Jean-Christophe Gérard es director de seguridad del grupo mediático France Médias Monde desde febrero del 2015. Ha trabajado durante trece años en el ministerio francés de la Defensa, en particular en la Oficina de Operaciones. También fue consejero del Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Níger. Me recibió el 3 de julio del 2019 en su oficina de la sede de France Médias Mondeen Issy-les-Moulineaux donde es responsable de la evaluación y prevención de los riesgos ligados a la actividad editorial de los periodistas y corresponsales de los distintos medios del grupo France Médias Monde (FMM).
Eric Samson: Viendo su perfil de carrera más ligado a lo militar, ¿le sorprendió el llamado del grupo mediático France Médias Monde?
Jean-Christophe Gérard: ¿Si fue una sorpresa? Sí y no. A fines del 2014 cuando FMM me contactó, trabajaba en Níger y seguía particularmente la actualidad en el desierto del Sahara y el Sahel. Un año antes, había seguido el rapto y posterior asesinato de la periodista de Radio Francia Internacional y de su técnico de audio y, por supuesto, sabía que ese drama era un tema sensible para los medios. Entonces, fue una sorpresa a medias el haber sido llamado por France Medias Monde, cuyas necesidades de seguridad entendí rápidamente.
ES: Radio Francia Internacional había perdido periodistas antes (Jean Hélène asesinado en Costa de Marfil o Johanne Sutton en Afganistán). ¿Qué tuvo de particular el asesinato de su equipo en Kidal, al norte de Mali?
JCG: A mi llegada en el grupo, pude constatar que ese drama, un año después del asesinato, había tenido internamente un eco muy particular. Encontré un medio y miembros del personal marcados por el evento, muy marcados. No había conocido los casos anteriores de Jean Hélène y Johanne Sutton, pero ese último caso afectó al personal hasta potencialmente comprometer su capacidad de desplazarse y trabajar en zonas peligrosas y para la dirección del medio en la dificultad de mandar periodistas en misión en esas zonas de manera serena. La idea con el entrenamiento que les doy es ayudarles a entender mejor la problemática de las reporterías en zonas peligrosas y establecer procedimientos de seguridad para poder trabajar en esas condiciones.
ES: ¿No tuvo dudas antes de aceptar, en particular por su desconocimiento inicial del mundo periodístico?
JCG: No realmente. Solo las dudas normales cada vez que se inicia una nueva aventura humana, pero entendía bien el modo de funcionamiento de los periodistas. Les había cruzado mucho en el extranjero. He trabajado en las zonas donde RFI, Radio Monte Carlo Doualiya y France 24 mandan a sus equipos, en particular en África, Oriente Próximo y Oriente Medio, Afganistán y Pakistán en Asia Menor, también un poco en América del Sur. Entendía bien el medio en el cual evolucionaban.
ES: ¿Qué tiene de original su puesto en FMM?
JCG: Un puesto así que dedica lo esencial de sus actividades a la seguridad editorial [o sea de los equipos en el terreno] no tiene mucho equivalente en Francia, que yo sepa y en todo caso no con ese nivel de inversión. Hay puestos de directores de la seguridad en otros medios, pero con unas actividades enfocadas a la protección de la sede central del medio, del edificio en sí, de las personas que trabajan en él; pero preocuparse así de los equipos en el terreno —que yo sepa— no existe más allá de France Médias Monde. Acompañar los equipos de reporteros con una preparación previa de cada misión, un seguimiento durante el reportaje y un debriefing (evaluación posterior de la misión) al regreso, no tiene equivalencia en Francia.
ES: Las relaciones periodistas-militares no son siempre fáciles. ¿Cómo ha sido percibida su llegada en el grupo?
JCG: Mi integración se ha hecho relativamente fácil y rápidamente. Se debe, para empezar, a las necesidades reales que existían en el grupo y eran vividas como tal por el personal. Si en un inicio hubo duda al ver a un militar llegar a un medio de prensa, todo se arregló muy rápidamente. Los directores y editores en jefe me acogieron de inmediato, me explicaron sus necesidades en seguridad. Adicionalmente, me he tomado el tiempo, por lo menos dos o tres meses, de escuchar bien a los periodistas, entender sus pedidos y la organización que les propuse fue realmente definida con ellos. La idea para mí era simplificarles la vida y no complicarla.
Mi prioridad siempre ha sido el trabajo editorial. La seguridad en el terreno es un apoyo al reportaje. El periodista está en el terreno para hacer su reportaje, no para hacer seguridad. Pero las medidas de seguridad instauradas han permitido a los periodistas regresar a algunas zonas peligrosas donde iban menos antes de sentirse acompañados. Eso ocurrió, por ejemplo, en Irak, después en Siria, Libia, Mali, o sea zonas que se tornaron complejas para trabajar. Mantengo actualizado el listado de los desplazamientos en zonas peligrosas de nuestros equipos y está en progresión constante desde mi llegada. O sea, cada año hacemos más misiones en zonas peligrosas, lo que significa que los imperativos de seguridad han sido completamente integrados.
ES: ¿Cuál es su definición de una zona peligrosa?
JCG: Una zona puede ser peligrosa porque está frente a una situación de crisis o guerra, pero una zona peligrosa para un periodista puede ser un lugar con un contexto particular ligado, por ejemplo, al reportaje que se está realizando. O sea el tema mismo y los protagonistas del reportaje pueden provocar un mayor peligro para el equipo en una zona perfectamente segura para las demás personas.
Pensemos, por ejemplo, en el caso de esta investigadora de casos de corrupción asesinada en Malta, una isla turística sin peligro para los demás.
Sin ir tan lejos, la vida de periodistas ha sido puesta en peligro estos últimos meses durante manifestaciones de los Chalecos Amarillos en París, y algunos han sido seriamente heridos... El peligro puede ser aquí, en todas partes. Algunos periodistas de investigación, trabajando a largo plazo, pueden estar amenazados hasta en su vida personal porque su reportaje o la redacción de un libro les habrán expuesto.
Algunos periodistas se imaginan en seguridad cuando están en un ambiente familiar. Están tan inmersos en su trabajo que olvidan que el tema que están desarrollando puede exponerlos. Uno de nuestros periodistas, cuyo nombre se debe mantener en reserva, se encontró de un día para otro en situación delicada por sus reportajes sobre terrorismo y tuvimos que alejarle hasta que la tensión baje.
ES: ¿Cuál es el espectro de amenazas al cual un periodista es confrontado? Hay peligros más allá de zonas de guerra...
JCG: Absolutamente y en esos casos llamo a personas más expertas que yo. Para cubrir manifestaciones, por ejemplo, yo trabajo con un comandante de Policía que ha sido confrontado toda su vida a esos movimientos populares. Nos da un curso de mediodía que han aprobado unos 150 periodistas del grupo. Explica cómo las fuerzas de seguridad manejan una manifestación, las tipologías de manifestantes, cómo trabajar en esas condiciones y contextos. Siempre busco los mejores expertos para cada tipo de riesgos. Para que nuestros periodistas puedan proteger mejor sus herramientas de trabajo, computadoras y celulares, contrato a expertos en seguridad de sistemas de información (SSI).
ES: Tras escuchar a los periodistas durante algunos meses, ¿cuáles han sido los ejes de su trabajo para mejorar la seguridad editorial?
JCG: Primero, tenemos tres medios en el grupo y por lo tanto tres percepciones diferentes de las situaciones de seguridad. Cada medio podría tener una
sensibilidad particular y no considerar el peligro potencial de una zona de la misma manera. Radio Monte Carlo Doualiya tiene 98 % de periodistas arabo hablantes, con otra visión del Oriente Medio que la redacción en francés de Radio Francia Internacional.
La idea para empezar ha sido unificar esas visiones, hacer que todos hablen de la misma cosa, que una zona sea roja para RFI, France 24 y Radio MCD. Hemos mapeado las zonas de riesgo y hemos creado procedimientos de trabajo, protocolos de seguridad adaptados a los diferentes niveles de riesgo de cada zona.
ES: ¿Qué tan parecido es su mapeo con el mapa de zonas de riesgo del ministerio francés de Relaciones Exteriores?
JCG: Se parece pero nuestro mapeo es más completo. El análisis del Ministerio de Relaciones Exteriores es generalmente bueno. No vamos a ir en contra de las conclusiones de una de las mayores redes diplomáticas del mundo con personal en casi todos los países. La percepción entonces es la misma, pero el análisis es particular porque la población a la cual nos dirigimos es particular. Yo no trabajo con turistas sino con periodistas, o sea profesionales del viaje. Hay muchas zonas en las cuales yo no intervengo porque considero que el periodista formado puede evolucionar en ellas sin necesidad de mi apoyo. Tiene que ser así. De manera general, los periodistas deben seguir siendo autónomos. Es el desafío: no se trata de impedir a los periodistas hacer su trabajo, sino acompañarles mejor en algunas situaciones de riesgo.
Hemos integrado al mapeo de zonas de riesgo nuestra propia experiencia en las zonas de trabajo, experiencia que generamos en un debriefing tras cada misión. Después, hemos integrado los riesgos específicos a la profesión periodística. Hay países en los cuales un viajero X no será confrontado a ciertas dificultades y un periodista sí.
Ese mapeo es la base de todo. Apenas un periodista o la redacción propone un reportaje, vamos al mapa de riesgos y vemos si la zona donde quiere ir es gris, naranja o roja. En función de cada nivel de peligrosidad, activamos un procedimiento particular. Por eso actualizamos nuestro mapeo de riesgo sistemáticamente cada trimestre, por lo menos, y de manera inmediata si la situación en un país lo amerita. Ese mapa circula en interno en todas las redacciones, pero también hacia los corresponsales gracias a su red Spartacus.
El proceso ha sido rápido. Inicié mi trabajo el primero de febrero de 2015 y nuestro primer mapa de riesgos estaba disponible en mayo. Siempre buscamos actualizar nuestros datos. Siempre trato de trabajar mucho antes del inicio de las misiones al buscar datos generales por países, pero cada reportaje da lugar a una planificación muy precisa.
ES: En el caso de América Latina, parece que muchas fronteras están en zona roja, sea entre Ecuador y Colombia o entre Colombia, Brasil y Venezuela...
JCG: Las fronteras son zonas particulares, no solamente en América Latina. Son zonas de paso particularmente vigiladas, son a menudo zonas de tráficos de todo tipo, son lugares de cambio de régimen jurídico. Para un periodista, y un viajero en general, acercarse a una frontera implica un peligro potencial o, por lo menos, la necesidad de pensar en su seguridad.
ES: Tras la organización del mapeo de zonas de riesgo, ¿cuál ha sido el punto siguiente?
JCG: Hemos organizado protocolos de seguridad para la salida en reportaje en zonas peligrosas. Necesitábamos asegurarnos de que medidas de seguridad siempre estén presentes en la preparación de cada misión. La idea era evitar descubrir una mañana que teníamos un periodista en tal lugar cuando hubiéramos debido saberlo antes. Son cosas que pueden ocurrir rápidamente. Un periodista se encuentra de repente en zona peligrosa porque si no está al aire en vivo cada día en la programación, saldrá de nuestro radar y se encontrará actuando solo sin muchos contactos con su editor en jefe. Eso ocurre todavía en muchas redacciones. Muchos corresponsales me dicen que otros medios toman sus reportajes y después no se preocupan de lo que les puede pasar.
ES: ¿Están integradas las preocupaciones de seguridad en la formación universitaria para periodistas?
JCG: Está empezando. Desde hace dos años, he dado charlas en París para un máster de la Universidad de Panthéon-Assas. Intervengo dos veces tres horas para hablar de reportería en zona peligrosa. Hay catorce escuelas de periodismo en Francia y contactos están siendo tomados para multiplicar esas charlas. El tema seguridad empieza a ser tomado en cuenta en mallas curriculares y en los medios.
ES: ¿Qué tan importantes son las relaciones con el Ministerio de Relaciones Exteriores para asuntos de seguridad?
JCG: Son muy importantes. Nuestros protocolos de seguridad están perfectamente establecidos y organizados, pero si algún día uno de nuestros equipos tiene problemas serios —y eso probablemente ocurrirá, a pesar de todas nuestras precauciones—, mi interlocutor será la Cancillería francesa. Eso significa que nuestra relación debe ser fluida. Debemos entendernos. Las dos partes deben ser conscientes de los desafíos. Ese nexo es indispensable. Yo no tengo ningún medio para reaccionar y actuar frente a un problema encontrado por un equipo mío en el extranjero. No puedo mandar tropas, no puedo negociar con gobiernos. Necesitaré el apoyo de nuestras autoridades, o sea de la Cancillería francesa si mi equipo se encuentra en peligro en el extranjero.
Por esta razón, es importante que el Gobierno francés vea que tenemos procedimientos de seguridad, que los periodistas no son electrones libres que se desplazan en esas zonas complejas sin hacerse las buenas preguntas, sin tener listos procedimientos de seguridad adaptados. Gracias a los contactos regulares que tenemos, ese dato es perfectamente integrado por la Cancillería que interviene de manera sistemática en nuestras formaciones.
En caso de problema, eso implica que las autoridades me mantendrán en el circuito, no necesariamente de decisión pero por lo menos de discusión. Les demuestra que nosotros trabajamos de manera seria. Todavía leo comentarios que insinúan o dicen que los periodistas trabajan de manera ligera, obnubilados por el interés editorial de sus reportajes en detrimento a veces de su propia seguridad, pensando que, en caso de problema, alguien les vendrá a sacar. Así no funcionamos en el grupo France Médias Monde.
ES: ¿Cuáles eran las necesidades de las redacciones?
JCG: Al inicio, esos asuntos de seguridad podían parecer algo abstractos.
Tuvimos que hacer entender a las direcciones editoriales del grupo que podíamos ayudar a que sus reporteros entendieran mejor las zonas en las cuales trabajamos y, en particular, las amenazas presentes, sus modos operatorios y cómo protegerse de ellas. Eso pasa por un estudio fino de la zona para entenderla bien, para saber quiénes son nuestros contactos, fixeurs (acompañante guía), choferes ya que son personas generalmente indispensables para la cobertura, pero que pueden ser puntos de vulnerabilidad.
Una vez que has identificado amenazas, estás en capacidad de elaborar una estrategia para trabajar en esas zonas en función de las necesidades editoriales. Me ha servido mucho mi experiencia en el Ministerio de Defensa francés. Trabajaba a menudo solo o en equipos muy pequeños de dos o tres en estas zonas, un poco como un equipo periodístico, y entendía sus necesidades. La idea era reproducir mi propia experiencia con las limitaciones adicionales del periodista que busca obviamente hacer su trabajo.
Los procedimientos de seguridad son finalmente simples, rayando en el sentido común. Conocer el “fixeur”, la persona que organiza tu reportaje, el chofer, quién te acerca a un grupo subversivo, a un ministerio, a un partido político, quienes son las personas que te dan los accesos, no necesariamente las fuentes que voy a entrevistar. Esa es una categoría de personas que necesitamos entender mejor para trabajar en zonas peligrosas.
Yo nunca pido a los periodistas que me den sus fuentes. No tengo por qué conocerlas. Hay que hacer la diferencia entre la fuente que te da información y el contacto útil, la persona que terceriza un servicio; hay que saber diferenciar claramente las competencias y la utilidad de cada informante. Puedo ayudar al periodista a organizar mejor sus contactos, a planificar, por ejemplo, una cita segura para él y su fuente, pero sin necesariamente conocerla. Durante el reportaje, la información que voy a tener es que el periodista va a ver a una fuente en un momento dado, pero no sabré de quién se trata, ni de qué se va a hablar. Esos datos no son propiamente hablando un mapa, pero voy agregando y actualizándoles en beneficio de futuras misiones.
Hoy los responsables de redacción entienden mejor las situaciones a las cuales los periodistas están expuestos en el terreno. Con el tiempo, respetar consignas de seguridad se hace de manera extremadamente fluida. Hay reflejos que se vuelven parte del trabajo. Cuando una luz naranja se prende porque la seguridad se ha vuelto parte de su reflexión global, los editores me llaman.
A la pregunta de un periodista que quiere saber si puede trabajar en una zona, no puedo responder sí o no. Sin embargo, si el periodista me dice “quiero ir a tal lugar para hablar con tal fuente”, allí sí puedo instalar una estrategia para trabajar. Cada misión se organiza a la medida. Esta tarde, por ejemplo, tuvimos una reunión sobre una zona que no es peligrosa, pero el tema del reportaje es sensible. Hemos identificado dos puntos un poco complicados y hemos elaborado una estrategia particular enfocada sobre la seguridad de los sistemas de información (SSI) y sobre la organización de una cita segura. Esas medidas son muy específicas a ese reportaje y no tienen vocación a ser replicadas en otro. Cada situación merece una reflexión particular.
Globalmente, los reporteros que salen regularmente en coberturas en zonas peligrosas vienen a verme. El nexo está establecido. Se ha vuelto algo normal para ellos visitarme mucho antes de salir en misión y decirme: “pienso hacer un reportaje en dos, tres semanas o meses en tal lugar... ¿Qué te parece? ¿Qué debo planificar?”.
Ahora, hay otros periodistas que no tienen vocación de salir regularmente en zonas peligrosas, sino de manera más puntual. En esos casos, los redactores en jefe son los que me contactan previa a la salida en misión. Yo participo en el Comité Director de cada dirección. Allí se habla de lo editorial y allí me entero de los reportajes previstos en zonas rojas.
He tratado de ser proactivo en eso porque me di cuenta de que los periodistas no siempre tenían consciencia de que se exponían a peligro cuando estaban en contacto con fuentes sensibles. ¿Por qué?, porque el interés editorial era tal que se sentían protegidos por su misión de periodistas, que se veían como observadores y no como personas implicadas y, por lo tanto, potencialmente amenazadas. Ni siquiera eran temerarios, simplemente la pregunta no llegaba a su mente...
No habían entendido que hacer una entrevista a una persona radicalizada, por ejemplo, o de otra detentora de información sensible para un gobierno podía exponer todo el equipo. En esos casos, primero hablé con esos reporteros y les propuse una pequeña formación para limitar su tiempo de exposición al riesgo durante la misión.
ES: ¿Cómo están organizadas esas formaciones? ¿En módulos?
JCG: Exactamente. No me gustan mucho las formaciones pre-hechas. Me gusta tomar en cuenta problemáticas precisas, ver la necesidad precisa del equipo para poder responder de manera muy precisa a esa necesidad. Si se necesita una formación de dos horas, serán dos horas. Si se necesita más, será más. Nuestras formaciones hoy van de medio día a seis días. Mañana, si estamos frente a situaciones en el terreno mucho más complejas, podremos organizar formaciones también más complejas.
Así es como hemos construido un catálogo de cursos. Identificamos los miembros de nuestro personal expuestos a una problemática y les formamos. Tenemos periodistas especializados en investigación, por ejemplo, y necesitan encontrar a fuentes sensibles. Hoy en Francia, el radicalismo islamista es un tema. Los reporteros que van a encontrarse con fuentes radicalizadas deben saber cómo hacerlo.
Nuestros instructores son ex fuerzas especiales, exmilitares y, en general, tratamos de rodearnos de los mejores. Tengo dos limitaciones: necesito que sean muy competentes y que sus conocimientos estén actualizados. También debo anticipar la relación con los periodistas porque el mensaje debe ser entendido. Hay muchos militares que para mí no lograrían comunicarse bien con los periodistas. La pedagogía también pasa por una buena conexión entre el instructor y el periodista. De hecho, no me gusta hablar de formador y estudiante porque necesitamos de un intercambio de competencias en un ambiente de palabra libre.
ES: ¿Cuándo empezaron a instalar los protocolos de seguridad?
JCG: Justo después del mapeo de riesgo. Un periodista tiene una idea de reportaje. Si va a una zona peligrosa, tiene que llenar una ficha de salida. Esa ficha tiene dos propósitos: me permite entender lo que el periodista va a hacer en el terreno, con qué recursos se va a desplazar, dónde va exactamente, qué va a hacer allí. Me da además todos los elementos referentes al reportaje indispensables para reaccionar si el equipo tiene una dificultad durante el reportaje. Sabiendo con qué auto fueron, su placa, el nombre del chofer, las coordenadas de geolocalización, podré transmitir datos útiles a las autoridades locales para que busquen a mi gente.
Mi responsabilidad, primero, es hacer todo para que el equipo no tenga problemas con una planificación precisa antes de la salida, una buena estrategia de terreno, un intercambio permanente para seguir apoyando su reflexión mientras están fuera. En caso de dificultad mayor, necesito adicionalmente estar informado, entender lo que pasa a la brevedad posible. Eso me permitirá saber si puedo arreglar el problema o no. Si puedo hacerlo, yo organizo inmediatamente la solución adecuada. Caso contrario, informo a mis autoridades de tutela y a la Cancillería con los elementos precisos para ayudarles a tener la buena reacción. La Cancillería tiene su red de embajadas, consulados y contactos. Debo ayudarles a reaccionar rápidamente hablándoles de la misión, de quién estaba en el terreno, qué les pasó, dónde ocurrió...
En algunas tomas de rehenes de las cuales hemos hablado mucho en Francia, por ejemplo, del gran reportero de la radio Europe 1, Didier Francois, y del fotógrafo Edouard Elias, raptados por el Estado Islámico el 6 de junio del 2013, el medio no pudo confirmar el rapto sino un día después. Y un día en el terreno es mucho tiempo... Nosotros queremos tener la información a la brevedad posible para reaccionar lo más rápidamente posible. Es en las primeras horas que se puede hacer algo. Si dejamos pasar 24, 48 o 72 horas, inicia una toma de rehenes de larga duración cuya resolución nos escapa totalmente. Las autoridades tomarán el control.
ES: ¿Cuáles son los mecanismos de alerta a su disposición?
JCG: Primero hay procedimientos, la obligación de transmitir informes diarios y mecanismos de alerta. Podemos instalar herramientas en celulares o en un dispositivo dedicado. Para simplificar, la idea en caso de problema es mandar una geolocalización al aplastar un botón. Esta alerta está reforzada por la ficha de salida que detalla los desplazamientos previstos cada día y ratificados la noche anterior por el reportero. Eso nos permite decir a las autoridades, tengo en tal lugar un equipo compuesto por tal y cual persona que se encuentra realizando ese reportaje con tal y cual persona, que acaban de prender una alerta y no responden a mis llamadas mientras tenemos una alerta de rapto en la zona. Con esos datos, las autoridades locales pueden actuar con mayor eficacia. Generalmente, llamamos a nuestro equipo por si acaso la alerta salió equivocadamente. Si no fue el caso, el aviso puede estar en la Cancillería francesa en pocos minutos.
En función de la naturaleza del reportaje y de las amenazas potenciales, podemos decidir que los contactos entre el equipo y París no se van a dar una sola vez al día sino, por ejemplo, dos veces al día. Se trata de un breve resumen que se puede dar por llamada telefónica o whatsapp de mañana justo antes de salir del hotel para ir a trabajar y de noche al regreso. Allí se podrá hablar del programa del día siguiente pero también de lo que pasó ese día, de las dificultades encontradas eventualmente. Eso se hace diariamente pero el ritmo de contactos puede evolucionar. El terreno es quién decide. Si el periodista se encuentra frente a una situación no prevista, que no sabe resolver o que quisiera compartir con alguien en París, me puede llamar para que podamos reflexionar juntos.
Todo eso es relativamente flexible, a pesar de todo. Veamos el caso de la ficha de salida: 80 % de las informaciones de esta ficha se repiten de reportaje en reportaje. Lo que va a cambiar será el modo de desplazamiento, los horarios de salida y llegada, el hotel o lugar de descanso. Si trabajas limpiamente, una ficha de salida antes de salir en zonas peligrosas puede llenarse en menos de treinta minutos.
ES: ¿Cuál es el procedimiento al regreso de un reportaje en una zona
peligrosa?
JCG: El debriefing en caliente al regreso de reportaje es sistemático. Siempre voy a discutir con el equipo, hasta de manera informal con un café. Después, dependiendo de las zonas, hacemos un debriefing un poco más formal con preguntas preestablecidas porque hay materia que yo no quiero perder.
Cuando tuviste la suerte de tener un equipo de periodistas durante quince días en una zona de difícil acceso, donde no es simple obtener información, trato de recuperar todos los datos posibles en el ámbito de la seguridad para actualizar mis fichas sobre, por ejemplo, el tiempo necesario para desplazarse de un punto A a un punto B sabiendo que hay diecisiete checkpoints en esta carretera; si se pasa fácilmente esos checkpoints, cuál acreditación se necesita para pasar; el nivel de competencia y experiencia que se recomienda para sentirse cómodo en el terreno; ese tipo de cosas.
Es información de primera mano, recopilada por nuestros periodistas, que vamos a analizar y agregar al mapeo existente, en beneficio de los equipos que llevarán a cabo los próximos reportajes en esa zona. Esa fase es importante porque antes los periodistas no siempre compartían esos datos, esas experiencias, principalmente porque están siempre con su agenda a tope, pasando de un reportaje al otro. A su regreso, su cabeza está a menudo focalizada en el siguiente tema. Su ritmo de trabajo es denso y la información se perderá si no nos preocupamos de receptarla y después de capitalizarla.
Si el debriefing en caliente es informal, tenemos un documento llamado “Retorno de experiencia” que se parece a la ficha de salida pero con preguntas complementarias. El equipo debe llenarla a su regreso. Utilizaré esos datos en el marco del briefing que daré al próximo equipo a punto de salir en la misma zona. Les daré esos datos oralmente o con fichas escritas. He integrado el hecho de que ciertos periodistas no dan fácilmente sus contactos útiles. En este caso, pondré en contacto directamente los periodistas. Al que va a salir, le voy a decir, “Mira, tal colega estaba en la misma zona hace poco tiempo. Llámalo para que puedan intercambiar sobre el tema”. Generalmente, eso funciona muy bien entre colegas.
Lo que me interesa en esas fichas es poder saber que un equipo considera que el chofer que utilizó durante dos semanas es peligroso. En ese caso, no pondré otro equipo en manos de esta persona que maneja mal o demasiado rápido. Hay suficientes problemas en zonas peligrosas para no agregar más.
ES: ¿Cuál es la política para chequear la salud del equipo a su regreso de una zona peligrosa?
JCG: Mucho antes de mi llegada, el grupo France Médias Monde entregaba un botiquín de salud muy completo para misiones aisladas. Eso depende del médico de trabajo que ha cambiado hace más de un año en el grupo y es ahora un médico a tiempo completo. No era el caso antes. Es muy importante al momento de la preparación de la misión y en el acompañamiento del equipo durante su misión.
Hemos tenido el caso recientemente de un periodista enfermo en Venezuela durante una misión. Tenemos un seguro médico obviamente y una hot line que permite tener acceso a un médico en cualquier momento; pero en el caso de la misión en Venezuela, el periodista pudo hablar con el médico nuestro que le conocía. El acompañamiento es más personalizado y eficaz.
ES: Al escuchar la variedad y alcance de sus atribuciones da la sensación de que un medio pequeño difícilmente puede tener un director de seguridad...
JCG: No necesariamente pero sería otra cosa. Un director de seguridad tiene que adaptarse al medio, no lo contrario. Yo me adapto todo el tiempo. Trato de dar siempre el mismo nivel de prestación, pero no puedo pedir la misma cosa a un corresponsal algo aislado en Bangui que a un enviado especial que se beneficia de todos los recursos que tenemos en nuestra sede en París. A veces, lo tomaré en cuenta. Trataré de ayudar y equipar a ese corresponsal en Bangui. Le confiaré una baliza de emergencia. Nuestro corresponsal en Kabul está equipado por nosotros con protecciones balísticas que no tiene los recursos para comprar.
ES: ¿Cuáles son los materiales de uso para los reportajes en zonas peligrosas?
JCG: Hay que ver el equipamiento como una serie de herramientas, o sea algo que no se utiliza todo el tiempo, solo cuando se necesita. Aquí en France Médias Monde, tenemos a disposición muchas herramientas pero que deben ser utilizadas en el momento pertinente. Todo no es necesariamente útil durante un reportaje. Lo más simbólico es lo que llamamos la protección balística, o sea la protección torácica y el casco. Vemos periodistas equipados así de manera común en zonas de guerra. Tiene un costo y por eso a veces equipamos a nuestros corresponsales freelance porque en algunas zonas es absolutamente indispensable. Por el costo, algunos no los utilizan, lo que para mí es absolutamente desastroso, o se pondrán un equipamiento balístico que no les van a proteger realmente porque van a comprar lo más barato, pero no lo más eficiente.
Además, muchos periodistas no conocen esa herramienta. No saben que existen varios niveles de protección, que equipamientos de protección balística pueden ser muy diferentes entre modelos, que algunos protegen de ciertas municiones pero no de todas... Los chalecos antibalas no funcionan como en las películas. Si una bala de Kalachnikov te toca, realmente hay pocas probabilidades de que puedas levantarte para seguir con tu reportaje como si nada...
Después, tenemos todos los equipos ligados a la geolocalización para poder lanzar una alerta cualquiera sea el lugar donde uno se encuentra. Se necesita algo más que el celular. Podemos encontrarnos en una zona sin señal y necesitaremos pasar por una señal satelital. Hoy tenemos generaciones híbridas de trackers, o sea que en el mismo aparato tenemos a la vez celular tradicional y el satélite. En función de la zona donde el periodista se encuentra, el tracker utilizará la señal más conveniente.
Tenemos también todo lo relativo a las comunicaciones, celulares, computadoras portátiles... Todos esos equipos deben estar perfectamente limpiados después de cada reportaje, o sea se debe borrar y reinstalar el sistema operativo. Ofrecemos adicionalmente herramientas para el envío seguro de imágenes, audios, videos y correos electrónicos. Tenemos una formación específica al respecto. Tomar su computadora personal para ir al terreno no es una buena idea sino se tiene por lo menos un espacio dedicado al trabajo en un periférico externo, un disco duro, por ejemplo. Hay soluciones para todo y ese es el mensaje que quiero difundir en la organización: hay una solución adaptada a cada problemática. No hay una regla general para solucionarlo todo. Frente a un problema específico, siempre hay una recomendación específica. Solo hay que entender bien los límites de cada solución.
Hay equipos más ligeros como el go-bag. Es un concepto. Es tener un bolso consigo mismo en caso de no poder regresar a su lugar de alojamiento, de quedarse aislado y necesitar algo para sobrevivir. Hay tantos go-bags como situaciones particulares en el terreno. La idea es saber lo que podría necesitar en caso de una dificultad que habré anticipado en la preparación de mi reportaje.
Eso es muy importante. Es lo que llamamos los casos no-conformes. En función del terreno, del contexto, de los desafíos, un profesional debe ser capaz de anticipar potenciales dificultades y tener respuestas antes del problema.
Cuando el periodista ha definido su reportaje y los enfoques precisos que quiere tratar, justo después debe venir la pregunta sobre los imperativos y las limitaciones. Una limitación, por ejemplo, puede ser que para ir a una zona, uno solo puede entrar con tal fuente o embedded, o sea, está casado con una unidad militar o policial. Si quiero ingresar sin seguir esa norma, debo pensar en un procedimiento particular.
Siempre hay limitaciones en el terreno. Que se necesite ocho horas para viajar de un lugar a otro es una limitación. En la realización de mi reportaje, debo integrar los tiempos de los desplazamientos. Tomar en cuenta el clima: de repente, esas ocho horas se vuelven dos días en temporada de lluvias. Yo caricaturo, obviamente, pero si un periodista sale por dos días y no ha previsto que los desplazamientos le tomarán esos dos días, estará en dificultad desde el inicio.
El idioma puede estar dominado o no. Algunas limitaciones son específicas de algunos países: en República Democrática del Congo, hay más de cien compañías aéreas pero todas están en lista negra. Todas. O sea ¿cómo haces para desplazarte en el país? Tenemos que saber las razones por las cuales una compañía está en lista negra. De repente, no es por un asunto de seguridad. O sino decidir viajar solamente con las Naciones Unidas: es una limitación y después se debe escoger. Es lo que yo llamo el porcentaje de riesgo por aceptar. O renuncio a hacer periodismo en esta zona o me digo que sí, que debo hacer periodismo en esta zona, pero con menos garantías de seguridad.
Con relación con los riesgos de estrés postraumático, estos estaban tomados en cuenta en FMM antes de mi llegada. Tenemos un prestatario de servicios, una empresa especializada en apoyo sicológico a empresas, presente en nuestras oficinas dos días al mes a disposición de nuestros equipos. Los demás días, los periodistas pueden contactarles y ser seguidos por un siquiatra si lo piensan necesario. Hemos distribuido tarjetas con teléfonos y números de contacto para que ese servicio sea conocido y accesible para todos.
Inicialmente pensábamos que ese servicio iba a ser utilizado por los equipos que regresaban de zonas peligrosas pero, tras el atentado del Bataclan en París, nos hemos dado cuenta de que periodistas que trabajan en Francia podían también estar expuestos a situaciones e imágenes complejas con necesidad de apoyo sicológico.
Sin dar nombres, todos vemos periodistas con años de coberturas que, de repente, no salen más a zonas peligrosas. A veces es porque su situación personal ha cambiado y que no están listos hoy para tomar riesgos que aceptaban ayer. Pero hay también gente que sintió miedo durante un reportaje. Ese miedo no fue siempre bien procesado a su regreso y surge en un momento u otro. No lo dicen pero no quieren o no pueden salir de nuevo. El desafío del tratamiento del estrés postraumático es justamente hablar de ello y tomar consciencia que hablar de ello es muy profesional. Es darse cuenta de que uno ha sido expuesto a cosas complejas, que somos como esponjas, que necesariamente algo se quedó en nosotros y que debemos desmitificar esa creencia que el periodista profesional no necesita apoyo.
ES: France Médias Monde es un grupo importante. ¿En promedio, cuántos equipos en el terreno pueden seguir de manera simultánea, más aún tomando en cuenta los husos horarios?
JCG: Los equipos en zonas peligrosas pueden contactarme las 24/7. Anoche por ejemplo, un periodista de una de nuestras filiales CFI llegó a Bagdad a las 4 de la madrugada. Me mandó su mensaje de confirmación y le respondí a las 4 de la madrugada. Tengo en este preciso momento un periodista regresando de Mosul hacia Erbil. Así que debo seguir equipos básicamente todo el tiempo.
Ahora, hay épocas más densas que otras cuando al mismo tiempo tienes, por ejemplo, un equipo en Venezuela, otra realizando un reportaje sobre los Uigures en China, una en Irak, otra en Yemen y otra cubriendo elecciones en República Democrática del Congo. Esos son los reportajes que sigo. Para hacerlo, somos dos. Yo sigo las misiones y tengo un asistente que trabaja sobre las amenazas por países y me da informes regulares de la evolución de las zonas calientes donde operan nuestros periodistas y corresponsales. Tiene una formación en geopolítica y crisis internacionales. Tiene todas las herramientas para preparar informes muy precisos sobre las amenazas en las zonas en las cuales trabajamos.
ES: ¿Cómo asegurarse de que los periodistas tomen en serio esos asuntos de seguridad?
JCG: Pasa por el intercambio y el respeto de los procedimientos. Por eso les hemos hecho voluntariamente simples como la ficha de salida. Muchos corresponsales la llenan sin haber hecho una formación en seguridad. Después hay gente más sensible al aspecto de seguridad y otros menos, pero la idea es que el nivel de seguridad que proponemos sea el mismo para todos.
Nos encontramos en una fase de aclimatación del grupo FMM a la seguridad. Ese proceso nunca para, pero estamos en camino, somos mucho mejores que hace cuatro años y seremos mucho mejores en cuatro años. ¿Por qué? Porque hoy nos damos cuenta de que hay aspectos que ni hacen debate, hay reflejos que se han naturalizado. Si tiene una situación potencialmente problemática, un redactor en jefe hoy me llama inmediatamente. Hace cuatro años, no era tan cierto.
Hablamos de seguridad regularmente. Estoy presente en todos los comités directores, los comités editoriales. Conmigo la seguridad está presente en todas partes, en el diario vivir de France Médias Monde, sin ser una limitación en el trabajo editorial.
Esta mañana estaba con el director de seguridad de la empresa privada Bouygues Construction, una enorme empresa francesa. Le he explicado que se debe desmitificar los asuntos de seguridad. No puedo yo solo en mi oficina teorizar los asuntos de seguridad para después difundir mis conclusiones hacia abajo. La seguridad debe estar presente en todos los pisos de una organización.
En mi caso, si una redacción evoca sola, en interno, asuntos de seguridad, es una victoria. Si no tengo que intervenir, es una victoria. Significa que los asuntos de seguridad están integrados en el funcionamiento de la redacción que se ha vuelto autónoma. Y para mí es perfecto. Mi definición de una misión exitosa es cuando intervengo muy poco porque significa que cada uno de los interlocutores a cargo de la misión ha cumplido satisfactoriamente con su rol, ha entendido los desafíos en asuntos de seguridad. En cuatro años, hemos progresado mucho en ese aspecto.
ES: ¿Cuáles son las mentalidades que no le gusta ver en términos de
seguridad?
JCG: No me gustan las ideas recibidas positivas antes de haber estudiado a profundidad una situación. Decir “aquí no hay problema porque el mapeo de la Cancillería francesa me dice que es una zona sin riesgos o porque encontré gente que me dice que pasaron recién sin problemas”, sin reflexión propia, es potencialmente peligroso.
Hablando de fronteras, por ejemplo, puedes tener un país catalogado en rojo de un lado de la frontera, mientras el país del otro lado está en amarillo o gris. Pero cualquier persona, conociendo el terreno, sabe que el peligro no respeta fronteras, con niveles de peligrosidad más difusos pero reales. Si alguien me dice: “Estaré del buen lado de la frontera, no corro riesgo”, significa para mí que no fue hasta el final de su reflexión, que está en una visión muy teórica de la seguridad, una visión que no ha confrontado a la realidad... y tengo un problema con eso.
ES: ¿Alguna vez ha bloqueado un reportaje por asuntos de seguridad?
JCG: He bloqueado dos veces a la misma persona, una periodista que no se había dado cuenta de que la persona que la ayudaba en el terreno había confiscado su autoridad. Es decir, su fixeur decidía en el terreno y cuando yo intercambiaba con ella, constataba que de hecho no sabía a dónde iba, no sabía lo que iba a encontrar en la zona adonde se dirigía. Estaba solo concentrada en la parte editorial y había abandonado todo lo demás al organizador local de su reportaje. Y eso me causa problema. El fixeur puede ser buena persona, pero también incompetente. O puede tener intenciones negativas.
Adicionalmente, el fixeur tiene una visión culturalmente diferente de los asuntos de seguridad. Vive en su país desde siempre. La muerte es parte de su diario vivir, es solo una peripecia de la vida, y por lo tanto acepta niveles de riesgo que para nosotros no son aceptables.
Para regresar al caso de esa periodista en Irak, ya se encontraba en el terreno pero la he bloqueado en una fase de su reportaje, en su desplazamiento. Tenía previsto salir de una capital regional hacia un destino que consideraba cercano cuando yo sabía que el tiempo de desplazamiento era largo. Pensaba, además, la zona libre de peligros cuando justo estaba bajo bombardeo.
Como yo no prohíbo los reportajes, fui a ver a su redactor en jefe, le presenté la situación y el editor tomó la decisión de no mandarla. Yo solo hago recomendaciones para no atribuirme competencias editoriales que no son mías.
Puedo responder a muchas preguntas pero no a las relativas al interés editorial de un reportaje. Puedo entender que se tomen muchos riesgos para ir a cubrir la caída de Trípoli. Si nuestro canal France 24 abre su noticiero sobre la caída de la capital de Libia, tiene un interés editorial fuerte, se tomarán riesgos fuertes pero con conocimiento previo y preparación adecuada.
Ha sido una buena sorpresa para mí constatar que la mayoría de periodistas busca un acompañamiento seguridad en lugar de resistirse. Puede todavía haber algunos periodistas menos conscientes de la importancia de los asuntos de seguridad, pero no existe en el grupo alguien que diga “no quiero hablar de seguridad”.
ES: ¿Cómo actuar con los jóvenes periodistas o corresponsales
sin experiencia?
JCG: Hay que ser aún más cuidadosos. Tenemos muchos jóvenes corresponsales. La semana pasada tenía en mi oficina a uno de veintitrés años que iba a instalarse en Ruanda. Debía irse a fines de agosto, pero le propuse una formación avanzada en septiembre y saldrá a fines de ese mes. No hay actualmente muchos problemas de seguridad en Ruanda, salvo quizá la frontera noroeste, pero como ese corresponsal va a tener una competencia regional, me pareció extremadamente importante formarle.
A veces tengo más dificultades con los corresponsales locales pero sé el porqué: nacieron en el país, viven en el país, dominan el idioma y los códigos locales; por lo tanto, hablarles de seguridad puede ser como tratar de explicar a un parisino que tomar el metro puede ser peligroso. Su percepción del peligro no es la misma que la nuestra. No significa que la suya es mejor sino que se han acostumbrado a ella. Tienen algo de fatalismo frente a la violencia local, es la realidad de su país desde que nacieron, la violencia es parte de su ecuación.
Esa actitud no me gusta. Como su empleador, no podemos caer en la facilidad o ligereza de decir “es local, sabe lo que hace, no es mi responsabilidad” porque si está en dificultad, estaremos en primera línea para tratar de resolver el problema. Por lo tanto, el corresponsal local debe entender que podemos imponerle un marco en el cual trabajar. Por eso les invitamos también a seguir nuestros cursos.
En nuestra formación más larga de seis días en técnicas de reportería en zonas peligrosas, lo importante no es que salgan desminadores profesionales. La idea es entender los riesgos. Si pensamos, por ejemplo, en el equipo de Envoyé Spécial(Enviado Especial) que perdió tres miembros, incluido el fixeur, tras la explosión de un IED (Improvised Explosive Device),creo que los profesionales que pasaron por nuestra formación no cometerán ese tipo de errores: en ese caso salir de una zona previamente desminada, porque saben que esas minas improvisadas pueden encontrarse en cualquier lado.
Para que los periodistas entiendan los riesgos, primero hay que explicarles. Hasta fines del verano [2019], hemos formado a más de 300 periodistas, de la redacción central y de nuestra red de corresponsales. También formamos a profesionales de otros medios en Francia y eso nos lleva a 350 periodistas formados, lo que es mucho en cuatro años y medio. Otros medios internacionales forman a su gente como la BBC, pero la tradición anglosajona es a menudo aceptar el acompañamiento en el terreno de una unidad militar, o sea trabajar embedded, o hacerse acompañar por una unidad de protección, unos guardaespaldas contratados en su país de origen que les acompañan adonde vayan.
Nosotros también a veces aceptamos estar con una unidad militar. De hecho, para ir a Mosul es obligatorio acompañar una unidad iraquí, pero en general preferimos que nuestros equipos mantengan su autonomía. No mandamos nuestra gente con guardaespaldas. No queremos agregar complejidad a los dispositivos de terreno. El periodista tiene objetivos que no tiene el guardaespaldas. Ese último, si no ha sido bien formado, puede crear tensión en el campo. De hecho, lo hemos constatado recientemente. Algunos medios han mandado a su gente con guardaespaldas para cubrir manifestaciones de los Chalecos Amarillos, pero fueron agredidos de todas maneras. Para mí no es una solución.
ES: ¿Puede darnos un ejemplo de gesto que recomienda para aumentar la seguridad en el terreno?
JCG: Un periodista que acaba de llegar a Mosul me ha mandado, antes de salir de Bagdad, una foto del vehículo con el que viajó con el número de placa. Es un gesto tipo selfie que los reporteros han naturalizado. Así yo sé en cuál auto circulan y, en caso de algún problema, de desaparición del equipo, lo primero en lo que las autoridades se van a focalizar será en el auto. Buscar un vehículo es más simple que buscar un periodista, por lo menos al inicio.
ES: ¿Parece que la condición de periodista no nos protege más?
JCG: Es desafortunadamente cierto, pero no es nuevo. Eso ocurre en muchos países y lo hemos visto durante las manifestaciones de los Chalecos Amarillos. En Francia, una guía de defensa de los periodistas permite a los profesionales conocer sus derechos en caso de arresto o interpelación por la Policía. O sea, es un tema allí y en el extranjero igualmente.
Muchos de nuestros corresponsales viven en países donde la calidad de periodista no les protege. Otros gastaron recursos propios para instalarse en países que de repente pueden retirarles su acreditación, amenazando todo su proyecto de vida. Debemos anticipar esas situaciones. No tenemos tantos recursos, pero puede haber algunas herramientas de presión disponibles.
Muchos periodistas están asociados al gobierno en el poder, en particular si trabajan en medios públicos. Algunos les acusan de no hacer bien su trabajo, de estar desconectados de la realidad de la población. Radio Francia Internacional es nuestra marca y, en particular en África, muchos gobiernos piensan equivocadamente que somos la voz de Francia.
A veces, sin embargo, es una ventaja. Para muchos candidatos, dar una entrevista al corresponsal o enviado especial de RFI es mucho más interesante que hablar a un medio local por el eco mucho más fuerte que tendrá. A veces la “F” de Radio Francia Internacional es una ventaja y a veces no. RFI en África tiene un peso colosal pero eso nos expone. Lo debemos tomar en cuenta.
ES: ¿Deben las mujeres periodistas tomar precauciones adicionales en terrenos difíciles?
JCG: No me hago la pregunta de esta manera. Me pregunto más bien si podemos descartar a las mujeres periodistas de países o situaciones difíciles. Y mi respuesta es no. Por lo tanto, se preparan estrategias específicas que generalmente no son muy diferentes de las de los hombres. Los hombres también pueden ser sujetos a violaciones como las mujeres. Eso ocurrió durante la primavera árabe en Egipto, por ejemplo. Hay precauciones que tomar, seas hombre o mujer.
ES: ¿Qué hacer frente a las amenazas estatales?
JCG: En China, turistas que visitaban ciertas regiones veían sus celulares espiados, pero eso se sabe antes de la salida de un equipo. Eso significa que en ciertos países, los periodistas no podrán avanzar escondidos, que serán objetos de una vigilancia particular desde su llegada. Entonces, la primera pregunta a hacerse es saber si el tema del reportaje que vas a hacer te expone o no. ¿Será una amenaza por mi seguridad que las autoridades locales sepan lo que hago? Si la respuesta es negativa, hago mi trabajo normalmente.
Si existe el riesgo, sigo una estrategia planificada antes de mi llegada. Me aseguro que mi computadora de trabajo está vacía, no la dejo abandonada en mi habitación de hotel, no dejo mi celular en un bar para que lo recarguen fuera de mi vista. Aprendo a disimular datos en bóvedas informáticas seguras. Debo estar consciente de que lo que hago como periodista nunca es inofensivo y que puede exponerme todo el tiempo. Adapto mi comportamiento a las necesidades del reportaje. No actúo de manera sospechosa. No doy la sensación de que busco proteger datos. No hago cosas atípicas que van a llamar la atención.
Queremos que nuestros periodistas hagan su trabajo de manera profesional, rigurosa pero sin caer en paranoia. La gente que cae en paranoia típicamente es la que menos reflexionó en asuntos de seguridad. Van a tener una sobre [dimensionada] reacción con relación a los eventos. Los que integraron esa problemática desde hace rato sabrán qué hacer. Es mucho más complejo para los que nunca anticiparon los problemas. Reaccionarán de manera casi irracional frente a lo desconocido, sean periodistas o directivos de medios de comunicación. Reaccionar emocionalmente es generalmente el resultado de la incapacidad de entender y comprender lo que pasó, de presentar un problema de manera clara.
La sobrerreacción irracional y emocional es lo peor en asuntos de seguridad. La cultura que implantamos en nuestras redacciones hace que nos alejemos de ese riesgo. La seguridad editorial es parte de nuestro ADN. Siempre está presente en nuestras actividades, hasta cuando no hablamos de ella.
La Asociación de la Prensa Judicial de Francia y el Sindicato Nacional de Periodistas han desarrollado una guía de defensa del periodista escrita en francés, para recordar sus derechos a todos los que se encuentran confrontados a intrusiones policiacas o judiciales en el marco del ejercicio de su profesión. Descargable aquí: http://bit.ly/32YFXaw
El grupo France Médias Monde reúne a varios medios: France 24, cadena de información continua en francés, inglés, árabe y español; Radio Francia Internacional (RFI), radio mundial en francés y otros trece idiomas; Monte Carlo Doualiya, radio en árabe. Las tres cadenas emiten desde París a escala mundial. Cada semana, RFI, France 24 y Radio Monte Carlo Doualiya reúnen un total de 176 millones de contactos (45 % en idiomas extranjeros), 129,8 millones de televidentes y oyentes), y 46,3 millones de usuarios numéricos (promedio 2018). Los tres medios del grupo tenían 65 millones de seguidores en Facebook y Twitter en diciembre del 2018. France Medias Monde es la sociedad madre de CFI, la agencia francesa de cooperación medios, y es uno de los accionistas de la cadena francófona generalista TV5 Monde.