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Perspectivas desde el ecofeminismo frente al cambio climático y la Amazonía
Perspectives from ecofeminism towards climate change and the Amazon
Recepción: 02 Noviembre 2019
Aprobación: 04 Abril 2020
Resumen: Sin duda alguna, el cambio climático se ha convertido en uno de los mayores desafíos de nuestra era. A raíz de la inclusión de personajes contrapuestos como Greta Thunberg y Jair Bolsonaro en la escena ambiental, el debate sobre la actual crisis socio-ecológica ha adoptado nuevos matices. A su vez, espacios como la Amazonía han puesto en relieve las voces que, una disciplina visiblemente estado-céntrica y con un fuerte bagaje imperial como, las Relaciones Internacionales, ha enmudecido. A diferencia de aquellos discursos hegemónicos basados en suposiciones antropocéntricas y positivistas, según el ecofeminismo, la crisis ambiental tiene origen en ciertos procesos de dominación que han oprimido a las mujeres, grupos sociales poco privilegiados y la naturaleza. Es así que, integrar procesos de dominación como el colonialismo y el patriarcado en las discusiones sobre el medio ambiente se vuelve imperante para hacer frente a este tipo de planteamientos dominantes. De este modo, esta reflexión tiene como fin vislumbrar, desde una perspectiva de género, aquellos discursos, estructuras y prácticas hegemónicas que han hecho de la naturaleza y las mujeres un otro subalternizado.
Palabras clave: ecofeminismo, cambio climático, Amazonía, decolonialismo, patriarcado, crisis socio-ecológica, Relaciones Internacionales.
Abstract: Undoubtedly, climate change has become one of the biggest challenges of our era. Following the insertion of opposing personalities such as Greta Thunberg and Jair Bolsonaro in the international environmental scene, the debate on the current socio-ecological crisis has adopted new tones. In turn, spaces such as the Amazon have highlighted the voices that a visibly state-centric and imperial discipline as International Relations has muted. Unlike those hegemonic discourses concerning anthropocentric and positivist assumptions, for ecofeminism the genesis of the environmental crisis is found in certain domination processes that have oppressed women, underprivileged social groups, and nature. This is why integrating domination processes such as colonialism and patriarchy into environmental discussions becomes imperative to address this type of dominant approach. In doing so, this reflection aims to highlight, from a gender perspective, those hegemonic discourses, structures, and practices that have made nature and women as the subaltern.
Keywords: ecofeminism, climate change, Amazon, decolonialism, patriarchy, socio-ecological crisis, International Relations.
Introducción
Desde que personajes como Greta Thunberg o Jair Bolsonaro se volvieron el punto focal del debate ambiental, el cambio climático ha ganado una popularidad sin precedentes. Sin embargo, los problemas medioambientales no son un tema reciente. Mucho antes de que el Panel Intergubernamental del Cambio Climático predijera las consecuencias del incremento en 1° C en la temperatura global (IPCC 2018), los efectos de la manipulación humana en la Amazonía ya se vivían desde hace décadas. Es así que cabe preguntarse: ¿cómo una niña de 16 años ha logrado redireccionar la mirada de la política mundial hacia un tema como el cambio climático? Algo por lo que muchos líderes en África y América Latina murieron antes. Pese al reciente interés en la Amazonía, lugares como este no han dejado de ser nada más que el patio trasero de las Relaciones Internacionales (RR. II.). Si es que la Amazonía existe en el imaginario de Occidente, ha sido como tierra de nadie, remota y virgen (Picq 2016).
Cuando ha sido conceptualizada, su definición ha girado en torno a un mito, describiéndola como un reino natural exótico y un patrimonio que necesita ser protegido (Slater 2002). Esta clase de aproximaciones han sido (re)producidas por y para Occidente por medio de una disciplina visiblemente estado-céntrica y con un fuerte bagaje imperial. Con la irrupción del cambio climático en la escena internacional, la estructura centro-periférica de la que hablan Tickner y Blaney (2013) se ha acentuado aún más, dictando las discusiones sobre espacios como la Amazonía dentro de la actual crisis ambiental. En este sentido, abordar los problemas ambientales requiere ir más allá de una compresión basada en una perspectiva netamente científica y antropocéntrica. Por lo tanto, integrar al patriarcado y al colonialismo en las discusiones sobre el medio ambiente, se vuelve imperante para hacer frente a este tipo de planteamientos hegemónicos.
Ante esta propuesta, el ecofeminismo enriquece las reflexiones sobre la crisis ecológica y la Amazonía dentro de una disciplina y un sistema caracterizado por la dominación y la subordinación. De este modo, entender este tema desde una perspectiva de género permite ahondar en el “cuestionamiento de las relaciones entre sociedad y naturaleza, identificando los sesgos etnocéntricos, antropocéntricos y androcéntricos, que han construido imaginarios y legitimado prácticas desiguales” (Trevilla 2018, 2). En base a este planteamiento, se busca visibilizar otras propuestas ontológicas, epistemológicas y paradigmáticas acerca de la actual crisis ambiental y cómo esta ha contribuido a que la Amazonía sea tachada de apolítica y tierra de lo no civilizado. Para ello, se empezará por definir qué es el ecofeminismo y cuál es su relación con espacios como la Amazonía. En segundo lugar, se presentará el contexto histórico que hizo de la crisis ambiental un tema de low politics. Por último, se realizará una reflexión acerca de la influencia de personajes como Greta Thunberg y Jair Bolsonaro en la crisis ambiental actual.
Deterioro ambiental y subordinación femenina
El ecofeminismo surgió hace más de treinta años como una aproximación a los problemas ambientales dentro de la corriente feminista, sosteniendo “que hay vínculos significativos entre la subordinación de las mujeres (y otros grupos sociales poco privilegiados) y la explotación de la naturaleza” (Herrero 2018, 1). El concepto ha sido atribuido a Françoise D’Eaubonne, escritora y feminista francesa que acuñó el término por primera vez en 1974 en su libro “Le féminisme ou la mort”. Así, esta corriente surge frente a los diálogos dominantes acerca de la naturaleza y lugares como la Amazonía, los cuales han acarreado y acarrean consigo visiones esencialistas acerca de las relaciones de género en confluencia con el ambiente.
Dentro de su intento por dilucidar la relación entre la crisis ecológica y la subordinación de ciertos grupos y espacios a través de las voces de las mujeres, el ecofeminismo pone en relieve ciertos procesos de dominación dictados por el colonialismo, el patriarcado y el capitalismo neoliberal. Volviendo a la Amazonía como: “Otro histórico, marginalizado y oprimido” (Mignolo 2009, 183), donde todas estas variantes convergen, se puede observar la forma en que se ha equiparado a las mujeres con la naturaleza como cuerpos-territorios racializados, subordinados e inferiores. Empezando por su nombre, proveniente de la palabra “amazonas”, este se refiere a un pueblo mitológico conformado por mujeres guerreras que vivían fuera del mando de las ciudades-estado griegas (Picq 2016). Claramente, esta visión patriarcal continúa siendo parte del imaginario de Occidente, donde la naturaleza es sinónimo de tierras vacías, suelo de una raza inferior.
Es así como se puede evidenciar la forma en que se siguen reproduciendo, sistemáticamente, esquemas binarios de género por medio del espacio natural. En el caso de la Amazonía y el Estado, estos encarnan, debido a discursos patriarcales dominantes, esos sistemas que marcan la diferencia entre lo masculino y femenino. Como subraya Herrero (2018), “Ambos son socializados con valores y normas de comportamiento de dependencia jerárquica, en el marco de un esquema en el que lo masculino adquiere artificial[mente] el rango de pauta de valor, de superioridad y de excelencia”. De esta manera, la actual crisis ambiental, que tiene lugar en espacios profundamente subalternizados y deslegitimizados, es sometida por la misma lógica patriarcal estatal que subyuga a cuerpos racializados y sexuados. Tanto la realidad social como ecológica que se vive en RRII tienen fuertes raíces en una historia y cosmovisión occidental que se rehúsa a ver más allá del estado-nación de Westfalia y la colonización amazónica del siglo XVI.
En este contexto, y siguiendo el marco del ecofeminismo, la propuesta del feminismo decolonial aporta profundamente al análisis acerca del paralelismo existente entre la sumisión del ambiente y las mujeres, provocado, en gran medida, por prácticas coloniales y patriarcales. De hecho, abordar esta problemática de la mano del feminismo decolonial pone de relieve la interseccionalidad entre clase, raza, género y sexualidad (Lugones 2010), categorías comúnmente ignoradas por abordajes tradicionales. Así, el enfoque en el decolonialismo hace del principal enfoque del ecofeminismo más amplio, donde, como señala Larrère (2012), ya no se habla únicamente de la dinámica entre mujeres y naturaleza porque se agrega un componente colonial. Esto no solo permite dinamizar las discusiones dentro de la academia, sino que muestra el pasado colonial de muchos de esos abusos ambientales, los cuales han sido enmudecidos frecuentemente por discursos que naturalizan la sumisión hacia todo aquello catalogado como femenino. Ante esto, el feminismo decolonial ha permitido que se dé un giro a las aproximaciones tradicionales sobre la relación dominación femenina-ambiental, abriendo paso a una dimensión de justicia social entorno a estas discusiones.
De Westfalia a la Amazonía
Mientras que disciplinas dentro de las ciencias sociales como la Antropología han subalternizado espacios como la Amazonía, otras como RR. II. la han invisibilizado (Picq 2016). A pesar de que la Amazonía es uno de esos espacios donde la crisis climática se ha materializado con mayor fuerza, continúa siendo excluida por nociones duales y binarias como el centro/periferia, desarrollado/subdesarrollado, primitivo/civilizado, entre otros. Así, localizar el momento en que la crisis ambiental se volvió un tema de low politics lleva a la Paz de Westfalia en 1648, mientras que entender por qué la Amazonía es considerada un espacio subalterno lleva al colonialismo.
Westfalia no sólo dio fin a las guerras religiosas en Europa, sino que fue la cuna del estado moderno y del surgimiento de conceptos como soberanía, fronteras territoriales y la no intervención (Malchow 2015). En el proceso, se reconoció a Europa como un conjunto de Estados independientes e iguales (Beck et al 2009). Desde esta óptica, espacios como la Amazonía, donde la naturaleza es vista como un otro subalternizado, no han sido tomados en cuenta por RR. II. debido a su posición externa del espectro de interés del Estado moderno. Bajo esta representación discursiva, hablar del Estado significa entender un Estado masculino, paternalista, patriarcal y machista que se fundamenta en una “ideología espacial [basada] en espacios heteropatriarcales coloniales donde se ha impuesto un orden patriarcal de la heterosexualidad sobre el espacio y los cuerpos” (Zaragocin 2018, 6).
En este sentido, la esencia masculina de la disciplina ha hecho que espacios como la Amazonía sean posicionados como entes pasivos, frágiles y vulnerables. Al mismo tiempo, los problemas ambientales han sido anclados a “una separación ontológica entre naturaleza y sociedad, y entre hombre, naturaleza y mujer, que resulta un agravante del conflicto sobre el cual poco se advierte” (Nogales 2018, 2). Por tanto, no es de sorprender que la naturaleza haya sido y continúe siendo entendida en base a supuestos de género, raza, clase y nacionalidad que han patriarcalizado a espacios como la Amazonía.
Históricamente, RR. II. le debe su génesis y vida al imperialismo y la cimentación de relaciones desiguales de poder producto del colonialismo (Chakra Borty 2017). En cuanto a este último, desde que Cristóbal Colón pisó suelo americano y notó que los indígenas caminaban desnudos y carecían de cultura, ley y religión, el sentido de la diferencia como inferioridad nació (Tickner 2014). Estos rezagos coloniales se siguen viviendo hasta el día de hoy y se han modernizado hasta el punto en que la Amazonía y la naturaleza son vistas como fuentes inagotables de recursos naturales para el norte global. De hecho, como señala Picq, acertadamente (2016), “It is portrayed as a pure source of nature capable of containing global warming, rarely recalling that the Amazon rubber enabled the automobile revolution, which fueled today’s climate crisis in the first place” (1). De este modo, los rezagos del colonialismo del siglo XV se traducen, hoy en día, en una (neo)colonización de la naturaleza que representa los intereses neoliberales y hegemónicos de ciertas élites de poder.
De Gretas y Bolsonaros
Hoy en día, aquellos ideales europeos de la Ilustración donde la transformación de la naturaleza no humana era sinónimo de progreso científico y, por tanto, un justificativo del colonialismo, siguen estando presentes (Tickner 2014). A partir de la inserción de la nueva derecha en Brasil, liderada por su actual presidente, Jair Bolsonaro, el país ha adoptado una postura que niega la Amazonía y el cambio climático, y promete mejorar Brasil a costa de su explotación. Sin duda alguna, “Esta es una variante tropical de ‘make America great again’” (Espinosa 2019). Para Bolsonaro y sus partidarios, cuyo imaginario de ultraderecha tiene hondas raíces en una lógica expansionista y extractivista para el desarrollo, el cambio climático, y por ende la Amazonía, no tienen cabida. En este sentido, tanto el indigenismo como el ambientalismo han sido considerados parte de una falsa izquierda medioambientalista que forma parte de lo que Bolsonaro ha denominado “marxismo cultural” (Robinson 2019).
Bajo esta perspectiva, Ernesto Araujo, Ministro de Asuntos Exteriores de Brasil, no sólo ha acometido contra el “climatismo”, término que ha acuñado al negar la existencia del cambio climático, sino que, también ha calificado a la ideología de género como fuente de degradación social (Robinson 2019). Bajo un legado colonial en que el sur global es visto como proveedor de materias primas para un norte civilizado, no es de sorprender que sea ese mismo sur el más afectado por el deterioro ambiental. Con la incursión de personajes como Bolsonaro en un sistema de Estados eurocéntricos y una economía mundial capitalista, la masculinidad está aún más en boga, profundizándose las desventajas de género que se traducen en los problemas socio-ecológicos. Así, la intervención de sujetos como Bolsonaro en el actual escenario político y ambiental evidencia la falta que existe, tanto en la práctica como en la academia, de una aproximación decolonial hacia temas como el cambio climático. De lo contrario, no sirve de nada mirar esta clase de discursos por medio del lente ecofeminista si no se logra realmente atribuirle una dimensión militante a la lucha contra la degradación ambiental.
Por otro lado, y como fue mencionado anteriormente, el ecofeminismo pone en relieve una doble opresión sobre la naturaleza y el ambiente a causa de un sistema capitalista patriarcal y una cultura europea dominante. En este contexto, la estudiante sueca Greta Thunberg ha dado un nuevo giro a la problemática ambiental tras hacerse conocer por medio de sus huelgas por el clima frente al Parlamento Sueco y por polémicos discursos en las Naciones Unidas. Mientras unos la aclaman, otros detractan su labor. En este aspecto, cabe preguntarse de dónde parte Greta ideológicamente y los intereses de qué clase representa. El fenómeno Greta tiene origen y ha recibido mayor acogida en Europa y Norteamérica, regiones del mundo cuyos países han impuesto y continúan imponiendo los efectos del cambio climático en el sur global. Las clases y gobiernos dominantes que siguen el discurso de Thunberg no están pensando en espacios como la Amazonía, de lo contrario habrían escuchado a los miles de líderes indígenas que mucho antes que Greta defendieron sus tierras del extractivismo.
En este aspecto, y a pesar de que Thunberg esté dándole un giro al escenario político actual con su presencia, su rol no termina de ser polémico. Al igual que “la «Madre India» fue el símbolo y la inspiración para la lucha por la independencia contra el colonialismo inglés” (Mies y Shiva 2014, 197), tras los incendios en la Amazonía este espacio fue (re)apropiado, esta vez por personalidades como Thunberg, como un espacio que le pertenece a la humanidad. De cierto modo, se vuelve a los esencialismos del discurso que posiciona a la naturaleza, sobre todo aquella dentro del sur global, como posesión de Occidente. De hecho, el principal fundamento de su lucha se basa en la idea de que el mundo (natural) es de todos. Es así que, en contextos de supremacía blanca, el hecho de que el mundo necesite que una niña de un país desarrollado hable acerca de la crisis ecológica actual para “empezar a hacer algo”, habla por sí solo.
Conclusión
El ecofeminismo parte de la premisa de que el cambio climático y la actual crisis socio-ecológica son resultado de procesos históricos de dominación y luchas de poder. Frente a una disciplina guiada por un modelo androcéntrico, estado-céntrico, colonial y patriarcal, el ecofeminismo surge como una nueva aproximación ontológica y epistemológica que adopta una posición política, ambiental y decolonial. En este sentido, partir de este tipo de acercamientos fundados en los movimientos sociales permite señalar problemas más amplios, problemas que van más allá de las nociones de género en RR. II. Por tanto, reducir la problemática ambiental a un tema antropocéntrico y netamente científico enmudece los contextos históricos, sociales y culturales que posicionaron a la naturaleza, la Amazonía y a las mujeres como estados salvajes, la espera de ser domesticados por una supuesta cultura superior. Solo así se podrán nutrir diálogos interdisciplinarios e incluyentes que impulsen reflexiones sobre el cambio climático y sus repercusiones en cuerpos-territorios vulnerados hacia propuestas concretas.
Referencias
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