David Romo
Profesor del Colegio de Ciencias Biológicas y Ambientales,
dromo@usfq.edu.ec
La propuesta de mantener el crudo bajo tierra en el bloque ITT dentro de la Reserva de Biósfera Yasuní representa un gran oportunidad para demostrar al planeta que los ecuatorianos estamos dispuestos a cambiar nuestro actual modelo de desarrollo. La falta de una decisión política firme hace tambalear a la propuesta. ¿Quiénes perdemos o ganamos con esto?
El Parque y la Reserva de Biosfera Yasuní encierran la mayor concentración de biodiversidad por kilómetro cuadrado de todos los lugares del planeta. Varios científicos que han venido trabajando desde los años noventa en las estaciones Yasuní de la PUCE, pero sobre todo en la Estación de Bio-diversidad Tiputini de la USFQ, plasmaron esta conclusión en un artículo científico publicado en la revista científica PLoSONE a finales del 2009. En una hectárea de bosque se pueden encontrar más del doble de especies de árboles que en el territorio de los Estados Unidos continental o toda Europa. Aquí habita la mayor diversidad registrada de anfibios y reptiles de ningún otro lugar de la Amazonía. Con sus más de 630 especies de aves, representa casi la mitad de la diversidad de aves del Ecuador y no tiene igual en el mundo.
Sin embargo, esta millonaria fortuna muy difícilmente ha podido competir con la riqueza material que genera el petróleo que está encapsulado en su subsuelo. A más del petróleo del bloque ITT, están los bloques 14, 15, 16, 17 que ya están produciendo y el 31 que sólo tiene sentido si se extrae el crudo del ITT. Debe quedarnos claro que la importancia económica de este recurso sólo es relevante para el Ecuador, pues en el contexto mundial, dicho petróleo representa una muy pequeña proporción de los volúmenes que consumen diariamente los países desarrollados. Para comprender la relación, el petróleo que está en el bloque ITT sería consumido por los Estados Unidos en apenas una semana, sin embargo, al Ecuador le tomaría más o menos 20 años extraerlo y generaría cerca de 7 mil millones de dólares (este valor ha sido estimado en función del precio neto actual). Carlos Larrea, economista de la Universidad Andina Simón Bolívar junto con un equipo nacional e internacional, han pulido este cálculo para tomar en cuenta los costos de producción, los potenciales cambios del mercado a futuro, los descuentos por transporte, etc. Se podría argumentar aquí que es posible que este valor esté subdimensionado, pero tanto Petroecuador como el Presidente de la República (un economista), han avalado el cálculo.
La creación del parque y la posterior declaratoria de una extensión mayor como reserva de biósfera, han sido los mecanismos usados por grupos ambientalistas para tratar de alguna manera de proteger este tesoro natural incomparable que poseemos. Si a esto le sumamos que allí habitan Kichwas, Shuar, y Waorani, con una fracción de su población aún en estado de aislamiento voluntario, la complejidad social aumenta. Desde el punto de vista de la Biología de la Conservación, este lugar representa una mezcla tan interesante que podría ser presentada como un estudio de caso con todos los ingredientes para hacerlo único. Aquí están conjugándose los intereses nacionales por la necesidad del dinero del petróleo, las visiones de desarrollo de los consejos provinciales, municipios, parroquias y los grupos humanos que allí habitan, la pérdida acelerada de los conocimientos ancestrales, procesos ecológicos importantes no sólo para los organismos que allí habitan, sino para el clima local, regional y mundial. También está el potencial turístico, genético, farmacológico y desde mi punto de vista, un laboratorio natural cuyos textos apenas si estamos empezando a desempolvar.
El parque fue declarado en 1979 y desde entonces varios han sido los intentos por parar la explotación petrolera en esta zona de la Amazonía. Ninguno ha tenido el potencial real de competir con el petróleo, hasta ahora que tenemos la propuesta del ITT. Resumir todos los aspectos en unas pocas palabras es un reto, pero lo intentaré. El crudo contenido en el bloque ITT, al ser usado generaría 407 millones de toneladas métricas de CO2, uno de los principales gases invernadero. El mercado del carbono creado por las Naciones Unidas no contempla la posibilidad de vender CO2que no ha sido emitido. Tampoco existe un antecedente en el mercado paralelo. La mayoría de países del mundo han firmado acuerdos internacionales para reducir sus emisiones de gases invernadero, ya que hemos aceptado que el cambio climático actual es consecuencia de nuestras actividades cotidianas. Cada país es responsable por reducir un porcentaje de sus emisiones anualmente. Si no logra cumplir con su cuota, puede comprar bonos de los países que están haciendo un mejor trabajo. Los bonos a su vez son negociados con las industrias de cada nación que no cumplieron sus metas de reducción y así evitan ser multadas por dicho país. El mercado paralelo fue creado por organismos no gubernamentales en conjunción con la Naciones Unidas como respuesta a las fallidas medidas del protocolo de Kioto ofreciendo mecanismos más versátiles, la posibilidad de que las empresas negocien directamente y acuerdos bilaterales (más información en la página web de REDD+).
La propuesta del ITT es tan original que el mecanismo no existía en ninguno de los mercados de carbono, pero abre una posibilidad que no sólo estará disponible para Ecuador, sino para muchos países tropicales cuya diversidad está amenazada por actividades como el petróleo y la minería. No existiendo una compensación al Ecuador por no explotar el crudo, hemos creado un nuevo producto de venta, CO2 no emitido, y si las cosas van como hasta ahora, existe una posibilidad real de generar más dinero con este mecanismo que con el petróleo. Uno de los argumentos de los opositores de la propuesta fue la creación del fondo fiduciario. El presidente Correa, lo utilizó para deslegitimizar a la comisión negociadora original conformada por Fander Falconí, Yolanda Kakabadse, Roque Sevilla, Francisco Carrión y Carlos Larrea. Para que la propuesta tenga un real asidero internacional era necesario que un organismo internacional neutro sea el depositario del dinero. Originalmente se le había pedido a la CAF, pero luego se logró el aval y deseo de apoyo de las Naciones Unidas.
El compromiso de manejar este fondo es realmente grave pues implica asegurarse del cumplimiento mutuo de todas las partes involucradas. Al ser un dinero generado para beneficio de Ecuador y con el "aporte" de otros países, existía la posibilidad de que los aportantes puedan sugerir en la forma como debía ser invertido dicho dinero. Aquí es donde entra la propuesta de Ecuador de invertir sólo los intereses del fondo en líneas "verdes".
La primera y por lógica, es aportar a la consolidación de las áreas protegidas. Excepto por Galápagos, la inversión en el manejo de las áreas protegidas es casi nulo. Yasuní no ha superado un presupuesto de 8.000 dólares anuales, llegando a la patética situación de por más de 4 años ser apenas de 1.000 dólares. La planta de guarda parques para cerca de un millón de hectáreas no ha sido mayor a 5 personas y el total del personal hasta la fecha no supera a 10. Y la situación es mucho peor para la mayoría de áreas protegidas del Ecuador continental.
La segunda línea de inversión corresponde a los territorios de los pueblos indígenas. Parte de dichos territorios está dentro o alrededor de las áreas protegidas. Si ellos no tienen fuentes de financiamiento y propuestas de desarrollo sustentable, poco o nada se logrará en los esfuerzos de conservación de lugares tan excepcionales como Yasuní, Cuyabeno, los Ilinizas, Cotopaxi, Machalilla, Cayambe Coca, Chimborazo, Mache Chindul, el territorio Tzachila, Chachi, Awa, por nombrar algunos. Al sumar la superficies de las áreas protegidas y los territorios ancestrales, se llega a cubrir casi el 50% del territorio nacional. Si la propuesta del ITT canaliza este dinero para la protección de la biodiversidad de la mitad de nuestro país y de los pueblos ancestrales que dependen de ella, ¿dónde está lo ilógico de las reglas del fondo fiduciario?
El tercer campo de inversión es la conversión de nuestra matriz energética. Ya el estado ha diseñado un plan para recobrar nuestra capacidad de generar energía a partir de plantas hidroeléctricas. Irresponsablemente, varios gobiernos anteriores al actual, dejaron que el Ecuador pase de generar el 90% de su energía de manera renovable para pasar a gastarnos el petróleo en plantas termoeléctricas para generar el 50% de la energía. Proyectos como Toachi Pilatón y Coca-Codo-Cinclair servirán para recuperar esa capacidad, pero no tienen financiamiento. En la propuesta consta que se gastará parte del capital para dichas inversiones pero que el estado pagará el capital y seguiremos luego usando los intereses. Esto se debe a que estos proyectos requieren de fuertes inversiones iniciales, pero su tasa de retorno es alta.
La cuarta línea está ligada a las hidroeléctricas pues se trata de recuperar y proteger las cuencas hidrográficas. Según versiones de la comisión negociadora original, este
fue un pedido del mismo Presidente de la República. Y como ecólogo, no puedo estar en más acuerdo. Si existiese la posibilidad de enjuiciar por crímenes ambientales, aquí habrían algunos condenados. Incluso cuando aún no se requerían estudios de impacto ambiental, represas como la del Agoyán y Paute, en sus estudios de factibilidad, insistían en que paralelo a la construcción del proyecto se genere un plan de manejo de la cuenca tendiente a reducir la deforestación. Una cuenca sin árboles o la cobertura vegetal adecuada, se erosiona y por lo tanto la cantidad de sedimentos aumenta. Para que quede claro, ¿cuántos millones de dólares gastamos dragando los embalses? Si vamos a construir más proyectos de esta naturaleza, sería demasiado irresponsable no precautelar las cuencas que los alimentan.
LAS CUATRO LINEAS DE INVERSIÓN PRIORITARIAS:
Después de varios ajustes pequeños, finalmente se firmó el fideicomiso. Aquí estamos dando un salto gigantesco puesto que el dinero del petróleo solo lo tendremos mientras vendamos petróleo, pero el dinero del CO2 generará intereses por siempre. Noruega, el mayor productor de petróleo de Europa, decidió crear un fondo similar con el dinero de su crudo. Hoy en día sus habitantes gozan de una serie de beneficios que incluyen educación gratuita en todos los niveles incluyendo becas para que estudiantes universitarios viajen a cursos en otros continentes, servicio de salud gratuito, pensiones de jubilación, entre otros. ¿Qué habría sido de Ecuador si habríamos hecho lo mismo cuando iniciamos la explotación petrolera? Este recurso que ha sido declarado como de todos los ecuatorianos, no ha servido sino para hacer más pobres a los pobres y crear nuevos ricos, entre los que se cuenta una burocracia que hoy protesta porque ve que su futuro se extingue.
¿Si todo lo anterior es bueno, que podría ser lo malo? La respuesta viene de un análisis de la posición presidencial. Si el Presidente de la República ofreció darle prioridad a la propuesta, ¿por qué no es él quien la lidera? ¿Por qué permite que el representante máximo de Petroecuador y ahora ministro de Minas y Petróleos, insulte nuestro intelecto diciendo que se explotaría una T del ITT porque esto no le afecta a la propuesta? ¿Por qué no estuvo para la firma del fideicomiso? Desde mi humilde punto de vista, creo que la principal razón es política. El presidente no se imaginó que habría tanta acogida a la propuesta. El gobierno alemán ofreció 50 millones de Euros anuales por 10 años. Con este fondo semilla, no sería nada difícil convencer a otros países europeos e incluso a los Estados Unidos. Algo ya se había hecho en ese sentido. La aceptación a la propuesta fue posiblemente hecha con el cálculo político de que fallase para poder increpar públicamente a los países desarrollados de que son ellos los que no están dispuestos a cambiar sus modelos en favor de la humanidad. Países pobres como el Ecuador estaríamos dispuestos a ciertos sacrificios, grandes sacrificios en aras del bien común, pero al momento de la praxis, los países desarrollados no estarían dispuestos a ejecutar su discurso. Y esto me atrevo a conjeturar en base al comportamiento que hemos tenido en nuestras relaciones internacionales. Si esto pensé cuando renunció la Comisión Negociadora, ahora estoy más seguro, pues fuimos a pedir apoyo y dinero a Irak, sabiendo de antemano que esto generaría malestar en la mayoría de potenciales países aportantes. Debemos estar claros, la propuesta del ITT no es un negocio cualquiera. Es una propuesta política y como tal debe ser manejada con mucha diplomacia, mística y visión de querer lograr algo de lo que estamos convencidos que vale la pena.
Si bien es cierto que la campaña de promoción ha logrado que varios sectores ciudadanos al menos sepan de la existencia del Yasuní, el nivel de desinformación es tan grande, que la mayoría de ecuatoriano aún no entienden lo que estamos proponiendo. Al menos se ha logrado que en el conciente popular esté presente por algún tiempo la existencia del Yasuní y eso es ya bastante bueno. Es imperiosamente necesario que haya una campaña de información intensa y clara. La mayoría de la población del Yasuní no tiene ni idea de que se está proponiendo dejar el crudo bajo tierra y menos aún el mecanismo. Esto no es nuevo, pues la declaratoria del parque y la reserva, así como la explotación petrolera, han sido siempre inconsultas. Pero la realidad actual es otra. Existe una población crítica que ha comprendido que el petróleo es un negocio que crea la ilusión falsa de la opulencia, sube el costo de vida, contamina, acelera los procesos de aculturación y corrompe a todo nivel. Si se están planteando alternativas al manejo petrolero del Yasuní, la población local es la que mejor informada debe estar de cuáles son las alternativas y las consecuencias de cada una. Al hablar de tanto dinero, los líderes locales y las autoridades seccionales, automáticamente empiezan a demandar que esto sea invertido allí, pues la razón de la propuesta está allí. Esto genera temor y aquí está una falla garrafal de la propuesta: no está claro como las líneas de inversión empatarán con cada región. Desgraciadamente esto no tiene solución inmediata porque es la consecuencia de una falta total de planificación a largo plazo. La SENPLADES está trabajando en esto, pero hasta la fecha no ha convocado a un proceso participativo de información y planificación. Tampoco está actualizado un plan de manejo para el Parque Nacional Yasuní y no se ha fortalecido al Comité de Gestión de la Reserva de Biósfera para que puedan generar un plan para toda la zona de influencia externa al parque.
Lo feo de la propuesta es que ni antes ni ahora, ésta ha sido liderada por el Ministerio del Ambiente. La ministra no es parte de la comisión negociadora, rara vez hace declaratorias en relación a la propuesta, no tienen una oficina que coordine los aspectos técnicos, ni coordina la difusión de la propuesta en la reserva. Se podría argumentar que algunas de estas tareas han recaído a un nivel más alto de decisión como son la vicepresidencia y el Ministerio Coordinador. Pero entonces, ¿por qué no aprovechar la coyuntura para promover finalmente el despegue del parque nacional Yasuní? ¿Cómo puede ser posible que el MAE, que ahora es capaz de sacar a los invasores de manglar con la Ministra rompiendo cercos en persona, no salga a defender los derechos de los pueblos en aislamiento cuando un funcionario estatal aduce que no está seguro de su existencia? Si bien es cierto que durante esta administración se ha elevado el nivel de los funcionarios a cargo de la Dirección Provincial de Orellana y el Parque Nacional Yasuní, los mecanismos operativos no han cambiado mucho. Personas jóvenes con mística de trabajo, con ganas de generar cambio, no pueden actuar si no tienen recursos económicos y humanos suficientes, si están más ocupados de producir informes, dependen de decisiones burocráticas intermedias que no son rápidas y que parecieran estar diseñadas para hacer todo más lento. No hay procesos, ni registros de la información. La propuesta del ITT le ha dado visibilidad nacional al Yasuní. Es crucial que se aproveche este fenómeno para al menos apuntalar con decisión tanto al Parque como a la Reserva. Si no logramos que la propuesta salga adelante, al menos deberíamos asegurarnos que, dentro del marco legal y constitucional vigente, el futuro del Yasuní deje de pender de un hilo. Al fin y al cabo, ¡es uno de los lugares más maravillosos del mundo!
La propuesta del ITT no sólo es sobre la conservación del Yasuní. Se trata de proponer un nuevo modelo de desarrollo que, a más de salvaguardar la biodiversidad de la que podremos usufructuar de manera sustentable, nos posicione como un país responsable, una sociedad visionaria y comprometida con las presentes y futuras generaciones. Pasaremos de un pueblo inactivo y supuestamente incapaz de incidir sobre el efecto invernadero, a un país responsable, creativo, realmente comprometido con el valor de una naturaleza a la que fuimos capaces de otorgarle derechos en la Constitución.