tiene una doble interpretación. Primero puede describir bienes en proceso de producción moviéndose a través del tiempo desde el origen a la terminación del proceso productivo. Segundo, puede representar las diferentes etapas de la producción que existen actualmente, cada una de las cuales apunta al consumo en distintos momentos del futuro. Esta segunda interpretación contiene la representación más sencilla de las relaciones de la macroeconomía basada en el capital”.

Como enfatiza Garrison en su modelo de la estructura del capital, el valor de todos los bienes intermedios que se utilizan en cada una de las etapas de la producción, se derivan del valor que los consumidores ponen en el producto que se está produciendo. Idealmente, los planes de producción empresariales asignan los bienes en una estructura de capital para producir el bien final en la forma más eficiente. Pero, en la realidad, ¿de qué manera saben los empresarios cómo asignar los recursos en la forma más eficiente? Si los bienes de capital fueran homogéneos, se pudieran usar en cualquier producto que los consumidores quisieran. Si se cometen errores, se podría reasignar los recursos rápidamente con un costo mínimo, producir el deseado producto final. Pero los bienes de capital son heterogéneos, una fábrica de carros puede hacer carros, pero no computadoras. El intrincado balance de los bienes de capital para producir bienes de consumo depende de las señales del mercado y del cuidadoso cálculo de los inversionistas. Cuando se distorsiona el sistema de precios, los inversionistas cometen errores en la asignación de sus bienes de capital. Una vez que se descubre el error, los empresarios reasignan las inversiones, pero en el interino, se pierden los recursos, y se pierden las posibilidades de crecimiento económico.

REFLEXIONES FINALES:

Hemos visto que la macroeconomía del capital se fundamenta en los procesos de inversión que están estrechamente relacionados a la formación de bienes de capital. Mucha gente se pregunta por qué los trabajadores que ofrecen sus servicios en otros países ganan más y acceden a un nivel de vida mejor. Cuando un ecuatoriano viaja a los Estados Unidos o Europa gana más. Cuando regresa a su país, sigue ganando lo mismo. La diferencia está en la cantidad de bienes disponibles por unidad de población de que disponen los países desarrollados, no en la inferioridad personal o la ignorancia de los subdesarrollados.

Estos bienes disponibles son los bienes de capital son las herramientas, las fábricas, la tecnología que se usa en los países desarrollados. Si una persona trabaja con herramientas mejores y más eficientes puede rendir en una hora mucho más que otra que trabaja con herramientas peores o deficientes. Todas las políticas de un país cuyo objetivo sea mejorar el nivel de vida de su gente, deben dirigirse hacia un incremento de la inversión de capital por persona.

Los empresarios de estos países en desarrollo quisieran tener mejores herramientas, más fábricas. Pero no tienen capital, no han logrado el ahorro interno suficiente para invertir en bienes de capital. Pero ese no es en realidad el problema. Esto podría ser subsanado con la presencia de inversión extranjera. El desarrollo de la inversión extranjera fue uno de los eventos más importantes del siglo XIX que permitió a países con exceso de capital invertir sus ahorros en otras partes del mundo. Es conocido por todos, la historia de países como Inglaterra que ayudaron a desarrollar en todo el mundo modernos métodos de transporte, manufactura, minería y agricultura. Cuando se realizaron esas inversiones no existía el problema de la expropiación. La situación actualmente es distinta. No hay manera de prevenir que un gobierno expropie el capital invertido, no existe prácticamente protección legal alguna para las inversiones extranjeras en el mundo de hoy.

El gobierno ecuatoriano se ha manifestado hostil a la inversión extranjera por lo que ésta se ha reducido de manera considerable.

Las políticas que implementa el gobierno lo que logra es poner obstáculos a la formación de capital. Las políticas proteccionistas de incremento de aranceles, prohibiciones para importar, no crean nuevas inversiones, sino que las desvía de un sector a otro. No se comprende cómo se genera riqueza. Solo piensan en como redistribuirla. Tal situación genera una pérdida de confianza y hoy en día hay cada vez más y más desconfianza de parte de los inversionistas extranjeros. El Ecuador se ha apartado de las organizaciones internacionales que aseguran la inversión extranjera.

Por otra parte, los beneficios de las empresas están sujetas a muy altos impuestos; segundo, los dividendos que esas empresas pagan a sus accionistas están nuevamente sujetos a impuestos. Y esto se hace de una forma progresiva. La imposición progresiva sobre los beneficios y los dividendos significa que precisamente esa parte de los beneficios que la gente podría haber ahorrado y volver a invertir se elimina con los impuestos. Otro impuesto es el que corresponde a la distribución de utilidades a los trabajadores.

La única manera de tener mejores salarios, un mejor nivel de vida es el incremento del capital. Los sindicatos, ni el gobierno pueden elevar continuamente los salarios de los trabajadores. Igualmente, inefectivos son los decretos gubernamentales, fijando salarios mínimos. Lo que los sindicatos logran, si tienen éxito es elevar las escalas salariales, es un permanente desempleo, pero no pueden industrializar un país, no pueden elevar el nivel de vida de los trabajadores.

Los ecuatorianos enfrentamos todas estas barreras que nos impiden mejorar nuestro nivel de vida y entrar en un camino de crecimiento económico. Estamos dirigidos por un gobernante populista que sigue los postulados keynesianos de aumento del consumo, y que sea el gasto público el motor del desarrollo. No se puede lograr un crecimiento sostenible cuando se depende que sea el gobierno que asigne los recursos, privilegie a unos en desmedro de otros. Las políticas de aumentar los impuestos, los salarios mínimos, los aranceles han demostrado ser desastrosos para un país.

El Ecuador está dolarizado y durante los últimos once años ha disfrutado de una estabilidad monetaria como nunca antes en su historia. Sin embargo, no ha aprovechado esta oportunidad para abrirse al mundo a los mercados internacionales e integrarse al mundo financiero como lo logró Panamá. Poseer una moneda dura y baja inflación porque se le quitó al gobierno la discrecionalidad de emitir circulante, hubiera sido un gran incentivo para la inversión extranjera, para aumentar nuestra competitividad, pero las políticas del gobierno han impedido aprovechar estas posibilidades.

El precio alto de las materias primas ha abierto alternativas importantes para los países emergentes. Muchos de ellos la están aprovechando, como Brasil y Méjico. El Ecuador no lo ha hecho aún. Está al final de la lista. Se requiere que el Ecuador deje de estar siempre a la cola y enfrente los desafíos. Que no sigamos implementando políticas obsoletas de corte keynesiano, populista, socialistas que han demostrado ser un fracaso. Necesitamos cambiar nuestras ideas. Cambiar nuestras perspectivas de dependientes del estado a dependientes de nosotros mismos, educarnos para ser empresarios, tomar el comando de nuestras vidas en libertad y en plena conciencia de lo que somos y a dónde queremos ir.

1 Ver Murray N. Rothbard. 2004. (1962) El Hombre, la Economía y el Estado, un Tratado sobre Principios de Economía. 1ra Edición. Buenos Aires, ESEADE. vol. 1.

2 Garrison, Roger W. Tiempo y Dinero. 2005. Unión Editorial, Madrid, España.

3 ODriscoll, Gerald Jr. Y Mario J. Rizzo. La Economía del Tiempo y de la Ignorancia. 2009. Unión Editorial. Madrid, España. Pág. 48.

4 Ver Gabriel J. Zanotti. Fundamentos filosóficos y epistemológicos de la Praxeología Editorial UNSTA. Junio de 2004. Economía Política. Publicado por Unión Editorial en el 2007. P à g. 37.

6 Mises, Ludwig von. La Acción Humana. Tratado de Economía. 1995. 5È. Edición Unión Editorial. Madrid, España. P. 622.

7 Ibód. Págs. 623-624.

8 Carl Menger, William Stanley Jevons y Leon Walras, entre 1871 y 1873, trabajando en forma independiente en Austria, Inglaterra y Francia desarrollaron la teoría marginalista de análisis económico que sostenía que los bienes no adquieren su valor por el trabajo puesto en ellos sino por la valoración subjetiva de los individuos, por la contribución de las unidades adicionales a satisfacer sus necesidades.

9 Friedrich von Hayek. La Nacionalización del Dinero. Unión Editorial. Madrid, España.

10 Kirzner, Israel. Citado en Garrison, Roger W. Tiempo y Dinero. 2005. Unión Editorial. Madrid, España. Pág. 38.

11 Ver Ravier, Adrian. En Busca del Pleno Empleo. Estudios de Macroeconomía Austriaca y Economía Comparada. 2010. Unión Editorial. Pág. 62. Adrian Ravier ofrece un estudio detallado sobre la teoría del crecimiento austriaco, el aporte de Jesús Huerta de Soto a esta teoría, así como realiza su propia contribución con su análisis de la Curva de Phillips Austriaca.

12 Adrian Ravier. Op. Cit. Pág. 60.

13 Garrison, op. cit. p. 88.

14 Como dijo Hayek, “Antes de que podamos explicar por qué la gente comete errores, debemos explicar por qué deberían estar siempre en lo correcto” Economics and Knowledge. Reimpreso en Individualism and Economic Order, Chicago: University of Chicago Press. 1948. Pág. 34.

15 Para una información completa ver el Capítulo III de la obra Tiempo y Dinero de Garrison. Allí se pueden observar los distintos movimientos de las variables que se obvian en esta corta exposición.

16 Garrison. Op. Cit. Pág. 31.

17 Keynes, J. M. The General Theory of Employment, Interest and Money. 1964. First Harvest/HBJ edition. United States of America. The rise in the rate of interest might induce us to save more, if our incomes were unchanged. But if the higher rate of interest retards investment, our incomes will not, and cannot, be unchanged. They must necessarily fall, until de declining capacity to save has sufficiently offset the stimulus to save given by the higher rate of interest Obstinacy can bring only a penalty and no reward. For the result is inevitable. Page. 110.

18 Garrison. Op. Cit. Págs. 80-83.