Giuseppe Marzano
Decano de Administración para el Desarrollo USFQ.
Andrea Vela es la directora de orquesta ecuatoriana más joven en convertirse en Directora Adjunta de la Orquesta Sinfónica Nacional del Ecuador y en Directora Titular de la Orquesta Sinfónica del Conservatorio Nacional de Música.
Nació en Quito, Ecuador. Estudió violín en el Conservatorio Nacional de Música de Quito, en el Peabody Conservatory y en la Universidad de Louisville, donde realizó la Licenciatura en Violín. En 1998 continuó con sus estudios de dirección de orquesta en la Hartt School of Music y en 2004, la República Popular China le concedió la Beca de Estudiantes Extranjeros Sobresalientes para estudiar dirección de orquesta en el prestigioso Conservatorio de Música de Shanghai, donde obtuvo la Maestría en Dirección de Orquesta.
Andrea Vela fue directora titular de la Banda Sinfónica Metropolitana de Quito y directora adjunta de la Louisville University Opera y de la Suzhou Youth Orchestra en China. Ha participado como directora invitada con la Jewish Orchestra of Louisville, orquestas de EEUU, TelAviv y Varna, las orquestas sinfónicas de Guayaquil, Loja y Cuenca, la Orquesta Sinfónica Nacional del Ecuador, entre otras. Ha dirigido los estrenos mundiales de obras contemporáneas en Ecuador, China y EEUU. Ganó el Primer Lugar en los concursos de dirección de orquesta organizados por el Municipio de Quito y por la Orquesta Sinfónica Nacional del Ecuador.
GM: ¿Cómo ocurrió tu relación con la música?
AV: Desde muy niña estuve expuesta a la música. Mi familia me ha llevado siempre por ese lado artístico. Desde que tenía cinco años iba con mi papá al Teatro Sucre a los conciertos de la Orquesta Sinfónica Nacional del Ecuador. Recuerdo que, en el intermedio, una vez finalizada la primera parte del concierto, la gente salía del teatro y yo me quedaba inmóvil en el asiento esperando la segunda parte. Mi afición por la música se hizo evidente desde entonces. A los 7 años de edad, di las pruebas de ingreso en el Conservatorio Nacional de Música y fui aceptada. Sin embargo, me informaron que no habría violines disponibles y que tendría que estudiar únicamente clases teóricas durante todo el primer año y, sin perder la ilusión, así lo hice. Cuando finalmente me entregaron mi violín, abrí la caja y dije emocionada: "por fin tengo un violín en persona" y así comenzó todo.
GM: Y ¿por qué el violín?
AV: El violín es el instrumento que, por lo general, lleva el canto melódico dentro de una orquesta. Su versatilidad de timbres, amplio registro y bella figura, sin duda cautivaron mi interés.
GM: Alguien me dijo que tú eres la mejor violinista que Ecuador ha tenido en la historia. ¿Para qué dejar el atril y moverte hacia el podio?
AV: No fui ni seré la mejor violinista del Ecuador, simplemente fui siempre una persona muy entregada al trabajo. Amaba el violín, aún lo amo, pero de una manera distinta. Recuerdo cuando integraba la orquesta, sentía una inmensa curiosidad por saber acerca del quehacer de los demás instrumentos de la orquesta. Quería comprender lo que pasaba atrás, a mis lados, al frente con el director. La labor del director siempre llamó mi atención, su lenguaje corporal, su comunicación con los músicos me pareció de gran interés. Sin darme cuenta, poco a poco me fui acercando al podio.
GM: Pero para tener el objetivo de escalar el podio debes haber tenido mucha confianza en ti…
AV: Creo que mi mente artística es global. Mi intuición musical es firme y profunda. Al escuchar o trabajar en una pieza musical tengo la certeza de saber cómo ésta debe ser interpretada, sentida o percibida. La confianza en uno mismo es fundamental. Confianza, trabajo y carisma son elementos que le mantendrán a un director en el podio. Cualidades de todo líder.
GM: Carácter fuerte…
AV: Sin duda, carácter fuerte, decidido y testarudo, han permitido que alcance mis metas y, de algún modo, me han afianzado en el podio.
GM: ¿Quién es Andrea Vela? ¿Un carácter fuerte detrás de un cuerpo aparentemente frágil?
AV: Aparentemente frágil. Quien me conoce no me describiría como frágil. Frente a la orquesta, frente a una partitura, hay gran fortaleza. Recuerdo que en el colegio era una persona callada y tímida, no me gustaba conversar con nadie. Me asustaba ir al colegio, no por las clases, no por el aprender, sino por el relacionarme con gente. Sin embargo, mi vida en el conservatorio era totalmente distinta. Estaba en mi ambiente y me manifestaba con cierto liderazgo.
GM: ¿Y cómo la niña tímida llegó a ser a líder de la orquesta?
AV: Quizás el liderazgo nació del quehacer mismo de un ensayo. La necesidad de lograr, en un tiempo limitado, metas musicales conjuntamente con una orquesta, fue un factor determinante para pulir en mí cualidades de líder. Recuerdo que, cuando tocaba el violín, no era una seguidora. Y eso independientemente de donde estaba sentada en la orquesta. La orquesta, consciente o inconscientemente, aprecia y se inclina por un líder firme y decidido. La duda e inseguridad, frente a un grupo de gente, solo crea confusión y desorden. Además, se pierde credibilidad.
GM: ¿Pero a veces las cosas no salen como se han programado?
AV: Hay ensayos difíciles. Días en que la orquesta está cansada, distraída, indisciplinada. Hay que improvisar y aplicar distintas metodologías de ensayo para cambiar el ambiente. Volverlo más ameno y liviano. Me molesta la indisciplina, pues considero que el trabajo que se está haciendo es sagrado. La indisciplina retrasa el proceso de trabajo y no puedo ser paciente frente a eso. Mi deseo por alcanzar las metas diarias musicales me llena de la energía, decisión y fuerza necesaria para afrontar cualquier contrariedad.
GM: Tú has estado al frente de diferentes orquestas, en diferentes países, no solo has liderado, diferentes hombres y mujeres, sino que lo has hecho en diferentes culturas… ¿hay diferencias, hay analogías, hay problemas en hacerlo?
AV: Sí hay diferencias, cada país tiene sus costumbres y tradiciones, sus distintos niveles frente a la ética de trabajo. Hay orquestas que no podrían sentarse en un ensayo sin primero haber estudiado sus partes individuales. Asimismo, hay músicos que esperan que el director utilice o malgaste su tiempo de ensayo, para revisar el trabajo personal. Es importante adaptarse y ser flexible frente a los distintos medios, sin embargo, inculcar en los músicos la importancia del estudio en casa. Esto es fundamental; de lo contrario el proceso de ensamblaje se vuelve lento y tedioso, sobre todo para quienes están preparados. En EEUU hay más costumbre de tener a mujeres directoras en el podio, quizás, esto facilita el impacto inicial frente a una orquesta nueva. En Ecuador una mujer directora necesita tener mucha más credibilidad que es algo que solo se logra con mucho trabajo.
GM: ¿Me estás diciendo que en Ecuador los músicos son difíciles, para decirlo de una manera elegante?
AV: Los músicos no son difíciles, simplemente, el medio no tiene costumbre. Creo que, para ser mujer, joven y ecuatoriana, he tenido mucha suerte en el Ecuador. Quien es buen músico, acepta un buen trabajo, independientemente de dónde venga y de quién sea.
GM: ¿Malas experiencias?
AV: He logrado manejar eso bien, es decir, malas experiencias con la orquesta no he tenido. Pero todo ha sido gracias a un trabajo firme y sistemático. Ganarse a una orquesta puede no ser tan difícil. Mantener la credibilidad y autoridad puede ser complicado. Así como se puede ganar a la orquesta con un excelente trabajo, asimismo y por un pequeño error, se la puede perder para siempre. La relación director-orquesta es una de las más complejas.
GM: Para un oído profano como el mío, cualquier pieza musical suena lo mismo. Dicen que la personalidad del director hace la pieza. ¿Cómo se transmite esa personalidad a la orquesta?
AV: Todo director debe ser capaz de dejar su marca sobre un trabajo musical. Si el director reúne todas las cualidades de un buen músico, logrará, sin duda, imponer su sello artístico en una obra determinada y alcanzará una interpretación musicalmente coherente, podrá transmitir a los músicos y al público el verdadero sentir de la obra musical. Un director sin la debida preparación, podría obtener como resultado un trabajo artesanal, sin mensaje propio ni artístico. Se puede encontrar cientos de interpretaciones distintas sobre una misma obra. Cada director tiene "su favorito", mi conexión con Brahms es muy particular, pienso que sé comprenderlo e interpretarlo bien.
GM: ¿Brahms es "tu amigo" entonces?
AV: Brahms es un compositor de gran madurez artística. Se estudia Brahms en los últimos años de escuela de dirección de orquesta. Para comprender un lenguaje como el suyo, no solo se requiere del conocimiento global de la partitura, sino también del diario vivir, sentir, sufrir, reír. Enfrentar a Brahms no es fácil. Como decía mi profesor chino, quien quiere acercarse a Brahms, necesitará primero experimentar una buena dosis de sufrimiento y madurez.
GM: ¿Y cómo se lleva Brahms a la orquesta?
AV: Quizás la mejor manera de llevar a un compositor a la orquesta es con trabajo y autenticidad. Podría decir que, esa es también la forma más efectiva de presentarse, como director, frente a una orquesta. Cada director tiene su forma de ser. Hay directores tímidos, extrovertidos, profundos, introvertidos. No importa si el director se encuentra en una fase madura o inmadura de su vida, simplemente debe ser auténtico. Pienso que un mensaje artístico sincero y verdadero, únicamente se puede transmitir con transparencia y naturalidad.
GM: ¿Y es por eso que la orquesta te sigue y te cree?
AV: Es simplemente una cuestión de preparación profesional, de sinceridad y transparencia.
GM: ¿Y eso aplica también para los directores jóvenes?
AV: Ahí está el problema. Por eso es importante madurar en esta profesión. Los directores, en sus primeros años de estudio, imitan a sus maestros. Esto es parte del proceso natural de desarrollo, sin embargo, al copiar formas de comunicación o gestos, están alejándose de sí mismos, convirtiéndose en una penosa caricatura de sus maestros. La orquesta es sensible y percibe que algo no anda bien. Entonces entran en juego la credibilidad y confianza del joven director frente a los músicos. Lo ideal sería encontrarse como persona lo más pronto posible.
GM: Pero también se aprende de los maestros.
AV: Un joven director, que al comienzo imita, debe después encontrarse y desarrollar su propio ser. Un director hecho y derecho no tiene necesidad de imitar a nadie. Él ya sabe
qué lenguaje es el más adecuado para comunicarse con la orquesta, qué gestos son los más eficaces para transmitir un pensamiento determinado. Es importante, ser auténtico, encontrarse a uno mismo y, como uno mismo, presentarse a la orquesta.
GM: ¿Tú te has encontrado ya?
AV: Es difícil, a mi edad, decir que me he encontrado, pero, sin duda, voy por buen camino. No tengo temor de manifestarme frente a la orquesta tal y como soy. La música dicta mis gestos, mis miradas. Me da confianza pensar en que, todo lo que venga de ella, es noble y honesto. Alguna vez lloré en medio de un concierto y pienso que esto no ha generado burlas, sino todo lo contrario. Del mismo modo, he sonreído ampliamente. Solo pienso que el director también siente hambre y cansancio, también se enferma, se conmueve, se aflige, sufre. El director es un ser humano como todos los demás y es ese ser humano quien llevará el mensaje artístico a los demás. Hay escuelas rigurosas, como la de Toscanini, quien consistentemente se mostraba casi como un tirano, invencible frente a la orquesta.
GM: ¿Estamos polemizando con Toscanini?
AV: Simplemente hago énfasis en el lado humano del director. Pienso que soy natural. El ser yo misma, el no tener temor a sentir, me ha dado buenos resultados. Es importante ser firme, pero respetuoso y gentil con los músicos. Los directores tiranos ya no son bien vistos en las orquestas de este siglo. Además, es más que sabido que, las manifestaciones extremas de agresividad o tiranía, por ejemplo, son símbolo de inseguridad. Ser transparente y humana son cualidades que me han ayudado a enfrentar a la orquesta.
GM: Hay gente en la orquesta sinfónica nacional que probablemente están en la orquesta desde que tú no habías nacido. Tú estás al frente de ellos ahora y eres muy joven. ¿Cómo manejas los conflictos entre tú y ellos?
AV: Cada conflicto tiene su particularidad. Es difícil. Hay diferentes tipos de problemas. A veces hay comentarios que no son procedentes dentro de un ensayo y es importante saber escudarlos para discutirlos personalmente con los músicos implicados. Es esencial evitar llegar a discusiones largas y espinosas que se robarán el tiempo del ensayo y que crearán división entre los músicos.
GM: ¿Y tú qué haces en esos casos?
AV: Lo mejor es alejar los problemas del momento del ensayo. Dejarlos para más tarde, sin descuidarlos. Puede ser delicado, cada pregunta, cada respuesta debe manejarse con mucho tino, educación y respeto.
GM: ¿Es tu ego el que te ha llevado a estar en el podio, a tener la batuta en la mano?
AV: Se dice que los mejores directores son los que nunca han querido serlo. Yo nunca pensé en la dirección orquestal como opción. En mi caso, el ego no juega ningún rol, simplemente deseaba hacer música y me di cuenta de que la mejor manera de expresar mi intuición musical, mi conocimiento es a través de una batuta, enseñando a los músicos y compartiendo con ellos el sentir de un compositor. No pensé en las palabras "director", "jefe", "líder", simplemente pensé en "hacer música".
GM: Tremendo ego entonces…
AV: El director de orquesta es para mí como un entrenador de fútbol, es parte del equipo, está más arriba, en el podio, simplemente para que lo vean mejor. Es más, yo dirijo sobre tres podios pues soy de baja estatura, pero es solamente una cuestión práctica. Considero fundamental el trabajo en equipo. El director no es un todopoderoso. Mientras más arriba se sienta, más lejano estará de los músicos, del público y del verdadero mensaje de la música. En cuanto a mi decisión de ser directora, pienso que la vida misma me llevó a serlo, de una manera casi impredecible.
GM: ¿En qué eres diferente de otros directores que has conocido?
AV: En que soy yo misma y me presento frente a la orquesta sin poses. Tampoco quiero decir que todos los directores tengan una actitud arrogante y antipática, pero si hay cierta tendencia.
GM: ¿ Eres amiga de los músicos, eres una colega o eres una jefa?
AV: Ninguna de las tres. El director no puede ser amigo. El momento en el que se es amigo, se pierde objetividad. El director debe ser imparcial y justo. Se dice que a los jefes se los sigue por temor, al verdadero líder, se lo sigue por respeto, por entusiasmo y convicción.
GM: Déjame decirlo de otra manera. ¿Eres líder?
AV: Eso sí, soy líder de un equipo artístico, pienso que, como líder, soy capaz de transmitir, con autoridad, carisma y respeto, un mensaje artístico. Los músicos pueden percibir, además, el aprecio y respeto que siento por ellos. Es importante que la comunicación entre director y orquesta sea eficaz y transparente.
GMP: Alguien dice que por llegar a la perfección en una cierta materia hay que haber estudiado o practicado una materia por lo menos diez mil horas. ¿Tú ya tienes tus diez mil horas?
AV: Nunca voy a tener mis diez mil horas completas. En esta profesión hay mucho más que 10.000 horas. Se puede estudiar una partitura durante una semana, presentarla en concierto y luego volver a revisarla y seguir encontrando detalles que quedaron sueltos, sin hacer… eso es precisamente lo bello de todo esto.
GM: Recuerdo que una vez que me contaste que paraste a dos pianistas chinas, solo con la mirada porque estaban haciendo algo que tú no les habías mandado. ¿Tú diriges con la batuta? ¿Con la mirada? ¿Con el cuerpo? ¿Cómo lo haces?
AV: Gracias a la práctica y estudio, he logrado alcanzar una técnica de batuta bastante versátil y clara. A parte de la técnica, la música misma dicta los movimientos corporales y los gestos. Pienso que la mirada es una herramienta de comunicación vital en el trabajo de un director. Me han dicho que tengo una mirada fuerte y que lleva un mensaje. Con una simple mirada, el director puede lograr algo muy sutil como un diminuendo, también es posible conducir la obra a momentos de temor, ternura, intensidad.
GM: ¿Ojos y batuta entonces?
AV: A veces no hace falta mostrar con la batuta o decir "esto es tierno". La batuta es una herramienta que, a través de un buen manejo, puede facilitar notablemente la tarea de ensamblaje y lograr precisión en varios pasajes, pero los ojos tienen la capacidad de transmitir el corazón de la obra.
GM: A veces los ojos te hacen enamorar, a veces te hacen tener miedo. ¿Hay músicos que tienen miedo de tus ojos?
AV: Eso yo no sé. Pero sí sé que cuando mis ojos están sobre un músico hay una reacción involuntaria de atención, de tensión y de comprensión frente a la misión musical. La mirada firme me ha dado siempre buenos resultados.
GM: ¿Cómo ves tu futuro y cuando te veré de directora principal de la OSNE?
AV: ¿Mi futuro? Deseo tener un futuro tranquilo, de gran satisfacción personal y profesional. Me he preparado para ser directora de orquesta, amo esta profesión. Quiero y respeto a mi país y a su gente. Pienso que mi lugar, como ecuatoriana luchadora, está en el podio como titular de la Orquesta Sinfónica Nacional. Nadie es profeta en su tierra dicen y yo diría, sin dudar un minuto: el ecuatoriano no es profeta en el Ecuador, sin embargo, es hora de cambiar la
historia. Es hora de que aprendamos a valorar y dar crédito a lo nuestro. De lo contrario, viviremos para siempre con esa actitud de colonizados.
GM: ¿Y la dirección de la OSNE?
AV: El Ecuador es un país que da fácil bienvenida a los extranjeros. Por alguna razón pensamos que el extranjero está mejor capacitado. Aun cuando el ecuatoriano ha demostrado verdadera solvencia en su trabajo, es la segunda opción frente a un extranjero. Me encanta el cuento de los cangrejos: ¿Por qué los cangrejos del ecuatoriano no se salen de la canasta? Porque cuando uno quiere salir el otro le jala para adentro. Como lo dije antes, mi lugar está frente a nuestra Sinfónica y estoy preparada para asumir el reto, la pregunta es, ¿será que nuestro país está preparado para tener a una mujer en la titularidad?
GM: Mi última pregunta: ¿En tu casa, con tus afectos, con la gente que quieres usas la batuta? ¿Eres directora también ahí?
AV: En mi casa busco la democracia, en el podio no. Me gusta cuando la familia toma la iniciativa, ya que siempre ando distraída en proyectos musicales. Prefiero dejar la batuta a quien tenga el mejor plan familiar. En casa soy callada, sin embargo, mis cualidades como líder siempre se escapan y puedo ser demasiado honesta, demasiado firme, algo que puede malinterpretarse con el ser demasiado dura. Sinceramente, prefiero guardar la batuta para el momento del ensayo.
Muchas gracias.