La internacionalización del séptimo arte

The internationalization of the seventh art

Luis Enrique Velasco
Universidad San Francisco de Quito , Ecuador

Recepción: 05 Noviembre 2019

Aprobación: 04 Abril 2020



DOI: https://doi.org/10.18272/eo.v5i0.1579

Resumen: Entender ciertos aspectos de las Relaciones Internacionales requiere de la comprensión de elementos modernos del espectro del entretenimiento como son la televisión o el cine. Sin embargo, este último desentraña un potencial didáctico en expansión acerca de las dinámicas internacionales, sociales y culturales del mundo contemporáneo. El séptimo arte ha conseguido exponer los procesos de la globalización que evidencian los cambios generacionales, empiedran a las sociedades y otorgan oportunidades a ciertos actores locales que históricamente han sido marginados. Además, el cine de hoy en día es una herramienta muy efectiva a la hora de derribar las fronteras reales e imaginarias gracias a la facilidad en la que confluyen diferentes actores con diferentes procedencias y muy variados contextos. Así mismo, las grandes producciones han optado por la colaboración regional e internacional y la filmación en diferentes países y regiones del mundo. Debido a todo esto, el cine ha dejado de ser un elemento enfocado únicamente en el entretenimiento para convertirse en un arma de empoderamiento, unificación, y cooperación.

Palabras clave: relaciones internacionales, entretenimiento, cine, globalización, bordes, migración, empoderamiento, sociedad.

Abstract: Understanding certain aspects of International Relations requires the understanding of modern elements of the entertainment spectrum such as television or cinema. However, the latter unlocks an expanding educational potential about the international, social and cultural dynamics of the contemporary world. The seventh art has managed to expose the processes of globalization that show the generational changes, stone the societies and grant opportunities to certain local actors that have historically been marginalized. In addition, today's cinema is a very effective tool when it comes to breaking down real and imaginary borders thanks to the ease in which different actors converge with different backgrounds and varied contexts. Likewise, large productions have opted for regional and international collaboration and filming in different countries and regions of the world. Because of all this, cinema has ceased to be an element focused solely on entertainment to become a weapon of empowerment, unification, and cooperation.

Keywords: international relations, entertainment, cinema, globalization, borders, migration, empowerment, society.

Comprender las relaciones internacionales sin entender las dinámicas o herramientas modernas que explican fenómenos mundiales como la hiperconectividad, la migración, la existencia de fronteras físicas y virtuales, el declive (o apogeo) de la nacionalidad, la desigualdad e inequidad social o el empoderamiento comunitario, es un esfuerzo en vano. Son muchos los efectos colaterales que el proceso de globalización actual presenta como resultado de la evolución de los sistemas de comunicación y la más reciente revolución tecnológica. Uno de esos efectos es la evolución en la producción y difusión del cine hacia planos donde se ve alterada su forma de producción, su contenido e incluso el objetivo que se persigue. La internacionalización del séptimo arte es el resultado de un proceso que representa la confluencia de los factores mencionados hacia un espectro que las Relaciones Internacionales, como rama de las ciencias sociales, tienen el potencial de explicar, analizar y estudiar.

En primer lugar, este proceso ha permitido explotar nuevas temáticas relacionadas con los alcances y los límites que la globalización ofrece a nivel internacional. En segundo, la internacionalización del cine consigue abrirse paso desde la localidad trayendo consigo material inédito de reivindicación o denuncia social que cada región del mundo ha sido capaz de exportar hacia escenarios de consumo global. También es imposible mencionar el cambio temático que ha sufrido el cine mundial sin tomar en cuenta el papel que Hollywood ha tenido en el proceso. La academia más nombrada del mundo ha jugado roles muy interesantes en este proceso global. Dinámicas donde la producción de películas ha dejado su sentido individualista y monopolista para trasladarse al plano de la producción donde dos o más naciones se involucran en la creación de una película o donde las temáticas confluyen para brindar un producto heterogéneo que traiga un poco de lo que cada comunidad puede ofrecer.

Babel (2006) escrita por Guillermo Arriaga y dirigida por Alejandro González Iñárritu, es un ejemplo por excelencia para entender la transición del cine de planos nacionales a planos donde la dinámica internacional se visualiza de manera más clara. Babel es una historia que cuenta cómo las repercusiones del más simple acto individual pueden cruzar las fronteras nacionales para convertirse en el motor que desencadena una serie de eventos que afectan directamente a otros individuos. Babel es la representación de lo que Martha Finnemore (1996, 12), llamaría espacio hipercomunicado, donde las ideas, los mensajes y objetos materiales viajan a una velocidad nunca antes prevista y conocida por la especie humana. La película se nutre de la diversidad cultural, del concepto de interconectividad y narra cómo los individuos son capaces de afectarse unos a otros sin llegar a saberlo y más aún, sin llegar a buscar causar ningún evento en el otro. Sin embargo, Babel solo es una muestra de la internacionalización del cine como tópico o como dinámica interna de la película.

En los últimos años han surgido diversas iniciativas que han explotado este nuevo concepto en dosis más reducidas, pero que muestran la complejidad del sistema internacional. Películas como La Gran Final, han permitido visualizar esta dinámica donde tres historias diferentes en tres diferentes lugares del planeta logran mostrar los puntos de encuentro o choque que existen entre civilizaciones de diferentes tiempos. Y es que a pesar de que este tipo de conexiones causales a gran escala siempre han existido, lo que añade el proceso de globalización e internacionalización del cine es precisamente un punto de visibilidad, de admiración, de reconocimiento por estos encuentros que antes eran invisibles (Ortega, 2007, 5).

Desde esta perspectiva, son varias las producciones que analizan nuestro mundo de esta forma. Películas como El jardinero fiel o El último rey de Escocia logran simplificar procesos históricos que involucran muchos actores del panorama internacional africano. Las distintas miradas con las que se pueden ver estos films permiten a la audiencia entender cómo el cine local se ha ido trasladando hacia planos regionales en primer lugar y posteriormente hacia escenarios donde las barreras ya no son un limitante, sino que logran enriquecer contenido, ampliar las interacciones humanas y mejorar las relaciones entre comunidades distantes (Fernandes, 2000, 36).

En América Latina la visión del cine internacional ha tenido un gran impacto y ha cobrado un gran sentido mundialmente. Un ejemplo de producción que ha logrado reinventar el universo folclórico, inexplorado e indomable del continente son Diarios de una Motocicleta en el año 2003, una producción regional que dio vida a un joven Ernesto Guevara a través de los caminos de los Andes. En esta travesía el personaje descubre su más profunda vocación en el campo de la medicina justo antes de adentrarse en el mundo de la guerrilla. Es precisamente la incursión en senderos que cruzan las fronteras región y esa capacidad reveladora que tienen los diferentes planos cosmológicos de América Latina lo que empuja al personaje de esta historia a descubrirse y reconocer sus capacidades dentro de su comunidad.

Sin embargo, eso no es todo, a la hora de cruzar fronteras y crear vínculos entre sociedades, películas como Ciudad de Dios de Brasil o El abrazo partido y El hijo de la Novia en Argentina, son el mejor ejemplo de esa exploración entre bordes norte-sur, este-oeste, que enriquece tanto el conocimiento de los espectadores acerca del continente, sus costumbres, sus problemas, virtudes y más lamentables desgracias. Ese viaje que no se hace solo a pie, sino con los sentidos y el corazón y que invita a reflexionar sobre aspectos tan relevantes en las Relaciones Internacionales como la nacionalidad, la migración, el exilio, la desigualdad, el narcotráfico, la disidencia, la familia o la religión. Debido a este potencial creativo grandes compañías de entretenimiento como Netflix o HBO han decidido apostar por un universo de posibilidades narrativas que muy probablemente solo un continente como el latinoamericano puede ofrecer. En países como México, el gigante del streaming Netflix se ha comprometido en invertir 200 millones de dólares en promover la producción nacional e inter-regional a partir del año 2020 (Bertran 2019).

Es justamente la frontera entre Estados Unidos y México el espacio que ofrece la posibilidad de evidenciar un universo inexplorado lleno de posibilidades, voces y sentimientos encontrados. Considerada como barrera mental y física que incluso el cine ha tenido problemas de derribar, en esta franja emergen las cuestiones más fundamentales de las Relaciones Internacionales y de la humanidad en sí. En este sitio del mundo se ponen a prueba los instintos más salvajes de la especie humana y, al mismo tiempo, las más estrechas distancias cobran sentido, así como la arrogancia humana cumple sus propósitos más devastadores.

Las fronteras nacionales constituyen ese puente de emociones y experiencias que no puede faltar en un cine cada vez más internacionalizado. Martín Ortega (2007), quien se ha dedicado a explotar las relaciones entre el séptimo arte y las relaciones internacionales escoge films como Traffic, 21 gramos, Los tres entierros de Melquiades Estrada o la tan mencionada Babel para exponer en su análisis las diferentes formas en las que la migración, el narcotráfico o la disidencia se convierten en problemas reales, cercanos y cotidianos para ciertos grupos humanos. Son estas las condiciones más visibles de la globalización que alcanza todos los rincones del mundo, donde aún sobreviven tan marcadas las fronteras reales o imaginarias.

El cine contemporáneo hace uso de esta estética marginal y fantástica, donde los eventos requieren de una mirada sociológica y antropológica, pero sobre todo humana. Así lo afirman Ángeles Clemente y Alba Guerrero quienes en su libro “Bordes, límites y fronteras” explican el universo de posibilidades que lleva consigo la migración internacional y la importancia de dar testimonio de la misma. Las autoras argumentan que: “existe una necesidad histórica de movilización entre los lugares de este globo que ha sido comprometida por un aparato estatal de leyes y bloqueos físicos que ha desnaturalizado este proceso tan humano y tan corriente y necesarios” (2015, 35). Es aquí justamente donde el cine cobra protagonismo y es capaz de reencontrarse con su sentido más fidedigno: captar la esencia de la raza humana, explorarla, engrandecerla, mostrarla sin filtros ni tapujos y evidenciar sus necesidades y vicisitudes de la forma más natural posible.

Por otro lado, la visión asiática del cine moderno trae consigo grandes aportes documentales y de ficción que dotan a este campo de una riqueza extrovertida e histórica. Las grandes productoras de la India han logrado entretener, pero a la vez evidenciar una intención de empoderamiento constante y urgente que llama mucho la atención a los estudiosos de las ciencias sociales. Martha Featherstone (1996, 46) es capaz de explicar este fenómeno con su argumento sobre qué tan poderosas son las imágenes que las sociedades reciben a través de los medios de comunicación y de entretenimiento. La autora explica que la posibilidad de nación, de comunidad o de ciudadanía, “depende de la película, la novela, el periódico, la representación de los valores de esa comunidad en los medios y en el entretenimiento” (1996, 46).

Este es otro de los motivos por los que el cine se ha convertido en una herramienta que internacionalmente y regionalmente ha logrado devolver las dinámicas de identidad a los grupos históricamente desfavorecidos y que no han logrado alcanzar o adaptarse a los procesos de empoderamiento que otras sociedades han logrado con más éxito. Esto significa que hay que poner una especial importancia en la producción de cine dentro de las fronteras, un cine que sea sincero con las necesidades y las virtudes de la nación. El cine del suroeste de Asia ha sido el más indicado para llevar a cabo este proceso sin mayores dificultades. Con un aproximado de 3.000 millones de espectadores anuales, en la India podemos encontrar la industria cinematográfica más diversa y grande del mundo. Bollywood, alojada en el corazón de Bombay, ha sido el centro neurálgico de producciones de todo tipo, en las que aún se rescatan los restos de una sociedad misógina, desigual, pero muy diversa y atractiva (Thanouli 2008, 30). Con el resurgir de un cine más internacional y la proyección de contenido de importación, las producciones de la india han logrado establecer nuevos parámetros legales creativos para que cada vez sean más mujeres las que se involucren en el proceso de producción.

Gracias a esto, en el último siglo se han producido más de un centenar de películas que abordan temas relacionados con la mujer y su lucha frente a un sistema que aún las excluye. Algunos de los mejores ejemplos son: Umbartha (1982), Lajja (2001), Nadie mató a Jessica (2011) o Chandni Bar (2001), en las que mujeres de todas las edades y de todas las condiciones económicas logran involucrarse, comprometerse y triunfar dentro de un sistema que las ha oprimido históricamente. Como afirma Anushka Shan, investigadora cultural del MIT, “la India en este caso es solo un ejemplo de cómo la internacionalización del cine ha impulsado procesos internos que afectan directamente a la forma de vida de los ciudadanos” (Shah 2018). A este proceso, conocido como Entretenimiento Cívico Shan le otorga la responsabilidad de ser capaz de revolucionar los sistemas de comunicación y entretenimiento, dotando a las minorías de las herramientas intelectuales y técnicas que pueden mejorar su inclusión dentro de sociedades con problemas de excluyen a las minorías en la toma de decisiones.

No obstante, lejos de continuar con este tipo de denuncias, el cine del oriente asiático también ha puesto siempre un énfasis especial en narrar y expresar la vida con especial atención en la perfección estética y la expresión más fiel de los valores que caracterizan a las culturas región. Películas como Semilla de crisantemo (1990), Héroe (2002) o La maldición de la flor dorada (2006) buscan evidenciar los procesos históricos, leyendas autóctonas y costumbres que enlazan, comprometen y ejemplifican la evolución de las culturas y la interconexión de las comunidades a través del tiempo. Desde esta región del mundo se ha desarrollado una industria que intenta ser fiel a las historias locales, pero sin dejar de lado todos los acontecimientos que a lo largo de la historia y actualmente afectan la forma en la que estas se desarrollan.

Por otro lado, Hollywood ha intentado dar una mirada crítica y parcial al cine contemporáneo más internacionalizado, aún tiene un largo camino que recorrer para apoyar y promover la producción de cintas de exportación que intenten explotar esta dinámica. Y aunque en las últimas décadas, las candidaturas de los Oscar han denotado una tendencia “a la crítica política y a las cuestiones internacionales” (2007, 42), es de gran importancia que se fortalezcan los vínculos que unen a las grandes productoras americanas con productoras en crecimiento del cono sur.

Se ha evidenciado que cuando existen tales conexiones se puede llevar a cabo grandes proyectos como Hotel Rwanda, Syriana, María, llena eres de gracia o El buen pastor. Todas estas obras, producidas bajo la colaboración conjunta de productoras en diferentes partes del mundo, han logrado llamar la atención de la academia americana porque en su contenido se exaltan dinámicas globales reales como el narcotráfico, el conflicto de guerrillas y la guerra de intereses entre países. Siguiendo esta línea se pueden citar otras obras que recientemente han logrado exponer eventos mundiales a través de historias personales que muchas veces logran conmover, empatizar y comprometer a un mejor entendimiento del otro, algunas de estas son: The Revenant, (El Renacido en español), MadMax, Roma, Isla de Perros o Dunkerque.

En este punto es fundamental plantearse varios aspectos que formalizan y mejoran la relación que llevan a cabo espectadores globales con el cine internacional. En primer lugar, se debe fomentar y perfeccionar el acceso público que tienen los ciudadanos a obras cinematográficas que exploten las dinámicas mencionadas previamente. Tal como menciona Martín Ortega en su texto Un mundo de Cine, “del mismo modo que existen bibliotecas públicas donde pueden encontrarse catálogos universales de material, la ciudadanía no dispone de las videotecas suficientes donde se pueda encontrar cine de otros países” (2007, 44). Mejorar este aspecto involucra la participación de un elenco de actores públicos y privados que reconozcan la importancia del cine como herramienta de desarrollo, empoderamiento y conectividad.

En segundo lugar, se debe potenciar la promoción del cine netamente comercial y que casi por definición proviene de las grandes productoras hollywoodenses, y otorgar más espacio a cine de autor europeo o de cualquier otra región. De la misma forma se debe proteger el cine nacional mediante la imposición de cuotas mínimas de proyección que además incentiven la participación de nacientes productoras. En este sentido, la producción se convierte en aliciente y un motor de cambio que plantea transformar la forma en la que se hacen películas en la presente década. En países como Ecuador, donde la producción fílmica no ha tenido el avance y el alcance esperado, se ha evidenciado un optimismo creciente para realizar películas bajo la dinámica de coproducción, los mejores ejemplos de esto son las últimas obras nacionales: Alba (2016) México y Ecuador, Rabia (2009) España y México, y Dedicada a mi Ex (2019) Colombia y Ecuador. Esto nos lleva a concluir que no basta decir que las relaciones internacionales y el cine comparten una ambición por comprender el ámbito global y explotar su belleza y vicisitudes, sino que su relación se expande hacia cada ámbito donde se puede encontrar ápices de los misterios de la condición humana.

Referencias

Bertran, Agustin. Netflix invertirá 200 millones de dólares el año que viene. Nextv News: Latin America., 2019. Recuperado de http://nextvlatam.com/netflix-invertira-usd-200-millones-en-mexico-el-proximo-ano/

Featherstone, Mike.1996. Localism, Globalism, and Cultural Identity. In R. Wilson & W. Dissanayake (Eds.), Global / Local: Cultural Production and the Transnational Imaginary. Durham, NC: Duke University Press.

Shah, Anush. 2018. Civic Entertainment: A genre of stories in film, television, radio, literature, theater, or digital entertainment that empowers you to be a better citizen. 2018. MIT Media Lab.

Fernandes, Leela. 2000. Nationalizing "the global": media images, cultural politics and the middle class in India. Media Culture & Society. SAGE Publications.

Finnemore, Martha. 1996. National Interests in International Society. Cornell University Press. ISBN 978-0-8014-8323-3.

Guerrero, Alba,. Clemente, Ángeles,. & Milstein, Diana. 2015. Bordes, límites y fronteras. Encuentros etnográficos con niños, niñas y adolescentes. 2017. Pontificia Universidad Javeriana.

Ortega, Martín. 2007. Un mundo de cine: Relaciones Internacionales y el séptimo arte. 2007. Política Exterior: La relación América y Europa.

Thanouli, Eleftheria. 2008. Narration in World cinema: Mapping the flows of formal exchange in the era of globalization. New Cinema: Journal of Contemporary Film Volume 6 Number 1.

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