¿Qué pasó en Ecuador en octubre de 2019?
What happened in Ecuador in October 2019?
Recepción: 02 Noviembre 2019
Aprobación: 02 Febrero 2020
Resumen: Durante once días, las calles de Ecuador fueron un campo de batalla. Civiles, policías, indígenas y militares se enfrentaron los unos con los otros. Las protestas comenzaron el 3 de octubre como consecuencia de la insatisfacción de los ecuatorianos con un decreto presidencial que anularía los subsidios a los combustibles. Violencia, terrorismo, vandalismo, robos, represión, heridos y muertes fueron el resultado de las protestas. A lo largo de esos días, los ecuatorianos experimentaron conductas rebeldes, perdieron su identidad individual y mostraron sentimientos racistas y de polarización. A causa de lo ocurrido durante las protestas, este artículo pretende explicar el comportamiento y la conducta de los ecuatorianos desde una perspectiva psicológica.
Palabras clave: desindividualización social, reactancia, injusticia percibida, polarización, movilización social protestas.
Abstract: For eleven days, the streets of Ecuador were a battlefield. Civilians, police, indigenous and military clashed with each other. The protests began on October 3rd as a result of the dissatisfaction of Ecuadorians with a presidential decree that would nullify fuel subsidies. The protests resulted in violence, repression and vandalism. Throughout those days, Ecuadorians experienced rebel behaviors, lost their individual identity, and showed racist and polarizing feelings. Because of what happened during the protests, this article aims to explain the behavior of Ecuadorians using a psychological perspective.
Keywords: social deindividualization, reactance, perceived injustice, polarization, social mobilization, protests.
En octubre del 2019, el Ecuador vivió once días en los que el terror, la incertidumbre, la anarquía y la violencia se tomaron no solamente las calles de Quito, sino de todo el país. Todo inició el 1 de octubre, cuando el presidente ecuatoriano Lenin Moreno anunció por cadena nacional la liberación del precio del diésel y la gasolina como parte de un conjunto de medidas económicas para estimular la economía de la nación. Inmediatamente, las medidas recibieron el rechazo oficial de varias confederaciones y gremios, quienes se declararon en resistencia y anunciaron una serie de movilizaciones inmediatas. Algo que comenzó como una manifestación “pacífica” el 3 de octubre por parte del gremio de transportistas, se convirtió en uno de los acontecimientos más complejos y violentos de la historia del Ecuador como República.
Enfrentamientos entre civiles, saqueos, represión policial, robo, heridos, detenidos, muertos, daños a la propiedad privada y pública se registraron durante los siguientes días de manifestaciones ¿Por qué los manifestantes salieron a protestar? ¿Por qué escaló el conflicto? ¿Qué fue lo que condujo a la población a enfrentarse los unos con los otros? ¿Cómo se puede explicar los actos de vandalismo y violencia? ¿Quiénes eran los principales actores de las movilizaciones? Estas son algunas de las preguntas que surgen a raíz del paro y cuyas respuestas se explicarán en este artículo en base a conceptos utilizados por la psicología social y política.
El 3 de octubre el panorama por la mañana en varias ciudades del Ecuador era el mismo: calles bloqueadas, dificultades en la movilización, falta de servicios de trasporte, escasa circulación de vehículos y actividades escolares suspendidas. Así comenzó el primer día de paro anunciado por los trasportistas, quienes, después de 48 horas de suspender sus actividades, informaron que estarían a la espera de la respuesta del ejecutivo ante su pedido de derogatoria del Decreto 883 y manifestaron que volverían a sus actividades cotidianas. Sin embargo, la ratificación del Gobierno Nacional en no declinar la medida hizo que más organizaciones sociales se unan al paro, principalmente la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) ¿Qué llevó a que los transportistas y organizaciones sociales hayan paralizado al Ecuador durante 11 días?
Bajo los conceptos de la psicología social, lo que motivó a los trasportistas y a los miembros de distintas organizaciones a paralizar el Ecuador fue una noción de injusticia percibida y reactancia. La injusticia percibida se interpreta como una cognición que evalúa y engloba elementos de pérdida y una sensación de injusticia e irreparabilidad (Sullivan et al. 2012, 484). Como consecuencia de la injusticia percibida, surge la reactancia la cual es una acción sustentada en una base emocional, dirigida a la restitución de reglas o comportamientos que amenazan libertades y genera reacciones alternativas como conductas de oposición, rebeldía, comportamientos semejantes al restringido y respuestas agresivas (Chappa y Dowd 2008, 210). Es debido a la injusticia percibida y a la reactancia psicológica que tanto indígenas como transportistas y otros manifestantes sintieron que con el “paquetazo” económico se les estaba haciendo un mal y, por lo tanto, salieron a protestar ante aquello que les pareció injusto.
Durante los siguientes días de manifestaciones el conflicto escaló. Las calles de Quito se convirtieron en un campo de batalla entre civiles, policías y militares. Dotados de piedras, palos, y bombas molotov[1], los manifestantes atacaban a policías quienes respondían con disparos de gas lacrimógeno. La violencia, que en un inicio se concentraba en el centro histórico de Quito y sus alrededores, se extendió por todo el país. La anarquía se apoderó de la ciudad y desató actos vandálicos como daños a la propiedad pública y privada, atracos a tiendas, invasión de centros de atención médica, robos e incendios. La violencia y vandalismo alcanzaron niveles de guerrilla urbana, planificada y muy agresiva que pudieron llegar a una guerrilla civil. ¿Qué fue lo que motivó a los ciudadanos a combatir unos con otros y a cometer actos de violencia y vandalismo?
La respuesta a esta pregunta está en lo que los psicólogos sociales llaman desindividuación social. Tal término hace referencia al proceso mediante el cual los individuos que se encuentran en un grupo pierden el sentido de identidad personal y hacen cosas que no harían si estuvieran solos (Worcher et al. 2002, 421). Al estar dentro de una multitud, las personas se vuelven anónimas por lo que pierden su sentido de responsabilidad y se tornan más sugestionables (Worcher et al. 2002, 422). Es precisamente la desindividuación social lo que condujo a los ecuatorianos a actuar sin pensar en sus propios valores, a ser menos conscientes de sí mismos, a experimentar sensaciones de excitación y a sacar “la bestia” que cada uno lleva dentro.
Además de las pérdidas económicas, el daño a la propiedad pública y privada, el encarcelamiento de manifestantes y la muerte de civiles, el Paro Nacional reveló que somos un país profundamente dividido e intolerante. Donde gobiernan rasgos de odio racista y desprecio en contra de los indígenas, entre diversos grupos y clases sociales. Durante los días del paro, se expresaron e incrementaron los estereotipos, las descalificaciones y la población ecuatoriana se dividió en dos bandos: se estaba a favor de los indígenas o en su contra. En términos de la psicología social, el ecuatoriano tomó posiciones extremistas y, al hacerlo, se identificó con un grupo y asumió su forma de captar el problema lo que lo condujo a rechazar al otro (Lozada 2004, 200). El tomar una posición extremista hizo que la mayoría de mestizos y gente de clase social media y media alta perciban a los indígenas como el enemigo y desarrollen sentimientos de rechazo hacia ellos.
Mientras duraba el paro, las redes sociales mostraban el odio y el racismo, hacia los indígenas con toda clase de insultos como: “indios ignorantes”, “vagos”, “longos” o “regresen al páramo”.[2] Los hechos y los actos registrados durante las movilizaciones ya no se medían por lo que eran en sí, sino en función de lo que representaban a favor o en contra de la confrontación: nosotros-ellos (Lozada 2004, 200). Esta toma de posiciones extremistas junto con la percepción estereotipada fue lo que dificultó las posibilidades de dialogar, de llegar a acuerdos y a propuestas de solución lo que creó una paralización de valores sociales y morales en la sociedad ecuatoriana
En los días que duró el paro, los principales actores fueron los policías y militares, los indígenas y un grupo de manifestantes violentos que no fueron reconocidos como parte del conglomerado indígena. El primer grupo, militares y policías, estaban encabezados por el presidente de la República. Moreno, en su calidad de líder, actuó erróneamente desde un principio al no utilizar un pensamiento estratégico[3] en la toma de decisiones. Si tan solo Moreno hubiese empleado la lógica, la intuición, la meta-cognición, la imaginación, la capacidad analítica y un análisis de medios antes de ejecutar el Decreto 883, seguramente la reacción del pueblo ecuatoriano ante las medidas económicas hubiese sido distinta.
El segundo grupo, los indígenas, estaban liderados por Jaime Vargas quien actualmente es presidente de la CONAIE. Vargas, con una personalidad prepotente, mostró una tendencia a la dominación y al poder motivada por una falta de estabilidad, seguridad y sano equilibrio. Con sus declaraciones, Vargas demostró su carencia de respeto e interés por los seres humanos, su falta de sensatez, moderación y una personalidad poco adaptada, además de una desmedida ambición de poder y figura política. Ningún líder con alta salud mental[4] se referiría al presidente de la República con insultos, promovería la violencia o incitaría al caos. Vargas lo hizo, realizó todo lo contrario a lo que haría un líder con elevada salud mental: curar antiguas y complejas heridas sociales, políticas, económicas y culturales de los pueblos (Costales 2011, 26). Así, en lugar de actuar como un líder con elevada salud mental, Vargas incitó al caos, llamó a la violencia y despertó sentimientos racistas en el pueblo ecuatoriano.
Por último, el tercer actor era un grupo de manifestantes violentos que no fueron reconocidos como indígenas, pero que ocasionaron destrozos, terrorismo y vandalismo con una sola intención: desestabilizar al gobierno para que se llame a elecciones presidenciales anticipadas. Aquel que dirigía a este grupo de vándalos es un individuo con sed de poder y víctima del Síndrome de Hybris[5], quien utilizó la manipulación mental y sentimental para dar un golpe de estado y destituir a Moreno. Si sus planes hubiesen triunfado, seguramente este individuo hubiese vuelto al Ecuador como un mesías, un todo poderoso, un salvador mágico que traería dicha, prosperidad y justicia al país después del caos. Sin embargo, aquella imagen de salvador sería solo un disfraz para ocultar sus más profundas aspiraciones: volver y permanecer en el poder.
Las movilizaciones sociales de octubre rebasaron todos los límites. No solamente se trató de una protesta en contra del “paquetazo” económico, sino que consistió en un atentado en contra del respeto y la paz de una sociedad que está cansada de los golpes de Estado y que repudia la violencia. Las pérdidas económicas y los daños a la propiedad pública y privada no son lo peor que dejó el paro, el resultado más preocupante es la división y fracturación de un Ecuador que desde hace mucho tiempo se encontraba en un proceso de cohesión social. A partir de este momento, está en las manos de las autoridades, de los líderes indígenas y de la población nacional el asumir sus responsabilidades, aliviar las tensiones y buscar la reconciliación nacional. Es ahora cuando las autoridades ecuatorianas deberían mostrar la principal cualidad de un líder: sanar complejas heridas de los pueblos.
Referencias
Chappa, Herbert y E. Thomas Dowd. 2008. "Influencia de la Reactancia Comportamental en la Interrupción Prematura del Tratamiento." Revista Argentina de Clínica Psicológica 17 (3): 209-214.
Costales, Jaime. 2011. Psicopatología del Poder. Quito, Ecuador: Konrad Aenauer.
Lozada, Mireya. 2004. "El otro es el enemigo: imaginarios sociales y polarización." Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales 10 (2): 195-209.
Owen, David. 2010. En el poder y en la enfermedad. Madrid, España: SIRUELA
Sullivan, Michael, Whitney Scott, y Zina Trost. 2012. "Perceived injustice: a risk factor for problematic pain outcomes." The Clinical journal of pain 28 (6): 484-488.
Notas
Enlace alternativo
https://revistas.usfq.edu.ec/index.php/eloutsider/article/view/1567/1868 (pdf)