Gaitán Villavicencio
Profesor de la Universidad de Guayaquil y Universidad Católica Santiago de Guayaquil; y, Consultor/In- vestigador de la Corporación de Estudios Regionales- Guayaquil-CER-G.
La preocupación medular de los estudios sobre élites es la de conocer y explicar la composición y funcionamiento del poder en una sociedad específica y en una época determinada.
Este trabajo de investigación apunta a presentar un esbozo, sobre cómo se han conformado y funcionado las élites de la costa ecuatoriana del último medio siglo, cómo construyeron su hegemonía e identidad, cómo han expresado su función social de dominación sobre el resto de grupos y clases sociales y manejado el poder en general. Se rescatan las historias regional-locales y sus contextualizaciones, de las cuatro provincias, pero solamente en su dimensión-función política, pero de gran importancia y protagonismo en un continente tempranamente urbanizado como el nuestro, inclusive hasta en la actualidad por sus manejos clientelares y comportamientos autoritarios.
En la historia política y social de la formación social ecuatoriana, no sólo desde la perspectiva de la historiografía - la cual siempre ha actuado como ideología y falsa conciencia- sino también desde la historia, tomada como ciencia y reflexión sobre el pasado para el presente-aprendiendo a aprender de la experiencia histórica-, en la dimensión de la Escuela de los Anales con Fernand Braudel y del siempre recordado Marc Bloch, encontramos referentes teóricos y metodológicos importantes como información y pautas para los estudios sobre las élites y el poder.
En este sentido, la preocupación medular de los estudios sobre las élites es la de conocer y explicar la composición y funcionamiento del poder en una sociedad específica y en una época determinada. Desde la historia oficial, se identifica a las élites a partir de consideraciones racistas o morales; o desde el "Olimpo" de los héroes que nos han traído "a los de abajo", el pueblo llano, el progreso y la libertad. Pero también desde otros imaginarios sociales se las percibe por su posición de superioridad indiscutible y por una áurea de predestinación social. Estas visiones, lamentablemente, son subjetivas, erradas y falaces, ya que parten de pensamientos casi prelógicos y, porque no calificarlos, de prejuicios ya que se han construidos sin tener en cuenta los datos concretos de la realidad y los procesos históricos y políticos, que se han producido territorial y temporalmente en una sociedad concreta.
En esta perspectiva, Leonor Ludlow, profesora de la UNAM, resumidamente destaca que la élite (o las élites) como minoría en una sociedad histórica establece unas relaciones asimétricas con las clases subalternas, ya que goza de un prestigio y de privilegios especiales que tienen un valor y un reconocimiento socialmente aceptados. Su dominación deriva de la función que desempeñan, por eso la diferencia de papeles o roles que asumen en su momento histórico. Las élites se definen a partir de su postura de privilegio, imbricación de intereses y de dominio social en el contexto nacional o en las dimensiones regional-locales.
Este trabajo de investigación apunta a presentar una suerte de fresco renacentista, por su elaboración y detalles, sobre cómo se han conformado y funcionado las élites de la costa ecuatoriana del último medio siglo (1950 a 2009), cómo construyeron su hegemonía e identidad, cómo han expresado su función social de dominación sobre el resto de los grupos y clases sociales y manejado el poder en general. Para lo cual rescataremos las historias regional-locales y sus contextualizaciones, de las cuatro provincias tradicionales, pero solamente en su dimensión-función política. La extensión fijada para este trabajo no nos permite estudiar otras características y fracciones de la clase dominante, que pensamos en algún momento se deberá hacerlo, como es el caso de las élites económicas, militares, intelectuales-profesionales liberales y de los productores de información y de los medios de comunicación, élites de gran importancia y protagonismo en un continente tan tempranamente urbanizado como el nuestro.
En este trabajo investigativo, y para el debate académico y político, queremos desde la observación y el análisis histórico ir al retorno del sujeto, pero más allá del individuo y su prosapia forjada por la historiografía oficial, recuperando al sujeto social e histórico que nos permita recobrar las memorias colectiva e histórica en la acepción de Maurice Halbwachs, para presentar lo que los alemanes denominan el ZEITGEIST cuya traducción al español es "el espíritu de la época", en particular destacando los modos de vivir y pensar de la política y lo político (como lo define Nicos Poulantzas) que desde la praxis han impulsado las élites políticas de la costa en el último medio siglo. Por ello intentamos centrar este estudio de la sociedad ecuatoriana en uno de sus aspectos particulares, como es dentro de la estructura de la clase dominante presentar el accionar de los líderes políticos costeños en lo relacionado a la caracterización de sus visiones y formas del ejercicio del poder; y, la diferenciación y homogenización política de éstos en referencia al sistema político vigente y al ejercicio cotidiano del poder del Estado, para que nos ayuden a "comprender el presente por el pasado" y, correlativamente, "comprender el pasado por el presente" como lo resalta Marc Bloch.
Según Ricardo Feliu Martínez, "A lo largo de la historia de las ciencias sociales se ha intentado responder a las preguntas de cómo, por qué y quiénes ocupan las posiciones dominantes en la sociedad. Las respuestas han dado lugar a conceptos como clase dominante, clase dirigente, la élite de poder, clase capitalista, etc. Tal variedad no impide que nos centremos en lo que aquí nos interesa: el estudio de aquellas situaciones de máxima ventaja en la distribución social del poder. Sin embargo, conviene tener en cuenta que dichos conceptos no son neutros, ya que cada uno de ellos posee sus propias connotaciones y está vinculado a unos análisis y a un trasfondo teórico propios y particulares que conviene siempre tener presentes".
José Luis de Imaz, destacado sociólogo argentino autor de la conocida obra "Los que mandan", realizó este estudio sociológico sobre los grupos dirigentes argentinos, que comprende el período desde 1936 hasta 1965. Para los miembros de la clase dominante, analiza los antecedentes, origen familiar, nivel económico social, tipo de educación recibida y carreras que han realizado las personas que, por estar al frente de las máximas instituciones representativas de cada sector, han tenido la responsabilidad de la conducción en las distintas actividades del país. A través del mismo, y sobre la base de una muestra estadísticamente representativa del grupo de dirigentes, de Imaz examina las diversas modalidades que ha tenido la selección de esos dirigentes. Luego de ese trabajo paciente, estrictamente técnico y metodológicamente depurado, el autor llega a la conclusión de que no existe una clase dirigente en la Argentina, único juicio de valor que, conscientemente, introduce en la obra al señalar que "No hay una clase dirigente auténtica, aunque haya muchos que mandan individual y aisladamente, cuando no de un modo excluyente y contrapuesto".
La sociología del poder y la dominación, que la impulsa decididamente de Imaz, se articula a la tradición teórica desarrollada, inicialmente, por Max Weber, Vilfredo Pareto, Robert Michels, Gaetano Mosca y Antonio Gramsci, y, posteriormente, por los sociólogos norteamericanos contestatarios y radicales como Thorstein Veblen, David Reisman y Charles Wright Mills. Todos ellos relacionan de manera explícita y manifiesta las relaciones entre los políticos, militares y élites económicas, conformando una comunidad de intereses por encima de la heterogeneidad real que las caracteriza, tanto en la identidad de pertenencia, procesos de socialización, formas de intercambio social como a lo relacionado a la cultura patrimonialista y vinculaciones corporativas.
Aunque no existe una acepción unívoca sobre el concepto de "élite", como lo destacan muchos autores, puede decirse que éste conlleva siempre las nociones de minoría y de superioridad. Como lo ha observado Juan Linz, "Todas las definiciones de élite implican la idea de una minoría, de pequeños números, de gente distinguida de los grandes números de una sociedad sobre la base de tener una distinta cantidad y/o cualidad de características".
En este sentido, el término élite significaría únicamente que los individuos a los grupos están dispuestos jerárquicamente en una escala, con determinadas posiciones vértices, y su empleo adoptaría una forma rigurosamente "neutral"; esto es, una significación puramente descriptiva de un referente empírico sujeto a observación y medida. Lo cual no compartimos, ya que al respecto siempre se producirán juicios de valor y expresiones de posturas políticas, ya que se hace referencia explícita a la construcción social del poder y, a la contrapartida, que son las clases subordinadas.
Según Wikipedia, dentro de la sociología de las políticas y gobierno, el ensayo más significativo de Max Weber es probablemente La política como vocación. En él, Weber revela la definición de estado que se ha convertido tan importante en el pensamiento social occidental: el estado es la entidad que posee el monopolio sobre el legítimo uso de la fuerza física. La política se debe entender como cualquier actividad a la que puede dedicarse el estado para influir sobre la distribución relativa de fuerza. La política, por tanto, se deriva del poder. Un político no debe ser un hombre de la ética cristiana verdadera, entendida por Weber como la ética del Sermón de la Montaña, es decir, la de ofrecer la otra mejilla. Alguien partidario de tal ética debería ser considerado como un santo, ya que son únicamente los santos, según Weber, los que la siguen apropiadamente. El reino político no es un reino de santos. Un político ha de abrazar la ética del fin último y la de la responsabilidad, y debe sentir pasión por su advocación y ser capaz de distanciarse él mismo de la materia de sus esfuerzos (los gobernados).
Weber distinguía tres tipos puros de liderazgo político, dominación y autoridad: dominación carismática (familiar y religiosa), dominación tradicional (patriarcas, patrimonialismo, feudalismo), y dominación legal (ley y estado moderno, burocracia). Según su punto de vista, cada relación histórica entre gobernantes y gobernados contiene elementos que pueden ser analizados en base a esta distinción tripartita. Además, afirma que la inestabilidad de la autoridad carismática inevitablemente lleva a la fuerza a rutinizarse en una forma más estructurada de autoridad. Del mismo modo, asegura que, en un tipo puro de regla tradicional, una resistencia al maestro suficiente puede llevar a una revolución tradicional. Por ello, alude a un movimiento inevitable hacia una estructura racional-legal de la autoridad, utilizando una estructura burocrática. Así, esta teoría puede ser vista en ocasiones como una parte de la teoría social evolucionista. Ésta enlaza con su concepto más amplio de racionalización sugiriendo la inevitabilidad de un movimiento en esta dirección.
Max Weber formuló una teoría de tres componentes de estratificación, cuyos componentes conceptuales son una clase social, un estatus y un partido político. La clase social se basa en la relación con el mercado determinada económicamente (nivel económico). El estatus se basa en cualidades no económicas, como el honor, el prestigio o la creencia religiosa. El partido hace referencia a las afiliaciones de carácter político. Estas tres dimensiones tienen consecuencias en lo que Weber denominó oportunidades vitales.
Sucintamente debemos recordar, que para Vilfredo Pareto las masas son incapaces de autogobernarse. Siempre, en la historia, han gobernado las "minorías selectas" (escuela del elitismo político). Plantea a las élites desde una doble acepción, por un lado desde la sociedad, ya que está definida y constituida por los mejores elementos de la misma; por otro lado desde el Estado, en el sentido de quienes gobiernan. Confunde la élite del poder con las funcionales. Propone el carácter inevitable de la desigualdad social y de la dominación de la masa por una minoría selecta. Pone en entredicho el papel del "Estado social de derecho" en la resolución de la cuestión social, propuestas que el fascismo acogió como principios programáticos y políticos.
Así mismo, definió la ley de circulación de las élites o minorías gobernantes, a partir de los siguientes principios:
Mientras que el alemán Robert Michels propone la Ley de Hierro de las Oligarquías (de la oligarquía), a partir de la tesis de la Imposibilidad de la democracia, en base a la existencia de autoritarismo en los partidos políticos que defienden la democracia socialista. Afirmaba que "tanto en autocracia como en democracia siempre gobernará una minoría". Según Michels, cuando se habla de organización se habla de OLIGARQUÍAS (gobierno de los pocos y MEJORES). El aumento de poder de los líderes es directamente proporcional a la extensión de la organización (y cuanto más grande, más poder). Las masas necesitan liderazgo y están contentas de que otros se ocupen de sus asuntos. Además, son políticamente incompetentes e indiferentes y es fácil embaucarlas y engañarlas. El pueblo como colectividad nunca podrá gobernarse a sí mismo.
Ley de Hierro de las Organizaciones: los delegados de los partidos representan a las masas y actúan para que su voluntad se materialice en la vida social. Esto exige un poder oligárquico de minorías activas y selectas. Poco a poco, estos delegados se profesionalizan y se distancian de las masas a las que representan. Quien dice organización dice tendencia a la oligarquización.
Para Gaetano Mosca, la élite es una clase social política organizada, que la hace destacar de las masas. Esta clase monopoliza el poder político y controla el acceso al mismo de manera burocrática. Afirma que aunque cambie el sistema político, la élite dominante sigue existiendo. Señala que la democracia es el mejor medio para seleccionar a las élites.
Mientras que para Antonio Gramsci, la hegemonía y la conformación del bloque hegemónico hay que analizarlo en la historia en acto, es decir en la vida social misma. Lo que significa verla en los procesos históricos sociales y teniendo en cuenta a las clases subordinadas, con lo que rompe con la tradición impuesta por el trío de pensadores italianos arriba mencionados, que enriquecieron el pensamiento político del fascismo. Inclusive, se enriquece el debate sobre la hegemonía gramsciana al introducirse otros referentes como son la cultura, el territorio y la ideología, constituida por instituciones, mentalidades, doctrinas y creencias de una sociedad.
Señala Gramsci que, "En todo hombre está presente una conciencia impuesta por el ambiente en que vive y en la cual, por lo tanto, concurren influencias diversas y contra dictorias’’[…]Y agrega, que "la conciencia del hombre no es otra cosa que el resultado de una relación social (…), es decir, la conciencia como resultado de un proceso social". Así mismo, destaca como aparatos represivos e ideológicos del Estado y reproductor de la hegemonía al sistema escolar, la religión, el servicio militar, los medios de comunicación y al folklore; todos éstos ayudan a que se conforme lo que en alemán se denomina el WELTANSCHAUUNG, que se traduce por "concepción del mundo".
En el libro The Power Elite, el sociólogo C. Wright Mills describe a estos individuos poderosos de la siguiente manera: "La élite en el poder se compone de individuos cuyas posiciones les permiten trascender el ambiente de la gente ordinaria, están en situaciones de tomar decisiones que tienen importantes consecuencias, pues están al mando de las principales jerarquías y organizaciones de la sociedad moderna. Gobiernan las grandes corporaciones. Conducen la maquinaria del Estado y tienen sus prerrogativas. Dirigen el poder militar. Ocupan los puestos de mando estratégicos de la estructura social, donde ahora se concentran los medios efectivos del poder y la riqueza y la celebridad que disfrutan".
El hecho de que nuestras élites privilegian sus agendas e intereses particulares y subordinan la importancia de las reglas de competencia democrática está en el centro del análisis de Eduardo Dargent en su libro Demócratas precarios. Élites y debilidad democrática en el Perú y América Latina. "Tanto la derecha como la izquierda tienden a ser autoritarias cuando se trata de apoyar a gobiernos con los que simpatizan, pero invocan el respeto a las garantías democráticas cuando tratan de oponerse a fuerzas que pueden avasallar sus intereses. Sí la democracia como régimen ha tenido una importante continuidad en los últimos años en nuestros países ha sido más por presiones externas que por fuerzas internas; consolidar la democracia requiere de élites más "maduras", por así decirlo".
En este último siglo, en América Latina y Ecuador se han realizado investigaciones y ensayos sobre la temática de este artículo, que iremos mencionando en el desarrollo del mismo desde el enfoque sociológico. Resumidamente registramos en la región a José Carlos Mariátegui, André Gunder Frank, Alain Touraine, Ruy Mauro Marini, Vania Bambirra, Theotonio Dos Santos, Fernando Henrique Car doso, Enzo Faletto, entre otros. Mientras en el Ecuador encontramos a Agustín Cueva, Gonzalo Abad, Rafael Quinte- ro-Erika Silva, Alejandro Moreano, Manuel Chiriboga, Julio Echeverría y otros.
Pero esta propuesta teórica no estará completa, mientras no se la relacione con otros referentes provenientes de la sociología, de la historia o de la ciencia política, algunos ya mencionados, como. Recuperemos a Maurice Halbwachs, en su obra "Los cuadros sociales de la memoria", cuando señala que los recuerdos son colectivos y nos son traídos a la conciencia por otras personas, aún cuando se trate de hechos que nos han ocurrido sólo a nosotros y de objetos que únicamente nosotros hemos visto. Y es que en realidad nunca estamos solos. No hace falta que otros hombres estén presentes, que se distingan materialmente de nosotros: siempre llevamos en nosotros y con nosotros un cierto número de personas inconfundibles.
Y agregamos lo referente a la memoria colectiva, que se diferencia de la historia al menos respecto a dos tipos de relación. Es una corriente de pensamiento continuo, de una continuidad que no tiene nada de artificial dado que retiene del pasado aquello que se encuentra vivo o capaz de vivir en la conciencia del grupo que la cultiva. Por definición ella no rebasa los límites de este grupo. Cuando un periodo histórico pierde interés para el periodo que sigue, no es un mismo grupo el que olvida un fragmento de su pasado: existen en realidad dos grupos que se suceden. Los conjuntos de hombres que constituyen un mismo grupo en dos periodos sucesivos son como dos tramos que se encuentran en contacto en sus extremidades opuestas y que, sin embargo, no se unen y no forman un mismo cuerpo. Existen múltiples memorias colectivas. Es el segundo rasgo en que se diferencia de la historia, es que la historia es una y se puede decir que no hay más que una historia.
Todos los movimientos de un grupo pueden traducirse en términos espaciales, y el lugar ocupado por este grupo no es más que la reunión de todos los términos. Cada aspecto, cada detalle del espacio sólo es inteligible para los miembros del grupo, porque todos los elementos del espacio que ha ocupado corresponden a diferentes aspectos de la estructura y de la vida de la sociedad, por lo menos en su dimensión más estable. Los sucesos excepcionales, en realidad, se ubican en un contexto espacial; esto ocurre porque el grupo toma conciencia de su existencia con más intensidad y es, en ese momento, cuando los vínculos que lo unen al lugar aparecen con mayor claridad frente al momento en que parecerían romperse
La obra de Halbwachs nos ayuda a situar los hechos personales de la memoria, la sucesión de eventos individuales, los que resultan de las relaciones que nosotros establecemos con los grupos en que nos movemos y las relaciones que se crean entre dichos grupos, formándose así una distinción, como enseguida veremos. La Memoria histórica supone la reconstrucción de los datos proporcionados por el presente de la vida social y proyectada sobre el pasado reinventado o recuperado. La Memoria colectiva es la que recompone mágicamente el pasado, y cuyos recuerdos se remiten a la experiencia que una comunidad o un grupo puede legar a un individuo o grupo de individuos.
Dentro de estas dos direcciones de la conciencia colectiva e individual se desarrollan, de acuerdo a Halbwachs, las diversas formas de memoria. La Memoria individual, en tanto que se opone (enfrenta) a la memoria colectiva, es una condición necesaria y suficiente para llamar al reconocimiento de los recuerdos. Nuestra memoria se ayuda de otras, pero no es suficiente que ellas nos aporten testimonios. Creemos que la memoria colectiva, la memoria individual y la memoria histórica, se construyen desde la experiencia. En este sentido nos apoyamos en la noción de experiencia, a partir de la tradición y la costumbre.
A las cuatro provincias y ciudades de la costa seleccionadas en este breve ensayo, las vamos a estudiar como escenarios urbanos políticos, y también en lo relacionado a las adhesiones electorales para con sus líderes locales, en los diferentes momentos que solicitaron éstos el favor ciudadano y cómo los mismos manejaron el poder. Resaltando que salvo Guayas y Guayaquil que poseen algunos reductos industriales y del terciario superior, en general las otras provincias son predominantemente vinculadas al sector primario de la economía nacional, situación que las va condicionar en sus desenvolvimientos socio-institucionales y políticos, así como en lo relacionado a la insurgencia de diferentes formas de liderazgos y a los líderes políticos en este último medio siglo.
Al respecto queremos estudiar el desarrollo y desenvolvimiento de los siguientes líderes costeños que tuvieron un gran protagonismo en sus ciudades y provincias en las últimas cinco décadas. En Esmeraldas, el Coronel Julio Plaza Monzón y, su hijo, Dr. Julio Plaza Ledesma. En Manabí, los hermanos Marín Barreiro en Bahía de Caraquez-Sucre, Emilio Bowen Roggeiro en Manta; Homero Andrade Alcívar en Chone; y, Dr. Luis Morán Lucio en Jipijapa. En Los Ríos, Efrén Ycaza Moreno y Clemente Baquerizo en Ba- bahoyo, hermanos Ponce Luque en Babahoyo-Quevedo y los hermanos Andrade Fajardo en Mocache-Quevedo. En Guayas, en Milagro con los hermanos Centanaro Gando. Vale señalar que estos " Caciques" ocuparon la mayoría de las dignidades en sus gobiernos seccionales respectivos, llegaron al Congreso Nacional y en algunos casos fueron hasta ministros de estado. Realmente han constituido la "élite del poder" en sus localidades.
La totalidad de los dirigentes políticos mencionados desarrollaron sus actividades durante el largo período de liderazgo político nacional del cinco veces presidente de la república, desde 1934 a 1972, José María Velasco Ibarra, con un gran liderazgo carismático como lo definía Weber, al cual la mayoría de éstos apoyaron electoral y políticamente, ya que éste les decía siempre "Dadme un balcón en cada pueblo y seré presidente", aunque algunos han durado hasta este último período constitucional. Así mismo, la mayoría de los mismos fueron afectados también por las dos últimas dictaduras institucionales de las Fuerzas Armadas, la de 1963 y particularmente por la de 1972 que ha sido la más larga de nuestra vida republicana. Pero a nuestro criterio, fueron relevados por nuevos liderazgos locales y tiendas partidarias, que actúan de una manera diferente pero siempre de forma clientelar, a partir de la nueva etapa constitucional que se estrenó en 1979 y dura hasta la fecha. Esto permite entender también la simbiosis que siempre se ha dado entre el líder nacional-partido político, en Carondelet o en el poder, y los líderes locales en sus ciudades y provincias, inclusive en las circunstancias actuales.
Si bien Guayaquil y Quito, Guayas y Pichincha, continúan siendo los escenarios políticos privilegiados, por el gran número de votantes que albergan, por la totalidad de partidos políticos existentes en el régimen político ecuatoriano, no es menos cierto que el resto del espacio nacional ha sido refuncionalizado en la mecánica electoral y política como elemento decisorio, especialmente en ciertas provincias y ciudades ya que coadyuvan a dar la victoria de ciertas candidaturas, lo cual ha hecho que se configuren diferentes estrategias de liderazgos que han permitido la conformación de varios liderazgos, que han tenido una gran gravitación tanto en las vidas de sus localidades y provincias como en el país.
La localización en la región litoral de la producción agropecuaria de exportación, condicionada casi siempre al impulso de la demanda externa, ha hecho que se consolide una red de ciudades muy vinculadas a las actividades primarias y con limitadas funciones urbanas y estructuras ocupacionales, en su mayor parte semiurbanas, altamente dependientes del sector primario.
Además, por ser centros urbanos mayores de 50 mil habitantes son grandes receptores de mano de obra, especialmente provenientes de las zonas rurales y asentamientos menores de 10 mil habitantes de las provincias circunvecinas, es el caso de Machala donde llegan migrantes principalmente originarios de Loja y Azuay; mientras a Babahoyo va gente oriunda de Bolívar, etc.
Esta urbanización tardía pero creciente de estas ciudades costeñas ha hecho que en las mismas se generen toda una serie de instituciones que conforman el poder local. Entre éstas se distinguen del lado del Estado: la Municipalidad, la Prefectura Provincial, y, actualmente, las juntas parroquiales rurales; también los aparatos especializados del Estado existentes en una capital de Provincia o cabecera provincial según el caso; mientras que la sociedad civil está representada por los Centros Agrícolas, Artesanales, Colegios Profesionales, partidos políticos, comités barriales, organizaciones proviviendas, cooperativas, asociaciones de empleados y sindicales, Cámara de Comercio, asociaciones de comercios y servicios, asociación de Choferes y transportistas, asociación de estudiantes, etc. Así podemos concluir que existe una gran fragmentación del poder local, lo cual está en relación directa al nivel de complejidad de la economía y de su área de influencia, así como también a la diversificación y dinamismo de su hinterland agrícola. A lo que se agrega, el poco desarrollo del capital social en estos territorios, en la acepción dada por Robert Dahl, lo que incide en la gran debilidad organizativa de los sectores subalternos, salvo en las áreas donde la existencia de conflictos agrarios permitió el desarrollo de organizaciones campesinas que estuvieron conformadas por militantes de los partidos Socialista o Comunista.
Debemos recordar, que durante el quinto velasquismo se promulgó la ley de abolición del trabajo precario y de intervención prioritaria en las áreas arroceras debido a la alta conflictividad social existente en el sector rural costeño, como consecuencia de las tomas de tierras por los campesinos organizados, y a los cotidianos enfrentamientos entre los terratenientes y sus bandas de matones con las organizaciones sociales lo que provocó un incremento de la violencia social y pérdida de legitimidad de los caudillos locales políticos, ya que se puso de manifiesto su agenda privada y alineación clasista. Las zonas más conflictivas fueron la de la Cuenca Baja del Guayas y la provincia de Manabí. De ahí que el Estado tuviera que darles una atención clientelar especial con la conformación de organismos de desarrollo regional como son CEDEGE y CRM.
A excepción de Guayaquil, en las cuatro ciudades en estudios se dan estructuras ocupacionales predominantemente semi-urbanas y sus economías urbanas tienen un bajo nivel de desarrollo industrial, encontrando en algunos casos solamente ciertas agroindustrias -Milagro, Manta, etc,-; lo cual permite comprender que lo predominante son actividades de artesanías así como servicios y comercios. De ahí que en éstas se registren altas tasas de desempleo estacional y de subempleo.
Por otra parte es importante destacar que la ocupación histórica del territorio costeño ha estado muy relacionada con los diferentes momentos de inserción al mercado internacional, lo cual ha hecho que por medio de la expansión de la frontera agrícola se conforme una constelación de pequeñas y medianas propiedades agrarias, con pocas grandes propiedades. Siendo las primeras que desde la explotación bananera a la fecha han sostenido la economía de agroexportación, correlativamente también existe una gran masa de asalariados agrícolas y campesinos sin tierra. Es necesario señalar la existencia de éstos ya que son actores centrales en los procesos políticos electorales y del clientelismo de los caudillos de estas ciudades agropecuarias.
En esta estructura urbano-agrícola se ha ido desarrollando una heterogénea red de centros urbanos, entre los cuales podemos distinguir: a) algunos de carácter regional, que han podido adquirir una cierta autonomía relativa de Guayaquil y desarrollar sus propios circuitos de acumulación, caso de Machala y Manta; los cuales van a tener una preeminencia específica en los procesos políticos y electorales, b) otras ciudades que tienen su crecimiento urbano y económico muy vinculado a Guayaquil, como "macrocefalia regional", haciendo que su desarrollo sea exógeno, aún inclusive ciertos comportamientos políticos colectivos; además muchas de éstas ciudades por las diferentes coyunturas de crisis del modelo agroexportador no han podido completar una serie de mutaciones urbanas, por lo que todavía mantienen características agropecuarias pero, articulando unas relaciones asimétricas entre el campo y la ciudad. "El espacio costeño nació, y continúa, fraccionado, atomizado, lo que reproduce regionalmente un orden jerárquico no solo de formas urbanas sino de la propia estructura del poder y de grupos de presión local".
Por último, en el prolongado y recurrente contexto de crisis económica y social del país, debemos indicar resumidamente las características fundamentales y el patrón de funcionamiento de los gobiernos locales existentes en cada una de las urbes en estudio, para poder apreciar mejor las estrategias diseñadas y los enfrentamientos políticos y electorales que se dan, tanto entre los grupos citadinos como entre las fracciones sociales que se constituyen al interior de cada aparato de los gobiernos locales.
Los gobiernos locales (Juntas Parroquiales-Municipio- Prefectura), en tanto que copartícipes de las formas particulares que asumen las relaciones Estado-Sociedad, se manifiestan de diferentes formas y situaciones en las ciudades en estudio lo cual es imputable a una amplia gama de factores, tanto históricos como políticos y económicos, que configuran la personalidad de cada administración local. En la región costera existen en la actualidad 62 Municipios, los cuales gozan de una "autonomía sin independencia", es decir son dependientes de las rentas que les transfiere el gobierno central, hasta en el 65% de sus presupuestos; esta situación, entre otras causas, configura las limitaciones financieras, técnicas, administrativas y políticas de estas instituciones.
Es importante mencionar que los mismos vicios y errores son imputables a la mayoría de los municipios entre los cuales se destacan: 1. La pérdida paulatina de sus funciones específicas, las cuales se limitan o recortan, hasta que se hagan responsables exclusivamente de las "externalida des" del desarrollo -instancia administrativa dispensadora de servicios- pero no del desarrollo mismo de la Ciudad, que hace que se los defina y oriente en función clientelar. Por regla general estas funciones que se les disminuyen son asumidas por el Estado central. 2. Lo anterior hace que en la gestión urbana se presente una situación de atomización tanto en términos institucionales como legales, lo cual en la mayoría de casos producen trabas y bloqueos a las actividades de los gobiernos locales. 3. En estas ciudades es mucho más marcada la carencia de cuadros técnicos en las administraciones respectivas por la falta de una idónea conciencia política en los gobernantes locales, que los hace funcionar permanentemente en actitudes electorales a paternalistas-clientelares. 4. La existencia de varias instancias de poderes locales como los niveles administrativos regionales, provinciales y locales propiamente dicho, presenta frecuentemente una serie de conflictos políticos e institucionales, que en el fondo no son otra cosa que la manifestación de las contradicciones entre fracciones del bloque en los poderes locales.
En este escenario descrito, los líderes políticos locales costeños han asumido y desarrollado una misma matriz de socialización, como lo reseña Gramsci, que les ha condicionado. Por un lado, la internalización y prácticas de unos modos de vivir y de pensar, tanto en lo privado como en lo público, de una manera que reproduce las formas de dominación y autoritarismo que caracterizan a estas sociedades tradicionales y predominantemente agropecuarias. A lo que se agregan, una mentalidad patrimonialista, dada por la procedencia social y riqueza amasada y a la existencia de la agenda propia, y el auto percibirse desde un mesianismo insostenible como consecuencia de las relaciones políticas desarrolladas con los otros niveles territoriales de distribución del poder del Estado, con los cuales negocia apoyos políticos y económicos de doble vía, para impulsar las empresas electorales y fortalecer las tiendas políticas como las denomina Amparo Menéndez-Carrión.
Recordemos que en el período de 1860-1920 el cacao representó entre el 60% y 70% de las exportaciones totales del país. Además, seguramente, el 80% de la producción estaba manejada por lo que se consideró el núcleo más fuerte de la burguesía agroexportadora que controlaba igualmente más del 70% de todas las tierras productivas. Núcleo constituido básicamente por quince familias, estrechamente ligadas entre sí, tanto por intereses económicos como familiares.
La vinculación de los intereses de los plantadores con intereses de otros sectores como el bancario y el comercial, era tal que prácticamente se concentraba en un sólo grupo de intereses. Los plantadores eran los principales accionistas de los más importantes bancos o mantenían casas de exportación. Las investigaciones realizadas sobre esa época demuestran, de una u otra forma, que la estructura agraria antes y después del boom y luego de la crisis del cacao no sufre cambios significativos, y menos aún estructurales en el sentido de que los medios de producción pasen de manos de los grandes propietarios a los jornaleros. Más aún, se ve como en esta época la mayor parte de la tierra continúa en manos de los herederos de antiguos terratenientes. Grandes propietarios que a través de transacciones comerciales y financieras cerrarán el círculo de relación y dependencia productiva así como de comercialización con otros grupos sociales; círculo en el que serán incluidos miembros de sectores medios, quienes, a su a vez, serán asimilados a través de múltiples mecanismos a los intereses de los grupos dominantes exportadores-banqueros, como lo han investigado Manuel Chiriboga y Andrés Guerrero.
Téngase además en cuenta que la pugna, que en el período posterior (1925-1947), se dio entre terratenientes y agroexportadores - financieros se amortigua en esta época, ya que disminuyen los conflictos y se define una alianza en torno a la distribución del excedente, que daba lugar a la rehabilitación del sector primario-exportador. Al deprimirse la
producción y exportación de cacao, por baja de los precios internacionales, en la década de los veinte, y posteriormente por el arrasamiento de los cultivos por la monilla y la escoba de la bruja, la región se replantea el esquema productivo lográndose una aparente diversificación de la producción agrícola especialmente en productos tales como el caucho, tagua café, tabaco y paja toquilla, diversificación que se produce entre 1925-1950; período en el que la misma se especializó también en la producción para el consumo interno con el arroz, algodón y azúcar.
A partir de 1948 se abre un nuevo ciclo económico en base del banano, cuya expansión culminó a mediados de la década de 1950. Durante el período 1950 -1960 la región y áreas aledañas ajustaron un nuevo molde al patrón de acumulación agroexportador a través de la producción y la exportación de banano.
Con esta mayor integración del país a la economía mundial por el banano, se produjo una serie de flujos migratorios multidireccionales, que apuntó hacia las nuevas áreas de producción (ampliación de la frontera agrícola de manera semi dirigida o espontánea); y a sus centros poblados de apoyo o a los puntos de acopio y realización de la producción, lo cual conformó una nueva red de centros urbanos especialmente en la costa, gracias a la inversión del Estado, principalmente, en una gran red vial carrozable que, además, permitió integrar mejor a la nación y expandir colateralmente el mercado interno y amplió y consolidó los circuitos de la acumulación local, regional y nacional.
Estas migraciones internas, de sierra a costa y urbano-rurales, provocadas por las necesidades de la acumulación capitalista, generaron una red urbana con tipos de ciudades con marcadas características:
Una de las principales características de la producción bananera fue que ésta se realizaba en medianas y pequeñas propiedades; las haciendas aportaban con apenas el 20% de la exportación nacional de banano. Sin embargo, estas operaciones fundamentales de las grandes haciendas, plantaciones y compañías extranjeras controlaban casi el 100% de la comercialización de este producto.
La estructura de producción del banano se asentaba en pequeñas y medianas propiedades. Fenómeno que resulta de la expansión inicial de la producción y que abrió amplias perspectivas a los grupos sociales emergentes. Producción que se realizaba fundamentalmente en tierras de ampliación de la frontera agrícola y en las estribaciones de la cordillera occidental. Producción que ofreció una gran oportunidad para que colonos y agricultores medios capten una cuota de poder político en la región. Captación del poder formal numéricamente significativo, pero absorbido o neutralizado en sus contenidos e intereses por la asimilación de buena parte de los sectores medios a los intereses de las micro oligarquías tradicionales.
Las alteraciones e innovaciones que se dan en el sistema productivo bananero no producen, como podría haberse esperado, cambios significativos en los contenidos de las estructuras de poder económico y político, manteniendo en lo esencial el poder en las mismas manos, en la de sus herederos o asimilados.
Como se ve, durante esta época se produjo una expansión y relativa distribución económica hacia sectores medios; pero hasta allí no más, pues el resto, es decir los principales medios de producción, acumulación y circulación continuaron en manos de los mismos, las oligarquías tradicionales; por ello este proceso "expansivo" y "democratizante" de la producción bananera en la Cuenca deI Guayas no llevará consigo alteraciones significativas en la estructura de poder. Aquí se generan, concentran y expresan lo que, actualmente, se denominan los poderes fácticos.
Lamentablemente, los cambios ocurridos en la década de los 70 y posteriormente, con la modernización agropecuaria, en el agro tampoco afectaron substancialmente las relaciones económicas y políticas de la región. Lo que nos plantea la relación entre mentalidades, cultura y cultura política en nuestras localidades costeñas, como lo destaca Xavier Andrade.
"Recordando también que en los escenarios locales de poder, antes del cacao y después con el banano, (re)apareció un nuevo actor al que se le atribuirá un papel protagónico en la opresión étnicasocial: el gamonal. Término que pasaba a designar a un mediano propietario que ejercía el poder local en términos reales, independientemente de que disponga o no de un cargo público. El gamonal era, entonces, el poderoso que gozaba de una autonomía parroquial, aunque subordinado políticamente a las aristocracias regionales; era un producto del ascenso social, donde lo político se expresaba directamente relacionado con los mecanismos de funcionamiento económico, que daban la vinculación entre la mediana propiedad rural y ciertas formas del capital comercial. Al respecto debemos resaltar que todos los líderes locales costeños estudiados son propietarios territoriales rurales y están íntimamente vinculados a los grupos sociales terratenientes, los cuales casi siempre colaboran en sus empresas electorales o hacen partes de sus tiendas políticas".
El enfrentamiento entre los "viejos" partidos, así como la facilidad con que decaen y se fortalecen los nuevos en una suerte de fatalismo político y de inestabilidad institucional, nos da unas pautas de adhesión de la clientela electoral, facilitadas por el entorno legal y cultura política vigentes que hemos heredado del clientelismo ejercido por los caudillos locales y nacionales, históricamente. Debemos recalcar, que la actividad política de estas élites locales está estrechamente relacionada, preferentemente, a partidos políticos nacionales, así tenemos que desde el segundo velasquismo en 1944, ya habían 7 partidos entre los que destacamos al Liberal, Conservador, Socialista, Comunista, Alianza Política Ecuatoriana-ADE antecedente de la CFP, Frente Democrático ecuatoriano antecesor del PSC, Vanguardia Socialista Revolucionaria y, obviamente, el Movimiento Velasquista.
Tanto las viejas como las nuevas tiendas partidarias con el pragmatismo que les caracteriza a sus empresas electorales, hasta la actualidad, aplicando esa lógica perversa, elemental y primitiva de que "en la guerra, el amor y la política todo está permitido", continúan con los baratillos de oferta por toda la geografía regional cooptando adherentes y votos con el fin de triunfar, sin tener en cuenta las demandas sociales o un mínimo plan programático, inclusive los partidos que se auto califican de ideológicos han tenido que recurrir a esta artimaña para ser beneficiado con el voto popular.
Los elementos anteriores nos sugieren que los mecanismos de reclutamiento electoral y de adhesiones se hacen siguiendo un esquema extrapolítico, y por ende no partidario, la mayoría de los casos los mecanismos de articulación del apoyo electoral se dan a través del compadrazgo, amistades, vinculaciones familiares y laborales y hasta por uniones afectivas-maritales. Pero también se recurre a la compra de los votos a través del reparto de fundas de alimento, reuniones bailables y espectáculos artísticos, amedrentamiento y violencia manifiesta de guardaespaldas o "destajeros".
En el momento en que entramos a constatar los nombres y apellidos de los líderes políticos locales, encontramos, en primer lugar, que muchos de éstos se alternan y generalmente aparecen participando en diferentes partidos al inicial, situación que nos permite entender la proliferación de "camisetazos" y cómo se cooptan los dirigentes. Y en segundo lugar, resaltamos que generalmente estos líderes son candidatizados en Guayaquil, que es la matriz política regional, y son ellos, como individuos, los que conforman localmente las listas para los puestos locales, lo que hace que automáticamente "el Partido sean ellos como personas en sus localidades".
Un rasgo interesante a destacarse es la gran movilidad en la ocupación de las dignidades locales que existen entre la dirigencia política de estas ciudades, lo cuales se alternan como Concejales, Diputados, Alcaldes o Prefectos como un mecanismo que les permita perpetuarse en la estructura del poder local o provincial, y estar vinculadas al Estado Central con cualquiera que fuese el régimen de turno.
Es importante destacar las diferencias que se plantean entre candidaturas de individuos y/o de listas. Generalmente las candidaturas unipersonales, según lo observado y los informantes calificados, se basan principalmente en los atributos del postulante que la encabeza y secundariamente en el aparato partidario; lo que hace que en estos casos las adhesiones políticas se hacen a la persona antes que a su ideología o plan de acción. Además, esta situación se confirma cuando se cruzan los resultados obtenidos por una candidatura unipersonal con los obtenidos por la lista pluripersonal en una provincia o en un cantón dado. Que, a su vez, nos devela la existencia de una estructura de estratificación social entre las élites políticas del cantón, la cabecera cantonal y el centro primado regional.
Creemos necesario indicar que lo que hemos planteado y descrito son algunos elementos generales sobre el funcionamiento de una parte de los sistemas sociales y políticos en las provincias y ciudades costeñas, relacionados a las élites políticas locales y a los comportamientos políticos y electorales de los ciudadanos que traducen la existencia de escenarios en los cuales se tejen formas de dominación y hegemonía política, así como también de estructuras partidistas clientelares y alianzas inéditas y "contra natura", mecanismos de reclutamiento disímiles como también prácticas de control social violentistas-represivas y actitudes autoritarias y anti democráticas de los líderes y sus secuaces.
Pensamos que en estas ciudades las crisis económica del país hacen que se sobredimensione la crisis social e institucional más que en otro tipo de asentamientos o, aglomeración, como consecuencia de la escasa presencia del Estado y del mimetismo político de las élites, lo que ha hecho que todos los partidos sin excepciones hayan empleado mecanismos de articulación de apoyo electoral de tipo eminentemente clientelares, impidiendo la madurez política del electorado y profundizando el foso entre sociedad civil y sociedad política, bloqueando cualquier posibilidad de instaurar un nuevo estilo político, democrático y deliberativo en la conducción de la administración local o en la elección de los candidatos nacionales.
El modelo político imperante, con todos los cambios que han ocurrido en estos últimos 30 años, sigue basándose en el clientelismo como principio central de la acción política impidiendo con ello la vigencia de sólidos partidos políticos y de liderazgos realmente comprometidos con el cambio social, a lo que se agrega el escaso desarrollo y difusión de una cultura política por parte de los actores implicados.
Finalmente, las élites políticas locales han mutado en este último medio siglo en la costa ecuatoriana, pero no lo suficiente para convertirse en verdaderos constructores de un nuevo y sólido sistema de partidos políticos que apunte a profundizar la democracia, dar participación y formación a sus adherentes y servir de correa de transmisión de las demandas sociales con el Estado. Por ello hasta la fecha, a inicio del siglo XXI continúa la "realidad del Sísifo político" en la región y el país.
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