#(Politic)Speech

Cómo nació Los juegos del poder: Espionaje y control de la información

Saudia Levoyer
Universidad Andina Simón Bolívar, Ecuador

#PerDebate

Universidad San Francisco de Quito USFQ, Ecuador

Recibido: 18 de agosto de 2021

Aceptado: 25 de agosto de 2021

Cómo citar: Levoyer, S. (2021). Cómo nació Los juegos del poder: Espionaje y control de la información. #PerDebate, volumen 5 (pp. 18-29). Quito: USFQ Press.

DOI: https://doi.org/10.18272/pd.v5i1.2423

Resumen: En el periodismo, los trabajos de largo aliento requieren de cooperación, como han sido los últimos casos de importancia internacional. También es indispensable tener buenos archivos y contactos a los cuales, en algunos casos, garantizarles el anonimato; es fundamental para que se sientan tranquilos al hablar. En el libro Los juegos del poder: Espionaje y control de la información se hace un análisis del cambio al sistema de inteligencia, desde una perspectiva geopolítica, a fin de entender el porqué Ecuador es visto con interés por potencias internacionales. Se repasa algunos giros clave y cómo se politizó el sistema, por intereses de un gobierno y de una ideología regional.

Palabras clave: periodismo, sistemas de inteligencia, información, Ecuador, poder.

Abstract: In journalism, long-term jobs require cooperation, as have been the last cases of international importance. It also requires having good files and contacts to whom, in some cases, guaranteeing anonymity so they feel calm when talking. Los juegos del poder: Espionaje y control de la información is an analysis of the change of the intelligence system from a geopolitical perspective, to understand why Ecuador is viewed with interest by international powers. A review is made of some key turns and how the system was politicized for the interest of a government and a regional ideology.

Keywords: journalism, intelligence system, information, Ecuador, power.

Las investigaciones de largo aliento en la prensa son pocas. Se necesita tiempo, recursos y apoyo del medio de comunicación o del cibermedio. Sin embargo, siempre han sido y serán muy necesarias por las grandes contribuciones que hacen. No solo ayudan a destapar los secretos más incómodos del poder (sean políticos o económicos), sino que cuentan las historias que pudieran pasar desapercibidas por la vorágine del trabajo del día a día. Una buena información siempre contribuirá a que se mantengan las libertades de expresión, de prensa y de información.

El 3 de mayo de 2016, el entonces secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, a propósito del Día de la Libertad de Expresión, señalaba que “la libertad de prensa y el libre flujo de la información son necesarios para exigir la rendición de cuentas de los líderes y el cumplimiento de sus promesas. Los medios, incluyendo aquellos en Internet, son nuestros ojos y oídos. Todos nos beneficiamos de la información que proveen [...] No obstante, con frecuencia esos trabajadores son amenazados, acosados e incluso asesinados” (ONU, 2016).

En los últimos años, el periodismo de investigación se ha fortalecido por el trabajo conjunto que han hecho varios medios de comunicación, especialmente en casos que trascienden fronteras. Vale mencionar el caso The Pegasus Project, publicado en julio de 2021, bajo la coordinación de Forbidden Stories y el Apoyo de Amnistía Internacional, en el que participaron 80 periodistas y 17 medios de comunicación de 10 países. La investigación partió de la filtración masiva de datos, producto del uso del software espía Pegasus, creado por la empresa israelí NSO Group. Este programa se usó para interceptar teléfonos celulares de periodistas, defensores de derechos humanos y funcionarios gubernamentales de México, India, Hungría y Marruecos (DW, 2021), a pesar de haber sido creado para perseguir a criminales y terroristas y que “está restringido a un número limitado de gobiernos y agencias gubernamentales”.

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Imagen 1. Mario Pazmiño es coautor del libro Los juegos del poder. Espionaje y control de la información. Es consultor en seguridad y defensa, miembro honorífico del Cuerpo de Oficiales de Estados Unidos. Fue director de Inteligencia del Ejército ecuatoriano. Archivo personal

Otro esfuerzo impulsado por esta organización es The Cartel Project, cuyos resultados se hicieron públicos en diciembre de 2020. Se trata de un trabajo conjunto en 18 países, durante 10 meses, y que también reunió a 80 periodistas. Ellos investigaron las redes globales de los carteles de las drogas de México y sus conexiones políticas alrededor del mundo (Forbidden Stories, 2020).

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Imagen 2. El libro Los juegos del poder: Espionaje y control de la información se publicó en agosto de 2021 y tiene cinco capítulos.

Otra organización que muestra un trabajo colaborativo para investigar historias es Internacional Consortium of Investigative Journalists, que impulsó Panama Papers, una filtración de millones de documentos (correos, fotografías, bases de datos) que manejaba el bufete de abogados Mossack Fonseca, especialistas en cuentas offshore para ricos y famosos. El caso data de 2016, allí participaron más de 300 periodistas de unas 100 redacciones de todo el mundo, para dar forma al Proyecto Prometeo (IJNet, 2016).

Para diciembre de 2016, mediante un comunicado de prensa del Departamento de Justicia de Estados Unidos, publicado en los portales informativos de las embajadas de ese país en el mundo, se dio a conocer que la constructora Odebrecht y la petroquímica Braskem se declaraban culpables y acordaban pagar una millonaria multa por lo que se denominó el mayor caso de sobornos en el mundo (Comunicado, 2016).

Esta información provocó varias investigaciones periodísticas y judiciales, especialmente en América Latina, y llevó a la caída de presidentes, funcionarios de Estados y dirigentes empresariales, así como al encarcelamiento de muchos de ellos. En Ecuador, el vicepresidente Jorge Glas fue condenado por este caso, perdió su cargo, continúa en la cárcel y todavía mantiene procesos judiciales en su contra.

Tampoco se puede desconocer los esfuerzos individuales. Los periodistas ecuatorianos siguen contando historias, publicadas en portales, medios y cibermedios, de igual manera en libros. Este último formato es menos utilizado, pero es muy importante, porque se trata de una suerte de consolidación del trabajo, especialmente de quienes se han dedicado por años a informar a través de textos escritos, y porque ayuda a construir la memoria de un país.

Dentro de la temática de investigación, desde 2009 se puso de moda hablar sobre el sistema de inteligencia. Es entendible porque, quizás, es la primera vez que la prensa nacional presenciaba el desmantelamiento de un sistema y su sustitución por uno de tipo político, que se armó para la persecución y asedio a dirigentes sociales, activistas, defensores de derechos humanos, líderes de opinión, periodistas o cualquier persona que era percibida como opositora al Gobierno que se instaló en Carondelet en 2007 y permaneció por 14 años.[1] En ese lapso y hasta la fecha (agosto de 2021) se han publicado cientos de informaciones y se han escrito algunos libros al respecto, pero todavía es un tema que deja muchas preguntas.

Una de las razones es que se trata de un tema difícil de abordar. Para hacerlo se requiere de conocimiento de una temática amplia, que incluye seguridad, geopolítica, política nacional, economía, realidad social. Además, hay que moverse en los parámetros que los rigen: prácticamente todo su trabajo está catalogado como reservado o secreto; rinden cuentas a contadas personas —ya sea por su estructura interna o por el tipo de operaciones que han hecho—; no es fácil llegar a su personal, normalmente hay que esperar a que tumben su fachada, se identifiquen como uno de ellos y tengan permiso para hablar; las primeras conversaciones son de prueba, miden a quien tienen al frente, y si consideran que vale la pena hablan, sobre todo si sienten que su interlocutor entiende el juego que siempre están jugando.

Los periodistas que han trabajado en las secciones que cubren la fuerza pública o las secciones judiciales saben que, tal vez, el último escalón para decir que tienen buenas fuentes es llegar al personal de inteligencia. Los periodistas políticos, aunque no siempre lo saben, debieran tener fuentes que trabajan con inteligencia, es decir, analistas de la información, generadores de escenarios prospectivos, que les permitan entender por qué ocurren ciertas cosas que a veces sorprenden.

El personal de inteligencia tiene un pacto de silencio. Se llaman a sí mismo la hermandad del silencio. Son muy específicos para dar información y lo hacen siempre que crean que es indispensable. Ante una buena pregunta, sonreirán o dirán “todo a su tiempo”. Jamás harán una confesión por accidente, porque uno de sus lemas es que nada ocurre por casualidad. Al menos, en mi experiencia, que me ha llevado a hablar con un buen grupo de ellos, eso no ocurre. Al principio era escéptica, pero el tiempo, los años de escucharlos, de hablar con ellos, de presenciar los hechos ocurridos, me han hecho pensar que es posible que el azar no se dé, sino que se haya producido un error en la estrategia, algún detalle que pasaron por alto. La estructura piramidal de ese mundo también ayuda a su disciplina y al manejo que hacen de la información.

Las respuestas a decenas de preguntas que he hecho a lo largo de los años y que no siempre obtuvieron una contestación directa, amplia o clara, ahora comienzan a aparecer. También, el sentido de documentos o anotaciones que hice y que no veía en qué parte del rompecabezas cabían. Decenas de veces me planteé tirar todo a la basura, pero no lo hice.

En este punto debo hacer una anotación de tipo personal. Entre 2009 y 2013 trabajé como editora en la unidad de investigación Blanco y Negro, de Hoy, periódico que cerró sus puertas en 2014. En ese lapso, con el apoyo de periodistas como Luis Boada, Mauro Pilatasig, Gabriela Castillo, Edison Tipán, Sara Ortiz, entre otros muchos más, trabajamos en casos, en su mayoría, vinculados con temas de seguridad. Antes, había sido periodista y editora política, al igual que muchos de quienes acabo de nombrar. A todos nos parecía, hasta divertido, ver el manejo que tenían de la información el personal vinculado a inteligencia y la forma cómo entablaban relaciones con la prensa.

En marzo de 2013 dejé el diarismo y mantuve un pie en el periodismo mediante colaboraciones en revistas, medios digitales y una corresponsalía para diario El Mundo de España. El resto del tiempo lo concentré en la academia y, obviamente, en mi actividad docente que incluye investigación.

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Imagen 3. Cronología de las revoluciones e insurgencias en el último medio siglo en Ecuador. Elaboración propia

Debieron pasar seis años y otros cuatro libros antes de armar este, entre ellos Análisis de las repercusiones del Socialismo del siglo XXI en la región.[2] Antes de la pandemia de la covid-19 ya se produjeron dos reuniones iniciales para hablar del contenido de Los juegos del poder: Espionaje y control de la información, que al principio ni siquiera se llamaba así. Pensamos en dos periodistas que completen el equipo, pero no se concretó esa ayuda. Así que arrancamos el trabajo el coronel Mario Pazmiño y yo.

La recolección de información fue el primer paso y ese proceso había comenzado mucho tiempo atrás. Lo urgente era clasificarla según la decisión que habíamos ya tomado: abordar el tema nuevamente desde una perspectiva regional; sin embargo, había que empezar por el principio y eso era explicar desde cosas que son obviedades para quienes viven en ese mundo, pero no necesariamente para quienes tratan de entenderlo.

La experiencia y los estudios del coronel Pazmiño fueron clave. Él sabía qué información buscar en los documentos, las investigaciones y en las ponencias que se encuentran en las bases de datos que son de libre acceso. Pero teníamos una duda: ¿Hacer el nuevo libro con un aire académico o más periodístico? Decantamos por una mezcla de ambas cosas.

El primer capítulo de Los juegos del poder: Espionaje y control de la información es un repaso de por qué la inteligencia es importante, el valor de la información para los Estados, el significado de varios términos, los diferentes sistemas de inteligencia que hay y cómo funcionan.

Luego vienen los capítulos segundo y tercero que son, desde mi perspectiva, el corazón de este trabajo. En esas páginas exploramos el juego de poder regional que hay detrás. Trabajar esta parte fue la más exigente: leer mucho, preguntar de todo y hablar con expertos en el tema. También tuve que asistir a varias charlas, con perfil bajo, para tomar apuntes, entender lo que ocurría o cuál era el planteamiento que se había hecho. O entender cuál es la visión que se tiene sobre la región o el país en concreto, su importancia estratégica, la puja entre las potencias, el juego de ajedrez que hay y en el cual somos peones.

El seguimiento de la información implicaba volver a mis viejos archivos, del año 2012, para ver ciertas relaciones que se establecieron entre países como Ecuador con Irán o Venezuela con Cuba. O revisar documentos de reportes de actividades en otros países. Cientos de hojas con transcripciones, a veces reportes, otras veces informes, incluso entrevistas viejas a actores políticos... Los contactos del coronel Pazmiño jugaron un papel crucial para acceder a cierta parte de la información que permite entender lo que pasa en Ecuador.

Imagen 4. Imagen 4. El capítulo segundo del libro aborda el juego geopolítico internacional entre países como Ecuador, Irán, Venezuela, Rusia y Cuba.

Las entrevistas se hicieron de manera conjunta y con cuestionarios cerrados, armados antes de las entrevistas, aunque también debimos improvisar, cuando el diálogo iba por un camino no esperado. De muchos de los diálogos ni siquiera existen registros grabados. De muchas conversaciones ni siquiera existen registros grabados. Una condición era entrar sin grabadoras o teléfonos celulares, salvo —y de manera ocasional— con una libreta y un lápiz o esferográfico. El ejercicio era sentarse a conversar y tratar de entender, para luego apuntar una suerte de resumen con los elementos más importantes, a fin de no tener que recurrir únicamente a la memoria. Repreguntar varias veces o fingir no entender para que repitan la versión para estar seguros. Muchas reuniones fueron en domicilios particulares y como testigos únicamente quienes nos sentamos a la mesa. También hubo conversaciones por WhatsApp y horas de horas de llamadas telefónicas o reuniones por Zoom —cuando ya empezó el confinamiento por la pandemia— para sacar en blanco qué podía servir.

También implicó conversar con el coronel Pazmiño por lapsos extendidos para que haga precisiones que permitan mayor exactitud en los datos y para que exponga ciertas partes de la historia de la que él mismo fue partícipe mientras era oficial en servicio activo. Eso también llevó a acordar la forma cómo se iban a escribir ciertos aspectos, a fin de no violar las normas de seguridad nacional que, en este tipo de investigaciones, requiere de cuidado.

Hubo también entrevistas con exagentes. Vale hacer un apunte sobre uno de ellos. Es cubano y aceptó hablar con su nombre y apellido (Enrique García) y contar una historia que no es nueva para quienes están sobre los 60 años de edad. La dijo cuando desertó de la inteligencia cubana en 1989, hecho que ocurrió en Quito. Sin embargo, esta vez entró en detalles sobre lo que había sido el trabajo de su país de origen en la región y específicamente en las naciones en que él trabajó y por lo cual fue considerado, en su momento, como uno de los mejores agentes: Perú, Brasil, Bolivia, Chile, Paraguay, Uruguay y Ecuador. En este libro, no obstante, solo se utilizó parte de su material, concretamente la que permitía entender la idea que hay detrás de la política exterior y el proceso de infiltración en sindicatos, gremios, asociaciones, universidades, estamentos estatales, partidos políticos... para posicionar una ideología política.

Bajo los elementos antes descritos, planteamos una explicación de cómo se da el proceso de la reformulación de la inteligencia de Ecuador en los distintos gobiernos, hasta llegar a Rafael Correa y su Secretaría Nacional de Inteligencia (Senain). Ese oscuro organismo tuvo una historia de escándalos, de persecución, de mal manejo de dinero público, de trampas, de chantajes, de difundir miedo.

Quizás es la peor cara que ha tenido el Ecuador en muchos años y sobre la cual se ha dicho poco. Apenas lo que otros periodistas han alcanzado a contar. Por eso había que retomar esas historias y darles un contexto más amplio, adjuntar algunos documentos que, tal vez por el apuro, no se incluyeron antes o fueron publicados fuera de contexto. Y había que darles voces a algunas de sus víctimas. Se invitó a seis personas a escribir sus horas de terror, pero únicamente tres aceptaron el desafío. Con esas historias termina este trabajo.

Apenas salió el libro de la imprenta y las primeras personas lo compraron (durante la preventa) hubo dos preguntas que me hicieron y que considero merecen una respuesta. La primera: ¿Por qué escribo sobre estos temas? Mi respuesta fue muy honesta y casi automática: alguien tiene que escribirlos. Pese a que no estoy ciento por ciento dedicada al periodismo, de alguna manera, he aprendido a entender ese mundo de secretos e información dosificada. Había muchos datos al respecto que se quedaron en los tinteros por la rapidez con que se trabaja en las redacciones y porque no puedo dejar de ser periodista.

La segunda pregunta: ¿Cuáles son los riesgos personales y familiares? Confío en no correr ninguno. Este libro se construyó con información pública, de fuentes abiertas, con datos que son conocidos, pero que fueron ordenados para hacer más comprensible lo que está en juego. A veces eso puede despertar inquietud en quienes se sientan afectados, no lo dudo. ¿Habrá consecuencias? Espero que no.

Faltan dos interrogantes que yo misma me formulé y que las compartiré ahora. ¿Por qué un oficial en servicio pasivo y una periodista deciden trabajar juntos y esto constituye un conflicto ético desde el punto de vista periodístico? No lo niego, lo pensé mucho y por meses. Hablé con otros dos periodistas y con un colega de la academia y llegué a la conclusión de que si el objetivo era transparentar más información, valía la pena apostar por esta alianza.

En el periodismo lo más importante es entregar información de calidad, contrastada, verificada, con buenas fuentes, con datos duros, para generar credibilidad y confianza. Y como lo digo al principio del libro, me tomó años convencer al coronel para que escriba, para que comparta parte de la historia del Ecuador, de la que ha sido testigo y por la cual ha manejado información de primera mano.

Estar en servicio pasivo por algo más de una década no lo ha alejado de sus contactos y de su costumbre de estar informado. En todo este tiempo se ha concentrado en trabajar con otros especialistas en su campo, ubicados desde Canadá hasta Argentina, para analizar la región y los temas más delicados del crimen organizado, seguridad y desarrollo. Todo eso me ayudó a estar segura de la decisión que había tomado y de la necesidad de escribir algo más sobre ese mundo.

Cuando ya casi terminaba de redactar estos apuntes, le trasladé al coronel las mismas preguntas que me hice. Sus respuestas están ancladas a razones profesionales. A su juicio, en las dos últimas décadas se produjeron distorsiones sobre lo que son y representan los sistemas de inteligencia en un Estado, por lo que era necesario encontrar explicaciones y hacer puntualizaciones. Además, para él, se trata de defender a su profesión, a lo que dedicó su vida mientras fue oficial activo.

Cuando habla de su actividad, los ojos se le iluminan —no lo puede evitar—. Enseguida dice que el trabajo que él y otros cientos de integrantes de inteligencia hacen es incomprendido, poco valorado y lleno de mitos y leyendas, pero para él se trata de un “arte que conjuga la persistencia, la experiencia, la intuición, la sagacidad y, sobre todo, la lealtad y el compañerismo” para enfrentar a los enemigos del Estado, para lograr o mantener la gobernabilidad, la democracia y la soberanía. Estos son los elementos del profesionalismo de la que llama su hermandad y que tanto defiende.

Con la misma pasión dice que ese trabajo permite acceder a un sinnúmero de hechos que luego pasarán a la historia de un país. Son testigos silenciosos, porque los códigos y estatutos prohíben la violación de la confidencialidad.

Entonces, ¿por qué hablar de algunos aspectos en un libro?, le insisto. Sonríe y dice que se debe quitar el velo de mentiras que cobija a la sociedad, y que también es una forma de buscar que no se utilice mal el sistema, ya que aquello puedo atentar contra las libertades, los derechos ciudadanos y las relaciones internacionales.

Y sin esperármelo, admite que los muchos años de conversaciones y análisis que mantuvo conmigo fueron el camino para poder compartir informaciones y agrega una frase que alguna vez se la escuché decir, hace muchísimo tiempo y que fue motivo de una larga conversación: “El periodismo de investigación es una actividad similar a los procedimientos y operaciones de inteligencia”.

Referencias

Caminos Marcé, J. M. (1997). Periodismo de filtración, periodismo de investigación. Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco Euskal Herriko Unibertsitateko Argitalpen Zerbitzua.

Embajada de Estados Unidos en Ecuador. (2016). Comunicado de Prensa: Odebrecht y Braskem se declaran culpables y acuerda pagar al menos 3.5 mil millones de multas en el mayor caso de sobornos en el extranjero de la historia. Departamento de Justicia de Estados Unidos.

DW. (2021, 19 de julio). UE considera “absolutamente inaceptable” el espionaje a periodistas. https://www.dw.com/es/ue-considera-absolutamente-inaceptable-el-espionaje-a-periodistas/a-58320331

Forbidden Stories. (2020). The Cartel Project.

_______. (2021). The Pegasus Project.

Organización de Derechos Humanos. (2016). Los derechos humanos y el desarrollo precisan de la libertad de prensa, afirma ONU.Red Internacional de Periodistas. (2016). Cómo una red global de periodistas investigó los Panama Papers.

Notas

[1] Hasta 2017 estuvo Rafael Correa, luego fue reemplazado por su exvicepresidente y coideario Lenín Moreno. Ambos representaron a Alianza País.
[2] Ese libro se publicó en 2013 y es el primero de una colección de cuatro. El coronel Mario Pazmiño escribió uno de los capítulos y apareció como el responsable de todo el trabajo, junto a otros dos de los autores: doctor Luis Herrería y coronel Alberto Molina. Yo fui la editora, pero solicité que mi nombre no apareciera como tal en la portada.