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Academia y lucha contra la desinformación en perspectiva intercultural: El caso de OIME

Academia and the fight against misinformation from an intercultural perspective. The OIME case

Álvaro Pazmiño
Universidad Técnica Equinoccial, Ecuador
Daniela Saltos
Universidad San Francisco de Quito, Ecuador
Pamela J. Cruz
Universidad de Málaga, España

#PerDebate

Universidad San Francisco de Quito, Ecuador

ISSN: 2588-0896

ISSN-e: 2697-3294

vol. 7, núm. 1, 2023

Recepción: 01 Agosto 2023

Aprobación: 19 Octubre 2023



DOI: https://doi.org/10.18272/pd.v7i1.3069

Referencia este artículo: Pazmiño, A., Saltos, D. y Cruz, P. (2023). Academia y lucha contra la desinformación en perspectiva intercultural. El caso de OIME. #PerDebate, volumen 7 (pp. 38-57). Quito: USFQ PRESS

Resumen: Este estudio aborda la desinformación generalizada y destaca estrategias como la curación de contenidos y la alfabetización digital. El Observatorio Interuniversitario de Medios Ecuatorianos (OIME) ejemplifica la respuesta académica y de la socie- dad civil a la desinformación, desde una perspectiva intercultural. Con producción y difusión de 23 piezas en castellano y kichwa, se evidencia una contribución al fortalecimiento del marco general propuesto por la Unesco y a los desafíos en la formación profesional intercultural.

Palabras clave: desinformación, alfabetización informacional, universidad, Periodismo, Ecuador.

Abstract: This study addresses widespread misinformation and highlights strategies such as content curation and digital literacy. The Interuniversity Observatory of Ecuadorian Media (OIME) exemplifies the academic and civil society response to disinformation, from an intercultural perspective. With the production and dissemination of 23 digital literacy pieces in Spanish and Kichwa, a contribution to strengthening the general framework proposed by UNESCO and the challenges in intercultural professional training is evident.

Keywords: disinformation, information literacy, university, Journalism, Ecuador.

Introducción

A escala global, la desinformación continúa siendo un fenómeno que ha convocado el interés de gobiernos, organismos internacionales, medios de comunicación, organizaciones de la sociedad civil y la academia desde donde hay cada vez más información sobre sus manifestaciones (bulos, desórdenes informativos y noticias falsas) y las estrategias para combatirla (Salaverría et al., 2020; Aguaded y Romero-Rodríguez, 2015).

Entre esas acciones destacan la curación de contenidos y la verificación de hechos, que constituyen estrategias concretas frente a las políticas, económicas o legislativas (Guallar et al., 2020). Tanto la curaduría de contenidos como la verificación o fact-checking forman parte de las acciones educativas que se eje- cutan, principalmente, desde la academia; a esas respuestas se suman las reco- mendaciones desde la alfabetización digital. Este artículo se sitúa, de manera especial, en ese frente de lucha contra la desinformación.

A partir del estudio de caso del Observatorio Interuniversitario de Medios Ecuatorianos (OIME) que nació en junio de 2020 en un escenario de pandemia por covid-19 y en otro de infodemia, se analiza el rol de la academia ecuatoriana en las experiencias de respuesta a la información contaminada desde una perspectiva intercultural, tomando en cuenta un modelo de cooperación social con potencial en contextos de crisis.

Después de analizar la desinformación en el contexto de la posverdad y la infodemia durante la crisis sanitaria, se proporciona un registro que incluye evidencia cuantitativa y cualitativa sobre la lucha contra la desinformación desde una perspectiva intercultural. OIME, con estas acciones, contribuye al fortalecimiento del marco general propuesto por la Unesco.

Desinformación, posverdad e infodemia

En la actualidad, los consumidores de información tratan de seleccionar la basta disponibilidad de contenidos, ya que de manera recurrente estos pueden ser falsos, inexactos y engañosos. Se entiende a la desinformación como un término ampliamente aceptado para definir el fenómeno global que cues- tiona la fidelidad a los hechos sobre los que se informa; esta veracidad de la información puede verse afectada en los contenidos a los que la ciudadanía está expuesta y consume diariamente.

Una definición comúnmente aceptada es la propuesta por la Comisión Europea en 2018, que se refiere a la desinformación como contenido “falso, inexacto o engañoso [...] diseñado, presentado y promovido intencionalmente para causar daño público o beneficios particulares” (European Commission, 2018). En ese sentido, lo desinformativo no es una sino varias manifestaciones.

Desde el punto de vista de Del-Fresno-García (2019), su objetivo es engañar o alterar adrede la percepción de grupos de personas para tratar de influir en su comportamiento en el campo: político, económico e ideológico. Los algoritmos computacionales pueden ser usados para desinformar, ya que perfilan a cada nicho, cada consumidor o lector de información.

De hecho, el fenómeno desinformativo ha aumentado significativamente en la actualidad debido a la era del big data, lo que en opinión de Guallar et al. (2018) ha permitido la proliferación de mentiras a gran escala. Este problema ha adquirido una dimensión masiva que lo convierte en un desafío cada vez más importante. Además, existe una percepción generalizada de que este problema no solo no se está resolviendo, sino que empeorará en el futuro.

En un informe realizado por la consultora Gartner (2017), se proyectó que para el año 2022 el público consumirá más noticias falsas que verdaderas. Por otra parte, como afirma García-Marín (2020), diversas motivaciones psicológicas, como los procesos de disonancia cognitiva y los sesgos de confirmación, hacen que las personas no solo crean fácilmente información falsa, sino que también puedan darle más credibilidad que a la información verídica.

Esto último abre una relación de lo desinformativo con la posverdad. Esta se describe como la influencia de las emociones y las creencias personales en la opinión pública (Oxford University Press, 2016), lo cual ha ganado relevancia debido a la expansión de la desinformación. A juicio de Del-Fresno-García (2019), en este contexto la subjetividad prevalece sobre la objetividad, y la valoración, visión o emoción personal puede llegar a ser más importante que la propia realidad. Algunos investigadores consideran que la posverdad implica un cambio en la relación de la sociedad con la verdad y tiene un sesgo político que se utiliza para identificar a los oponentes percibidos como enemigos del modelo de sociedad (Capilla, 2019). Mientras tanto, otros argumentan que la influencia de las redes sociales ha contribuido a la prevalencia de la posverdad.

Acerca de la infodemia es un término que se popularizó en 2020, especialmente debido a la pandemia de covid-19. La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo utilizó para referirse a la proliferación de noticias e información falsas o engañosas sobre la pandemia, describiéndola como una “epidemia de desinformación” (WHO, 2020). La infodemia representa el extremo del fenómeno de desinformación y suele estar asociada a un período delimitado a un evento específico, generalmente en el contexto de una crisis sanitaria.

En opinión de García-Marín (2020) aunque el vocablo se ha utilizado principalmente en relación con la covid-19, el término también se ha empleado en otras ocasiones en el pasado.

La infodemia está concebida como una pandemia de información
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La infodemia está concebida como una pandemia de información

UNESCO, cuatro formatos clave de la desinfodemia

Desde las Naciones Unidas, se defiende el acceso a la información de calidad al considerar que “la información verificable y confiable, como en la ciencia y el periodismo profesional, es crucial para construir lo que la UNESCO describe como ‘Sociedades del Conocimiento’. La ‘desinfodemia’ se opone frontalmente a esto” (Unesco, 2020a, 3).

En ese sentido, esa organización identifica los formatos digitales más empleados referentes a campañas informativas en el contexto de la covid-19, en los que predominan las creencias en lugar de la razón y los sentimientos en contraposición de un análisis deductivo por parte de las audiencias.

Los formatos más empleados para generar desinformación son los siguientes:

• Narraciones y memes emotivos. Este formato utiliza afirmaciones falsas presentadas en narrativas emocionales que combinan lenguaje fuertemente emotivo con mentiras, información incompleta, opiniones personales y elementos de verdad. Este contenido es difícil de detectar en aplicaciones de mensajería cerradas.

• Sitios web e identidades inventadas. Se crean fuentes falsas, conjuntos de datos manipulados y sitios web falsos que pretenden ser de gobiernos o empresas legítimas. También existen sitios web que publican información aparentemente prudente.

• Imágenes y videos fraudulentamente alterados. Se utilizan imágenes y videos que han sido alterados, inventados o sacados de contexto para generar confusión y evocar emociones fuertes por medio de memes vira- les o falacias narrativas. El objetivo es generalizar la desconfianza y difundir la desinformación.

• Infiltración y campañas de desinformación planificadas. Este formato busca sembrar la discordia en las comunidades en línea, promover el nacionalismo y agendas geopolíticas, obtener datos personales de salud de forma ilícita por medio de phishing, y generar ganancias monetarias mediante spam. Por lo general, estas campañas también pueden incluir el uso de bots y trolls para amplificar artificialmente la desinformación y fomentar el antagonismo.

En el caso de OIME, que nació en 2020 con el propósito de investigar la desin- formación y otros desórdenes informativos y a partir de ahí se ha focalizado en una multialfabetización de las audiencias (Cruz et al., 2022), el formato desinformativo más combatido ha sido el de las narraciones emocionales. Alrededor de ellas, se ha trabajado en su caracterización en múltiples discursos, entre oficial, científico y mediático (Orbe et al., 2022), así como el consumo de memes en usuarios digitales jóvenes (Ribadeneyra Arboleda y Cruz Páez, 2021). De esa producción de conocimiento, se han generado piezas de alfabetización mediática en castellano y kichwa. Estos recursos están disponibles en la página web del Observatorio (www.oime.com.ec) y en sus cuentas de redes sociales.

El OIME se constituyó en plena pandemia en junio de 2020
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El OIME se constituyó en plena pandemia en junio de 2020

Frente a estas problemáticas desinformativas y las acciones de respuesta, la Unesco ha definido claramente la importancia de una alfabetización digital entendida como:

la capacidad de acceder, gestionar, comprender, integrar, comunicar, eva- luar y crear informaciones mediante la utilización segura y pertinente de las tecnologías digitales para el empleo, un trabajo decente y la iniciativa empresarial. Esto incluye competencias como la alfabetización informática, la alfabetización en las TIC, la alfabetización informativa y la educación mediática, que tienen como objetivo empoderar a las personas [...] para que puedan desarrollar su resiliencia frente a la desinformación, el discurso de odio y el extremismo violento. (Unesco, 2023)

Ese tipo de alfabetización es parte de investigaciones educativas sobre desinformación en las que se evidencia que este fenómeno se propaga, entre otras razones, porque las personas no cuentan con esas competencias digitales en el marco de la multialfabetización (Livingstone y Haddon, 2009), independientemente de si forman o no parte de los llamados ‘nativos digitales’.

Interculturalidad y marco normativo en el contexto desinformativo

Tanto a escala nacional como a escala internacional no hay cuestionamiento alguno al derecho de toda persona a buscar, recibir e impartir información. En ese sentido, los contenidos contaminados —sean falsos, engañosos o inexactos— no se corresponden con el contexto de los derechos humanos (Unesco,

2020a) y el de los derechos constitucionales sobre comunicación e información en Ecuador (Constitución de la República del Ecuador, 2008).

En el caso ecuatoriano, esa facultad legal incluye lo intercultural como parte del buen vivir o sumak kawsay. En 2010, con la aprobación de la Ley Orgánica de Educación Superior, ese principio constitucional se integró como uno de los fines de la educación superior; en ese sentido, se aspira a que las universidades formen profesionales y, al mismo tiempo, les entreguen herramientas por medio de las cuales construyan una sociedad intercultural en el día a día (Krainer y Guerra, 2016).

Sin embargo, esa puesta en práctica es un desafío constante para los actores educativos, en especial de quienes diseñan políticas públicas y quienes ejercen la docencia, por el sentido polisémico de lo intercultural y por el recurso intercultural que es limitado. A 2016, en seis provincias ecuatorianas, una investigación sobre interculturalidad e investigación registró los testimonios de docentes y de actores educativos quienes identificaron al menos cinco problemas: desigualdad, poder, acceso a recursos, prejuicios y esencialismo cultural (Sonce, 2016 citado en Krainer y Guerra, 2016).

Desde lo educativo, la interculturalidad ha sido entendida como un diálogo en construcción entre culturas por medio del que se fortalece la identidad, se promueve la recuperación de la memoria histórica y se eliminan jerarquías en entornos de aprendizaje (Ponce citado en Krainer y Guerra, 2016). Desde lo comunicacional, implica una relación indisoluble (Rizo García, 2013) en la que dos personas o más con matrices culturales y sociodemográficas diferentes interactúan pudiendo ser lo comunicacional uno de esos relacionamientos por medio de los cuales se reconocen los derechos de otro u otros.

Respecto a la formación profesional intercultural, el desafío es aún mayor si se considera que Ecuador tiene un bajo porcentaje (4 %) de maestros y maestras de poblaciones minoritarias en escuelas y colegios (AMIE y DINEIB, 2012).

Ese valor podría ser aún menor en universidades donde el material didáctico bilingüe para las 13 lenguas indígenas es, prácticamente, inexistente.

Ese tipo de formación intercultural en la formación de periodistas no cuenta con evidencias científicas. No obstante, lo que sí existe son las investigaciones desde la comunicación popular, la comunicación alternativa, la comunicación participativa y la comunicación comunitaria desde donde hay pistas de lo intercultural en la producción de contenidos, la participación e incidencia política, el empoderamiento ciudadano, el medioambiente y la salud (Martínez Roa et al., 2023). En esos temas, de forma asociada, aparecen las herramientas digitales, la democracia digital o el activismo digital pero no la desinformación.

Esa limitada integración conceptual-analítica de lo intercultural en lo desinformativo llama la atención si se considera que la información contaminada apela a las emociones y puede contener discursos de odio o actos intimidatorios y discriminatorios a un otro u otros que son parte de una comunidad (Rodríguez-Pérez, 2020), por consideraciones de raza, nacionalidad o religión.

Una alternativa a ese tipo de discursos es el diálogo intercultural en el que la comunicación juega un rol importante, puesto que su mejoramiento “constituye el primer paso para fomentar el interculturalismo dentro de las sociedades diversas” (Unesco, 2019). Bajo esa propuesta conceptual más la de alfabetización ciudadana, en 2016 por ejemplo, se desarrollaron herramientas pedagógicas que proponen una reflexión sobre los enunciatarios imaginados y los enunciatarios reales de materiales audiovisuales de comunicación política que bien pueden trasladarse a las piezas de lucha conta la información contaminada.

Lo interesante de esos planteamientos con perspectiva intercultural es que se trabajan en red (gobiernos, investigadores, organizaciones comunitarias y entidades gubernamentales); es decir, hay una cooperación social en un trabajo coordinado de diseño de propuestas y su ejecución.

OIME, la multialfabetización y la interculturalidad contra la desinformación

En el caso ecuatoriano se han documentado dos esfuerzos para combatir la desinformación: el OIME y la coalición Ecuador Verifica, de la que OIME y el medio digital Ecuador Chequea son parte. Ambas alianzas, conformadas por medios de comunicación, organizaciones de la sociedad civil, universidades y agencias internacionales de cooperación, se dedican a la verificación de datos

y a la promoción de la multialfabetización como estrategia para formar audiencias críticas y fomentar una cultura de verificación en el país (Cruz et al., 2022).

Tanto OIME como Ecuador Verifica nacieron en el contexto de la pandemia de la covid-19, cuando los trastornos de la información se intensificaron poniendo en peligro la democracia y la salud pública. En el caso del OIME, sus principales respuestas de lucha contra la desinformación están en la identificación de la desinformación y el apoyo a los públicos que son el objetivo de los contenidos contaminados (Unesco, 2020b); a partir de esas modalidades de acción realiza monitoreo y verificación de discursos públicos, investigación y divulgación científica, y alfabetización mediática e informacional. Esas acciones han seguido un proceso en el cual se ha integrado lo intercultural para el trabajo realizado por 14 docentes-investigadores y 12 estudiantes de comunicación y periodismo de seis universidades socias (Universidad San Francisco de Quito, Universidad Técnica de Cotopaxi, Universidad UTE, Universidad Técnica Particular de Loja, Escuela Politécnica del Litoral y Universidad Central del Ecuador) que están ubicadas a lo largo de la Sierra del país.

La desinformación no es un fenómeno nuevo en Ecuador, especialmente en el entorno digital, pero experimentó un aumento significativo debido a la difusión de noticias falsas durante la crisis sanitaria por covid-19. Dentro de la primera etapa del OIME, que nació en el escenario de esa crisis, se destaca la importancia de la alfabetización mediática para capacitar a las personas sobre cómo evaluar sus fuentes de información, distinguir noticias creíbles de las que no lo son y hacer preguntas críticas para comprender mejor la realidad. Se reconoce la importancia de un periodismo de soluciones con un enfoque positivo sobre la realidad, que busque comprender el porqué y el para qué de los acontecimientos para tener una perspectiva de futuro. Principalmente, en esa etapa hubo producción de conocimiento y apertura de espacios digitales de difusión y divulgación científica (Orbe et al., 2022).

Como un progreso al trabajo de OIME, en la segunda etapa se reconoció que los trastornos de la información, como la desinformación, son fenómenos complejos con importantes implicaciones para la democracia, la ciudadanía y el periodismo. En respuesta a la pandemia de la covid-19, el OIME surge como espacio, como una experiencia pionera, como una alianza entre medios y academia que busca diversificar acciones y dar respuestas locales a la desinformación, OIME se enfoca en la multialfabetización e incorpora los contenidos en kichwa en recursos de alfabetización con evidencia científica. En términos cuantitativos, el observatorio publicó cuatro papers, tres notas de divulgación científica y 15 acciones de alfabetización mediática, incluyendo piezas en castellano y kichwa, hasta febrero de 2022 (Cruz et al., 2022).

Video resumen en kichwa sobre el XSpace #DivúlgaloTodo sobre política y desinformación Este programa se realiza en la red social X el último miércoles de cada mes
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Video resumen en kichwa sobre el XSpace #DivúlgaloTodo sobre política y desinformación Este programa se realiza en la red social X el último miércoles de cada mes

Si bien algunos países de Latinoamérica y el Caribe han incluido en sus agendas digitales medidas para abordar la pandemia, la información falsa y la desinformación, aún queda pendiente una cooperación social efectiva entre el triángulo formado por la academia, los medios de comunicación y el Estado desde donde se promueva un diálogo intercultural para el ejercicio de derechos, como el de la comunicación y la información.

Metodología

Desde un enfoque cuantitativo y cualitativo, esta investigación es de tipo estudio de caso porque se propone un registro detallado del OIME, como objeto de estudio, sus características y procesos específicos (Monje Álvarez, 2011). La selección de este diseño de investigación es adecuada porque OIME es una de las dos experiencias pioneras de respuesta a la desinformación en Ecuador, por la alianza tripartita (medios de comunicación, academia y sociedad civil) y las acciones en los ámbitos de apoyo a los públicos que son blanco de lo desinformativo y de identificación de la desinformación.

Desde esas áreas, el observatorio está produciendo piezas de alfabetización digital en kichwa y castellano, con propuestas alternativas a las narrativas con información contaminada que se difunden en su página web (www.oime.com. ec) y en sus cuentas en X (@OimeEcuador) e Instagram (@oime.ecuador).

El OIME tiene activas dos redes sociales Instagram y X
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El OIME tiene activas dos redes sociales Instagram y X

En esos espacios digitales, se han difundido 23 piezas en castellano con traducción al kichwa, en formato video y texto, que se han registrado como unidades de observación de las respuestas de verificación, investigación y alfabetización digital. Lo observado se organizó a partir del tema desinformativo, el tipo de manifestación desinformativa, acción de lucha y beneficiario de esas acciones. Esto último recogió la mayor parte de la propuesta de los indicadores de la matriz didáctica de Franco (2016) que se aplica para las identificaciones de ciudadanos en spots publicitarios, pero se incorporó la dimensión intercultural, al considerar poblaciones mayoritarias (mestiza) y minoritaria (indígenas). Esta información se registra en la Tabla 1.

Información de la misión de lucha contra la desinformación del estudio de caso
Tabla 1
Información de la misión de lucha contra la desinformación del estudio de caso
OIME

De agosto de 2020, cuando empezó a funcionar la página web del OIME, hasta junio del 2023, cuando se cumplieron tres años de su constitución, se observaron 15 notas de divulgación científica, 4 elementos gráficos (infografías interactivas y afiches) y 4 notas informativas.

El total de esas unidades de observación se organizó en una matriz que consideró la fecha, el tema desinformativo y etiquetas, como variables comunes. En las variables distintivas, en cambio, los indicadores propuestos por Franco Migues (2016) y que se corresponden con el enunciador (quién habla), enunciatarios (a quién se habla), valores aludidos (valor contra la desinformación y valor de alfabetización).

Análisis de resultados

En el marco normativo de derechos y de clasificación de manifestaciones desinformativas y de respuestas contra la información contaminada, la misión del OIME es una experiencia ecuatoriana de cooperación social tripartita que se caracteriza por la incorporación de una perspectiva intercultural en la ejecución de dos estrategias de lucha: la identificación de la desinformación y el apoyo a públicos que son el blanco de la desinformación.

Esa mirada es el resultado de un trabajo colaborativo entre docentes-investigadores y estudiantes universitarios, de dos poblaciones (mestiza y kichwa), durante los tres últimos años, confirmando que lo intercultural requiere de un proceso en el cual la comunicación juegue un rol importante (Unesco, 2019).

En ese sentido, en 2020, cuando empezó a operar la página web del OIME, se incluyó un afiche en kichwa sobre índice de riesgo de contagio del coronavirus Covid-19, según actividades (Ama Unguypi Urmankapak Willaykuna). En el gráfico a continuación, se evidencia que continuó el diseño de nuevas piezas de lucha contra la desinformación después de esa primera experiencia pensada para enunciatarios kichwa de la serranía ecuatoriana, haciéndose sostenida la difusión en lo que va de este año.

Línea
de tiempo de la lucha contra la desinformación desde OIME
Gráfico 1
Línea de tiempo de la lucha contra la desinformación desde OIME
OIME. Elaboración propia

Respecto a temáticas, de la salud se pasó a seguridad digital, política y violencia de género en los cuales se identificó que la desinformación es trans- versal al igual que sus manifestaciones relacionadas con contenidos falsos, inexactos o descontextualizados (European Commission, 2018). En la ‘nube de palabras’ que se visualiza en el Gráfico 2, se destacan, además, etiquetas relacionadas con los formatos desinformativos, como el meme y narraciones emotivas.

En el caso de seguridad digital y memes, se han trabajado principalmente en el desarrollo de infografías con consejos validados por expertos para evitar la desinformación y el daño a los contenidos digitales. En total, se produjeron 16 consejos de ciberseguridad.

Palabras clave de los contenidos en kichwa
Gráfico 2
Palabras clave de los contenidos en kichwa
OIME. Elaboración propia

Otro cambio cualitativo ha sido que las piezas de lucha contra lo desinformativo en la lengua kichwa de la Sierra se dirige a esa población minoritaria ubicada principalmente en las provincias de Cotopaxi, Chimborazo, Tungurahua y Cañar, y, al mismo tiempo, a la población mestiza porque tiene texto o audio en kichwa con traducción al castellano. En el círculo azul se destaca la participación de estudiantes kichwa hablantes como enunciador 2 para unos enunciatarios digitales diversos, como se muestra al interior de ese círculo (ver Gráfico 3).

En el caso de la circunferencia de color naranja, el enunciatario 1 se corresponde con los expertos consultados quienes se dirigen a usuarios digitales diversos para tender un puente sobre sus conocimientos y los distintos temas por los cuales atraviesa la información contaminada. Finalmente, en el círculo más pequeño, en gris, se registra un ejercicio intercultural de la cobertura del debate de los candidatos a la alcaldía de Salcedo, un cantón de la provincia de Cotopaxi, que incluyó la redacción de perfiles y verificaciones en doble lengua, destacándose como enunciadores a los políticos (enunciador 3). A la luz de lo dicho por Rizo García (2013), se evidencia esa relación indisoluble en la que al menos dos personas con patrones culturales y geográficos distintos interactúan en un marco de derechos, en este caso un derecho democrático.

Enunciatario y enunciador  de contenidos
en kichwa en OIME
Gráfico 3
Enunciatario y enunciador de contenidos en kichwa en OIME
OIME. Elaboración propia

Además de los enunciatarios y de los enunciadores, se observaron los valores contra la desinformación y de alfabetización digital. En los primeros, las piezas en kichwa del OIME apuntan a contrarrestar los contenidos descontextualizados, falsos y no comprobados, es decir, se trabaja alrededor de principios fundamentales del periodismo y la comunicación social.

Valor contra la desinformación de contenidos
en kichwa en redes sociales y página web
Gráfico 4
Valor contra la desinformación de contenidos en kichwa en redes sociales y página web
OIME. Elaboración propia

En el caso de los fines de desarrollo de competencias digitales, principalmente, el OIME apuesta por el fortalecimiento del conocimiento digital de los usuarios de su página web y sus redes sociales sin olvidarse del desarrollo de destrezas y buenas prácticas sobre los temas abordados en sus piezas informativas. Eso confirma que su alfabetización digital no mira diferencias etarias o de etiquetas, como los ‘nativos digitales’ o ‘los migrantes digitales’ (Livingstone y Haddon, 2009) en la generación de contenidos.

Propósito de alfabetización digital de los contenidos de OIME en redes sociales y página web
Gráfico 5
Propósito de alfabetización digital de los contenidos de OIME en redes sociales y página web
OIME. Elaboración propia

Conclusiones

La formación profesional intercultural en Ecuador enfrenta un desafío considerable, dado el reducido porcentaje de docentes pertenecientes a minorías en instituciones educativas más el limitado material pedagógico, lo que es aún más notorio en el campo de la comunicación y del periodismo. Aunque existen investigaciones en comunicación popular, alternativa, participativa y comunitaria, enfocadas en lo intercultural y la producción de contenidos, participación política, empoderamiento ciudadano, medioambiente y salud, se observa una escasa integración conceptual de lo intercultural en el ámbito de la desinformación.

Esto resulta llamativo, considerando que la información contaminada puede apelar a emociones y perpetuar discursos de odio y discriminación basadas en raza, nacionalidad o religión hacia comunidades. En contraste, el diálogo intercultural y la alfabetización ciudadana emergen como alternativas para enfrentar la desinformación y fomentar el interculturalismo en sociedades diversas, propiciando una colaboración entre gobiernos, investigadores, organizaciones comunitarias y entidades gubernamentales para diseñar e implementar propuestas conjuntas.

La proliferación de las temáticas y de los formatos de desinformación subraya la necesidad de abordar de manera efectiva el fenómeno de la desinfodemia en la sociedad. La lucha contra la desinformación se convierte en un desafío crucial para preservar la integridad de la información y garantizar una ciudadanía informada y empoderada en un entorno digital cada vez más complejo. La comprensión de estos fenómenos y la implementación de estrategias efectivas para combatirlos serán esenciales para salvaguardar la calidad de la información y proteger los valores democráticos en nuestra sociedad.

Por medio del estudio de caso alrededor de OIME y sus universidades aliadas: Universidad San Francisco de Quito, Universidad Técnica de Cotopaxi, Universidad UTE, Universidad Técnica Particular de Loja y Universidad Central del Ecuador, se evidencia que desde Ecuador se está aportando al fortalecimiento del rol que tiene la comunicación para la Unesco; es decir, el primer paso de un proceso de interacción entre sociedades diversas donde se da el reconocimiento de otro o de unos otros. Acerca del marco normativo nacional, en cambio, se está trabajando en propuestas con perspectiva intercultural como en la sección de la página web de OIME ‘caja de herramientas’ donde se muestran infografías que promueven el diálogo intercultural, por medio de los cuales se responda a la desinformación.

Alrededor de ese fenómeno global y cómo enfrentarlo, que es parte de la misión del OIME, se caracteriza a sus acciones de respuesta a la información contaminada como un espacio de diálogo entre enunciadores y enunciatarios de las piezas producidas. De hecho, a estos últimos se los considera como usuarios con potencialidades de competencias críticas frente al contenido digital, sin distinción de edad o clasificación como ‘nativos digitales’ o ‘migrantes digitales’.

A ellos está dirigido un trabajo sostenido desde 2020 para que dispongan de acceso a información pertinente y adquieran habilidades y pautas adecuadas en relación con los temas presentados en contenidos informativos, aplicando indicadores que les permitan identificar qué tipo de manifestación desinformativa está involucrada. Además, al dotar a los usuarios de las herramientas necesarias para comprender y emplear la tecnología de forma responsable, estas buenas prácticas analíticas contribuyen a capacitar a individuos y comunidades mestizas y kichwa hablantes, permitiéndoles participar activamente en la era digital.

Referencias

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