Los colores no existen, sino la luz. Las fotografías son pinceladas de luz que un artista alcanza a ver y las captura con su cámara. La mirada sensible de Paúl Rivas Bravo advertía imágenes ahí donde la oscuridad las escondía. Nos permitía entender a los rostros y a las historias con más claridad. Paúl lo decía: fotografiar es pintar con luz. El clic de su cámara congelaba la imagen en el instante preciso, cuando la luz descubría las texturas de aquello que andaba buscando: la realidad. A Paúl le interesaba mostrar las problemáticas sociales y el rostro y la cotidianidad de las personas sencillas.
A Javier Ortega Reyes le apasionaba la investigación periodística. Podía pasar días sumergido en montañas de papeles hasta encontrar los datos precisos para sustentar un reportaje. Pero también tenía el carisma para acercarse a la gente, ganar su confianza y escuchar su historia, para luego escribirla en las páginas de El Comercio. Prefería escribir en las noches, por eso solía ser de los últimos en dejar la redacción. Así armaba grandes rompecabezas, con piezas halladas entre las fuentes oficiales, sus fuentes de confianza y lo que le contaba la gente que conocía en cada calle que visitaba para humanizar sus trabajos.
En dieciséis años como conductor de El Comercio, Efraín Segarra Abril aprendió a ser el complemento perfecto para los equipos con los que trabajaba. Era puntual, sonriente y siempre dispuesto a ayudar. En el periódico, fotógrafos, periodistas, diseñadores y personal administrativo lo recuerdan como una figura paterna y un reportero más, que estaba atento a lo que sus compañeros no podían ver mientras entrevistaban o fotografiaban otros puntos de una misma escena.
El 26 de marzo del 2018, Paúl, Javier y Efraín fueron secuestrados en Mataje-Ecuador por integrantes del grupo Oliver Sinisterra, una columna disidente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que implanta el terror en el borde fronterizo norte del país. Días después fueron asesinados en la selva del sur de Colombia en medio de acciones incongruentes de las autoridades. En Ecuador y Colombia se encuentran abiertas investigaciones por el delito de secuestro y homicidio. Mientras tanto en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) se instaló un mecanismo especial de seguimiento a las fiscalías de ambos países para determinar responsabilidades en todos los niveles, incluyendo la posible participación de agentes estatales por acción u omisión en los hechos suscitados.
Cuando hechos tan desgarradores como ese ocurren, la lógica de lo instituido insiste en que lo mejor es el olvido, más aún cuando las circunstancias del crimen advierten que existen verdades que quieren ser acalladas; más aún cuando los operadores de justicia dejan pasar los días, inmóviles, mientras convocan a la impunidad.
Sin embargo, los familiares, amigos, colegas de Paúl, Javier y Efraín, y quienes se han conmovido frente a su asesinato, hacen suyas las palabras del historiador Yosef Yerushalmi, cuando expresa que: “Si me es dado elegir, me pondré del lado del ‘exceso’ de historia, tanto más poderoso es mi terror al olvido que el temor de tener que recordar demasiado” y en un ejercicio de memoria han recogido lo mejor del trabajo de los tres, durante su permanencia en el diario El Comercio para presentarlo a modo de exposición itinerante, cuyo objetivo es recordarle al país, al continente y al mundo, que las balas de los criminales y la desidia de los Estados no son suficientes para acallar sus voces.
Las imágenes que acompañan a estas páginas son la muestra de una realidad que saltó a la luz con el secuestro del equipo periodístico de El Comercio: la frontera norte es un rincón de la patria en el que las oportunidades parecen estar ligadas —en su gran mayoría— a la economía del narcotráfico; la presencia policial y militar no es suficiente para garantizar seguridad; medios y periodistas no fuimos capaces de advertir lo que ahí pasaba pese a que los textos, las fotos, los recorridos nos daban las señales del peligro; las autoridades prefirieron el silencio cómplice.
‘Tres voces que no callan’ nos habla también de las posibilidades de la memoria como reivindicación y como instrumento para evitar la repetición, pone en escena la importancia del trabajo periodístico en contextos de alta sensibilidad, porque a pesar de todo, aquellas son zonas en las que la gente se aferra a la vida, sonríe, se esfuerza y mantiene la esperanza de no caer en el olvido. Y por eso, estas imágenes recuerdan además la enorme necesidad de reportear con estrategia, exigiendo la garantía de derechos en una cobertura, para que las historias puedan seguir siendo contadas.
Los pasillos de la CIDH en Washington, los festivales de fotografía al aire libre de Nueva York, los auditorios de universidades en Ecuador, los salones municipales de múltiples ciudades, salas de arte y varios espacios más se han convertido en el escenario de trabajos diversos y de las muestras ‘El pintor de luz’, su versión actualizada ‘Nos faltan 3’ y ‘Tres voces que no callan’. Esperamos que en las páginas de este libro, que debaten sobre el desafío y la necesidad de la cobertura de frontera, logren el propósito de alentar a un periodismo mejor preparado para las problemáticas que enfrenta el mundo.
Porque, aunque siempre nos faltarán tres, hacer memoria de quienes fueron Paúl, Javier y Efraín y lo que nos dejaron como legado puede ser un gran paso para evitar que otros periodistas les falten a sus familias y a sus redacciones. Porque mientras sigamos teniendo Memoria, seguiremos pidiendo Verdad y Justicia.
Javier Ortega Reyes
Foto de Diego Pallero Torres / El Comercio
Esmeraldas, Ecuador
Efraín Segarra
Foto de Diego Pallero Torres / El Comercio
Paúl Rivas
Foto de José Simbaña
/ El Comercio
Píntag, Ecuador
El fotógrafo Paúl Rivas Bravo y el conductor Efraín Segarra Abril formaron parte de un equipo periodístico que durante el mes de marzo de 2018 realizó un viaje por el perfil costanero de Esmeraldas y parte de Manabí, para publicar reportajes sobre temas de seguridad.
En la zona cercana a la explosión, y junto a los escombros de las viviendas destruidas, se levantó un albergue improvisado en la iglesia de San Lorenzo.
San Lorenzo, Esmeraldas 07/02/2018
Las casas pequeñas, de una sola planta, con techos de zinc y soportes de madera caracterizan al poblado de Mataje. Está ubicado en plena frontera con Colombia.
Mataje, Esmeraldas 28/01/2018
Una carretera asfaltada y señalizada en su totalidad es el límite entre Ecuador y Colombia, en Mataje. El camino conduce a una montaña que está en territorio colombiano.
Mataje, Esmeraldas 28/01/2018
El poblado de Limones es la cabecera cantonal de Eloy Alfaro y está ubicado en una isla. Hasta allí solo se llega en lanchas que salen desde San Lorenzo.
Mataje, Esmeraldas 29/01/2018
Así lucía el cuartel de Policía en San Lorenzo, cuatro días después del atentado terrorista. Detrás de una cinta de peligro, tres niños miraban los daños.
Mataje, Esmeraldas 31/01/2018
Desde el muelle, dos niños de Borbón miraban a una embarcación de la Marina que salía a realizar un patrullaje.
Borbón, Esmeraldas 01/02/2018
Pobladores de Puerto Palma, en Nariño, en el sur de Colombia.
Nariño, Colombia 01/02/2018
Personal de la Marina de Colombia patrullaba el sector de Puerto Palma, cinco días después del atentado en el cuartel policial del poblado fronterizo ecuatoriano de San Lorenzo.
Nariño, Colombia 01/02/2018
En Borbón, desde el agua un niño sostenía esta embarcación en la que se transportaban cilindros de gas.
Borbón, Esmeraldas 01/02/2018
Detrás del recinto Olmedo hay una playa abandonada. Allí estaban ocultas unas canecas de plástico, con olor a combustible.
Esmeraldas, Ecuador 03/2018
Javier Ortega Reyes realizó once coberturas en la frontera entre Ecuador y Colombia, desde el 2013. Era un reportero metódico, apasionado, prudente y dedicado que investigó durante ocho años temas de seguridad y justicia. La violencia en el límite colombo-ecuatoriano se registró en varios de sus reportajes. De hecho, Javier estuvo en la última convención armada de las FARC, en los Llanos de Yarí, en septiembre del 2016. En varios reportajes de ese año resaltó el temor de autoridades y pobladores por lo que podría pasar con los milicianos que no se acogieran al proceso de paz que los comandantes de la guerrilla acordaron con el Gobierno colombiano. En esta muestra se recogen dos de ellos.
Otros cuatro trabajos que Javier publicó en El Comercio fueron levantados durante dos viajes que realizó en enero del 2018, tras la explosión de un coche bomba en las afueras del cuartel de Policía de San Lorenzo, Ecuador.
En su tercer viaje, que empezó el 25 de marzo de ese año, Javier fue secuestrado junto a sus amigos y compañeros de trabajo, Paúl Rivas Bravo y Efraín Segarra. Los tres fueron asesinados el mes de abril.
En este reportaje, Javier pone en evidencia los temores que ya existían en Mataje y otros poblados fronterizos por la amenaza de los grupos disidentes. El Pan fue evacuado casi en su totalidad y la gente solo quería volver para recoger sus cosas. Habían sido testigos de enfrentamientos armados entre uniformados y grupos irregulares. Era el 22 de febrero, un mes antes del secuestro del autor de este reportaje junto a sus compañeros Paúl Rivas y Efraín Segarra, y ya los líderes de Mataje advertían sobre la preocupación en poblados como ese y La Cadena. Los pobladores pidieron intervención del Gobierno ecuatoriano. Este, a su vez, admitió que la dinámica en la frontera cambió a raíz del proceso de paz entre su par colombiano y las FARC.
El temor por los enfrentamientos armados entre militares ecuatorianos y colombianos con grupos irregulares atemorizaba a poblados a ambos lados de la frontera. En este reportaje, Javier revela que, además del Frente Oliver Sinisterra, al cantón ecuatoriano de San Lorenzo le afectaban las actividades de Guerrillas Unidas del Pacífico y el Clan del Golfo.
El factor más importante para que un buen reportaje salga a la luz es el trabajo en equipo. La confianza, el cariño, el apoyo, la solidaridad, la lealtad son elementos que deben existir en un grupo que se enfrenta cada día a la noticia desde diferentes ángulos y con sus complejidades. Eso lo aprendieron decenas de reporteros y fotoperiodistas de El Comercio, durante los dieciséis años que tuvieron la oportunidad de compartir caminos con Efraín Segarra Abril.
En este mapa solo se registran algunos de los incontables destinos a los que Efraín llevó seguros a varios equipos de ese medio de comunicación ecuatoriano. En el 2018, él llevó a Paúl Rivas y al reportero Fernando Medina por el perfil costanero de Esmeraldas y parte de Manabí, para realizar un reportaje sobre seguridad en esa zona. El viaje se planeó para continuar informando sobre la tensa situación que se vivía en la frontera colombo-ecuatoriana tras el atentado en contra del cuartel policial del cantón esmeraldeño de San Lorenzo.
Los tres trabajaron en largas jornadas por poblados abandonados por el Estado y regresaron a salvo cada noche a sus sitios de hospedaje y volvieron a Quito con excelentes trabajos periodísticos. El 25 de marzo del 2018, Efraín llevó nuevamente a Paúl, esta vez junto al periodista Javier Ortega. Los tres llegaron juntos de Quito a San Lorenzo. El 26 de marzo, juntos planearon un día de reportería, juntos pasaron por un retén de la Marina con dirección a Mataje y con la autorización de oficiales de la zona. Juntos fueron secuestrados minutos después en territorio ecuatoriano. Efraín puso en práctica hasta el final los consejos que compartió con muchos de sus compañeros: el trabajo debe ser en equipo, para ayudarse y cuidarse siempre... hasta el final.