Este ensayo busca motivar a los educadores a emprender proyectos que de alguna manera aporten a acortar la brecha educativa que hay en el país. Si bien desde cada uno de nuestros ámbitos cada vez las horas del día son pocas en relación con nuestras responsabilidades, pequeños aportes e iniciativas sustentables en el tiempo terminan surtiendo efectos tremendamente positivos en todos los involucrados [2,3]. Varias investigaciones muestran que dentro del proceso de formación de los educadores hay experiencias que causan enorme impacto en su compromiso con la profesión y en su motivación para gestionar el cambio en la educación [4,5,6]. Principalmente resaltan oportunidades de acercamiento real al contexto donde ocurre el aprendizaje y a sus actores, mediante experiencias que les permitan vivir de primera mano la práctica educativa [1] y sentir que quienes los forman (profesores de los futuros educadores) tienen un alto nivel de compromiso con la educación a través de su involucramiento con las experiencias de aprendizaje desde diferentes ámbitos [3].
Desde 2013 se implementa un proyecto de vinculación con la comunidad, con el propósito de que los estudiantes de Educación de la USFQ tengan acceso a trabajar con niños de escasos recursos para acortar la brecha educativa de los estudiantes y fortalecer la formación de los futuros maestros [3, 4]. En colaboración con un proyecto de la UM, denominado “The Quito Project”, se creó en la USFQ un proyecto de vinculación que desde 2014 organiza un Campamento de Verano para niños de sectores urbano-marginales del Distrito Metropolitano de Quito. El propósito fue fomentar un ambiente recreativo y de enriquecimiento intelectual durante el periodo vacacional del ciclo educativo de la Sierra, donde los estudiantes del sistema público recibieran estímulos que les permitieran acercarse a su potencial académico, y que los futuros educadores (tutores) tuvieran la oportunidad de planificar y ejecutar un programa pedagógico libre de las limitaciones y parámetros propios de la educación formal [2].
Para diseñar el proyecto, se consideró que la tasa de acceso a la educación en el Ecuador ha mejorado sustancialmente en los últimos años. Este incremento es el resultado de varias políticas educativas que eliminan los obstáculos que enfrentaban muchas de las familias de más escasos recursos al enviar a los niños a la escuela. Principalmente, las medidas que se aplicaron eximen a los padres de gastos asociados con la alimentación de los niños durante la jornada escolar, la compra de uniformes y la adquisición de textos escolares. Si bien el desfase del acceso a la educación ha mejorado significativamente, la calidad de esta sigue mostrando una desventaja importante a nivel regional. El Campamento de Verano buscaba acortar la brecha de la calidad educativa mediante actividades que fomentaran la motivación por aprender en los niños y “tutores” participantes.
TABLA 1. Tasa de Matriculación Neta EGB (Educación General Básica 5-15 años
de edad aprox.) y BGU Bachillerato General Unificado (15-18 años de edad aprox.)
Año |
EGB |
BGU |
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
Fuente: Ministerio de Educación del Ecuador INEC (2018)1
Algunas organizaciones no gubernamentales cuentan con programas que buscan asegurar el acceso a la educación de aquellos niños que, por sus condiciones familiares, pese a las políticas públicas aún son considerados una población de riesgo. Estas organizaciones ofrecen apoyo económico mediante becas que subsidian gastos familiares que suelen convertirse en impedimentos para acceder a la educación: comida, medicación, vivienda, útiles escolares, etc. El apoyo financiero que reciben los estudiantes suele estar acompañado de diversas intervenciones para minimizar el riesgo de deserción de los niños y, en ocasiones, apoyar a las familias para asegurar la permanencia y el éxito de sus hijos en la educación formal.
Los beneficiarios de estos estímulos para evitar la deserción escolar del sistema público son normalmente estudiantes que provienen de situaciones de alta vulnerabilidad, niños y adolescentes que están expuestos a situaciones de inseguridad, maltrato, inestabilidad, etc. Este fenómeno se agrava cuando las instituciones educativas públicas a las que tienen acceso también enfrentan retos que aportan a perpetuar el ciclo de opresión de las personas más necesitadas [7].
La escuela está concebida como un espacio seguro, donde se fomenta el desarrollo integral de los niños y adolescentes. Sin embargo, las prácticas educativas centradas en el poder del docente, y de los adultos en general, aún están muy arraigadas en nuestra sociedad. Esta educación, centrada en la capacidad de niños y padres de halagar a quienes están a cargo de la educación de sus hijos, es muy perjudicial para su desarrollo. Vemos cómo en las escuelas tradicionales se perpetúan las prácticas educativas que han precarizado la educación nacional. En muchas escuelas las personas no aprenden a pensar, a opinar, a participar, sino que son implacablemente entrenadas para complacer a la autoridad, a hacer caso sin cuestionar al adulto, al jefe, al “superior” [7].
Las necesidades individuales, intereses y motivaciones de los estudiantes son continuamente relegados por un sistema educativo donde las “voces” de los estudiantes no resuenan en las aulas [8]. Se escucha al maestro que imponía sus ideas y conocimientos, sin tomar en cuenta las experiencias y aportes que puedan tener los estudiantes. ¿Cuánto cambiaría la educación si los niños se sintieran libres para cuestionar, para opinar, para aportar dentro de su proceso de aprendizaje? La motivación para aprender, emprender y soñar es de los elementos más significativos para formar ciudadanos que puedan superar sus limitaciones y comprender la importancia de apreciar los puntos de vista de los demás como una manera de aprendizaje que permite un ambiente de bienestar para todos [1].
Cuando los niños no están en la escuela, en muchos casos, también están sometidos a ambientes que no estimulan su aprendizaje. Padres que trabajan o que están cansados del trabajo, poco acceso a la lectura o a la cultura, y la constante aspiración al acceso a la tecnología no como un medio de aprendizaje sino como un símbolo de estatus que los acerca a contenidos muy distantes a los requeridos para fortalecer su desarrollo integral.
Cada año, durante las vacaciones, los niños descansan de la rutina escolar y, dada la situación en algunas escuelas que acogen a las poblaciones vulnerables, durante el periodo vacacional los niños se despreocupan de memorizar lo que los profesores les han pedido repetir. Además, dependiendo de la situación económica y la disposición de tiempo que tengan sus familias, acceden a actividades recreativas y deportivas supervisadas, visitan a familiares, se quedan en casa con un adulto que los alimenta y supervisa, y otros, los más pobres, se quedan en casa solos, normalmente a cargo del hermano/a mayor, quien se encarga de velar porque no les pase nada durante el encierro.
El Campamento de Verano ofrece actividades recreativas, de refuerzo académico y de enriquecimiento intelectual como respuesta a la necesidad de aquellos niños de los grupos poblacionales más vulnerables de usar el tiempo vacacional. Ellos, normalmente, no cuentan con presupuesto para movilizarse; sus padres trabajan y disponen de poco tiempo para cuidarlos, y, en muchos casos, se quedan en casa bajo llave acompañados de sus hermanos. Así, desde 2014 se organiza el Campamento de Verano, que busca atender a grupos de la población que, por su situación, no tienen alternativas de esparcimiento y recreación durante el periodo vacacional. Cada año se identifica una organización no gubernamental que atienda a estudiantes de escasos recursos y se evalúa la idoneidad de la situación para asegurar que los beneficiarios realmente tengan esta necesidad, y se garantice la seguridad, bienestar y desarrollo personal y profesional de los voluntarios y tutores.
El Campamento de Verano dura normalmente tres semanas, en julio, una vez que se ha cerrado oficialmente el año escolar. En los últimos años, con base en la experiencia del pasado y la retroalimentación de los tutores voluntarios, el campamento se lleva a cabo en el horario escolar entre 08h00 y 14h30, de lunes a jueves. Los viernes, los tutores voluntarios planifican la clase. La inasistencia de los estudiantes los días viernes en el periodo vacacional obligó a replantear el horario de asistencia de lunes a jueves, a partir de julio de 2017.
Desde 2014, el Campamento de Verano ha atendido a 313 niños en tres comunidades urbano-marginales del Distrito Metropolitano de Quito. Desde sus inicios hasta 2019, participaron como líderes del campamento y tutores 46 estudiantes de la carrera de Educación de la USFQ y 44 voluntarios de “The Quito Project”, de la UM, en colaboración con tres organizaciones no gubernamentales que tienen como propósito fortalecer la permanencia de los estudiantes en la educación formal.
TABLA 2. Beneficiarios del proyecto de vinculación (niños y voluntarios)
Año |
Niños |
Voluntarios USFQ |
Voluntarios UM |
2014 |
40 |
6 |
6 |
2015 |
63 |
6 |
8 |
2016 |
80 |
8 |
6 |
2017 |
67 |
11 |
10 |
2018 |
60 |
8 |
6 |
2019 |
43 |
6 |
8 |
Fuente: Reportes Finales Proyecto TQP 2014-2019
Durante 2020, por la emergencia sanitaria causada por la pandemia del Covid-19, se suspendió el Campamento de Verano. Sin embargo, los fondos recaudados hasta febrero se donaron a diferentes instituciones que trabajan para mitigar las situaciones que enfrentan las poblaciones vulnerables.
Este proyecto de vinculación tiene varias características que han permitido que pueda mantenerse y fortalecerse en el tiempo. Muchos elementos que se aplicaron con éxito en esta iniciativa de vinculación con la comunidad podrían replicarse en otras instancias de atención a distintos grupos de poblaciones vulnerables, de ahí la importancia de compartir la evolución y consolidación de un esfuerzo sostenido que vigoriza el compromiso con la educación y con los demás.
Las experiencias que surgen a partir de organizar este proyecto componen un círculo virtuoso de profundo enriquecimiento de todos los involucrados. La empatía con los más necesitados, la responsabilidad de los profesionales de la educación con los demás y el altruismo como esencia de la educación se fortalecen mediante el trabajo desinteresado pero organizado para los niños, y sirven de energía para reactivar de manera constante el compromiso por la educación.
El Campamento ofrece actividades recreativas que fomentan el desarrollo motor y físico de los participantes, así como actividades de enriquecimiento cognitivo para activar la curiosidad de estos por el aprendizaje y encontrar sus propios intereses [2].
Para comprender quiénes son los involucrados en el proyecto, se detallan a continuación los participantes y sus roles.
El proyecto cuenta con dos profesoras, una de cada universidad, que se encargan de coordinar las actividades y cronogramas cada año, guiar a los voluntarios de cada universidad en los procesos de recaudación de fondos, y supervisar que todas las actividades se lleven a cabo respetando el propósito del proyecto y la seguridad de todos los participantes. Estas determinan el número de tutores que reclutarán cada año para asegurar que haya los suficientes voluntarios para ejecutar los planes exitosamente. Desde sus inicios, la misma persona de la USFQ ha liderado el proyecto, mientras que UM ha contado con dos profesoras que han cumplido este rol desde los inicios. Durante el verano, las dos universidades comparten la responsabilidad de supervisar el campamento. Todos los años el inicio está a cargo de la USFQ y la finalización, a cargo de UM.
Cada año se eligen estudiantes que liderarán a los voluntarios de ambas universidades. Estos coordinan con las profesoras a cargo del proyecto en cada institución las diferentes actividades a lo largo del año y se encargan de gestionar la logística, movilidad y alimentación de los participantes durante el campamento. Es su responsabilidad supervisar que las actividades del campamento se lleven a cabo y cumplan lo planificado, y monitorear el bienestar de los estudiantes voluntarios. Los líderes coordinan toda la relación con la universidad contraparte; determinan los equipos de trabajo y los grupos designados a cada uno, y supervisan que se cumplan plazos y la calidad de los entregables que deben elaborar los tutores voluntarios. En los siete años de existencia del proyecto, todas las personas que se han desempeñado cómo líderes han sido mujeres.
En la USFQ se reclutan voluntarios de la carrera de Educación y, ocasionalmente, se ha contado con el apoyo de jóvenes de otras carreras que estudian una subespecialización en Educación. Este proyecto se ha ganado una excelente reputación dentro de la carrera, pues quienes han participado como voluntarios han sido casi siempre estudiantes destacados de la carrera y activamente comprometidos con la educación [1,4,5,6].
Cada año, los tutores voluntarios del periodo anterior establecen los criterios de selección que deben cumplir quienes serán tutores voluntarios el siguiente año. Se reciben aplicaciones y los estudiantes líderes designados evalúan los perfiles para determinar quiénes podrán cumplir con su rol de la mejor manera. Las aplicaciones siempre son mayores que las plazas de tutores con las que se cuenta cada ciclo, por lo que quienes no tienen un rol oficial de tutores voluntarios son invitados a participar en las actividades que se organizan antes de iniciar el campamento. Se han establecido criterios consensuados para seleccionar a los tutores: todos deben ser estudiantes de la carrera de Educación o estar cursando la subespecialización en Educación, tener un promedio global acumulado superior a 3.0/4, y mostrar su interés de trabajar con personas vulnerables durante una entrevista personal con miembros del comité de selección conformado por los líderes del año anterior y los del periodo en curso.
Los estudiantes líderes coordinan a los tutores voluntarios en grupos de trabajo de acuerdo con sus preferencias y fortalezas. Los tutores voluntarios de la USFQ son responsables de coordinar el trabajo con los tutores voluntarios de UM para lograr que los niños a su cargo tengan el mejor verano posible. Además, se desempeñan como anfitriones de sus colegas de la UM durante su permanencia en el Ecuador.
En la UM se elige a los tutores voluntarios entre aquellos estudiantes que toman cursos dentro del área de Estudios Latinoamericanos. Normalmente, tienen interés en Latinoamérica y viajan por primera vez fuera de su país. Este proyecto les permite tener un acercamiento de primera mano, pero con la tranquilidad de hacerlo dentro de un programa estructurado con el apoyo institucional de las dos universidades. Si bien la mayoría de los estudiantes provenientes de Michigan no son estudiantes de Educación, son muy comprometidos y colaboradores, y se apoyan mucho en los estudiantes de Educación de la USFQ para planificar las actividades para el grupo de niños bajo su responsabilidad. Durante su permanencia en el Ecuador, viajan a destinos cercanos a Quito durante los fines de semana y suelen organizar viajes más largos por la región una vez que el campamento haya concluido.
TABLA 3. Participación de tutores voluntarios por universidad y género
Año |
USFQ |
Femenino |
Masculino |
UM |
Femenino |
Masculino |
2014 |
6 |
6 |
0 |
6 |
6 |
0 |
2015 |
6 |
6 |
0 |
8 |
7 |
1 |
2016 |
8 |
8 |
0 |
6 |
6 |
0 |
2017 |
11 |
8 |
3 |
10 |
7 |
3 |
2018 |
8 |
7 |
1 |
6 |
4 |
2 |
2019 |
6 |
5 |
1 |
8 |
5 |
3 |
Total |
45 |
40 (89%) |
5 (11%) |
44 |
35 (80%) |
9 (20%) |
Fuente: Reportes finales 2014-2019
Figura 1. Beneficiarios del proyecto de vinculación.
Figura 2. Beneficiarios del proyecto de vinculación.
En los seis años del Campamento de Verano se evidencia una participación mucho más activa de estudiantes voluntarias; en el caso de la USFQ, todos los tutores provienen de la carrera de Educación, donde hay una mayoría abrumadora de estudiantes mujeres en relación con los varones. Sin embargo, en una cohorte donde se encontraban varios estudiantes hombres, el Campamento de Verano contó con tres tutores voluntarios varones que se desempeñaron muy bien, pero no mostraron interés por participar en el campamento el año siguiente. En el caso de los estudiantes voluntarios de UM, al provenir del área de Estudios Latinoamericanos, hay una afluencia un poco mayor de varones en el campamento de verano. Sin embargo, la participación de estudiantes mujeres en el proyecto prevalece.
Durante el campamento se desarrolla una relación de camaradería entre los estudiantes de ambas universidades, que perdura más allá del proyecto. Hay un constante intercambio de idiomas que termina fortaleciendo la suficiencia en el segundo idioma de todos los voluntarios, dado el alto nivel de colaboración y comunicación que exigen todas las actividades del proyecto. En algunos casos, los estudiantes de la USFQ han viajado a visitar a sus amigos de UM, y algunos de los estudiantes de UM han vuelto al Ecuador para realizar investigaciones como becarios Fullbright, y han mantenido la relación con el Ecuador y con la USFQ más allá del proyecto.
En general, se espera que los voluntarios sean personas con una evidente vocación social, gente comprometida con colaborar con los demás. Durante las entrevistas de selección, se evalúa su sentido del humor, su capacidad de trabajar en equipo, su facilidad para adaptarse y buscar soluciones, y su tolerancia a la frustración. Es importante que quienes trabajen con niños puedan controlar sus emociones y buscar ayuda cuando la requieren.
En estos años, mediante la observación se ha podido percibir que, a los tutores ecuatorianos, pese a ser anfitriones y mostrar camaradería durante el tiempo que comparten en el campamento, les cuesta integrarse socialmente con sus pares extranjeros fuera del horario del campamento; suele emerger algún individuo con mayor disposición que otros para integrar a los voluntarios de los dos países con mayor facilidad, y normalmente esta persona motiva al resto a integrarse como equipo. Los voluntarios de la USFQ, así como muestran altas destrezas de organización, también tienen menor tolerancia a los cambios o se les dificulta proponer soluciones alternativas cuando algo no resulta como fue planificado; sin embargo, una vez que encuentran la solución la implementan de manera impecable.
Dentro de la experiencia con los tutores norteamericanos, en estos años se ha percibido que son estudiantes dispuestos a aventurarse en un contexto diferente, abiertos a probar nuevas experiencias. En general, son jóvenes alegres, con mayor disposición a adaptarse a lo que el medio les exija. Suelen ser independientes, pero requieren de supervisión para cumplir a cabalidad lo que se había acordado previamente; no son tan estructurados en cuanto al cumplimiento de planes. Este grupo de voluntarios suele proponer actividades alternativas o soluciones sencillas cuando se presentan problemas.
La USFQ es la institución responsable de encontrar una institución no gubernamental beneficiaria con la cual organizará el Campamento de Verano cada año. Se procura buscar organizaciones legalmente constituidas para firmar un convenio de colaboración en el que se estipulan las responsabilidades de cada parte. El propósito de trabajar con fundaciones es que los beneficiarios tengan un sentido de afiliación institucional que permita que la asistencia de los niños sea a una actividad ofrecida por la institución/fundación a la que pertenecen, en coordinación con la USFQ.
Que la organización reclute a los beneficiarios (estudiantes) garantiza que estos sean personas que realmente necesitan de este apoyo y que han pasado un proceso de selección técnica en la organización. Es vital que los padres confíen en la institución para encargar a sus hijos en el horario escolar por tres semanas. Todas las actividades del proyecto se preparan en conjunto con la fundación beneficiaria. La institución con la que trabajamos designa a una persona responsable del proyecto, con quien se coordina el cronograma, el acceso a los espacios y recursos de la organización, y las actividades que se planifican cada año.
En 2014, el Campamento de Verano fue organizado en la parroquia de Pifo, en las instalaciones del Centro de Educación Inicial Amparito del Buen Pastor, una institución educativa particular que funciona con fondos de organizaciones evangélicas radicadas en diferentes países. Desde 2015 hasta 2017, el Campamento de Verano y otras actividades de apoyo a la comunidad se llevaron a cabo en la parroquia de Llano Chico, al noreste de Quito, en las instalaciones de la Unidad Educativa Monte Carmelo, una escuela particular que funciona con aportes de grupos privados a través de la Fundación Dejando Huellas. A partir de 2018, el Campamento de Verano se ha llevado a cabo en el sector de Tumbaco, en el barrio La Primavera, en las instalaciones de la Fundación Cáritas, que mantiene desde hace 15 años un programa de becas para niños de escasos recursos en riesgo de abandonar la educación formal.
Los niños que asisten tienen entre 5 y 12 años, y alguna relación o afiliación con la organización no gubernamental escogida para implementar el Campamento de Verano. El 100% de los niños asiste a educación pública o educación particular con subsidio privado. Son residentes de barrios urbano-marginales del Distrito Metropolitano de Quito, y se encuentran en riesgo de abandonar la escuela por su situación familiar.
La dinámica familiar normalmente se organiza alrededor del horario de la escuela y del horario de trabajo de los padres. El horario de trabajo de la mayoría de los padres no varía durante el periodo vacacional de las escuelas. Los padres de familia de los niños beneficiarios de estas organizaciones suelen ser personas sin horarios laborales flexibles, lo que limita el tiempo para supervisar a los niños durante el periodo vacacional. La situación de vulnerabilidad de las familias hace que el riesgo de deserción escolar muchas veces se deba a la incompatibilidad de los horarios laborales de los padres con los horarios escolares de los hijos [8,7]. Los participantes en el proyecto son beneficiarios de programas de apoyo social para fomentar la retención de los niños en la educación formal. Tienen una relación oficial y formal con la organización no gubernamental en la que se ofrece el Campamento de Verano; el proyecto también tiene como propósito aportar a la estabilidad laboral de los padres durante el periodo vacacional de los hijos.
Diversas personas muestran su interés por colaborar con el Campamento de Verano; así, profesores de otras áreas de la universidad en el transcurso de los años han aportado con charlas para padres, talleres de escritura creativa para los niños, shows de magia o presentaciones de ciencias. Pueden ser personas que contribuyen a los esfuerzos para recaudar fondos, o donan su tiempo o espacio privado para llevar a cabo actividades especiales para los niños. En varias oportunidades, una experta en Botánica compartió un taller de cultivo y cuidado de plantas para los estudiantes; una experta en Escritura Creativa hizo un taller con el grupo de niños de 12 años para fomentar la escritura como una manera de concientizar y manejar las emociones; una persona que contaba con una granja infantil donó un día entero de la granja y organizamos un paseo, nos recibió y preparó una serie de actividades para fomentar el amor y el cuidado de los animales. En otra oportunidad, una persona donó entradas para todos los niños para el Zoológico de Guayllabamba y, al ser biólogo, nos acompañó durante el día y explicó los diferentes ecosistemas y características de los animales que visitamos.
En los años del campamento se han realizado encuestas y entrevistas a los participantes, con el fin de mejorar la experiencia de todos en el futuro inmediato. Sus opiniones y recomendaciones han sido tomadas en cuenta para asegurar un proceso de mejoramiento continuo, pero también como una manera de fortalecer la voz y el poder de los actores del proyecto.
Si bien el Campamento de Verano ocurre cada año en julio, durante todo el año se organizan varias actividades de organización:
En septiembre, se organiza una reunión con todos los voluntarios que participaron en el Campamento de Verano de ese año. En esta reunión se evalúan las fortalezas y debilidades, y se identifican aquellos elementos de la experiencia que deben permanecer para el siguiente ciclo y los que se requiere modificar para mejorar la gestión del proyecto. En esta misma reunión se identifica a participantes que se destacaron dentro del grupo y que tienen el interés de liderar el proyecto durante el nuevo año de trabajo. Esto ha permitido que quienes dirijan esta iniciativa hayan vivido el rol de tutores; conozcan de cerca del trabajo de los niños, y se hayan ganado el respeto y la admiración de los demás voluntarios. Ser líder de este proyecto representa un altísimo nivel de compromiso y liderazgo para coordinar todos los aspectos del campamento con la profesora que organiza el proyecto.
Los líderes, en conjunto con los tutores del año anterior, describen los criterios de selección que deben cumplir quienes aplicarán como tutores.
Desde diciembre hasta mayo se recaudan los fondos necesarios en ambas universidades para poder cubrir los gastos de alimentación, logística de paseos y recursos didácticos del Campamento de Verano. Cada grupo de voluntarios propone actividades de acuerdo con sus fortalezas o intereses, y cada año varían. Se han realizado ventas de ropa usada, ventas de pasteles, rifas, eventos sociales pagados, etc. Las dos universidades cubren en partes iguales los gastos de cada periodo.
Entre enero y febrero, los voluntarios líderes se reúnen y organizan los equipos de trabajo de tutores voluntarios de acuerdo con sus preferencias, intereses, fortalezas y debilidades, procurando que todos los voluntarios se sientan seguros y a gusto en el Campamento. Desde febrero hasta mayo, los equipos preparan sus planificaciones y las envían para que primero los revisen las voluntarias líderes de la USFQ y luego la profesora de la USFQ; ellas, al ser educadoras, se aseguran de que las actividades sean apropiadas para cada grupo de estudiantes, el ambiente de trabajo y el tiempo disponible. Los equipos preparan la lista de recursos y materiales que requieren para implementar su planificación, y se prepara un presupuesto o se consiguen donaciones de materiales.
En mayo se consolida el presupuesto, que incluye los recursos didácticos y la alimentación. Es responsabilidad de las líderes voluntarias locales organizar la provisión y preparación de alimentos, y asegurar una dieta nutritiva y balanceada tanto para los niños como para los tutores. Además, coordinan el transporte para los tutores estadounidenses y para quien lo requiera. Las líderes voluntarias de ambas universidades preparan el presupuesto y lo presentan a sus profesoras para la aprobación.
Las líderes voluntarias organizan actividades especiales para ese verano, como paseos, días recreativos o shows especiales, con el aporte de voluntarios especiales.
Lograr que un proyecto de vinculación con la comunidad se mantenga en el tiempo es un reto complejo, pues demanda un alto nivel de compromiso de quien participa en él y también exige el apoyo constante de las organizaciones a las que pertenece. A lo largo de los siete años de existencia, se han desarrollado estrategias para garantizar la continuidad y el mejoramiento constante con base en la retroalimentación de todos los involucrados. Este proyecto busca que niños provenientes de espacios vulnerables de la sociedad tengan un espacio seguro donde activar su voz. Todas las acciones del proyecto se diseñan asegurando que el desarrollo de los niños sea la prioridad [2]. El constante diálogo de los involucrados ha sido la pieza clave para sostener el proyecto y el compromiso de los estudiantes en el tiempo.
Uno de los aciertos más importantes del proyecto ha sido formalizar su existencia en ambas universidades y encontrar socios estratégicos serios, al escoger las organizaciones no gubernamentales con quienes hemos colaborado. Esto ha permitido que las universidades comprometan fondos para financiar esta iniciativa de vinculación con la comunidad; que los estudiantes de ambas universidades sientan que su esfuerzo y compromiso por ayudar está cimentado en una iniciativa seria y bien organizada, y que el proyecto evolucione y se consolide.
Otro acierto es el impacto de esta experiencia en el proceso de formación de futuros maestros, en el caso de los estudiantes de la USFQ [1,4,5,6], y el impacto de esta experiencia de voluntariado internacional para los estudiantes de UM. Por un lado, los tutores de la carrera de Educación sienten absoluta libertad para planificar y manejar sus clases y el tiempo con los niños, pero al mismo tiempo todas sus ideas son retroalimentadas por alguien que conoce de educación y se va a asegurar de que lo que proponen sea enriquecedor y constructivo para los estudiantes. Asumen responsabilidades reales del ámbito laboral docente en un ambiente controlado y supervisado: tratan con padres de familia, manejan situaciones disciplinarias y emocionales, deben aprender a colaborar con colegas, etc. [1,4,5,6].
Los voluntarios de UM tienen un acercamiento real a una población que representa a la mayoría de niños latinoamericanos, quienes se educan dentro de los sistemas públicos, y a sus familias, que hacen un gran esfuerzo para educarlos. Son voluntarios internacionales que aprenden de la cultura ecuatoriana, practican el castellano, y se acercan a un nuevo espacio geográfico dentro de un contexto académico estructurado que les permite apreciar su experiencia y sentirse seguros. Los voluntarios de UM son personas con un alto sentido de compromiso social, y esta experiencia como tutores normalmente activa su interés por ir más lejos, involucrarse en otros proyectos y enriquecer su trayectoria personal y profesional [3]. Al finalizar su rol, reciben un certificado de reconocimiento de su trabajo. Es decir, la única motivación para participar en el proyecto es el honor de trabajar con los niños beneficiarios.
La sostenibilidad del proyecto esencialmente se debe a cómo se elige a los líderes voluntarios en cada universidad. Por un lado, para ser líderes deben haber sido tutores, lo que implica que quienes se convierten en dirigentes tienen conocimiento de los retos del proyecto y cuentan con la experiencia para enfrentarlos. En ambas universidades se mantiene un “consejo de líderes”, conformado por quienes han tenido el cargo de dirigentes y a quienes los tutores voluntarios consultan y piden ayuda cuando lo requieren. Esta jerarquía implícita hace que para la persona seleccionada para liderar proyecto sea un honor hacerlo, y que quienes participan se sientan motivados a liderar. En algunas ocasiones, estudiantes que han culminado sus estudios en ambas universidades han tratado de seguir colaborando con el proyecto, o comentan que este los motivó a buscar otras oportunidades de voluntariado y ayuda social.
En el transcurso de los años, el proyecto ha vencido varios retos para lograr sostenerse: inicialmente, contar con los recursos para funcionar, luego formalizar su existencia en ambas universidades, y, en los últimos años, encontrar organizaciones no gubernamentales que permitan llevar a cabo el Campamento de Verano sin exigir nada a cambio. Desde 2018, el proyecto se ha consolidado, y en 2020, antes de la pandemia, se tuvo la idea de crecer y replicar esta experiencia en varios espacios. Se realizaron los contactos para organizar un minicampamento para estudiantes de una escuela en la parroquia de Canoa, en la provincia de Manabí; se estaba evaluando abrir doble jornada para abarcar más niños o extender la duración del campamento para ofrecer dos módulos en Quito. Sin embargo, no fue posible hacerlo y los fondos del Campamento de Verano 2020 fueron donados a organizaciones benéficas durante la pandemia.
El reto más importante es reactivar el proyecto en 2021; se espera organizar el Campamento de Verano en julio de este año, en colaboración con la misma organización con la que hemos trabajado desde 2018. Durante la pandemia, los líderes del proyecto han brindado asesoría pedagógica virtual a organizaciones que ayudan a niños en lugares remotos, y están preparando con las líderes de UM un artículo académico con base en los datos de las encuestas, entrevistas y artefactos que se han recolectado desde los inicios del proyecto. Existe un optimismo realista en relación con el proyecto una vez que se suspendan las medidas de distanciamiento social y podamos volver a trabajar con los niños, que, luego de este año de educación limitada, necesitarán de este tipo de proyectos más que antes.
[1] Darling-Hammond, L., & Bransford, J. (2005). Preparing Teachers for a Changing World. San Francisco, CA: Jossey Bass.
[2] Boulay, M. (2016). Summer Matter: 10 Things Every Parent, Teacher, and Principal Should Know about June, July, August. CreateSpace Independent Publishing Platform.
[3] Robalino, M. (2005). Passive Bystanders or Active Participants. Regional Education Project for Latin America and the Caribbean, 1, 6-23. Recuperado de: http://unesdoc.unesco.org/images/0014/001446/144666e.pdf
[4] Cochran-Smith, M. (2004). Walking the Road. New York, NY: Teachers College Press.
[5] Cochran-Smith, M., & Zeichner, K. M. (2013). Studying Teacher Education. New York, NY: Routledge.
[6] Korthagen, F., Loughran, J., & Russel, T. (2006). Developing fundamental principles for teacher education programs and practices. Teaching and Teacher Education. 22(8), 1020-1041. Recuperado de: http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0742051X06000618
[7] Haberman, M. (1991). The pedagogy of poverty versus good teaching. Phi Delta Kappan, 92(2), 81-87.
[8] Ayers, W., Quinn, T., & Stovall, D. (Eds.) (2009). Handbook of Social Justice. New York: Routledge.
––––––